sábado, 1 de mayo de 2010

ES ZOE, novela.






Nombre y apellidos de la autora: Ana Nayra Gorrín Navarro.
Título de la obra: Es Zoe.


CAPÍTULO UNO. EL MUNDO DE ZOE


Era una mañana soleada de un extraño mes de enero en Madrid. La novedad del año venidero se precipitaba con sus planes utópicos en la mente de Zoe. Ella, con su nuevo corte de pelo a lo Victoria Beckham, se dirigía a paso raudo hacia su oficina. Ahí pasaba tardes enteras frente a un ordenador, con el Conta-Plus y el Nómina-Plus como únicos compañeros. Su soledad era tal que ya no la sentía.

El famoso reloj biológico había pasado de largo por la puerta de Zoe. A sus 37 años recién cumplidos no tenía el más mínimo instinto maternal ni ansiedad alguna por formar una familia, "mucho menos por tener una pareja" (o eso creía sentir ella).

Había días en los que Zoe, aletargada por no sabía qué sentimiento o emoción, se quedaba horas enteras observando la pantalla de la televisión, sin ver absolutamente nada ni oír nada más que su propio silencio. Era justo en este momento, en que se percataba del tiempo acaecido, cuando llegaba a la conclusión de que tenía que hacer algo nuevo en su vida, algo radical.

Diez de la mañana. Un sol acuciante dio paso a una lluvia intensa y amedrentante. En unos minutos las calles se vieron inundadas, el agua arrastraba los coches por toda la carretera, la misma que hacía tan solo media hora le parecía a Zoe la peor carretera jamás vista: sin asfaltar, sin delimitar las marcas viales y llena de obstáculos que vencer, ahora era mucho más que la peor jamás imaginada. Ni el conductor más ágil hubiera resistido cada uno de esos terribles baches. Pero,...., hasta los resaltos en la vía le parecieron bonitos a Zoe mientras iba en su taxi caribeño. El taxista le dijo que tenían que bajarse del coche, porque si no iban a ser arrastrados por el agua. ¡Vaya llegada!- pensó.

Una vez en el hotel, Zoe, fiel a su ritual de superstición cuando algo le salía mal, se quitó la ropa, se dirigió a la papelera del baño y ahí tiró las bragas rojas, el sujetador rojo, los zapatos color plata, la falda negra entubada, la blusa plateada y hasta el collar largo de bolitas que colgaba de su pecho. ¡La ropa le había traído mala suerte!, así que había que despojarse de ella. Y así, desnuda, salió del baño. Pasó por un espejo largo y estrecho que la hacía más delgada, se miró. ¡No estaba nada mal!, pensó, su bonita silueta aún parecía más bella en ese espejo. Pero,...., nunca había sentido las llamas del amor en su piel. Nunca había tenido la suerte de encontrarse con el hombre destinado a ella. Porque Zoe creía en el destino, el amor a primera vista, el príncipe azul y todas esas fantochadas que nos inculcan en las películas americanas, en el amor ideal, ese amor que, precisamente, no existe. Solo existe en la fantasmagoría "hollywoodiana".

De repente vio insulso ese viaje al Caribe en busca del amor. Sin quererlo estaba a punto de ser una turista sexual más, una de esas ocupadas y estresadas europeas o norteamericanas que viajan al Caribe en busca de chicos morenos que les den algo de amor y sexo. Sexo, la sola palabra le daba vergüenza, jamás podía decirla en voz alta, pero se deleitaba a escondidas susurrándola en bajito. ¿Cómo sería tener sexo? Zoe, a sus 37 años era virgen, jamás miró sus genitales con líbido, porque eso estaba prohibido para ella. Así la educaron, y así debía ser siempre, hasta que un hombre se enamorara de ella, le pidiera matrimonio y entonces ya sí, entre sus sábanas de casada, podría convertirse, si quería, en la mejor fulana de cual. Pero sólo si se casaba, si no sus senos jamás tendrían utilidad alguna. Zoe miró sus maletas. Pensó que lo mejor sería volver a su ciudad, ahí podría camuflarse entre la multitud y los secretos de su inexistente vida privada jamás saldrían a la luz con tanta nitidez como aquí, en un lugar donde el tiempo no pasa ni cuenta y donde nadie tiene prisa porque todos disfrutan de todo, de su tiempo, de su vida, de su cuerpo, del amor, del buen clima y climax, de los jugos de piña y frutas exóticas,...., no, Zoe estaría mejor en su oficina , donde pasaba doce horas cada día sumando las horas extras, en el metro, donde malgastaba dos horas cada día, y en su buhardilla a modo de mini-piso en el centro de Madrid,en cuya mitad de la estancia no te podías poner completamente de pie, sin dormitorio y con un baño tan pequeño que para entrar en el plato-ducha tenía que hacerlo de lado, ¡y eso que Zoe era delgadísima! Todo por ciento treinta mil euros actuales, ¡una superoferta! Pero,..., a sus treinta y siete años había conseguido hipotecarse hasta las cejas y, siendo soltera, tener su propio habitáculo de vida. Gracias a que sus padres, que vivían en Salamanca desde hacía veinte años, le ayudaron a pagar parte de su vivienda.

Aparentemente Zoe era una joven más del montón. Una "fashion victim", siempre al compás de las últimas tendencias de moda en su vestimenta, peinado, bisutería,..., nadie podría pensar jamás que Zoe era una chica de moral aférrima. Vamos, que si tuviera que dar una charla sobre orgasmos femeninos en una conferencia de mujeres, las asistentes sentirían verdadero aliporio de escuchar sus confesiones. Con su corte de pelo bob tipo burdel de los años 20,mezclado con influencias modernas, sus cejas depiladas al extremo en forma de signo Nike invertido y sus gordos y perfilados labios siempre maquillados de Rouge Dior a lo Mónica Belluci, Zoe parecía una auténtica diva libertina. ¡Qué antítesis!

Zoe regresó a Madrid y volvió antes de lo esperado a su trabajo, alegando síndrome del trabajador y que sólo se le pasaría trabajando e incorporándose antes del fin de sus vacaciones, ¿si no qué iba a hacer ella con tanto tiempo libre en su minipiso?

Al llegar el primer día, tras tres de falta, la mesa lucía atiborrada de papeles de todo tipo, facturas, correo, albaranes,...., todo por ordenar, clasificar y archivar. ¡Su tarea preferida! Así que se puso manos a la obra. Mientras se concentraba en ello no se percató de que enfrente de ella habían instalado una mesita de trabajo nueva. Fue gracias a su compañera Teresa, la chismosa que toda oficina tiene, que se puso al tanto de todo.

- ¡Zoe!, hija pero por Dios bendito, ¿qué haces tú aquí ya?- echándole la bronca.
- Nada, que no había nada interesante por el Caribe, me entró la depresión por no hacer nada y pensé que lo mejor sería volver al trabajo.
-¡Anda que...! Estoy segura de que no había nada interesante por el Caribe. Con esos mulatos de cuerpos encantadores y sonrisas enigmáticas que se mueren por conocer a españolas y de hacerlas disfrutar en su tierra,......-y, mirándola de abajo a arriba-, desde luego que Dios da pañuelos a quien no tiene narices. Si yo tuviera tu cuerpo, tu cara, tus ojos y tu pelo estaría de hombres hasta en el bolso.
-¡Claro! Con los bolsos de playa que tú usas no me extraña.
- ¡Jajaja!- una risa estrepitosa hizo que las damas giraran la cabeza hacia la puerta.

Un hombre fornido, de unos metro noventa de estatura, cabello liso negro azabache, gafas de pasta azul marino y una sonrisa de oreja a oreja que dejaba ver una resplandeciente dentadura blanca, las observaba y, por lo visto, se deleitaba escuchando las conversaciones privadas pues su rostro aún tenía vestigios de la carcajada que soltó, al parecer el comentario de Zoe le hizo algo de gracia. Entonces, con una gran taza de café en la mano, se dirigió a su mesa. Perfectamente ordenada e impoluta, con una foto de un perro pastor alemán en un portarretrato. Seguramente se trataría de una hembra, de una pastora alemana, pues tenía la misma mirada que Teresa en las fotos que había visto de ella.

-¿Y quién es éste?- es el nuevo, le contrataron al día siguiente de tú irte a tus "no vacaciones".
- Ah, vaya, pues será el primer hombre en esta empresa, ¿no?
- Pues sí, ¡menos mal! Nadie deja de hablar de él-y se contoneó hasta su mesa desordenada desde donde espiaba, detrás de las montañas de papeles, a todo ser viviente de la oficina.

Zoe lo miró por el rabillo del ojo. La verdad es que era muy guapo. Vestía una camisa de seda rosa de manga corta cuyos botones superiores lucían desabrochados dejando ver un pecho moreno libre de vello, ¡su piel parecía tan tersa!, sus pantalones de bolsillos chinos color azul marino y sus zapatos acabados en punta, del mismo color que la camisa eran el marco perfecto para un hombre así. Su pelo caía con gracia y no dejaba de pasarse la mano por él, consiguiendo que éste cayera en efecto de cascada y era como si cada vez que lo hiciera fumigara en el ambiente hormonas masculinas que, inconscientemente, captaban el interés de cuantas mujeres le rodeaban. Sin esperárselo Zoe, el bello caballero se levantó de su silla para dirigirse a su mesa.

- Hola, me llamo Sebastian (no Sebastián sino Sebastian, lo cual le hacía más interesante aún) -dijo mientras extendía cortésmente su mano a Zoe.- Jordi Sebastian Sans Sardá a su servicio- con una sonrisa amplísima que dejaba ver toda una colección de perlas preciosas perfectamente ordenadas en esa bella boca de labios encarnados.
-¡Ah, hola! Yo me llamo Zoe, Zoe Martín Vázquez. -Pensó si debía añadir algo más, pero,...., no le dio tiempo de terminar porque el guaperas continuó hablando.
-¿Eres de Madrid?
-Sí, ¿tú no, verdad?
-No, soy catalán. De Barcelona.
-(¡Vaya por Dios!, pensó Zoe) ¿Fumas?
- ...... (con gesto contrariado y una ceja elevada al compás de su cabeza ladeada) ¿Cómo?
- No, lo digo porque como tienes la boca tan....tan...tan sana - se puso nerviosa, no sabía por qué le había hecho esa estupidez de pregunta.
- ¡Ah! Jajaja-comenzó a reírse a carcajadas, muy sonoras, tanto que todas se volvieron a mirarlo desde sus mesas. Teresa miraba a Zoe con una mirada de socarrona que puso aún más nerviosa, si cabía, a Zoe.- No, no fumo, detesto el olor a tabaco. Además, ¿has probado besar a alguien que fuma? Es como besar un cenicero. ¡Puaf, qué asco!
-¡Ah, sí claro! - ¡si ni siquiera había besado a nadie en su vida! -Y,....,¿qué haces en Madrid?
-Puse mi curriculum en una de esas webs de internet me salió una oferta en esta empresa para un puesto de contable y,...., ¡aquí estoy! Soy economista, pero no encontré nada mejor para Madrid, o al menos no por ahora.
-Ya, la cosa está mal,¿verdad? Yo soy administrativa informática comercial y desde mi academia de estudios me insertaron aquí, les gusté haciendo prácticas y aquí llevo la tira de años. Pensaba que para un licenciado universitario habrían más salidas profesionales, ¿no?
-Sí, las hay, pero probablemente tendrás que estar en el lugar adecuado en el momento preciso y eso no se me ha dado nunca a mí, a parte de no disponer de enchufes por ningún lado.
- No ya (aunque con la calidad presencial del producto, seguramente sea de batería recargable con la luz solar, pensó para sí misma Zoe).
-Bueno, te dejo, vuelvo a mi mesa. Encantado de conocerte. Para lo que necesites aquí estoy.
-Idem -atinó a decir Zoe.

Teresa se dirigió a la mesa de Zoe a la rapidez de la luz, y eso que su trasero le debía pesar lo suyo.
- Te invito a un café en la cafete, ¡anda vamos!
- ¡Uf!, ahora no Tere.
- ¡Venga! - la levantó a lo bestia cogiéndola del antebrazo derecho, al más puro estilo "portero de discoteca".

Una vez en la cafetería de la empresa, Teresa no paraba de emitir pequeñitos chillidos, como una colegiala de quince años cuya amiga favorita ha recibido su primer beso y quiere que comparta todo lujo de detalles con ella. Aunque hoy en día las colegialas de quince años compartan otra clase de confesiones que van más allá de besos.

-¡Tía que suerte tienes! Has sido la única a la que el guaperas le ha tirado los tejos. "Jordi Sebastian Sans Sardá, a su servicio", ¡qué educado! Me encantaría que me hubiera dicho eso a mí, no pararía de darle la lata pidiéndole favores de oficina, para luego ir más allá, claro.
- ¡Ay, Tere! Por favor, no exageres, no me ha tirado los tejos, solamente se ha presentado, visto que soy su compañera de mesa más próxima era obligado hacerlo si realmente es tan cívico como parece. Además, es catalán, es obvio que tenía que resultar diplomático.
-Ya, ya, tú quítale importancia. Pero es la primera vez que presencio como un hombre te tira los tejos, y tú no has atacado por ningún frente. ¡Qué boba! ¿cómo has podido dejar pasar una oportunidad así? ¿ qué piensas, quedarte solterona toda la vida, hija?
-Déjame en paz, Teresa. No estoy para tus torturas psicológicas ahora mismo.

Aunque, pensándolo bien, ni ella misma había presenciado nunca a un hombre siendo cortés con ella, ni presentándose él mismo ni diciéndole "a su servicio". Era bastante gratificante descubrir que podía gustarle a un hombre, nunca antes había sentido esta sensación. Ahora entendía la frase: <>.

- ¿Y qué piensas hacer? ¿Por qué no le invitas a tomar café más tarde?
- Mmmm, bueno, ya veré.
-¡ Ajaaa! O sea que te gusta, ¿no?
- ¿Qué?..... ¿Gustarme? ¿ Pero qué dices, Tere?
-¿Cómo que no? ¿Crees que no te vi mirándolo de arriba a abajo? Si hasta te quedabas fija mirándole el pecho al descubierto. ¿Crees que él no se percató de ello querida?
-¡Oh, Dios! ¡No me digas eso!
- Jajaja, ¡anda la que parecía tonta!
- No digas eso Tere, ¿en serio que se dio cuenta de que le observaba?
- Todas nos dimos cuenta, tal vez por eso no le quedó más remedio que levantarse a saludarte.
- ¡Vaya! Pues sí que,..... (Zoe pensaba que tal vez no se hubiera fijado en ella, sino, como dice Tere, se diera cuenta de que era ella la anonadada con tal escultura masculina y , como dice Tere, no le quedara más remedio que levantarse a saludar).

Zoe y Tere regresaron a sus respectivas mesas de trabajo. Durante todo el día Zoe se mostró dispersa y cometió un sinfín de errores en el trabajo. Era difícil concentrarse con tantos pensamientos en su cabeza, sobre todo, con el promotor de tales pensamientos en frente de ella. Pero,..., la verdad es que el chico no levantaba ojo de su ordenador, nunca le pilló mirándola. ¡Y eso que justamente hoy Zoe lucía un escote de vértigo que dejaba ver parte de sus pequeños pero bien formados pechos!

Tere invitó a Zoe a tomarse unas copas al salir del trabajo, de vez en cuando Zoe iba con las compañeras a estas reuniones femeninas que comenzaban en la casa de una de las chicas, Ágatha, y terminaban en un garito de música dance y chillout que servía de excusa para emborracharse y ser el preludio de los encuentros más insospechados, envueltos en las fragancias de la marihuana. Aunque Zoe nunca se emborrachaba y, cuando llegaba el momento en que todas se unían en pareja, ella se iba sola a casa, en metro. No le daba miedo la oscuridad de las calles que conocía como su mano derecha, ni tampoco el vandalismo callejero, ni los violadores, ...., nada. A veces a Zoe no le importaba nada, nada más que su trabajo.

Al llegar a su buhardilla lo primero que hizo tras descalzarse fue llamar a su madre, la llamaba mañana, tarde y noche, con su padre sólo hablaba por las noches, cada noche. A lo sumo, lo más tarde que llegaba al domicilio propio era a las once de la noche, por tanto le daba tiempo de ver un montón de estupideces en la televisión antes de poder, al fin, conciliar el sueño.

