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domingo, 25 de julio de 2010

SUS OJOS AZULES


Aún recuerdo la sensación de su mirada. Me veo siendo niña, jugando en el patio de su casa con otras primas. Simulábamos ser amas de casa, las tazas llenas de barro extraído de los jardines del patio canario de su casa eran exquisitos postres de chocolate recién hechos. Ella nos contemplaba desde la ventana de su cocina, mientras andaba entre fogones o simplemente en charla con sus hijas, mi madre y alguna vecina amiga suya. Todo era bucólico, desde el paisaje rodeado de retamas y montañas hasta la típica casa canaria en cuyos patios y aljibe desarrollábamos nuestros juegos de infantes. Una familia muy unida como lo son las familias canarias.

De vez en cuando el sonido de las campanas de La Iglesia nos hacía alzar la vista al Cielo y, en segundos, regresar a nuestros juegos. A veces, las primas nos peleábamos, por nimiedades,claro, pero enseguida Ella hacía acto de presencia aún desde lejos, solo con su mirada. Y sus ojos azules parecían hipnotizarnos, ingresando en nuestros corazones toda la paz y el sosiego: ¡ Niñaas, jueguen sin pelearse!

Yo me quedaba absorta largos ratos contemplando el bellísimo contraste entre sus cabellos, cejas y pestañas azabaches y sus preciosos ojos azules almendrados. Su rostro parecía el de una muñeca de colección, el mentón dulce, la nariz perfectamente delineada, y ¡¡ SUS OJOS AZULES !! Pareciera imposible que una persona con el cabello tan negro, con las cejas tan negras, con las pestañas tan pobladas, largas y negras tuviera esos ojos azules que iluminaban la mirada a todo quien los mirara. 
Cuando Ella se encontraba triste, se tornaban grisáceos, mas cuando estaba feliz sus ojos parecían desprender luz y eran inmensamente azules celeste. Mi abuela Catalina, mi adorada ABUELA TANA, que era como yo la llamaba desde que comenzara a hablar con un año, pues no aclaraba Catalina y la llamaba Tana. Fue poco el tiempo que el destino me regaló junto a ella, pues cuando ella murió yo tenía solo 8 años y medio. Murió al año de morirse mi abuelo Pepe, de quien tampoco pude disfrutar mucho porque el destino así lo quiso. Pero ¡¡ tan intensos y bellos fueron los momentos que viví con mis abuelos paternos que aún los llevo en mi corazón y mente a recuerdo vivo !! Como si estuviera viviendo cada uno de esos momentos que tan bien guardo en mi memoria. Aún puedo oler la madera recién mojada que había en el techo del salón, hecho con vigas de madera que cuando las limpiaba mojándolas con una manguera desprendían ese olor tan característico. También llevo presente las meriendas en su cocina, la gaveta de uno de los muebles de la cocina que ella destinaba a llenar de caramelos de nata, de esos de la vaca de la marca canaria Tirma, para sus nietos/as. ¡ Qué felices éramos los primos/as en su casa !

Me hubiera gustado haber compartido más con mi abuela Tana, conversar con ella no como niña sino como mujer hubiera sido, sin duda, un privilegio inmensurable pues era una mujer extremadamente sabia e intuitiva. ¡ Cuántos consejos hubiera podido obtener de ella ! Ella que conocía tan bien mi espíritu libre y un tanto indómito, seguramente hubiera dicho las palabras justas en el momento preciso, estoy segura. Pues así era cuando yo era niña.

Es aquí cuando se comprende que no importa cuán larga haya sido una experiencia sino lo intensa que ésta haya sido. Yo viví poco la presencia de mis abuelos paternos en La Tierra, pero los momentos que viví junto a ellos fueron tan positivos que se ha prolongado toda esa felicidad al recordarles durante toda mi vida.

A mi Abuela Tana, a quien imagino echándole la bronca a mi abuelo Pepe por entrar los perros a casa, jaja. Allá donde estén , seguramente sigan haciendo solo el bien, rodeados de animales, y saboreando la sencillez de las pequeñas cosas de la vida que son las que en el noventa y cinco por ciento de las veces nos dan la felicidad.

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