Mi perfume favorito ha sido, desde que lo descubrí justo en el año de su lanzamiento, el perfume ÁNGEL del parisino de adopción (pues nació en Estrasburgo) Thierry Mugler. A quien, por cierto, me imaginaba como un tipo elegante, sofisticado, alto, con el cabello tal vez rizado y alborotado y un foulard anudado en el cuello. Físicamente me lo imaginaba parecido al cantente Mika: elegante, sutil, delicado y sofisticado. Pero una vez lo vi en una entrevista y casi me dio un soponcio al comprobar que podía pasar por el típico matón de discotecas. En fin, retomando mi tema para este post, desde el año del lanzamiento de este perfume, que fue en 1992 y yo tenía 13 años, me enamoré de la fuerza de este aroma, del diseño de su bote en forma de estrella y de su nombre: ÁNGEL. La primera vez que lo olí, realmente sentí como si un ángel hubiera pasado por mi lado, en una presencia fugaz e invisible, misteriosa y voluptuosa. ¡Qué acertado el nombre, porque así han de oler los ángeles!, me dije esa primera vez. Lo compré y atesoré como una reliquia que sólo usaba para ocasiones especiales (antes su precio de venta al público era infinitamente más caro que ahora).
Es un perfume muy fuerte, como a mí me gustan, dulce hasta decir basta, goloso como les dicen los especialistas. En la descripción del perfume en la web de la marca se puede leer lo siguiente:
El perfume Angel de Thierry Mugler es de otro mundo. Nada convencional, esta mítica fragancia es una auténtica bomba aromática que no le deja indiferente a nadie.
Llegó a ser el perfume más vendido en Francia y el segundo más vendido en Europa. Se mantiene hasta hoy en el top 10 mundial. Un verdadero best-seller, a pesar de su relativamente baja inversión en publicidad.
Hasta hoy es común escuchar en la industria perfumera que todas las firmas quieren “su Ángel”. Un hit que se venda solo y haga historia.
Su fragancia es dulce, ni comedida ni modesta. Muy dulce. Pero no encontrarás las clásicas notas románticas, como rosas o jazmín, en destaque en la composición.
Te depararás, eso sí, con un cóctel poderoso y muy original en el momento de su lanzamiento. Por detrás de aquel novedoso líquido azul clarito, reposa una mezcla inesperada de aromas y acordes.
Zumo de frutas rojas maduras. Zarzamoras jugosas. Vainillas cremosas. Miel silvestre con un toque penetrante de naranjas y bergamotas. Marzipán y algodón de azúcar. Chocolate y caramelo. Sí, leíste bien: ¡chocolate y caramelo! Y, aquí viene la sorpresa: un toque de Pachuli.
Ángel inspira la fantasía y juega con la imaginación. Mezcla a doses iguales romanticismo y simbolismo intergaláctico. Estimulante, fuerte, enigmático, puede llegar a agotar los sentidos.
Llegó a ser el perfume más vendido en Francia y el segundo más vendido en Europa. Se mantiene hasta hoy en el top 10 mundial. Un verdadero best-seller, a pesar de su relativamente baja inversión en publicidad.
Hasta hoy es común escuchar en la industria perfumera que todas las firmas quieren “su Ángel”. Un hit que se venda solo y haga historia.
Su fragancia es dulce, ni comedida ni modesta. Muy dulce. Pero no encontrarás las clásicas notas románticas, como rosas o jazmín, en destaque en la composición.
Te depararás, eso sí, con un cóctel poderoso y muy original en el momento de su lanzamiento. Por detrás de aquel novedoso líquido azul clarito, reposa una mezcla inesperada de aromas y acordes.
Zumo de frutas rojas maduras. Zarzamoras jugosas. Vainillas cremosas. Miel silvestre con un toque penetrante de naranjas y bergamotas. Marzipán y algodón de azúcar. Chocolate y caramelo. Sí, leíste bien: ¡chocolate y caramelo! Y, aquí viene la sorpresa: un toque de Pachuli.