-Nunca entenderé cómo puedes pasar tanto tiempo sola, hija. ¿No te deprimes?
-No. Siempre he estado sola, Mamá, soy hija única, ¿recuerdas?
-Sí, pero,..., no sé hija, por lo menos aquí estabas acompañada de nosotros. Ahí estarás tan sola,...., llevas así desde que te empeñaste en estudiar en Madrid, a los 20 años, ya han pasado la friolera de 17 años, casi 20 más, tus estudios duraron un año nada más y tuviste la suerte de encontrar trabajo rápido, aunque no sé si te has encasillado en esa empresa y tal vez debiste haber seguido estudiando para conseguir algo mejor, ¿no crees?
- No, he tenido mucha suerte. Yo hice un módulo profesional y enseguida encontré trabajo. ¿Sabes que ha entrado a trabajar con nosotras de contable un economista catalán?
-¿Un hombre?
-Sí, el único en la empresa.
-¿Y es guapo?
-Mmmmm, bueno,...., pero eso no importa. Lo que te quiero decir es que hasta para un licenciado está difícil hoy en día conseguir trabajo, así que imagínate la suerte que yo tuve en su día. Mírame, tengo 37 años y ya casi estoy terminando de pagar mi propia vivienda.
-Ejem,ejem,,...
-Está bien,...., ustedes me han pagado casi la mitad.
-Más de la mitad, hija. No es por echártelo en cara, pero gracias a nosotros tienes esa mísera vivienda, como la llamas tú. Para mí no es más que una ratonera. Por ese precio tu padre y yo compramos y amueblamos entera la casa que tenemos en Salamanca. Y tú esa buhardilla la compraste sin amueblar.
-Sí, pero lo de ustedes fue en el año 1968 Mamá, nada que ver con los precios de ahora.
-Sí, es verdad, hija .Ustedes los jóvenes de hoy en día lo tenéis todo muy difícil. Bueno, aunque tú ya no eres tan joven, tienes 37 años, casi 40,te has dado cuenta de que te faltan 13 para tener mitad de siglo?
- ¡Jopeta mamá!, qué consideración tan plausible. Ahora dormiré mucho más tranquila.
- Lo siento hija, pero es que creo que se te está pasando el arroz para tener un marido, hijos, tu propia familia, no quiero que llegues a vieja estando sola. Nosotros ya somos mayores y queremos ver a nuestra única hija feliz cuando nos vayamos,¿entiendes?
- No hables así, Mamá. Además, ¿quién te dice a ti que yo no soy feliz?
- No sé hija, tenías la mirada tan vacía la última vez que te vi,..., por cierto, ¿cuándo te vienes a Salamanca?
- Espero poder ir pronto, tal vez dentro de dos semanas.
-¿Pasarás todo el fin de semana o sólo estarás el viernes noche y sábado mañana como las últimas veces?
- Está bien, pasaré ahí hasta el domingo por la tardecita, luego cogeré el autobús y regresaré a Madrid. No puedo llegar tan tarde a Madrid pues al día siguiente tengo que levantarme a las 6 para ir a trabajar, ¿entiendes?
-Hija, ¿y cuando te sacas el carnet de conducir? ¿No te vendría mejor ir en coche al trabajo?
- ¡Qué dices Mamá! Como está el centro llego antes en metro, además las autoescuelas son muy caras, no me apetece dejarme tanta pasta en eso.
- Por el coche no lo hagas, tu padre y yo te compramos uno si quieres.
- Noooo, Mamá, no necesito ningún coche. Es tarde, me voy a dormir,¿vale? Te llamo por la mañana, en el primer café del trabajo. Besos, saluda a papá de mi parte y dile que ya mañana hablo con él, que estoy muy cansada.

Pero Zoe no tenía sueño, estaba cansada de su vida, de su monotonía diaria y, para colmo, hoy se sentía mal por haber mirado con tanta fijación al guaperas. ¿Habrá pensado de ella que es una obsesa libidinosa, no? Como Teresa, ¡puaf qué asco!

A las ocho y media en punto entraba Zoe por la oficina, como cada día.Al pasar por la mesa de Ágatha observó en su cara restos de la juerga anterior. Ágatha era una joven de madre alemana y padre sevillano, la mezcla hacía de ella una mujer muy bella y su marcado carácter andaluz contrastaba con su pelo tan rubio y sus ojos tan azules. Según ella había sacado el carácter de su padre y el físico de su madre. Nació y creció en Sevilla y sólo fue a Düsseldorf, de donde es su madre, una vez en su vida. Su madre no tenía familia porque era huérfana así que Ágatha no sentía ningún apego por la ciudad natal de su madre.Esa turista que un día llegó a Sevilla, se enamoró y se quedó ahí para siempre, primero se enamoró de Sevilla, después del padre de su única hija. Un morenazo al que se le derramaba la gracia y el salero por los cuatro costados.

- Zoe,¿qué tal anoche? Como siempre, nunca recuerdo cuando tú te vas, ¡siempre te vas tan temprano!
- Ya,...., tú estabas muy ocupada cuando yo me fui.
- ¿Ah sí? Sí, estabas intentando convencer a un señor de pelo canoso de que tus piernas eran mucho mejores que las de Marlene M.
- Ah sí,..., jajajaja, ¡era más divertido el viejito ése!, y no veas,......
- Ssssss, no me interesa Ágatha, de verdad, me alegra que te lo hayas pasado bien pero,...., no me interesa tu vida privada, ¿vale?
- Joder, vale, vale, ¡qué borde estás hija!
- Hola- dijo fríamente al pasar por la mesa de Teresa.
- Hola Zoe, ¿qué tal esta mañana?
- Bien, ¿y tú?
- Bien, ¿pudiste dormir después del bochorno que pasaste ayer?
- ¿Bochorno?
- Sí, lo digo por lo del guaperas.
Tere parecía odiar a Zoe, le encantaba hacerla sentir mal.
-No pasé ningún bochorno, yo le miraba porque era el nuevo y al igual que todas me interesaba husmear.
- Ah, ya.
Entonces Zoe se giró bruscamente, con una inusual mirada de odio dirigida fugazmente hacia Teresa, pasó por la mesa del guaperas y tiró sus carpetas violentamente contra la mesa.
- ¡Vaya! Buenos días señorita. ¿Has tenido un mal comienzo hoy?
- Buenos días Sebastian.
- Llámame Sebas, por favor, mis amigos me llaman así.

Zoe se le quedó mirando. Un mechón de pelo se había revoloteado de su impecable pelo liso y posaba en sus labios, se lo retiró de la boca antes de seguir escuchando incrédula al galán.

-Yo cuando tengo un mal comienzo de día ya todo el día estará mal, así que lo mejor es que intentemos reanudar el día, ¿no crees? Te invito a un café,¿vamos? - y al levantarse Zoe pudo apreciar que hoy llevaba un pantalón vaquero negro muy ajustado y que dejaba marcar todo, una camisa roja de Springfeld, una chaqueta de vestir negra y de las cruzadas abotonada informalmente y unos botines Converse de color rojo. Sus gafas eran de pasta, pero hoy de color rojo. Su peinado también era diferente, se lo había peinado con gomina, en ese estilo que se lleva ahora de como recién levantado, como si no se hubiera peinado en días. Le quedaba muy bien a él. Aunque, ¿qué no quedaría bien en esa percha?

Zoe se levantó de su silla y, sin poder evitarlo, miró a Teresa. Quien la miraba con toda la envidia del mundo inyectada en sus pequeños y redondos ojos.

-Está bien, vayamos a tomar café, lo necesito.

Una vez en la cafetería, Sebas se mostró todo lo servicial que pueda ser un hombre. Zoe no paraba de hacerse preguntas tontas mentalmente, tipo: ¿Se me habrá quedado manchado el bigote con la espuma del capuccino?, ¿se notará demasiado que no me he depilado las piernas? (y llevaba pantalón, con chaqueta a juego y botas de caña alta por dentro del pantalón), ¿este sujetador no hará aún más pequeños mis pechos? Por este mismo motivo, cada vez que Sebas le preguntaba algo, Zoe respondía: ¿Eh? ¿qué dices? disculpa, no te he oído.

- ¿Tienes problemas de oído Zoe?- le acabó preguntando Sebas con aire confuso.
- No, ¿por qué? Ah, ya, lo dices porque no paro de preguntarte qué has dicho, ¿no?
- Pues sí, por eso mismo.
- Ya, no,..., bueno sí,...., no,....
- A ver,....
- Lo que pasa es que anoche no he dormido y estoy dispersa, lo siento.
- Ya. ¿Algún amante insaciable, tal vez?
- Oh,....,no,.....- Zoe se puso rojísima, sentía arder las mejillas y las orejas.
- Perdona, fue una pregunta insolente, tal vez se me esté contagiando el ambiente de la empresa,¿no?
- Tal vez te estés "teresiando".
-¡Jajajajajajaja!- cada vez que se reía así, a boca abierta, Zoe se quedaba perpleja de lo inmensamente perfecta que era su boca.
- ¿Usas blanqueador dental?
- No. Pero cada vez que voy al dentista me los hago blanquear, voy cada seis meses, sin falta. Creo que una buena salud comienza por la boca, ¿parece una publicidad de una clínica dental, no?
- Pues sí, ...(y tú serías el modelo ideal; pensó).
- ¿Qué hobbies tienes, Zoe?
- Ah, bueno,..., me gusta leer, el cine, ir a visitar a mis padres,....
- ¿Ir a visitar a tus padres?
- Sí, viven en Salamanca, en un pueblecito de las afueras, muy tranquilo.
- No sabía que ir a ver a los padres fuera un hobby.
- Bueno,..., no es un hobby pero es lo que suelo hacer en mi tiempo libre.
- Ya. Que imagino que será muy escaso, ¿no?
- Bueno,....., la verdad es que entro a las ocho y media de la mañana y salgo a las ocho y media de la tarde-noche, a veces hasta más tarde si no tengo todo listo para el día siguiente. Luego en lo que llego a mi casa y eso,...., en fin,..., que no tengo mucho tiempo de tener hobbies.
- Pero las demás chicas parecen divertirse mucho cuando salen del trabajo. ¿No vas nunca con ellas?
Zoe no podía creerse que el guaperas estuviera interesado en saber qué hacía en sus ratos libres, ¿acaso estaba intentando invitarla a salir?
- ¿Por qué no sales esta noche conmigo? Te invito a cenar, ¿qué dices?
- Eh,....,- Zoe se puso nerviosísima.
- Oh, ya, ¿tienes algún compromiso?

Zoe sacó valor de donde no lo había y muy firmemente, mirándole a los ojos le dijo:

- No, no tengo nada previsto para esta noche, salvo ver House en la tele. Esta noche me viene bien. ¿Qué tipo de comida te gusta?

Sebas , sonriendo de oreja a oreja a la vez que se levantaba y recogía las tazas de capuccino para depositarlas en la barra y pagar, le dijo:

- Me encanta la comida japonesa y conozco un lugar de lujo para ello.


La tarde transcurrió lenta en el trabajo. Zoe no paraba de mirar a Sebas, sin importarle lo más mínimo la mirada inquisidora de la envidiosa Teresa. Porque allí estaba ella, la diva a la que el guaperas había invitado a salir esta noche, la única a la que consideró bella y apropiada para salir con él. No le importaba lo más mínimo lo que se susurrara a sus espaldas. ¡Oh no! Pero,..., pensándolo bien,¿iba bien vestida para la ocasión? Sebas había dicho un lugar de lujo,...., ella no estaba mal vestida, aunque,..., si lo hubiera sabido se hubiera encorsetado el traje negro de una lujosa marca famosa que tan bonito culo le hacía. Y se hubiera puesto ese sujetador mágico con relleno de silicona incorporado que a su vez es wonderbra y que tan apetitosos hacía sus pechos. Sin saberlo Zoe estaba pensando libidinosamente. ¿Se estaría despertando en ella ese instinto que consiguió adormecer a fuerza de poder mental y yoga a lo largo de todos estos años? De repente vinieron a su mente las palabras que una vez le pronunció su padre cuando era una adolescente: "Espero que tú no te dejes llevar por los mandatos de esta sociedad moderna que arroja a la golfería a las jovencitas, quienes antes de casarse pierden la virginidad. Ten en cuenta que un hombre nunca querrá igual a una mujer que no se deja respetar antes del matrimonio. Hay que expandir la palabra de la Biblia y honrar los mandatos divinos, no los creados por la sociedad pagana de hoy. Porque polvo somos y a polvos nos mataremos"..............Güiiiiiii, de repente el sonido de un disco rayado sonó en el interior de su mente: ¿polvo somos y a polvos nos mataremos? ¡Oh Dios mío! ¿Tan dispersa estoy que hasta he tergiversado las palabras de mi padre sin darme cuenta? (esto último lo dijo en voz alta).

- ¿Cómo dices Zoe?-inquirió Sebas.

Zoe enrojeció. ¿Qué habría escuchado él exactamente?

- Nada. Tengo que ir al servicio, disculpa.

Por el rabillo del ojo Zoe observó que Sebas la miraba de arriba a abajo con el ceño fruncido. Seguramente estará pensando de mí que soy una loca, se dijo Zoe, bueno y es que creo que estoy a un paso de serlo. ¡Uf! Madre mía, ¿me mira el trasero o son cosas mías? (y es que al pasar frente a uno de los espejos esquineros pudo ver nítidamente la cara de Sebas con los ojos fijos en su trasero).

Al fin llegaron las ocho y media, Sebas la miró y ambos se levantaron haciendo rodar sus sillas al unísono.

- Bueno señorita, ¿nos vamos?
- Sí, claro.
- ¿Porque eres señorita, no?
- Eh, sí, claro.

De repente una extraña expresión se dibujó en el rostro de Sebas. Zoe llegó a pensar , incluso, que era tristeza, algo que la dejó confusa e hizo que no mediara palabra en todo el trayecto desde que se subieron al taxi. Al llegar al restaurante Zoe pudo comprobar que, efectivamente, era de lujo. De esos en los que tienes a los camareros pegados a tu silla y cada vez que te mueves se te ponen pesados para servirte, ¡cuánto odiaba Zoe estos sitios!

