domingo, 13 de abril de 2014

COMPARTIR SILENCIOS







COMPARTIR SILENCIOS.


Y me decías:

<< Yo quiero conseguir lo que mis Padres consiguieron. Amarse siempre, respetarse y aceptarse mutuamente. Verles felices y en paz, cada uno con sus cosas. Aunque aparentemente no se comunicaran, uno en un extremo de la casa leyendo y la otra en el otro extremo cosiendo. Pero de repente se miraban, se sonreían y dejaban patente el amor que se profesaban, eran cómplices el uno del otro >>.

Tal vez los nuevos tiempos nos hayan dejado espirales de ansiedad y pretensión. Pretender ocupar todo el tiempo y espacio del otro/a y poseer al otro/a la otra, no es amar. Tantas separaciones, divorcios, parejas rotas de manera violenta hoy en día tiene que tener una causa. Nuestra sociedad actual está enferma de desamor, de ansiedad, de stress, de falta de empatía para con el otro/la otra, todo esto se acumula en nuestra ánima y afecta en las relaciones interpersonales.

Amar sin miedo a ser abandonado/a porque se ama con confianza plena en el otro/la otra. Amar desde la bondad, sin paranoias ni comportamientos esquizoides. Sin esperar sombras ni fantasmas acechando detrás de cada esquina.

El otro día, paseando por la plaza de mi pueblo con mi hijo me paré a observar (sí, siempre estoy como un búho: escuchando, observando y tratando de aprender todo lo que pueda) a una pareja muy anciana. Estaban sentados en la terraza de la dulcería de la plaza del pueblo, sobre sus mesas dos cafés y en el medio de la mesa un plato con una porción de pastel y dos cubiertos. Cada uno estaba enfrascado en la lectura de un libro, sorbían café (a veces a la misma vez), picoteaban de la tarta, mientras mantenían el interés en sus respectivos libros. Aparentemente estaban lejos el uno del otro, sin embargo, si los observabas con los ojos del corazón podías apreciar un cordón umbilical espiritual que los unía. No había más que observar cómo se miraban cuando sus miradas se cruzaban, cómo se les iluminaba el rostro a cada uno con la sonrisa del otro. Era como si se reconocieran el uno en la mirada del otro. Por momentos, alguno de ellos soltaba el libro, lo ponía sobre la mesa y observaba a su pareja leer. COMPARTÍAN SILENCIOS. Tal vez me equivoque, pero creo que ésa era la típica pareja que llevan juntos toda una vida. Y, siempre, estando donde estén o haciendo lo que hagan, estarán juntos. SIEMPRE SE MANTENDRÁN UNIDOS. Estaba claro que se habían aceptado mutuamente. Como dice WALTER RISO en su libro ENAMORADOS O ESCLAVIZADOS: No es lo mismo aprobar a alguien que aceptarle. Aprobamos a alguien cuando, presas del enamoramiento, pasamos de largo sus defectos con la esperanza de que VA A CAMBIAR, QUE SE VA A AMOLDAR A NUESTRO IDEAL. Le aceptamos CUANDO SABEMOS QUE TIENE ESOS DEFECTOS PERO, AÚN ASÍ, AMAMOS A ESA PERSONA CON SUS DEFECTOS Y NO PRETENDEMOS CAMBIARLA NUNCA. Si no, cuando se nos pase el enamoramiento (que, como máximo, está comprobado científicamente que dura 3 años), JAMÁS PODREMOS AMAR A ESA PERSONA. No es lo mismo estar enamorado/a que estar amando a alguien. AMAR ES PARA SIEMPRE. Es un compartir silencios y que no afecte a la relación, es un saber dejar al otro estirarse y alargarse como un elástico, sabiendo que por más que se estire o alargue, volverá a nosotros/as como un chicle o un elástico que estiras y vuelve luego a su punto inicial. Sintiendo la confianza en esa otra persona, sintiendo, PERO DE VERDAD, DE CORAZÓN, que esa persona jamás nos hará daño deliberadamente y que todo lo que se pacta con ella, se cumplirá tal cual.



ANA NAYRA GORRÍN NAVARRO.
EN LOS GIGANTES, A DOMINGO 13 DE ABRIL DE 2014.

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