Ángel inspira la fantasía y juega con la imaginación. Mezcla a doses iguales romanticismo y simbolismo intergaláctico. Estimulante, fuerte, enigmático, puede llegar a agotar los sentidos.
El perfume pertenece a la familia olfativa de los orientales amaderados, según el método de clasificación tradicional.
Casi todas las características de una buena fragancia oriental están presentes con gran intensidad. La melosa vainilla y las esencias balsámicas y ambarinas tienen gran peso en la composición.
El secreto de su novedosa fórmula está en jugar con el olor del marzipán (cumarina) y del algodón de azúcar (etil maltol), dos componentes dulzones que se temperan con una dosis pesada de pachuli.
El afrodisíaco perfume del pachuli acaba dominando nada menos que un 30% del espectro olfativo. Su aroma verde, amaderado y natural es muy asociado a los años 60, década marcada por el boom del orientalismo, y le da el alma a esta fragancia tan moderna.
Todo el fondo del perfume está construido alrededor de esta materia prima, que se destaca por su profundidad y complejidad. Alrededor de la base de vainilla y pachuli, flotan todas esas notas comestibles tan dulzonas que caracterizan su olor además del marzipán y el algodón de azúcar, como el chocolate o el toffee.
Angel se aleja además del canon al abdicar del uso de las resinas que se asocian clásicamente a los perfumes orientales. El resultado final no tiene precedentes en la industria de la perfumería moderna.
Enmarcarlo bajo una categoría comercial tradicional se queda algo corto. Es por ello que algunos empiezan a utilizar el término fruitchouli (frutas + pachulí) para denominarlo.
Pero el término de clasificación que al final gana mayor peso es gourmand. Un subgénero de la familia oriental que se refiere a esa nueva forma de concebir perfumes.
Caluroso, fragrante, licoroso, ligeramente alcanforado, algo masculino, consigue la hazaña de hacer que los perfumes orientales clásicos parezcan conservadores y predecibles.
Yo no me siento del todo vestida si no lo llevo puesto encima en mis ocasiones especiales. A veces también me lo pongo para ir a trabajar aunque sé que durante el día puede empachar los sentidos así que trato de usarlo sólo cuando voy a salir extra laboralmente.
El secreto de su novedosa fórmula está en jugar con el olor del marzipán (cumarina) y del algodón de azúcar (etil maltol), dos componentes dulzones que se temperan con una dosis pesada de pachuli.
El afrodisíaco perfume del pachuli acaba dominando nada menos que un 30% del espectro olfativo. Su aroma verde, amaderado y natural es muy asociado a los años 60, década marcada por el boom del orientalismo, y le da el alma a esta fragancia tan moderna.
Todo el fondo del perfume está construido alrededor de esta materia prima, que se destaca por su profundidad y complejidad. Alrededor de la base de vainilla y pachuli, flotan todas esas notas comestibles tan dulzonas que caracterizan su olor además del marzipán y el algodón de azúcar, como el chocolate o el toffee.
Angel se aleja además del canon al abdicar del uso de las resinas que se asocian clásicamente a los perfumes orientales. El resultado final no tiene precedentes en la industria de la perfumería moderna.
Enmarcarlo bajo una categoría comercial tradicional se queda algo corto. Es por ello que algunos empiezan a utilizar el término fruitchouli (frutas + pachulí) para denominarlo.
Pero el término de clasificación que al final gana mayor peso es gourmand. Un subgénero de la familia oriental que se refiere a esa nueva forma de concebir perfumes.
Caluroso, fragrante, licoroso, ligeramente alcanforado, algo masculino, consigue la hazaña de hacer que los perfumes orientales clásicos parezcan conservadores y predecibles.
Yo no me siento del todo vestida si no lo llevo puesto encima en mis ocasiones especiales. A veces también me lo pongo para ir a trabajar aunque sé que durante el día puede empachar los sentidos así que trato de usarlo sólo cuando voy a salir extra laboralmente.