- Bueno Zoe, aquí estamos. Como te decía, me encanta la comida japonesa. ¿A ti no?
- Sí, no está nada mal. Sus platos son muy ornamentados y aparentan ser muy apetitosos.- Zoe observaba con atención los gestos de Sebas, parecía que el aire triste se había difuminado de su bello rostro. Pero ella no sabía qué preguntarle, qué tema de conversación sacar,...., miraba la carta de arriba a abajo sin decidirse por nada, hasta que Sebas, dándose cuenta, preguntó:
- ¿Te apetece un menú combinado para dos y así probamos de todo?
- Ah, estupendo.
- ¿Quieres vino u otra bebida?
- No, no bebo alcohol, para mí un Nestea limón, por favor.
- Muy bien,............., - y sorprendentemente arrancó a hablar en japonés con la camarera que amablemente esperaba para tomar nota, acompañada de dos jóvenes que mucho se temía Zoe no se desprenderían de esa mesa tan fácilmente.
- ¿Hablas japonés?
- Sí, estuve dos años en Tokyo. Fue una experiencia maravillosa que me curtió mucho como ser humano. Me fui nada más acabar la carrera, con una de esas becas para ampliación de estudios en el extranjero. ,..., como casi nadie va a Japón, te pagan bastante bien y puedes vivir medianamente decente.
-¿Fuiste sin saber absolutamente nada del idioma?
-No hombre, tienes que tener unos conocimientos mínimos, pero yo siempre tuve curiosidad por la cultura japonesa en particular y estudié japonés por el servicio de idiomas de la universidad a distancia, la UNED, desde los 18 años, en concurrencia con mis estudios de Económicas en la Pompeu Fabrá.
- ¿La UNED? ¿qué es eso?
- Es la Universidad Española de educación a Distancia, donde estudian todas aquellas personas que no pueden o no quieren asistir a clases, ¿no sabías que los presos de las cárceles estudian en ella para rebajar sus penas? Con el mero hecho de matricularse, ya cuenta para rebajar tu pena.
-¿Ah sí? Pues no, no lo sabía ¿O sea que a los efectos es como si tuvieras dos carreras, no?
- Bueno, solo que me quedó un año por acabar y obtener la titulación. Pero lo verdaderamente importante, para mí, es que domino el idioma.
- Vaya que si es importante, es un idioma que casi nadie habla en Europa, salvo los japoneses inmigrantes, claro. ¿Y sabes algún otro idioma?
- Algo de inglés, que curiosamente lo aprendí estando en Japón, esas mentes asiáticas son muy ávidas para los idiomas y ellos hablan muchos, les es muy fácil, la verdad es que lo aprenden todo muy rápido. ¿Sabías que a ellos les fascina la cultura española? Vi a japonesas bailar flamenco con más garbo que cualquier española. Parecían verdaderas flamencas, te lo digo en serio.
-¿Dan clases de flamenco en Japón?
- ¡Uf! No veas la demanda que tienen. Cuando yo fui no tanto, pero ahora creo que es todo un negocio ser español y montarse una academia de flamenco. ¡Pero si hasta les apasionan los toros y el jamón!
- ¡Vaya!- Zoe no había imaginado nunca que en Japón se pudiera aprender flamenco.- Sigue contándome más cosas de Tokyo, por favor, no tengo ni idea de la cultura japonesa.
- Pues bien,..., a ver, ¿por dónde empiezo? Tokyo está dividido en varios distritos, en el de Marunouchi en concentran la mayoría de firmas comerciales y es el corazón de los negocios de Japón, también cuenta con una importante estación de tren donde más de dos mil trenes llegan y parten todos los días.
Ginza es la zona más famosa de Tokyo, con infinidad de tiendas, restaurantes, bares, cafeterías,....,¡todo de lujo! El edificio Sony y el Palacio Imperial son verdaderamente fascinantes, el primero es punto de encuentro popular.
El distrito de Shinjuku está repleto de rascacielos de vértigo y para salir de marcha te recomendaría el distrito de Roppongi.
- ¡Madre mía, qué nombres!
- ¡Claro! En Japón todo suena así.- Ambos rieron con mirada cómplice. Para luego Sebas continuar con su relato.- En Asakusa se encuentra el templo que más me fascinó, llamado templo de Asakusa o de Sensônji, dedicado a una diosa budista muy popular cuyo nombre te sonará a cámara de fotos.
- ¿Panasonic?
- No, Kannon. De acuerdo a las leyendas, una estatua de la Diosa fue encontrada en las orillas del Río Sumida por dos pescadores, los hermanos Hinokuma. Luego el feje de la aldea, Hajinjo Nakatomo, reconoció la santidad de la Diosa,cy la guardó con mucho cuidado y amor, mostrándola frente a toda la aldea para ser adorada. Luego comenzaron a llegar visitantes de pueblos cercanos y así de boca en boca se fue haciendo famosa. Hoy en día es como si fuera la Virgen María para los occidentales, pues para los budistas Kannon simboliza la compasión y libertad humana para todos los sufrimientos.

La conversación oscilaba de uno a otro tema, haciendo una velada muy amena.

-Oye, la foto que tienes en tu mesa de trabajo, la de un perro,¿es tuyo?
- Ah, sí, es mía. Una perrita encantadora.
- ¡Sabía que era una hembra, esa mirada nunca falla!
-Sí, es una hembra, ¡un encanto de perra! Ya te contaré muchas anécdotas de ella en otro momento.- Sebas mostró un rostro diferente de repente, sus ojos cayeron y la comisura de sus labios también, parecía cansado.¡Estaba tan triste de repente! Pero de buenas a primeras sacudió su cabeza y exclamó: ¡Bueno, disfrutemos la cena! Me encanta tu compañía.- Zoe le devolvió una amplia sonrisa.

Lo que más le gustó a Zoe fue el famoso Sushi, que hace gala de su fama. Pero sintió una leve desilusión cuando al salir del restaurante Sebas cogió un taxi para ella y se despidió con un apretón de manos hasta la mañana siguiente. Él cogió otro taxi para dirigirse a su casa, por cierto,...., ¿dónde vivía Sebas? No se lo había preguntado, en realidad estando en el taxi se percató de que no había hablado casi nada, que todo el tiempo había hablado él y ella se ponía muy nerviosa cada vez que se producían los silencios. Sentía una extraña calidez en su cuerpo, y eso que esa noche se presentaba gélida, al fin, pues ya se echaba de menos el frío invernal en Madrid. Todo el mundo hablaba ya del calentamiento del planeta y de cómo ya se dejaba ver por todos los países europeos, con este invierno tan cálido y sin nieve.

A la mañana siguiente Zoe despertó muy cansada, no había podido pegar ojo en toda la noche y justo cuando parecía entrar en sueño profundo, piiii, sonó el despertador. Durante toda la noche se limitó a repasar mentalmente cada frase de la velada, retenía en su memoria como oro en paños cada una de las frases de la larga conversación, tanto las de él como las de ella. El hecho insólito de que él, un hombre guapo, joven y con tanta cultura, no quisiera conocer la buhardilla donde Zoe le había dicho que vivía sola le pareció extraño en un principio pero después, pensándolo bien, le fascinó a Zoe pues reflejaba que Sebas era un caballero. Al sonar el despertador a penas le dio tiempo de vestirse y peinarse así que para maquillarse metió en su bolso el rimel, pintalabios y un dúo de sombras color rosa que harían combinación perfecta con su blusa rosa ,su bolso y su calzado y optó por maquillarse en el metro, con su espejito de mano. Se puso un traje de pantalón y chaqueta color gris, la composición cromática con el gris y el rosa le encantaba. Llevaba unos botines acabados en punta y de tacón bajo, del mismo color que la blusa y del bolso de mano con brillantes.

Ya en la oficina, se percató de que Teresa la miraba desde lo lejos, con la mano derecha a la cintura, en forma de asa y golpeando el piso con su tacón derecho, a modo de directora de colegio que quiere echar una tremenda bronca a algún alumno a quien ha pillado en una trastada y espera tenerlo cerca para echarle la retahila. Pero pasó olímpicamente al lado de ella, sin mirarla siquiera, ni darle los buenos días. Hecho que humilló bastante a Teresa, quien se volvió indignada a su mesa.

Miró a la mesa de Sebas, no estaba.

- Zoe, ya son las doce y aún no has bajado a la cafete a desayunar, ¿te vienes conmigo?
- Sí, claro Ágatha, vamos.
- ¡Qué raro que el guaperas no haya venido hoy!, ¿no?
- Sí, la verdad es que es raro (no pensaba decirle que anoche habían cenado juntos. Zoe se mostraba preocupada,¿y si le había pasado algo de vuelta a su casa? Y ni siquiera tenía su teléfono para averiguar qué había pasado).
- Tal vez haya cogido la gripe, ahora todo el mundo anda con ella.
- No,..., no creo, ayer no me pareció,... (Zoe se dio cuenta de que casi metía la pata y rectificó), bueno, ...., tal vez se levantara hoy malo,¿no?
- Seguro. Malas nos trae a todas, ¿verdad?
- ¿Por qué dices eso?
- ¡Mujer!, todas estamos por él, ¿o acaso tú no?

Entonces Zoe se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Ágatha había sido mandada por Teresa para enterarse de si había pasado algo entre el guaperas y ella.

- Sí, guapo sí es.
- ¡Joder que si es guapo! Ayer creí morirme.
- ¿Ayer?
- Sí, a eso de las once de la noche me llamó a mi móvil, yo le había dicho que podía llamar a cualquier hora, pero,..., la verdad es que ya estaba quedándome dormida viendo la tele, tan calentita en mi sofá con mi edredón nórdico.
- ¿Ayer te llamó por la noche?
- Sí, ¿no oyes?
- Pero,....., ¿él te había pedido el número de teléfono?
- Mmmm, no recuerdo si me lo pidió o se lo di yo directamente. El caso es que me lo encontré la otra noche en el garito al que vamos después del trabajo las chicas, y hablando en la barra acabé con su teléfono en mi bolso, en una servilleta que creo que he perdido, y yo le debí dar el mío.
- ¿No lo recuerdas?
- ¡Ay hija, con el colocón que llevaba qué voy a recordar!

Zoe sintió un dolor fuerte en el pecho. Al parecer Sebas no era como ella pensaba. Mucho se temía que era el típico mujeriego que anda de flor en flor, como los colibríes. Lo mejor sería olvidarlo. Aunque,....., si eso había pasado anoche,...., ¿qué pasó después de que la llamara?

- Y,...., ¿qué te dijo cuando te llamó?
- Nada, que si me apetecía tomar unas copas. Pero yo estaba ya medio muerta de sueño y le dije que mejor otro día. La verdad es que ahora me arrepiento pues no sé si habrá otra ocasión así, ¿te imaginas? Tal vez la noche hubiera podido acabar de manera espectacular con ese tremendo tío.¿Cómo será verlo sin ropa? De infarto, seguro.

Si no pasó la noche con Ágatha la habrá pasado con cualquier otra fulana, pensó Zoe. Lo mejor será que me concentre en mi trabajo, ya he perdido mucho tiempo, sobre todo horas de sueño anoche, por pensar en un hombre que, como todos, no merece la pena. Como decía su abuela: <>. Entonces,...., tal vez Zoe pensaba demasiado mal de Teresa, pobrecita, seguramente había exagerado todo y en el fondo no es ni tan envidiosa ni tan insoportable.

- ¿Qué, mojiágatha, ya lograste sacarle algo a este cenutrio prehistórico? -dijo con sorna Teresa, claramente refiriéndose a Zoe, cuando pasaron por su mesa.
- Tere, no hables así de Zoe, la pobre. ¿Por qué le dices cenutrio prehistórico?
- Pues porque en la vida la he visto con un hombre, y llevo veintitrés años en esta empresa,seis más que ella.
- No te preocupes Ágatha, a palabras necias oídos sordos.- Pues no,..., una vez más se equivocaba, si la verdad es que el refrareno español, muy completito, tiene verdades como puños: <>.

El día pasó lentamente. Cuando llegó a casa, Zoe se metió directamente en la cama. Mañana sería otro día.

-¡Hola Zoe! ¿Qué tal estás reina, cómo te sentó la cena del otro día? No pude venir ayer porque tenía que resolver unos trámites burocráticos. Me hubiera gustado tener tu teléfono, pero aún no te lo he pedido.

No se lo podía creer. Al fin Sebas estaba otra vez enfrente de ella, mesa frente a mesa. Era agradable verle ahí y más que se excusara y le pidiera a voz en grito el número de teléfono. Zoe lo apuntó en su bloc de notas y se lo puso en su mesa.

- ¿Te vienes a tomar café? Hoy invito yo, si no eres machista.
-Ajajaja, no, no soy machista, invítame a lo que quieras reina.- Y levantándose le dio a Zoe dos inesperados besos en las mejillas a la vez que la asía de los brazos para que no se moviera.

Zoe se puso rojísima. Algo que Sebas supo apaciguar hablándole, la voz de ese chico tenía un efecto tranquilizante superior al valium.
Le contó que después de despedirla, cogió un taxi rumbo a su casa pero de camino, en un atasco, decidió bajarse e ir caminando, se animó y le apeteció tomarse unas copas.

- No sabes cómo me hubiese encantado llamarte y que te vinieras conmigo a tomarte unas copas. Como no tenía tu teléfono, te confieso, acabé llamando a la rubia alta que tiene la mesa junto a la de Teresa. ¿Cómo se llama?
- Ágatha.
- Sí, eso. Es muy guapa esa chica. Lástima que sea tan vulgar hablando.

¿Ah sí? Le importaba que una mujer fuera decente, o parecía. Eso es algo que hoy en día no abunda mucho. Zoe se animó. Y en un extraño impulso le acabó diciendo:

- ¿Y por qué no nos tomamos esas copas esta noche, tras el trabajo?
- ¿En serio? ¡Estupendo!

Al salir del trabajo, Zoe, que siempre mantenía en vibración el móvil en horarios de trabajo, observó que tenía llamadas perdidas y que no había sentido vibrar el móvil en las doce veces que sus padres llamaron. Pensó que ya los llamaría mañana. Estarían un tanto preocupados porque llevaba dos días sin hablar con ellos, lo cual no es normal en ella, pero sabía que ellos no se alarmarían. O quería creer eso.

Fueron a un pub de música española distinto al garito chillout donde si iban se encontrarían con todo el escuadrón femenino. Ahí, nada más llegar Zoe se dispuso a dar otra imagen de sí misma muy distinta. No sabía por qué motivo Sebas hacía que Zoe se comportara de un modo insólito. Así que se levantó a bailar ella sola, contoneándose por toda la pista hasta que logró que Sebas se levantara y la sacara a bailar. Así, pegados, podía sentir el olor de su perfume, el tacto de su tersa piel y,.....,oh, oh,....,¿llevaba una pistola? ¿ qué era eso que sentía a la altura de su ombligo? (es que Sebas era muy alto). ¡Dios mío! No podía ser lo que estaba pensando,....Entonces se separó bruscamente de él.

- ¿Te apetece tomar algo?
- Está bien, un Martini seco para mí.
- Yo tomaré una Coca Cola.

Una vez servidas las bebidas, Zoe recordó una frase que nunca supo el porqué de cuando Tere la pronunciaba antes de brindar todos se echaban a reír a carcajadas, así que emulándola y con el fin de hacerle gracia a Sebas, cogió su bebida y alzándola al aire dijo bien alto:

- Sebas ¡porsifo...........!-gritó Zoe emocionada. Todos se giraron para verla.

Sebas la miró con los ojos como platos y la boca en forma de una a muy grande, se ruborizó y miró hacia el suelo. Esta reacción hizo pensar rápidamente a Zoe, quien,......., ¡aún no daba con el significado de tal enigmática frase! Porsifo, porsifo,..., no dejaba de repetirse mentalmente tratando de descubrir por qué la gente se reía tanto cuando lo decía Teresa y por qué le había causado estupor y temblores a Sebas, lejos de hacerle gracia parecía que le había amedrentado. Por si fo,..., por si fo....De repente una luz se encendió en la ingenua mente de Zoe,¡oh Dios mío! ¿no será por si fornicamos, no?

- ¡Pluuumba!- Zoe cayó desplomada al suelo.
- Zoe, ¿qué te pasa? Zoe por Dios, si sólo estás bebiendo Coca Cola, ¿te pasa algo? - Sebas sostenía a Zoe y le daba aire con un portavasos, pidió agua con azúcar al camarero e incorporó a Zoe, quien por unos segundos pareció hasta inconsciente, en una silla. De repente habían apagado la música y subido las luces. Zoe se excusó diciendo que no había almorzado ni cenado y que padecía de bajones de azúcar. De ahí Sebas pidió un taxi y esta vez él se metió también en él, le pidió a Zoe que le dijera su dirección y que así él veía cómo entraba en su casa para quedarse tranquilo y luego él seguir hasta la suya.

- Aquí es. - Zoe dudó antes de seguir hablando.- Mmm.... Sebas, lo siento mucho, agüé la fiesta, de verdad, lo siento. Me comporto como una imbécil a veces.
- Nooo, no te preocupes. En todo caso, yo estoy ya muy cansado. Mañana nos vemos y desayunamos juntos, ahí haremos balance de lo ocurrido, ¿vale?- dijo con esa sonrisa de medio lado que tan cautivada tenía a Zoe. Por un momento Zoe creyó que la iba a besar, se le quedó mirando la boca fijamente a la vez que su mirada se revestía de dulzura.
-(¡Hazlo, hazlo, por favor, pega tu boca a la mía y dime qué es un beso!)- pero por más que Zoe le suplicaba mentalmente éste no hizo nada, sólo mirarla con dulzura.
- Bueno Zoe, hasta mañana entonces, creo que hoy ha sido un largo día.
- Sí, hasta mañana Sebas. Gracias por todo. - Cabizbaja Zoe se bajó del coche. Nada había salido como esperaba.

Entró a su buhardilla y echó de menos que alguien le viniera a dar la bienvenida, decidió que este mismo sábado iría a la tienda de mascotas más cercana para comprarse una gatita, una de esas lindas gatas lanudas y grisáceas de ojos verdes y grandes.
La semana transcurrió sin más incidentes. Sebas se mostraba como una chica más, la verdad. No parecía sentir más interés por ella que cualquier otra compañera de trabajo. Incluso los temas de conversación que podría compartir con Ágatha o Teresa eran casi los mismos que compartía con Sebas.

Una mañana Tere se acercó a la mesa de Zoe mientras Sebas había ido al servicio.

