martes, 29 de diciembre de 2009

EGIPTO, EGIPTO...



Frente a las aguas sensuales del Nilo, bajo la Luna Llena, el brillo de sus ojos ardió en los míos. Los ojos negros más hermosos que jamás haya visto estuvieron al fin en mi universo.

De su cabello brillante y ensortijado salieron mil estrellas que al firmamento se prendieron como yo de su persona.

Mi cabellera, larga otra vez, volverá a flotar en el viento y las ondas de la misma se unirán a las del Nilo en esa noche por siempre eterna. Sus dedos morenos se enredarán en las ondas de mi pelo oscuro y dibujarán las caricias del joven emperador amante en mi piel blanca.

Los relojes, las escaleras, las distintas etnias, se detendrán en el tiempo congelado para observar el brillo dorado del Río sagrado. La feminidad de Cleopatra y el maquillaje de sus ojos, envueltos en los misterios del ojo de Horus , me llevarán por siempre a ti .

Todos los objetos de alabrastro de la maleta, con las muñequitas nubias de tus regalos y pañuelos de algodón que secarán mis lágrimas en tu ausencia. Los perfumes de flor de loto y jazmín en sus botecitos de cristal, esencias árabes irrepetibles e inimitables. Las shilabas y sus babuchas de lana por dentro, tan cómodas y cálidas como los días en tu país. Como tu cariñosa bienvenida en el aeropuerto.

Mi corazón, frente al Nilo, sonará siempre al rumbo de los Darbuka y por siempre tu pupila clavada en mi retina. Por siempre el Ojo de Horus y el escarabajo dorado me harán volver a ese lugar, con la fiel promesa de flotar juntos sobre el Nilo, otra vez….

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