- Oye monada, ¿aún te sigue interesando el guaperas?
- Nunca me ha interesado, es sólo un compañero más.
- No lo creo así, pero,..., en todo caso sólo quiero avisarte.
- ¿De qué?
- Mira, han visto al guaperas en un centro comercial, en actitud más que cariñosa con un chico, muy guapo, al parecer......- En ese instante los ojos de Zoe se abrieron como platos, nunca había pensado en esa posibilidad, aunque bien pensado encajaba todo: su manera de vestir, su manera de hablar, la falta de decisión ante la obviedad de que ella estaba por él y él no había hecho lo más mínimo por atacarla (sexualmente hablando),..., en fin,...., estaba claro: ¡Sebas era gay!.

Zoe no asimiló esa información muy bien, tenía sentimientos encontrados, por un lado se alegraba de que no fuera por su culpa que Sebas no se interesara sexualmente en ella, pero por otro lado,..., era como si sintiera que el mundo, femenino, se estuviera perdiendo al mejor hombre de la tierra,¡si ya lo decían las revistas de adolescentes!, "el príncipe azul no existe porque es gay".

Al día siguiente, viernes, Sebas se mostró muy frío y distante con ella, pareciera que hubiera llegado a sus oídos lo que las chicas hablaban de él a escondidas. Zoe no quiso preocuparse por ello y se centró ese día en el trabajo.

Al fin llegó la mañana del sábado, Zoe se dirigió a la tienda de mascotas que ya había elegido previamente mirando el callejero de su ciudad en internet y escogió a una bella gata de raza angora, gris y con el pelo más suave que jamás había tocado. No tenía sino dos mesitos y sus ojitos emanaban ternura, ¡parecía tan cariñosa! Compró una bolsa entera de pienso para gatos, un retrete felino, una caseta lanuda y una cálida cestita de terciopelo para que tuviera cama y casa dentro de su buhardilla acogedora.
Nada más llegar la gatita comenzó a dar vueltas por toda la buhardilla, indagando cada rincón.

- Espero que te guste tu nuevo hogar. ¡Ay! Tengo que ponerte un nombre. ¿Cómo quieres que te llame? A ver, probaremos con varios y cuando reacciones a ese nombre, será el tuyo.Mmmm, déjame pensar,....- mirando al techo y con el dedo índice en su barbilla dijo: Cloe,.....-silencio-,no, ése no. Misufa-aún más silencio-, Kitti-indiferencia-, ¡Miran!-la gata la miró y respondió: Miauuuuuuuuu. ¿Ése te gusta? Pues no se hable más, bienvenida a casa, Miran.

Miran parecía adaptarse muy bien a su nuevo hogar. Era una gata muy dócil e inteligente, en poco tiempo se hizo con la pequeña casa de Zoe. Ésta, a su vez, se mostraba hermética con todo el mundo, hasta con sus padres,a quienes ya sólo llamaba los domingos. En la oficina Sebas y ella ya a penas hablaban de nada interesante, cuando iban a desayunar juntos se limitaban a hablar de vanidades terrenales poco importantes. Las novedades las introducía, como siempre, Teresa. Quien casada y con dos hijos mantenía una relación oculta con un amante furtivo. Sólo los compañeros de la oficina conocían las peripecias de Tere, la chismosa que sin pelos en la lengua hablaba de sus secretos a voz en grito. Por otro lado, estaba Ágatha, la versátil, dúctil y opaca germano-española que cada fin de semana cambiaba de novio. Pero,.., un día Ágatha llegó a la oficina con los ojos inundados en lágrimas, nadie sabía el porqué y todos esperaban el momento de ir a desayunar a la oficina para enterarse de qué iban las lágrimas, que, lejos de parecer de cocodrilo tenían pinta de problema gordo.

- ¿Qué, Ágatha, te hace un café?
- No, gracias, hoy no bajaré a desayunar.

Teresa no había visto ni un solo día en que Ágatha no bajara a desayunar a la cafete de la oficina, al menos para escabullirse por unos minutos de la responsabilidad de tanta factura sobre la mesa.

- ¿Qué te pasa, mujer? Nunca te he visto así.
- ¡Ay Tere! Que hace dos semanas que espero el período y no se digna en aparecer.
- ¡Ufff! Viniendo de ti, seguro que estás embarazada.
- ¡No me digas eso! No me ayudas en nada, ¿sabes?
- A ver, tranquilízate. ¿Te has hecho la prueba?
- No, la tengo en el bolso, pero me da miedo hacérmela y que salga positivo.
- Pero,..., tienes que enfrentarte a la realidad. No puedes esconder la cabeza como un avestruz.
- Está bien, tienes razón. Ahora mismo iré al baño, ¿me acompañas?
- Estaba esperando que dijeras eso.
Una vez en el baño Ágatha se mostró nerviosa. Le temblaban las manos cuando intentó sacar el test del envoltorio. Se cayó la bolsita pequeña que viene dentro para conservar el producto y Tere se agachó a recogerlo. Al hacerlo Ágatha, histérica, dijo:
- Pero qué hacer Tere, ahora estás recogiendo basura del piso, ¿es momento y lugar?
- ¡Hija, por Dios! ¿qué dices? Se te cayó esto y solo lo recogía.
- ¡Ay Dios! ¿Y eso que és? No me digas que ya rompí el test, tendré que comprar otro, si no éste no será válido.

Teresa, enervada, la cogió del antebrazo y la metió a trompicones en el retrete.

- Mira, ahora te bajas los pantalones, las bragas, meas sobre este palito y luego lo introduces dentro de este recipiente girando la tapa hasta escuchar el click, luego sales y me lo das,¿vale?
- Vale.
Teresa esperó unos minutos. Al parecer Ágatha estaba tan nerviosa que no podía orinar. Pasado un tiempo Ágatha salió con el test en la mano.

-Aquí tienes Teresa, ¿ahora qué hay que hacer?
-Esperar unos minutos, mira, sal y yo te aviso, vete a fumarte un cigarro al área de fumadores y yo te voy a buscar cuando ya esté. Si sube un punto a la ventana de la derecha, al margen del del medio, es que estás embarazada, si no no.
Ágatha no tuvo tiempo ni de encender el pitillo, Teresa corría por todo el pasillo llamando a Ágatha con voz alterada.

-¡Estás embarazada Ágatha!

Ágatha se dejó caer al suelo apoyando la espalda en la pared. El mundo se le había caído encima y pesaba mucho, ¡vaya que si pesaba!

- A ver mi niña, ¿con quién has concebido?
- Teresa, no lo sé, últimamente he tenido muchas parejas, pudo ser cualquiera. Yo siempre usé preservativo, pero,..., no sé, alguno se debió romper.
- ¡Uf! Lo primero que tienes que hacer es hacerte una analítica para ver si no has contraído alguna enfermedad, un bebé no es un problema pero enfermarse sí, hija mía. Debes hacerte una serología infecciosa completa.

Ágatha rompió a llorar desconsolada. No podía creer lo que le estaba pasando.

- ¿Aún sigue siendo ilegal en España abortar?
- Sí, sólo está permitido en casos muy estrictos, como cuando ha sido por una violación, la vida de la madre corre peligro,..., en fin que está todo muy tasado, no se va a abortar porque hayas tenido un desliz,¿sabes? Aunque ello no quiere decir que no existan clínicas que lo hagan, de manera ilegal, digo.
- Ah, ya. ¿Y tú sabes dónde?
- Ágatha, piensa bien lo que quieres hacer. Dentro de ti tienes a tu hijo, no a unos kilos de más de los que librarse con una liposucción.
- ¡¡Yo lo que quiero es seguir con mi vida como hasta ahora!! No quiero tener a un enano todo el día llorando y teniendo que cuidar de él. ¡¡No quiero estar embarazada, no quiero ser madre!! Todo iba bien hasta ahora - y Ágatha rompió a llorar desconsolada-. Siento que tengo algo dentro de mí que no quiero tener, es como si yo no fuera la dueña de mi vida ahora mismo, como si una mano manipulara mi destino.
- Ágatha, mira,...., no es tan drástico, no hables así. Para mí un bebé lo es desde que tiene una semana, para mí que escuchan todo desde el principio y que sienten las emociones y sentimientos de la Madre también desde el principio, no creo lo que dicen los científicos, para mí un bebé lo es desde que se concibe, no distingo entre cigoto, embrión o feto. Piensa que desde que ese pequeño ser es creado en tu interior, ya tiene su propio código genético, nadie en el mundo tendrá las características propias de esa persona, sólo él. Por favor Ágatha, tranquilízate. Ser Madre es lo más bello del mundo y, para mí, lo mejor de ser mujer. ¿Si no qué sentido tiene sufrir por la regla cada mes? ¿O tener mamas en tus pechos y no usarlas nunca? ¿O tener las caderas más anchas que los hombres? Créeme Ágatha, las mujeres nos sentimos diosas de la creación cuando somos protagonistas de algo tan bello como "parir" a un hijo o a una hija.

Ágatha se le quedó mirando a la vez que le escuchaba con mucha atención. Sus lágrimas dejaron de correr por sus mejillas, se las secó y se levantó con la ayuda de Teresa.

- Teresa, y eso que has dicho de las analíticas,....., ¿crees que he podido contraer alguna enfermedad?
- ¡Ay hija, no digas eso! Ni Dios lo quiera, pero,...., tú eres más joven que yo, tendrías que saber más que yo de la lista de enfermedades que se pueden contraer sexualmente, la más temida es el sida, pero,..., ¿acaso es la única? No conoces al papiloma que produce condilomas y que si no se curan pueden hacer que la mujer muera de cáncer de cuello de útero, dependiendo del tipo de virus que sea, o el herpes, o la hepatitis C que es mortal, o,...., ¿sabes cuántos peligros hay allá afuera, Ágatha?

Nuevamente Ágatha se derrumbó.

- Y yo sólo pensando en divertirme,¡con lo bella que es la vida y estar sana! Ahora tengo más miedo de tener alguna enfermedad que de ser madre, por lo menos un hijo es algo positivo, mirado desde esa óptica, pero contraer una enfermedad que te pueda llevar a la muerte, y encima dolorosa,...,¡o Dios mío!
- Mira, no te desesperes ni te preocupes antes de tiempo por un problema que no sabes si tienes, bueno, si tenemos.
-¿Tenemos?
- Sí, mi niña, yo a ti te miro como a mi hija, llevamos tanto tiempo codo con codo que sería imposible no sentir empatía contigo y tus problemas, tus angustias son también mías.

Ágatha estaba descubriendo en Teresa una faceta desconocía. Todo el mundo la odiaba por criticona, envidiosa y chismosa pero la verdad es que estaba siendo de grandísima ayuda para ella en esos momentos y es ahí donde se valora realmente la calidad humana de las personas.

-Lo que haremos es ir mañana mismo a primera hora a un laboratorio de análisis clínicos y solicitar que te hagan una serología infecciosa completa. Pediremos a la empresa dos horas para asuntos propios y así después nos tomamos un cafecito juntas para relajarnos. Bueno, tú un jugo de naranja y un sandwich, que tienes que cuidar tu alimentación. ¡Ay Ágatha! Sigue adelante con tu embarazo si todo va bien, te aseguro que será lo más bello que jamás hayas vivido. ¡Ya verás qué bonito!

Ágatha la miró con dulzura y escepticismo a la vez, tal vez tenía que hacerle caso. Al fin y al cabo Teresa era una mujer madura y sabia. En su vida personal, últimamente, estaba cometiendo deslices inexplicables, bueno, para los demás, porque Ágatha sabía que la razón de que Tere le fuera infiel a su marido, quien fue su único novio ("el de toda la vida") y con quien tenía dos hermosos hijos, era porque éste no le hacía ya el más mínimo caso y, además, ella sospechaba que él le ponía los cuernos desde hacía años con su secretaria "personal".

Al día siguiente Ágatha y Teresa faltaron las primeras horas al trabajo. Los demás compañeros, testigos el día anterior de que algo raro estaba pasando con ellas dos, estaban a la espera de recibir alguna noticia.

- ¡Qué raro que Teresa y Ágatha falten hoy al trabajo las dos!¿no?
- Sí, Sebas, la verdad es que es raro, no sé, viniendo de ellas dos tal vez sea porque se pidieron la mañana libre por asuntos propios sólo para recuperarse de la juerga de la noche anterior.
- Pero,..., Zoe,..., Teresa ¿no es casada?
- Sí, felizmente casada, como dice ella, y con dos hijos.
- ¿Y su marido le permite tanta juerga? ¿Quién atiende a sus hijos? Serán ya mayorcitos, entonces.
- Sí, creo que adolescentes los dos. Es que Teresa ya está entradita en años, lo que pasa es que es tan pizpireta que no se le nota, tiene lo que se llama espíritu joven.
- Ya. Pobre marido, ¿no?
- Jajaja, sí, pobre marido.
- Oye, ¿te apetece que vayamos ya a desayunar?
- Muy bien, vamos, ya son casi las once, si no la mañana se nos va sin darnos cuenta.

De camino a la cafetería aparecieron Ágatha y Teresa. La primera con expresión de angustia y Teresa seria como nunca antes la había visto Zoe.

- Hola chicas, ¿qué pasó?
- ¡Ah! Nada, nada, bueno,...., nada importante - se apresuró a decir Ágatha.

Pero por el gesto de ambas Sebas y Zoe supieron que estaba ocurriendo algo.
Ya en la cafetería el tema de conversación se centro en suponer qué les estaba pasando a las dos amigas.

- No sé, tal vez Teresa esté embarazada de su amante, ¿no?
- No, no creo. Bueno,..., todo es posible, pero ¿y por eso tendría Ágatha esa cara de funeral? No, no lo creo. Más bien creo que es algo que le está pasando a Ágatha.
- ¿Tú crees? Vaya, qué será, ¿no?

Un momento de silencio precedió a la pregunta de Sebas.

- Oye Zoe, y el amante de Tere, ¿tú lo conoces?
- Sí,..., estando una vez en el garito nos lo presentó.
- ¡Qué fuerte!
- Sí, parece que no teme que su marido se entere, ¿verdad?
- Sí, ¿y cómo es, guapo?

Zoe hizo una pausa, estaba claro que Sebas era homosexual, esa pregunta no la haría un hombre hetereo, ¿o sí? Zoe lo dudó y se sumió por momentos en sus propios pensamientos, hasta que Sebas le reiteró.

- Zoe, ¿es guapo el amante de Teresa?
- Eh,...., bueno,..., es,..., diferente.
- ¿Diferente, dices?
- Sí, es moreno, no muy alto, de cabello liso negro azabache hasta la mitad de la espalda y atado en una coleta,...,
- ¿Es indio o qué?
- Sí, justamente.
- ¿Qué dices? ¿Y de dónde?
- De Perú, indio peruano.
- Vaya, mira la Teresa que parecía tonta. Se fue a las Ruinas del Macchu Picchu.
- Pero creo que no es lo mismo ver las ruinas del Macchu Picchu que la picha del macho en ruinas -dijo Zoe con aire arrogante a la vez que sacudía el sobrecito de edulcorante para meterlo en su café.
- Jajaja, ¡ay Zoe! Se te ocurre cada cosa, deberías ser cómica, en serio. Pero,..., ¿por qué dices eso? ¿Acaso es mal amante?
- No, no creo, era broma. No creo que sea mal amante, Teresa está más joven desde que está con él. Y según cuenta Ágatha el peruano ése conoce muy bien a las mujeres y lo que les gusta. El problema es que desde mi punto de vista es una canallada lo que están haciendo ambos pues el amante también sabe que Teresa está casada, y si tuviera un poquito de ética moral no estaría con alguien que le pone los cuernos a su marido con él,vamos, digo yo.
- Claro, eso es cierto.
-Mira, por ahí vienen Teresa y Ágatha, justo las protagonistas de este día.
- Voy a invitarlas a la mesa, ¿te parece?
-¡Adelante!
- ¡Chicas! Siéntense con nosotros, ya les pido yo en la barra, ¿qué quieren tomar?
- Yo un capuccino.
- Y yo un café con leche,
- ¡Ágatha! Mejor un zumo de naranja o un vaso de cacao.

Sebas y Zoe fruncieron el ceño mirándose a la vez. Algo le estaba pasando a Ágatha, ya no cabía lugar a dudas.

- ¿Por qué Ágatha, qué te pasa, estás mala?

Ágatha y Teresa se miraron. Teresa no sabía si ella quería que los demás supieran lo que estaba pasando así que salió del paso.

- No, es que me estaba comentando esta mañana que últimamente tiene dificultades para conciliar el sueño, así que le dije que no tomara tanto café durante un tiempo a ver si así mejora.

Tras un largo suspiro Ágatha miró el suelo e inconscientemente se llevó las manos a la barriga.

-¿No estarás embarazada, no? - dijo Sebas un poco con aire de broma.

Teresa abrió los ojos como platos y miró expectante a Ágatha.

- Sí.

- ¿Qué?- vociferó Zoe.
- Estoy embarazada. En una de mis juergas nocturnas me salió un ligue y así he acabado. Pero,...., sinceramente, ahora tengo otras cosas de qué preocuparme. Eso no sería un problema comparado con otros que podría tener. Y se levantó bruscamente del asiento dirigiéndose a la salida de la cafetería.
- ¿Qué pasa Teresa?
- Espera Ágatha, ¿dónde vas, hija?
- Déjame sola Teresa, necesito estar sola un rato.

Y la silueta esbelta y perfecta de Ágatha se disipó tras la puerta.

Teresa miró a Zoe y Sebas quienes le interrogaban con la mirada.

- Miren,.., lo que pasa es que ella está preocupada por si ha contraído alguna enfermedad. Le abrí los ojos, creo. Ni siquiera se había planteado esa posibilidad todas las veces que se acostaba con desconocidos.
- ¡Ay Madre mía! ¿ pero se llegaba a acostar con los tíos con los que salía del pub?
-¿Tú qué creías que iban a jugar al parchís niña ingenua?
- Pues hubiera sido mejor. Ahora no estaría con esta gran angustia, ¿no crees? ¿Qué les pasa a las mujeres hoy en día? La verdad es que me alegro de ser hombre.
- ¿De ser hombre? - inquirió Tere con aire de burla y mirada cómplice a Zoe.
- Sí, de ser hombre, ¿por qué dices eso así?
- No, por nada. En fin, que los problemas de Ágatha los tiene porque se los ha buscado es indudable, pero,..., ¿quién no tiene los problemas porque se los busca? Bueno, yo ya me tomé mi capuccino, así que voy a pagar y a volver a mi mesa de trabajo. Auf wiedersehen!
-¿Cómo dices?
- Hasta luego en alemán, ¿sabes alemán Teresa?
- ¡Ay Sebas! Sé muchas más cosas de las que te imaginas, si me dejaras demostrártelo,....
- Venga, venga, no sigas por ahí, que pareces un pimiento picante.
- Bueno, yo regreso al trabajo, les dejo con su ligoteo.
- No, Zoe, espera, te acompaño.
- Pues nos vamos todos entonces.

Ágatha se mostró preocupada durante toda la jornada, debía esperar los resultados de las analíticas una semana, parecía que tuviera que esperar toda una vida para saber si podría o no tener a su bebé, ya que si estaba sana había decidido seguir adelante con su embarazo, pero si no debería abortar para no perjudicar a un ser humano que no tenía culpa de que ella fuera una inconsciente e irresponsable.

Al llegar a casa Zoe se deleitó con la recibida que Miran le hizo, como cada noche. Le encantaba cómo le pasaba por las piernas acariciándose contra ellas y cómo maullaba en súplica de una caricia. La cogió en brazos y se dirigió al mueble cocina para servirle su plato de comida preparada para gatos, su leche caliente y para cambiarle el agua. Esa noche hacía mucho frío así que subió la temperatura del calefactor y disfrutó planificando la ropa que tenía que planchar para llevar al día siguiente al trabajo. Metió en el microondas una lasaña vegetal y mientras planchaba encendió la tele para ver la peli de turno. Después de planchar la ropa y cenar le esperaba un rato agradable viendo tele, frente a la chimenea y con su suave gatita en brazos,¡qué más le podía pedir a la vida!

Ya había llegado el temido momento de ir a buscar los resultados de las analíticas. Ágatha le había dicho a Teresa que quería ir sola, pero estaba tan nerviosa que continuamente tenía que ir al baño. Cuando estaba frente a la puerta del laboratorio le dio una especie de mareo, entró precipitada buscando el baño, entró, se mojó el cuello, sacó una botellita de agua que tenía en el bolso y bebió un par de tragos del preparado que contenía, la tila bien caliente y fuerte con bastante azúcar que había hecho en casa.
Se miró al espejo y decidió ir de frente al toro, salió decidida del baño y se dirigió al mostrador de recepción.

- Hola, buenos días, vengo por los resultados de una analítica.
- Sí, ¿a nombre de,....?
- Ágatha Álvarez Müller.
- ¿Puede deletrear el segundo apellido, por favor?
- Sí, M- u con diéresis, ll , e y r.
- Muy bien, espere un momento, por favor, ya están pero he de buscarlos en el archivo.

La secretaria no tardó nada, en segundos le extendió un sobre marrón con una etiqueta que contenía su nombre, apellidos y las palabras "serología infecciosa completa,prueba de embarazo". El sobre estaba cerrado por completo. Ella pagó y lo metió en el bolso. Buscaría un lugar tranquilo para leerlo. Escogió un bonito banco en medio de un parque con niños jugando en columpios. Se sentó y pausadamente lo abrió como si de una correspondencia normal se tratara. No podía leer todo, sólo se le iba la mirada hacia el "negativo", "negativo","negativo" de las columnas de la derecha, pero,..........,¡había algo que decía "positivo"! ¡Oh Dios mío! Leyó en la columna de la izquierda y ponía "prueba de embarazo". Leyó todo de nuevo, esta vez más pausada y leyendo con atención las columnas de la izquierda en correlación con las de la derecha. Todo había salido negativo, salvo su embarazo que tenía un positivo como una casa.

- ¡Aah!,- Ágatha lanzó un grito de alegría al aire y corrió por todo el parque parándose para coger en brazos a un niño que jugaba en el suelo con unas piedritas, le dio un beso en la mejilla y lo colocó de nuevo en el suelo, el niño se echó a reír a carcajadas, ese repentino ataque pueril en un adulto le provocó al pequeño un ataque de hilaridad incontenible.

Ágatha estaba sana, sanamente embarazada. Era increíble cómo podía cambiar la vida de una persona sólo por ver unos análisis de sangre. Se sentía como una de esas madres solteras que salían por la tele a contar sus historias de fertilización "in vitro", pues así es como se sentía Ágatha, como si el padre de su bebé no fuera más que un número en un laboratorio de fertilización, ¡eso, eso era lo que tenía que decir! Que había decidido ser madre sin ayuda de ningún hombre y se había sometido a un tratamiento de fertilización. A partir de ahora su vida cambiaría radicalmente, ahora sólo pensaría en trabajar y en comprarle cosas para su bebé, en leer libros de preparación al parto y en hacer todas las cosas que hacen las embarazadas. Sentía que la vida le había dado otra oportunidad de vivir, de vivir sin cometer los errores garrafales que había cometido últimamente. De repente vio su embarazo como una señal del cielo, como si la llegada de ese bebé fuera la llegada de un ángel de la guarda en su vida. Salvo que ella debía ser quien custodiara, guardara y protegiera de por vida a ese angelito, regalo del cielo.

Se moría de ganas de llegar a casa y hacer listas con nombres de bebés, miraría en internet y comenzaría así esa misma noche el trabajo de encontrar el nombre perfecto para su hijo o hija, aunque no sabía por qué, algo en su interior le decía que era un varón.

Mientras tanto, la vida de Zoe transcurría sin avatares que solventar. Salvo echarle de comer a su gata y mantener limpio su habitáculo. Ese fin de semana había quedado con sus padres en irles a hacer una visita, así que tendría que comprar una cesta maleta para llevar a Miran en el autobús rumbo a Salamanca. El sábado por la mañana se presentaba muy estresante, antes de coger el autobús debía pasar por la tienda de animales y luego coger un taxi que le llevara a toda mecha hasta la estación más cercana. Eligió una bonita cesta rosada de peluche, ¡toda una cursilada! Metió a Miran dentro y ¡oh! Miran comenzó a angustiarse tanto que no paraba de arañar la bella cesta que, en cuestión de segundos, quedó como si la hubiera comprado en un paupérrimo cuchitril de cosas usadas,¡con lo cara que le había salido! Nada más salir y meter a la gata en su maleta Zoe cogió , al vuelo, un taxi y se dirigieron rumbo a la estación, cogió el autobús por los pelos y una vez dentro Miran fue obligada a ir en el portamaletas, algo que le horrorizó a Zoe, aunque no al resto de pasajeros que no paraban de quejarse y de pedirle al chófer que el animal viajara donde debía porque el trayecto era largo y no querían que una gata molesta les impacientara con sus maullidos de desesperación. Así que Zoe dejó de escuchar a Miran pero eso fue peor, pues se la imaginaba en un ataque de histeria allá abajo, en el portamaletas, donde, por otro lado, debía hacer más calor que donde viajaban los pasajeros, ya que la calefacción del autobús estaba averiada y todos, sin excepción, temblaban de frío, acurrucándose unos contra otros. Zoe no pudo evitar mirar a una pareja de novios que estaban sentados en frente de ella, se pasó todo el trayecto escuchando sus conversaciones y observando la técnica que la chica empleaba para conseguir que él la besara con pasión a la vez que le sujetaba el cuello o le cogía la cara, ¡con tanta dulzura!

De repente Zoe empezó a imaginarse que esa chica era ella y que ese chico era Sebas, y,..., sin apenas percatarse entró en un placentero sueño. En ese sueño Sebas y ella iban a un cine, al más puro estilo americano, un cine de autos, a los que la gente va en coche a una explanada y ven la peli en una pantalla gigantesca. La peli era de amor, ¡por supuesto! En medio del film Sebas rodea los hombros de Zoe con sus brazos primero, ella lo mira y entonces él la besa apasionadamente. Había ya llegado al punto en que Sebas ponía su mano en su muslo izquierdo, ella, en su sueño, llevaba una minifalda con unas botas de caña alta y un jersey de cuello de cisne. Entonces Zoe comenzó a gemir en alto, y se despertó con su propia voz. Miró a todos con espanto, pero nadie le devolvió la mirada, salvo una mujer que estaba sentada a su derecha que la miraba como casualmente. Zoe dudó de si alguien había escuchado sus sonidos guturales, pero,...., parecía que no. Sólo cabía esperar que no hubiera gesticulado a la vez con sus manos.

En cuanto llegaron a la estación se precipitó en bajarse la primera, sacar su maleta y a Miran del maletero y perderse entre la multitud.

Una vez en el pueblo Zoe trató de olvidar todo lo acontecido, empezando desde Sebas. No hablaría de nada de su vida personal con sus padres, antes siempre contaba todo con pelos y señales pero Zoe había decidido empezar a no hacerlo ya que eso le hacía sentirse sumamente infantil e inmadura.

- ¡Zoe, hija! ¡Qué delgada estás! Aunque, no tienes mal aspecto. No sé si es por el frío o qué, pero tus mejillas lucen sonrosadas como nunca. - Y la madre de Zoe, Magda, se precipitó a abrazarla engorrosamente.
-¡Hola hija! ¿Cómo va todo por la gran ciudad?- Raúl, el padre de Zoe, miraba a su hija de arriba a abajo, buscando señales de su vida en Madrid.
- ¡Hola Mamá, hola Papá! Estoy algo cansada del trayecto, pero, estoy bien. ¡Miren!, traigo una invitada - y, levantando la maleta de Miran, lució a su gata, mareada y sedienta.
- ¡Ay, pobre animal! Sácala, que tiene que estar mareadísima. ¿Cómo se llama?
- Miran.
- M-i-r-a-n-deletreó la madre- ¡Claro porque todos la miran! ¿no? Es una gata muy bonita, tiene un pelaje excepcional.

El padre de Zoe era un amante de los animales, y, con el tiempo, había conseguido que la arisca para los animales de Magda también lo fuera. Ambos se mostraron encantados de que Zoe les hubiera llevado a su nueva amiga, así fuera de cuatro patas. ¡Por lo menos les presentaba a alguien!

Una vez en su cuarto Zoe se tiró en su cama, la gata se había quedado en la cocina con Magda, quien la estaba alimentando y dándole agua, ¡verdaderamente estaba sedienta!
Zoe observó con atención su habitación. Las paredes de papel pintado llenas de flores grandes y pequeñas en colores rosa palo y fucsia, las estanterías repletas de libros, muñecas y peluches, su gran armario lleno de ropa que ya no usaba, la colcha de su cama de color rosa y fucsia a juego con las cortinas y las paredes, su escritorio perfectamente ordenado con un ordenador que ya se había quedado desfasado aunque aún servía como procesador de textos, ¡todo en perfecto orden! Pero,...,¡tan cutre! De repente todo en su cuarto le pareció hortera a Zoe, era claramente la habitación de una solterona. Deshizo la cama y se enrolló entre las sábanas rosas de seda y las suaves mantas que tapaba la floreada colcha y, nuevamente, se durmió, aunque esta vez no soñó nada. Despertó pasadas dos horas y media y porque su madre fue a su habitación con chocolate caliente y churros en una bandeja.

-¡Hija! No me digas que has venido para meterte en tu cama. ¡Vayamos a dar un paseo por el pueblo! ¿Sabes que hace una semana nevó? Es una pena que ya se haya ido la nieve, me hubiera encantado estar frente a la chimenea contigo y nevando fuera.
- Sí, en Madrid también nevó. Parecía que no iba a venir el frío este año, pero al final sí.
- ¿Has oído lo que dicen en la tele del cambio climático y de que los animales se están volviendo locos, cambiando los rumbos las aves migratorias y poniéndose en celo antes de tiempo?
- Sí, algo he oído, la culpa de todo la tenemos nosotros, los seres humanos, encima no tenemos la conciencia de estar acabando con nuestro entorno. ¿Viste lo del apagón simbólico el 1 de febrero para concienciar a la gente del cambio climático y que solo lo secundaron siete de cada cien personas? ¡Increíble! ¿Ustedes apagaron las luces cinco minutos a las ocho en punto, no?
- Mmmm, íbamos a hacerlo pero,..., nos despistamos, la verdad.
- ¡Aaaay!, bueno, la verdad es que yo tampoco lo hice, porque en el trabajo hubo un despiste colectivo.
-Ah, entonces ¿qué tienes que exigirnos a los demás, hija?

Zoe la miró con esa expresión y mirada de perrito abandonado y la madre la abrazó riendo. Magda conocía muy bien el buen corazón de su hija y las buenas intenciones que expresaban su afable carácter. La veía como una chica tremendamente guapa y no entendía cómo ningún hombre se fijaba en ella. No se daba cuenta de que desde que ella era adolescente, muchos hombres se fijaron en Zoe, pero debido a la educación que le dieron en casa Zoe siempre fue un hueso duro de roer para los hombres. Era antipática con ellos al extremo pues sus padres se encargaron muy bien de inculcarle que al matrimonio se llegaba virgen y que los hombres sólo pensarían en desvirgarla y luego dejarla abandonada como un perro en la cuneta de una autopista. En realidad Magda también soñaba con el día en que Zoe, de blanco y por la iglesia, contrajera matrimonio con un apuesto chico, intelectual y buena persona que pudiera llegar a ser un buen padre de familia, diligente y responsable, al que le encantaran los niños y niñas y al que le fascinara quedarse en casita con su familia después de una ardua, pero bien pagada, jornada laboral. Soñaba con que Zoe viviera en su mismo pueblecito salmantino y vendiera su buhardilla en Madrid. ¡Oh sí! En una hermosa casa rural, con chimenea y una inmensa cocina rústica donde reunir a todos los hijos e hijas que iba a tener Zoe. ¡Caramba! A su edad ya a penas le daría tiempo de tener dos,¡y mucho sería! La vida de las mujeres de hoy, concluía, en nada se parecía a las de su época. ¡Eso sí que eran familias y no las de hoy en día! Sin padres, con miles de madres solteras con hijos que hasta son de probeta pues esas locas descerebradas iban a laboratorios a que las fertilizaran usando esperma de cualquier pobre diablo que necesitaba dinero y lo daba para salir del paso sin importarle que por ahí tendría un hijo o hija al que nunca conocería. Últimamente, había escuchado que también se daba el caso contrario, es decir, que había mujeres que donaban sus óvulos para ser usados por otras mujeres y poder tener hijos, hijos que bien podrían tener la misma cara de esa mujer, en su mayoría jóvenes estudiantes universitarias faltas de dinero.¡Qué aberración a los ojos de unos católicos convencidos como Raúl y Magda!

-Zoe, hija, ¿qué te parece si salimos a dar un paseo?
- ¡Está bien! Deja que me cambie.
- Ponte algo cómodo y de abrigo, quiero que vayamos a la dulcería que está en las afueras del pueblo a sentarnos a tomar café y traer dulces para desayunar mañana todos juntos,¡como los domingos de antaño!

Un escalofrío de bienestar recorrió el cuerpo y la mente de Zoe, quien le devolvió la misma sonrisa complaciente a su madre.
Zoe se cambió y juntas fueron camino a la dulcería. Fuera hacía mucho frío y la gente había salido a caminar aprovechando que no llovía. Por el camino, junto a una fuente, se encontraron con un señor que conocía desde siempre a la familia y al lado de él había un joven que, una vez viéndolo de cerca no parecía tan joven, debía tener la edad de Zoe.

- Hola Julián, ¿cómo está usted?
- Hola Magda. ¿Qué , paseando con la hija?
- Sí, Zoe, ¿recuerdas a Don Julián?
- Sí, claro. ¿Cómo está usted señor?
- Pues yo también ando con mi mozalbete, éste es Diego, mi hijo mayor.
- Hola Diego, encantada de conocerte - Zoe extendió cortésmente su mano a lo que el joven respondió con una sonrisa y un suave y diplomático estrechón de mano.

Diego era rubio y de ojos verdes, no muy alto pero guapo de cara. Pero, sobre todo, parecía buena persona, tenía la misma mirada que su padre Julián.

-No sabía que tenía un hijo tan joven, ¿cuántos años tienes hijo? Si no es indiscreción, claro.
-No, en absoluto, tengo 37 años.
- Anda, mira, como tú Zoe.

Zoe dibujó una larga sonrisa a lo ancho de toda su cara, lo que se dice una sonrisa de oreja a oreja.

Los cuatro caminaron disfrutando del paseo desde la fuente hasta la dulcería del pueblo. Como siempre, al llegar a la misma, se mostraba abarrotada de gente de todas las edades, jóvenes que llevaban a sus novias a atiborrarlas de dulces, para hacerles creer que el amor que le prometían brindar era así de dulce, seguidamente vendrían los amargores y las amarguras. Y también ancianos y ancianas que para darse el capricho y excusarse de las prohibiciones alimentarias que les mandaba el médico decían en voz alta:
¡Total, lo que uno se lleva de esta vida son los buenos momentos, los malos mejor se dejan en tierra! Y reían en coro, con esa entrañable carcajada tan típica de las personas mayores.

Zoe y Diego no pararon de hablar en todo el camino entre ellos, así que a Magda y Julián no les quedó más remedio que hacer lo mismo. Diego resultó ser un dentista en paro que seguía viviendo con sus padres y que soñaba con ser cantante, al parecer no cantaba nada mal. ¡Eso decía su padre! Pero,..., claro, de la música no se vive hoy en día, al menos que seas uno de los salidos del "reallity show" musical más visto en España o que hayas tenido tanta suerte como para tocar el éxito y mantenerte en ese firmamento con el paso del tiempo y del espacio.

- ¿Por qué no te vienes al karaoke del pueblo esta noche y así me das tu opinión de cómo canto?
- ¿Hay karaoke aquí?
- Sí. En el garaje de la casa de Paco, desde hace años nos reunimos los jóvenes para hacer botellón, cantar y bailar hasta la madrugada.
- ¿Ah sí, y la poli no os lo prohíbe?
-¿Qué va? Si no,...., ¿qué iban a hacer los jóvenes en este recóndito pueblo?
- Vaya, la verdad es que yo nunca salí de noche por aquí.
- No, no hace falta que lo jures, si no sabes la que se organiza en el garaje de Paco ya se te nota lo suficiente.- Y sonrió eclipsando a Zoe.
- (¡Vaya, su sonrisa es casi tan bonita como la de Sebas! ¡Puaf! El tonto de Sebas, como siempre en mi mente, pero esta noche no vas a estar , esta noche voy a salir con este chico, y,......., me voy a olvidar de la Zoe que he sido hasta ahora,...., seguro que me lo pasaré estupendamente, ¡como Ágatha! Ay, pobrecita, ¿qué será lo que le pasa?)
-¡Zoe, hija! ¿Qué te pasa? Te has quedado mirándome y pensando tan concentrada que no escuchabas a tu madre preguntándote si querías algo más a parte de tu croissant de chocolate relleno de chocolate blanco con pasas.
-¡Ah! Disculpa, debe ser porque no he dormido lo suficiente y además el viaje desde Madrid me dejó un tanto atolondrada, lo siento.
Sí Mamá, pídeme un chocolate caliente por favor.
- ¡Cuánto chocolate, eh! ¿Ya sabes lo que se dice de las mujeres que comen tanto chocolate, no?
- No, ¿qué se dice?
- Pues que no practican sexo o el hombre que tienen las deja insatisfechas.¿Es tu caso?

Zoe se puso roja, menos mal que su madre llegó justo a tiempo con el croissant mientras decía:

- Cariño, el chocolate caliente tardará un poco, esperemos sentados en aquella mesa de la esquina, junto a la ventana, para ver el paisaje.

Se sentaron y la conversación se volvió colectiva. Hablaban del clima y en unos minutos pusieron a Zoe al día de todos los chismorreos del pueblo. Que si la hija de tal se quedó embarazada de cual con tan sólo 18 años, que si ahora el chico se ha mandando a mudar y la ha abandonado, que si marujita de tal le pone los cuernos con fulanito de cual, bla, bla, bla. Zoe disfrutaba su dulce y su chocolate, ajena a tanta frivolidad pueblerina, que, dicho sea de paso es la misma que habita en las grandes ciudades, ¡si no que se lo digan a Teresa!

Pasaron una linda tarde en aquella dulcería, hacía tiempo que Zoe no lo pasaba tan bien en compañía de su madre. De regreso planificaban el día siguiente, Zoe le había dicho a su madre que esa noche iría con Diego al garaje de un tal Paco, donde se reúnen los jóvenes los fines de semana a cantar karaoke y bailar un rato. Magda vio con buenos ojos que su hija saliera a divertirse, ¡tal vez así conocería a un joven del pueblo que se enamorara de ella y con quien casarse!

Zoe no sabía qué ropa ponerse, al final se decantó por unos jeans marrones , unas botas de invierno negras, un jersey de angora color beige y un abrigo negro, ya que hacía un frío que pelaba allá afuera. Tanto que dio la vuelta para pedirle prestado a su madre unos guantes, un gorro y una bufanda. Magda le dio un bonito juego de color marrón y beige a juego con su vestimenta.

Frente al garaje del tal Paco se arremolinaban jóvenes que más bien parecían adolescentes en la edad del pavo. Eso hizo que Zoe se sintiera mayor y fuera de lugar, estando a punto de recoger sus pasos de entrada y regresar a su casa cuando apareció Diego con vasos en ambas manos.

- Toma Zoe, para que entres en calor.
- ¿Qué es?
- Tú bebe. Es vodka con cocacola, pero bebe mujer que no te voy a emborrachar.
- Es que yo no bebo alcohol.
- Mujer, por una vez no creo que pase nada, prueba, anda que está bastante flojo.

Zoe se metió un largo trago y esperó el sabor repugnante pero,..., la verdad es que no estaba nada fuerte, sabía más a cocacola que a vodka.

- Lo preparé muy flojo especialmente para ti- y le picó el ojo.- Mira, vamos junto al micro que te tengo una silla de honor para que me escuches cantar.

Rodó una silla para que ella se sentara, justo delante de un taburete con un micrófono y miles de aparatitos musicales (amplificadores, una guitarra,....) , Diego tenía montado todo un tinglado, como en un escenario de artistas famosos.

-Ejem,ejem,..., escuchen todos. Esta canción la compuse en una noche de soledad y tristeza, de esa soledad nacieron mis más bellas notas dando a luz una canción que puse por nombre "Angustia de luna blanca".

Todos enmudecieron, Zoe, sintiéndose arropada por la mirada de Diego siguió bebiendo de su vaso a trago lento. Diego arrancó con su guitarra, sólo escuchar cómo tocaba la guitarra ponía los pelos de punta, pero,..., cuando comenzó a cantar, un escalofrío recorrió el cuerpo de Zoe. Tenía una voz preciosa, aterciopelada y angelical. ¡Tenía talento! La canción hablaba de un hombre que tenía una mujer a quien amaba y que se llamaba Angustia, pero a quien nunca apreció ni valoró, un día esta mujer se marchó sin mediar palabra, dejándole una nota en la que solo decía: "Yo te quería". La canción decía que solo Dios sabía cuantas lunas blancas vio nacer y morir llorando por Angustia, quien, como la Luna llena, se fue del Sol en busca de su fría y sola libertad. Zoe memorizó cada párrafo de esa canción pues le pareció la balada más bella jamás cantada e interpretada. Diego, sin duda, era un gran artista, un anónimo gran artista, ¡como tantos otros!

Zoe regresó a casa no sabía si enamorada de Diego o de cómo cantaba y tocaba Diego. No pasó nada excepcional entre ellos, ni siquiera bailaron, solo hablaron toda la noche, largo y tendido, eso sí, cuando Diego no cantaba, porque cuando lo hacía, Zoe enmudecía y se volvía la mujer más místicamente soñadora del mundo.






CAPÍTULO DOS. NADA ES LO QUE PARECE.


El lunes llegó y Zoe también, puntual, a su oficina. Había tenido un buen viaje de regreso a Madrid, su gata Miran parecía más gorda con tanta comida casera de Magda. Y, probablemente, Miran y ella estuvieran más gordas. Zoe también había engrosado en felicidad, había recargado las pilas y venía con energías renovadas. El haber conocido a Diego fue algo muy positivo para ella. Antes conocía a ese chico de vista, pero nunca supuso que sería hijo del viejo Julián, el amigo de sus padres de toda la vida.

Nada más entrar por la oficina preguntó por Ágatha, quien, como siempre, no había llegado aún pues siempre llegaba un poco más tarde que el resto de los demás impuntuales de la oficina. Todos se preguntaban qué pasaba con ella. Teresa, sentada desde su mesa, les puso al tanto de todo:

- No se preocupen, desde el viernes Ágatha está oficialmente embarazada, ¡que lo sepa todo el mundo! Para que ni la dejen fumar pitillos ni fumen al lado de ella, ni mucho menos la inviten a copas, claro.

La oficina se revolucionó entera. Aunque ya muchas intuían el asunto nadie tenía la certeza.

- Sebas, ya sabes de qué va el tema. Ágatha nos va a hacer tíos a todos.
- Sí, bueno, la verdad es que no me imagino a Ágatha de madre, ¿tú sí?
- ¡Puaf! ¿Qué dices? Ni ella misma se imagina de Madre, creo.

Sebas se echó a reír. Miró a Zoe con aire de cómplice e inquirió:

- ¿Y esa felicidad inusual en ti a qué se debe?
- Jaja, a nada en concreto. Bueno sí, he pasado el fin de semana en el pueblo de mis padres y me lo he pasado muy bien, la verdad.
- Pero,..., ¿no decías que era un pastel ir a ver a tus padres y que siempre te aburrías como una ostra en ese pueblo?
- Bueno,..., pero esta vez no. Oye, concéntrate ya en el trabajo, en el desayuno hablamos en la cafetería.

Y Sebas metió las narices en su ordenador y sus papeles. Sin levantar la cabeza para nada, al igual que Zoe. Hasta que llegó la hora del desayuno, donde Sebas se mostró de lo más preguntón.

- ¿Y qué tal? ¿Fuiste a una de esas fiestas de pueblo y conociste a alguien o algo así?
- Algo así. - Zoe miró a Sebas con esa sonrisa helada en los ojos a la vez que levantaba su ceja izquierda y la arqueaba al extremo en gesto de diva absoluta.
- Esa sonrisa sarcástica me dice mucho.....
- ¿Qué te dice, Sebas?
-Que, por fin, te has enamorado de alguien.
- Jajajajaja, no digas chorradas, hombre, yo en la vida me he enamorado, ni pienso hacerlo jamás. ¿Y tú, te has enamorado en tu vida, o lo estás actualmente?
- Lo estuve, una vez- El gesto de Sebas se volvió sumamente triste. Agachó la cabeza y entorno suavemente los ojos hacia un lado, en expresión del que busca en su mente algún recuerdo del pasado, que, por su expresión, debía ser doloroso. A Sebas se le aguaron los ojos y Zoe, para salir del paso, comenzó a hablarle.
- Te contaré lo que me tiene tan alegre. Verás, caminando con mi madre hacia la dulcería del pueblo nos encontramos con un viejo amigo de mis padres, éste estaba con su hijo más pequeño.
- Uyu, yui.....
- Espera, te lo cuento y no me interrumpas, ¿vale?
- Está bien, mi general.
- Bueno, pues este chaval se llama Diego, resultó tener 37 años y ser dentista en paro y músico frustrado. Aunque no veas cómo canta el niño y cómo toca la guitarra.
- ¡Uy, aléjate!
- ¿Por qué dices eso?
- Porque los músicos son muy egoístas, sólo piensan en sí mismos y en su música, son como obsesivos compulsivos con la música, no hacen otra cosa que pensar en ella, día y noche.
- Vaya, hablas con demasiada propiedad,¿no?
- Sí, claro. No, en serio,..., mi hermana pequeña se enamoró de un músico, me hice amigo de él y me metí un poco en su mundo, un verano lo acompañé con su grupo en una gira por los pueblos de España y,....,¡no veas la decepción que me llevé con mi cuñadito! No paró de ponerle los cuernos a mi hermana y de meterse rayas todo el tiempo, ¡puaf, qué asco! No quiero ni acordarme, no duré sino una semana con ellos, grabé todo en mi móvil y mi hermana lo dejó nada más ver la primera parte de un video.
- ¿Y tú salías en ese vídeo?
- Jaja, muy graciosilla, no, yo grababa todo el tiempo, jeje.
- Bueno, pero Diego no se dedica a la música, sólo sobrevive con ella del aburrimiento del pueblo y de la desidia de estar en el paro. Además, no hay que generalizar con eso de que todos los músicos son unos egoístas, ¿no crees?
- Bueno,..., ¡tú misma chica!

Zoe se preguntó si Sebas se estaría sintiendo celoso de que ella estuviera interesada en un hombre. ¿Sería realmente homosexual o era un bolo de Teresa para alejarlo de él?

Ágatha corrió al baño, pero no llegó a tiempo. En mitad del pasillo arqueó su espalda y comenzó a vomitar a presión, puso todo perdido. Seguidamente se sentó en un silla para recuperarse y,...., le vino un mareo . Entonces todas corrieron a socorrerla. Teresa cogió un cubo y una fregona y se dispuso a limpiar la asquerosidad mientras que Blanca, una joven muy simpática, corrió a la cafetería a buscar un refresco gaseoso de limón, por mandato de Teresa. Zoe abanicaba a Ágatha con unos papeles y le sujetaba el cuello. La pobrecita, ¡parecía estar tan mal!

- La verdad es que las mujeres no hacemos nada más que sufrir, si no es por una cosa es por otra.- Exclamaba Teresa mientras Blanca traía el té y se lo ponía en las manos a Ágatha.
- Toma, bebe despacio, te hará muy bien. A mí también me aliviaban mucho las gaseosas de limón cuando tenía las molestias del embarazo- Blanca siempre miraba con timidez y dulzura a la vez, y en esta ocasión esa dulzura se acentuó al dirigirse a Ágatha.
- ¿Tú tienes hijos Blanca? - Ágatha ya parecía más repuesta.
- Sí, tengo dos hijas de cuatro y cinco años.
- ¡Vaya! Con lo joven que pareces, ¿cuántos años tienes?
- 25.
- ¡Jolín! La primera la tuviste a los 20, Madre mía.
- Sí, fue toda una odisea. Mi marido no me ayudó en nada, ni con la primera ni con la segunda, todo lo contrario, al nacer la primera le dio un ataque de celos y no paraba de incordiarme. Yo estaba fatal pues Fátima, la mayor, era muy llorona y no me dormía nada porque tenía dificultades para comer, así que los 4 primeros meses me lo pasé durmiendo una o dos horas cada día e histérica porque la niña lloraba sin parar y aunque los pediatras me decían por qué era, yo siempre me ponía en lo peor,¡imagínate!
- ¡Joder!-A Ágatha se le abrieron los ojos de espanto y miró a Teresa suplicante.
- Claro, y cuanto más nerviosa te ponías tú más lloraba la niña, ellos perciben todas las energías, las buenas y las malas. Pero Ágatha, tú tranquila, no todos los bebés son iguales, además,...., yo prometo ayudarte en todo lo que pueda.
- A parte, Ágatha, tú no tienes a ningún hombre al lado que te fastidie todo el tiempo en vez de ayudarte- dijo Blanca vehementemente.

Todas se echaron a reír creyendo gracioso lo que había dicho Blanca, ignorando su situación. Entonces apareció Sebas.

- ¿Necesitas que llame a un médico o que te lleve a un médico, Ágatha?- preguntó en tono nervioso.
- No te preocupes, es normal ¿no Tere?
- ¡Claro! Estos hombres,......, ¡nunca se enteran de nada!

Sebas sonrió y volvió a su mesa, no sin antes decir que si le necesitaban para lo que fuera le llamaran.

-Y dime Blanca,¿tu marido sigue sin ayudarte en nada, no?- Preguntó Zoe, preocupada por la mentalidad de algunos hombres.
- En nada Zoe. - Blanca bajó la cabeza. Teresa se la levantó cogiéndole la barbilla.
- ¿Qué pasa hija?- A Tere se le dibujó un rostro de preocupación acuciante. Sus ojos de persona sabia y madura estaban viendo algo que las demás no veían.

Blanca comenzó a llorar.

- Tal vez si leyeran la carta, bueno, el escrito que hice ayer para deshogarme entenderían lo que me pasa. - Blanca se levantó, bebiéndose el camino en lágrimas y fue hasta su mesa, abrió un cajón y sacó dos folios que había doblado al extremo. Los desdobló concienzudamente y comenzó a leer en voz alta:

<< ¿Hasta cuándo?

La casa impolutamente limpia, la comida hecha, la colada tendida y los armarios ordenados a la perfección. Las niñas duermen su siesta.

Pasa la llave por la puerta. Unos segundos antes tintineaba con las demás en el bolsillo derecho de su pantalón. El mismo que, con tanto esmero, ella había planchado.
Cruza el umbral de la puerta. Cabizbajo, ella no puede ver la expresión de su rostro. Ella finge una sonrisa. Mas, en el mismo momento en que escuchó sus llaves ésta le fue arrebatada, en reminiscencia a la rotundidad de los hechos anteriormente reiterados.
Se le tensa la mandíbula. No puede, ni quiere, entender por qué tiene que salir cada tarde a pasear con sus hijas. ¿Acaso coquetea con algún hombre? Le dirige una mirada de odio. Dura. Rotunda. Fría. Vacía de amor y respeto.

Ella, una vez más, sufrirá la sinrazón. Siente la tormenta por venir. No puede reprimir la pregunta:
-¿Qué te pasa? ¿Por qué me miras así?
-¿Dónde estabas?
-En el parque, paseando con las niñas.
-Sí, claro ésa es tu excusa perfecta. La señora paseando y ¡mira cómo está la casa!
-¿Qué tiene? Está limpia.

Él se queda mirando para el jarrón de la mesita de centro del salón. Lo tira y rompe en pedazos. Las frescas rosas blancas, compradas esa misma mañana por ella, lucían ahora postradas en el suelo, con el agua desperdigada por todo el salón y los trozos del hermoso jarrón acompañándolas. Con ellos también cayeron los pedazos de su corazón de mujer.

De repente, la mente de ella se obnubila. Quisiera escuchar el silencio, pero sus gritos no le dejan oírlo.
Violencia psíquica. Así se llama. Luego le siguen el chantaje emocional y la anulación de personalidad. Ella, mujer docta, es consciente. Pero,...., sus hijas preguntan por Papá cuando no está. Ella podría vivir sin él, pero,...., ¿y sus hijas? ¿Tendrán alguna carencia afectiva si ella se decide de una vez a separarse de él? Ése es el temor que, como clave de bóveda, permanece central ante todos. Ése es el gran paralizante de sus acciones. En su foro interno aún no hay reacción. Pero,..., ¿hasta cuándo? Esta pregunta se la hace ella y todo el entorno afectivo de ella ¿hasta cuándo seguir soportando una situación humanamente insostenible?

Tal vez él cambie. Si fuera a un psicólogo,....Tal vez tan sólo necesite sentirse querido para poder confiar en sí mismo y así luego poder confiar en ella. Elucubraciones utópicas.

Tal vez la historia de "Ella" sea la misma que la de tantas otras mujeres que sueñan y a la vez se preguntan; ¿Hasta cuándo?
Mujeres como éstas , mujeres que pueblan los cementerios.

¿Quién dijo que en la tierra no hay ángeles? ¿Y quién que el demonio solo es uno?

Dar amor a cambio de odio. ¿Hasta cuándo?>>.

La oficina entera la escuchaba en silencio compungido. Nadie se atrevió a mediar palabra cuando Blanca acabó de leer. Ella esperaba una respuesta de alguien.

- Ella soy yo- dijo contundente.
- Blanca, hija, no puedes soportar eso ni un día más. Si quieres pedir ayuda mañana te acompaño al Instituto de la Mujer, ¿quieres?
- Sí, es cierto eso Blanca. Eso es un maltrato continuado en el tiempo. Te va a destrozar psicológicamente, y no solo a ti, a tus hijas las puede traumatizar severamente también.- Zoe miraba a Teresa y a Blanca mientras hablaba.

Blanca rompió a llorar desconsolada. Zoe recordó una cena de empresa, por Navidad, en la que fue el marido de Blanca, ¡parecía tan caballeroso, cortés y educado! ¡Hay que ver cómo nos pueden engañar las apariencias! ¿Por qué será que este tipo de hombres siempre resulta tan difícil de desenmascarar socialmente? En muchas entrevistas a vecinos de mujeres asesinadas por sus maridos las personas se muestran sorprendidas y decepcionadas, diciendo que parecía un buen hombre, que era muy trabajador,...., son raras las ocasiones en las que lo describen tal y como es. Salvo en los casos en los que hay adicciones de por medio, como el alcoholismo, las drogas, las ludopatías, etc, en las que los vecinos siempre suelen escuchar peleas y discusiones continuas. Las sesiones de informativos del mediodía podían resultar profundamente amedrentantes y aterradoras. Pero, lejos de lo que piensa la gente, Zoe había leído en su revista femenina favorita que el prototipo de hombre maltratador ya no se corresponde con el de un alcohólico o drogadicto, que, en la mayoría de los casos, asesinan en plena conciencia de lo que hacen , sin tener sus facultades mermadas por ninguna sustancia y, además, en la mayoría de los casos el lugar de los hechos suele ser el hogar familiar.

-Blanca, y no pienses que él va a cambiar. Este tipo de comportamientos son fenotipos humanos, tiene que suceder una catarsis muy profunda en la mente de tu marido, viéndose entre la espada y la pared, que le lleve a solicitar ayuda psicológica, y hasta puede que psiquiátrica, para que él vea que estaba actuando mal y que no puede seguir así porque si no, claramente, destruirá su familia y acabará solo. Pero,..., según las estadísticas, esto no pasa nunca. Él no cambiará, cambiarás tú, aislándote cada vez más, sintiéndote cada vez más hundida y anulada como ser humano,....,¿lo entiendes, hija?-Teresa parecía una psicóloga hablando. Hasta que soltó un taponazo en la mesa y vociferó:-¡Me cago en los hombres, siempre amargándonos la vida!

Blanca se echó a reír con la reacción de Teresa. Reía mientras dos lágrimas aún resbalaban por sus mejillas. Y, todas, sin excepción, nos reímos con ella a carcajada limpia. Era gratificante comprobar que aún en esa alma tan joven quedaba una pequeña llama de esperanza. Juntas haríamos que esa llama se convirtiera en un incendio que aniquilara para siempre al hombre que terminaría por mermar la integridad psíquica y física de Blanca, pues aunque no le pegara podría degenerar en una enfermedad por el estrés, la angustia y el mal vivir que le estaba dando.

Zoe se arrepintió de haber hablado mal de Teresa tantas veces. Observando cómo se estaba comportando con Ágatha y ahora con Blanca olvidaba la de chismes que había inventado de ella. Que si era lesbiana, que si había tenido una experiencia súper traumática con un hombre y tras pasar dos años en un convento de monjas decidió estudiar contabilidad y la enchufaron a trabajar en la empresa, que si se gastaba una pasta en operaciones de estética, cuando Zoe en la vida había sido intervenida ni para ponerle puntos.

Ágatha olvidó sus náuseas y se levantó para abrazar a Blanca, ella estaba especialmente sensible y le afectó muchísimo el escrito que hizo Blanca.

- Debe ser horrible compartir tu vida con alguien así. Quiero que sepas que tus niñas y tú tienen un lugar en mi casa siempre que quieran, de verdad te lo digo Blanca. Tal vez lo mejor es que te marches con tus niñas sin decirle nada a él.
- No, espera, primero vamos al Instituto de la Mujer y allí nos dirán qué hacer. No nos precipitemos y actuemos mal,¿vale? En mi casa también te puedes quedar si lo deseas.
- Pero,..., tú tienes dos hijos y un marido, ¿tienes sitio para todos?
- Puaf, mi marido ya casi nunca duerme en casa y mis niños tienen su habitación cada uno, me sobra una habitación en la que están las literas de mis hijos de cuando eran pequeños, podríamos meter una cama de esas auxiliares y nos la apañaríamos por un tiempo,¿no crees, Blanca?

Era fascinante ver cómo todas se volcaban en ayudar a Blanca. Zoe pensaba lo arduo que debió ser para ella dar ese paso de pedir ayuda desesperadamente, pero,...., seguro que si ella hubiera sabido antes la reacción de sus compañeras de trabajo no hubiera tardado tanto en pedir esa ayuda tan necesaria para salvar, en muchos casos, vidas humanas, vidas de madres que además, son mujeres profundamente enamoradas de sus maridos, a pesar de todo.

Sebas, mientras las chicas escuchaban la carta y conversaban después, no se enteró de nada pues estaba concentrado en un informe. Teresa se ocuparía de contárselo todo más tarde, en un salto a su mesa. Sebas tensó mucho la mandíbula y una vena de la frente, que jamás antes le había visto Zoe, se le infló mucho, tanto que parecía que le iba a estallar. Decía que no soportaba esa clase de conductas en un hombre, que a ese tipo lo que le hacía falta era enchironarlo con una banda de matones homosexuales y que se pudriera de por vida en una celda. Se mostraba muy nervioso, Zoe caviló que, tal vez, en su infancia Sebas vivió un trauma similar con su madre, cuando no se tiene la información adecuada, la imaginación puede causar estragos y volar a paraderos desconocidos, que era lo que le estaba pasando a Zoe.

Al llegar a su buhardilla Zoe se puso cómoda con su pijama preferido, un pelele gigante que rodeaba cálidamente sus pies, se lo había regalado su madre por Reyes el año pasado, lo había hecho ella misma, con tela de franela. Al principio, cuando abrió el regalo, no tardó mucho en sentirse ridiculizada, pero,..., la primera vez que se lo puso, como quien se prueba un disfraz, se sintió tan cómoda y calentita que no tardó en convertirse en su prenda favorita de estar por casa. Porque a la remilgada y pijita de Zoe le encantaba estar en pijama, albornoz y pantuflas dentro de la casa. Cogió a Miran en brazos y la tendió en su regazo, boca arriba, mientras le acariciaba la panza. Ella quedó encantada de recibir tal masajito reconfortante y no tardó en caer dormida, entonces, como ya Zoe empezaba también a caerse de sueño mientras veía la tele, puso a la gata en su cama y ella se disponía a irse a sus aposentos cuando,....,sonó el teléfono.

-¡Ay! ¿A estas horas? ¡Ay,Dios! ¿ qué habrá pasado? Seguro que son mis padres,..., ¡ya pasó algo!- todo esto lo pensó en voz alta en cuestión de segundos, los que tardó en acercarse al teléfono y descolgarlo.
-¿Sí?- con voz de susto.
-Tranquila, soy Diego. ¿Estabas dormida?
- ¡Ah! ¿Diego? Pero,....,¿cómo....? si yo no te di mi número.....
- Lo sé, perdona, tal vez cometí un error pero se lo pedí, bueno, se lo supliqué a tu madre.
- ¿Ah sí? No, no te preocupes, no has cometido un error, es solo que me sorprende.
- ¿Es muy tarde, verdad? Debí esperar al fin de semana para intentar localizarte por la tarde, pero,....,es que como tu madre me dijo que llegabas sobre esta hora,...., perdóname.
- No, .....,no te preocupes. Y dime ¿qué se te ofrece?
- No, era para ver cómo estabas y para saber cuándo regresas al pueblo.

Zoe se sintió alagada con tanto interés y esbozó una sonrisa.

- Mmm, bueno,..., estoy bien, gracias, cansada del trabajo, pero bien. Y,..., en relación a lo de ir al pueblo,..., no sé, tal vez deje pasar tiempo, estoy muy ocupada ahora la verdad.
- Ya,..., mmmm,..., bueno, si quieres te dejo mi teléfono y cuando vayas a venir, si quieres, me llamas y quedamos.
- Ah, estupendo, espera que voy a por boli y papel.

De camino a su escritorio Zoe no pudo evitar soltar una risita nerviosa.

- Ya estoy aquí, dime.
- Sí, apunta, es…
- Muy bien. Me das tu móvil, ¿no?
- Sí, ¿quieres el de casa? Tus padres lo tienen, porque tienen el teléfono de mi padre, pero,....
- No-interrumpió Zoe-, no te preocupes, es mejor el móvil, ¿vale?
- Vale Zoe, bueno,..., no te quito más tiempo. Que descanses y espero tu llamada para cuando vayas a venir al pueblo,¡eh!
- Seguro que sí, buenas noches Diego, y gracias por llamarme.
- A ti, buenas noches y que pases una buena semana.

Zoe se fue a la cama muy contenta. A pesar de la angustia por Blanca, pero,..., lo bueno de esa mala noticia de hoy era que Blanca estaría más cerca de solucionar su problema y , en eso, vio Zoe un motivo para alegrarse y regocijarse en pensar que Diego estaba interesado en ella y que ella no había dicho ni hecho nada , por ahora, que lo espantara. No obstante, pensaba seguir a pies juntillas los consejos de su madre en relación a los hombres, no le iba a llamar ella, esperaría a que él la llamara, siempre,¡no sea que fuera a tacharla de lanzada y la despreciara por ello!

En cambio, el momento de irse a la cama de Blanca fue muy distinto. Tumbada en la cama, no lograba dormirse, se limitaba a observar la penumbra del techo. Sentía tal angustia que cuando comenzaba a reconciliar el sueño, ya a las tantas de la madrugada, su corazón se disparó, se incorporó en la cama y comenzó a sudar frío.

- ¿Qué pasa?- le preguntó su marido, molesto.
- No, nada, sigue durmiendo, voy a la cocina a hacerme una tila.
- ¿Por qué, te encuentras mal o qué?
- Sí. No sé qué me pasa.

Su marido se dio la vuelta y continuó durmiendo como si nada. Ella fue dando tropezones por el pasillo, se sentía muy débil. No quería despertar a las niñas, ¡sería lo último que le faltaba!, así que no encendió ninguna luz. Como pudo llegó a la cocina, ahí sí que ya encendió la luz pues no le molestaría a las niñas. Sacó un caso pequeño, vertió agua en él y en una taza puso un sobre de tila y dos cucharas de azúcar. Se sentó a esperar a que el agua hirviera. Se llevó las manos a la cabeza y suspiró hondo.

- ¡A ti te pasa algo! ¿Qué, te has enamorado de alguien en tu trabajo?- la voz de su marido retumbó por todo el pasillo y despertó a las niñas. Blanca corrió a la habitación de ambas, la llamaban asustadas.
- ¡Has despertado a las niñas!- le gritó antes de entrar a la habitación infantil.
- ¡Tú las has despertado levantándote a estas horas! La verdad es que tienen una madre que es una mierda, siempre pensando en tonterías. Deja a las niñas ya y ven a la cama,¡hostias!

Blanca se mordió el labio inferior de rabia. Sentía deseos de ir a la habitación marital y no parar de gritarle lo desgraciada que se sentía al lado de él, que hacía muchísimo tiempo que no sentía nada al hacerlo con él, que contaba las horas que quedaban para volver a su trabajo y no tener que estar junto a él . Porque, para colmo de males, ahora su marido estaba en el paro y era Blanca la que mantenía el hogar. Su marido, además, no hacía nada en casa ni se molestaba en conseguir un trabajo, todo el día se lo pasaba acostado en el sofá viendo tele.

Las niñas volvieron a dormirse, al son de una nana que su madre les cantaba bajito. Cerró la puerta de la habitación con cuidado y regresó a la cocina para verter el agua hirviendo en la taza. Esperó unos segundos y cuando estaba dando el primer sorbo apareció la sombra de su marido detrás de ella.

- ¡Oh, me has asustado!
-¡Oh, me has asustado! -repitió él en tono infantil y jocoso llevándose, en gesto de burla, las manos al corazón como hiciera su mujer.
- Me siento mal, creo que tengo palpitaciones, o taquicardia, no lo sé, mi corazón se dispara y por momentos me siento como a punto de marearme.
- Pues púdrete ya Blanca, me tienes harto, ojalá te de un ataque al corazón y te vayas al infierno. Yo llevaría a las niñas con mi madre y viviría mi vida, ¡eres una mierda! En todo, en cuidar a las niñas, en limpiar la casa, en cocinar, en la cama, ¡en todo! ¿Lo sabes?- Y le gritó a la cara, escupiendo su saliva en la impoluta frente de Blanca.

Blanca rompió a llorar. Su marido regresó a su cama. Cuando Blanca se tranquilizó hizo lo mismo, se tapó y se dejó dormir llorando. Mañana, pensó, voy a irme de esta casa, cojo las niñas y me marcho a casa de Teresa, ella me ayudará, estoy segura, pensó.

Ágatha, por su lado, tenía un sueño profundo que le resultaría un bien preciado cuando naciera su bebé. Se había vuelto muy dormilona y no paraba de comer, de todo, durante el día. Estaba muy feliz. Había invitado a sus padres a su piso por unos días y su germana madre no paraba de comprar ropas de bebés de color blanco, decía que así serviría tanto para si era niño como para si era niña. Su padre, algo más conservador, se mostraba escéptico en cuanto a la educación que recibiría ese niño o esa niña sin un padre al lado.

- Ágatha, ¿tú hubieras elegido tener un padre y una madre si te hubieran dado la posibilidad, no? Tú has tenido todo desde niña, empezando por un padre y una madre, ¿por qué vas a negarle eso a tu bebé?
- Papá, mis circunstancias son distintas. ¿Qué pretendes que haga? Abortar no voy a abortar y darlo en adopción mucho menos.
- Hija, no sé,...., tú verás. Pero,..., ¿y no tienes ningún pretendiente? Alguien a quien meterle el paquete.
- ¿Qué dices Papá? Ni que fuera tan fácil. Además,..., no quiero engañar a ningún hombre de esa manera. Pase lo que pase voy a tener a mi bebé yo sola.
- Ya déjala en paz, ¿no ves lo feliz que está tu hija? ¿Qué más quieres? Yo no tuve ni padre ni madre ni familia si quiera, y,...., no me considero una mala persona por ello, todo lo contrario, he valorado más muchas cosas que otras personas no valoran porque como siempre lo han tenido nunca les hizo falta.

Y, los tres se fundieron en un emotivo abrazo. A Ágatha no se le notaba su embarazo, salvo porque no paraba de comer, de hablar de ello y, sobre todo, de llorar por nada. Si veía en un documental de la tele un osito panda que se quedaba huérfano porque moría su madre, se pasaba dos semanas enteras llorando recordando ese momento en que lo vio en la tele y no paraba de hablar de ello. Y, ni que decir de los informativos, ya ni los veía, ya que Teresa le había hecho tomar conciencia de lo importante que era no estar triste durante el embarazo, porque si no, le decía, tu bebé saldrá con gesto triste y será un llorón o llorona.
Ágatha adoraba los momentos que pasaba junto a Teresa. Ella se había convertido en mucho más que una amiga.

- ¡Hola Teresa! Buenos días, ¿sabes que mis padres ya están aquí, no?
- ¿Ah sí? A ver a su hijita embarazadísima, ¿no?
- Sí, claro. Oye, no hables muy alto por si acaso tu amante peruano te da un guagüita, ¿eh?
- ¿Un qué? ¿No sabes eso? ¿Estás con un peruano y no sabes lo que significa guagüita?
- Pues no, la verdad es que hablar lo que se dice hablar hablamos bien poco.
- Claro, por eso has adelgazado tanto,¿no?
- Sí, la dieta del cucurucho.
- Pues mira, te informo: Guagüita en Perú es bebé.
- ¡Ay hija, no! Ya yo no estoy para esos trotes. Además, ¡imposible!, si me quedara embarazada y fuera varón no tendría más remedio que llamarlo Mc Guiver.
- ¿Cómo dices Tere? ¿Mc Guiver? ¿Por qué?
- Jolín, pues si tomo la píldora a escondidas de él para que él se ponga el preservativo, si ese puñetero espermatozoide lograra pasar esas dos barreras, ¿habría que llamarlo Mc Guiver, no? -Ágatha rompió a reír y llorar de risa, hasta que Teresa la interrumpió con cara de curiosidad-.Oye,..., y pensando yo,..., ¿cómo sabes tú eso de que en Perú se les dice a los bebés guagüita?
- No, no he tenido ningún amante peruano, pero sí que nada más llegar a Madrid compartí piso con unas chicas emigrantes y una de ellas era peruana, se llamaba Itzel, era muy buena chica, aún hoy en día seguimos en contacto, ella está en Italia, trabajando.

Ágatha ya estaba de cuatro meses y su incipiente barriguita daba saltitos con cada sacudida de su cuerpo cuando se desternillaba de risa, era muy gracioso verla.

Zoe observaba la escena a lo lejos, no las escuchaba pero el ataque de risa de Ágatha y sus gesticulaciones hicieron emanar en ella una sonrisa. Sebas la observaba en ese momento. Zoe se percató, por intuición, y lo miró. Lo pilló mirándola con admiración.

- Eres muy guapa cuando sonríes Zoe.
- ¿Ah sí?
- Sí, dime, al final,...., ¿qué pasó con el músico de tu pueblo?
- Te he dicho más de mil veces que no es mi pueblo, que yo soy madrileña.
- Vale, perdona, pero,...., ¿se han vuelto a ver?
- No, ¡ah, no te conté! Hace tiempo me llamó, por sorpresa, y me dio su teléfono móvil, me pidió que cuando fuera a ver a mis padres les llamara para quedar y vernos.
- ¿Ah sí? Uyu uyi, ese huevo quiere sal, como se dice, ¿no?
- Jaja,
- ¿Y no has ido desde entonces al pueblo?
- No, no he tenido tiempo, es que ahora con las vacaciones a la vuelta de la esquina tengo que dejar todo a punto en la oficina con todo el trabajo que tengo acumulado.
- Ya. Bueno,..., si hay novedades me dices, ¿vale?
- Vale.- Zoe meditó por unos segundos- Pero,..., con una condición,....
- ¿Qué?
- Que tú también me cuentes detalles así de tu vida.

Sebas la miró triste.

- Pero si yo no tengo vida al salir de esta oficina, ¿no lo sabías?

Entonces apareció una joven que fue directa a la mesa de Sebas.

- Hola, buenos días. Me llamo Sofía, ¿con quién puedo hablar para entregar un <>?
- Eh, sí, espera, llamo a la jefa, ¿vale?

Sebas se dirigió al denominado cuarto del pánico, donde se encerraba la jefa que nunca salía ni para echar la bronca a nadie por ineficiente, simplemente se limitaba a echarla al más mínimo fallo.

- ¿Eres el único hombre aquí?
- Sí, ya ves.
- ¿Qué raro, no?
- Sí, la verdad es que me sorprendió mucho cuando me contrataron, pero,..., se está bien entre mujeres- y sonrió a la joven morena que aparentaba tener unos 16 años.
- Yo acabo de terminar mis estudios y ando buscando trabajo.
- Eres muy joven, ¿no? Mira, esta es la oficina- y, parándose en seco delante de la puerta, le dio un toque en el hombro y le deseó suerte.
- Gracias. Tengo 24 años - y la bella morena, de aspecto egipcio, con melena a lo Cleopatra, ojos inmensamente rasgados y piel morena, sonrió coquetamente a Sebas a la vez que golpeaba con cautela la puerta de la jefa. En su muñeca tintineó un semanario de oro grabado que debió costarle una pasta gansa a la joven desempleada. La puerta se abrió y entró, sin vacilaciones, a paso firme y raudo. El sonido de sus tacones pudo escucharse hasta que llegara a la silla donde tomó asiento.

-¡Hola! Soy Sofía Rodríguez al cuadrado, vengo a entregarle un <>.
- Sofía Rodriguez Al-cuadrado - repitió la jefa, Rebeca, a la vez que apuntaba en una libreta el nombre y apellidos (y algunas notas más, sobre su aspecto físico). Y dígame, Sofía, ¿qué estudios tiene?
-Aquí tiene mi <>, donde reseño todo con fotocopias adjuntas acreditativas de las titulaciones.
- Sí, no se preocupe, démelo, pero es que siempre hago una pequeña entrevista, si a usted no le importa,.....
- ¡Ah, no! Por supuesto, siga, disculpe.
- Y dígame, Sofía, ¿qué estudios tiene?
- Soy graduada en administrativo contable por la FP.
- ¿FP?
- Formación Profesional.
- ¿En España?
- Sí, claro, en España.
- ¿Habla idiomas?
- Sí, inglés, francés y árabe.
- ¿Francés y árabe?
- Sí, me fascina aprender idiomas.
- ¿Es usted española, Sofía?
- Sí, claro, soy de Guadalajara.

Rebeca se bajó las gafas hasta media nariz y miró por encima de ellas los ojos de la joven.

- Tiene unas facciones un tanto peculiares.
- Sí, eso siempre me han dicho. Me parezco a mi madre. Dicen que la gente con mis facciones tienen mucho éxito trabajando de cara al público, tal vez podría trabajar en la recepción de la empresa,¿no cree? Domino idiomas, mecanografía y estoy preparada para ello, creo.

Rebeca se quedó pensando, mientras hacía que seguía apuntando en el pequeño bloc de notas. Cogió el curriculum de la muchacha y en el lateral superior derecho apuntó: <>.

- Muy bien, puedes marcharte, te llamaré si sale algo.

Y le sonrió despóticamente.

- Muy bien señora, gracias por atenderme. - Sofía se levantó y le tendió la mano cortésmente para despedirse, ¡no sabía duda de que esa chica era segura de sí misma! Su atractivo físico la avalaba en su seguridad en sí misma.

- ¿Qué tal ha ido, Sofía?- preguntó Sebas sonriente.
- No lo sé, me ha dicho que me llamaría. No paraba de hacer anotaciones en un bloc.
- ¡Uuy! En ese caso olvídate hija - Teresa, que se encontraba reclinada en la mesa de Sebas mostrándole unos papeles, saltó a la conversación como animal a su presa.
- ¿Usted cree?
- Claro, si esperas un rato en la cafetería te diré la respuesta. Dentro de diez minutos exactos la jefa suele ir, puntualmente, a desayunar a un bar cercano, yo me puedo colar en su despacho y husmear en la papelera, si tu curriculum está ahí, olvídate y sigue pidiendo trabajo.
- Está bien, pues la espero tomándome un café, ¡la invito cuando termine con su investigación, jeje!-rió un tanto nerviosa Sofía.
- Haz caso a esta mujer, ella es la jefa nuestra verdaderamente- Sebas apuntaba con su largo dedo índice a Teresa mientras le sonreía pícaramente.
- ¡Ay, que te como a besos!- Teresa apretó los cachetes de Sebas y le dio un beso bien sonoro en la mejilla derecha.

Sebastian rió a carcajadas. Por un momento, cuando Teresa se dio la vuelta, tuvo la tentación de darle una palmada en su nalga derecha, pero se contuvo.

Sofía se fue a la cafetería a esperar, al rato aparecieron Sebas y Zoe, como siempre juntos para su desayuno y se sentaron en una mesa, sin percatarse de que ella estaba en la barra. Sofía se levantó y fue hasta ellos.

-¡Hola! ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
- ¡Ay! ¡Estás aquí!, Sebas, me llamo Sebas, ¿y tú eras Sofía, no?
- Sí.
- ¿Aún no ha llegado Teresa?
- No.
- ¡Qué raro! Está tardando mucho, a ver si la va a pillar la jefa husmeando entre sus papeles en su despacho. Cuando yo la vi estaba entrando en él, con cara de detective privado.
- Jaja, parece muy simpática esa mujer.
- Sí, lo es, pero no le confíes ningún secreto, te advierto.- Bromeó Zoe.- ¡Mira! Por ahí viene corriendo como una loca con su bolso de playa.
- ¡Jolín, que fuerte!
- No digas tacos, di jopeta, en vez de jolín, ¿no puedes?
-¿Jopeta? ¡Niña, tú estás tonta! ¡Jopeta dice! En fin,..., a lo que voy,...., ¡qué fueeeerrrrte!
- ¿Qué, qué pasó? ¿Encontraste mi "curriculum" en la basura, no?
- Sí, el tuyo y el de muchas personas más, miren esto, lo he sacado de la papelera de la jefa, es un pequeño cubo de basura, en vez de papelera normal y miren todo lo que tenía aquí....

Comenzó a sacar "curriculums" con anotaciones en los márgenes. Las fotos eran de personas que, al menos, parecían extranjeros. Empezó a leerles atropelladamente las anotaciones.

- Miren lo que le puso a esta chica: << Demasiado enterada y vanidosa. Por su apellido materno "Al-cuadrad" seguramente será de origen árabe, así que no me interesa para la empresa>>.

Los ojos de todos se abrieron de espanto. Como cuando se está en el cine viendo una peli de terror y viene una escena escalofriante.

- Pero,...., ¿qué? Al...., Al... ¿qué?- Sofía no salía de su asombro. Y, reponiéndose, dijo: - ¿Cómo pone que me apellido?
- Pone: <>. ¿Tú eres árabe?- Inquirió Teresa.
- ¡Pero bueno! Si no se trata de eso, ¿qué más da que sea o no árabe? Esto es racismo y se la puede demandar por ello, además, ya hoy en día no se pueden tirar los datos personales de las personas en una papelera así, hay que eliminar primero los documentos que contengan datos personales. Sofía, yo que tú la demandaba. Pero no vayas con el "curriculum" ése, hay que hacer que la señora de la limpieza tire todo a la basura y una vez en el contenedor de la calle, buscarlos ahí antes de que pase el camión de la basura. Porque si entras sin permiso en su despacho puede ir en contra tuya, ¿entiendes?
- Sebas tiene razón. Teresa ¿podrías devolver todo al cubo de basura ése tan espléndido?
- Oye, pues mira que sí que me gusta, es de Balvi, es una copia exacta de los cubos de basura antiguos, con tapa y asas, de cinc y en color rojo, ¡precioso! Pero,...., no sé si me dará tiempo de volver al despacho antes de que llegue ella.
- Si espabilas, seguro que sí Teresa.
- Está bien, ya voy.

Teresa recogió todos los papeles y se fue corriendo nuevamente a la habitación del pánico, confiando en que Rebeca no llegara antes que ella o la viera entrando en su despacho. Una vez allí fue rauda en devolver todo al cubo de basura de diseño. Mientras tanto, en la cafetería, Zoe, Sebas y Sofía comentaban lo ocurrido.

- ¿Pero, de dónde sacó esa mujer lo del apellido árabe? Le dije que me apellidaba Rodríguez al cuadrado, por ser Rodríguez Rodríguez, no que mi segundo apellido fuera Al-cuadrad.

Sebas y Zoe se miraron y estallaron en risas, fuertemente sonoras y prolongadas. Tanto que contagiaron a la contrariada Sofía, quien pasó de tener un rostro de preocupación a estar plenamente relajada riendo con ellos.

- Perdona Sofía,...., pero el asunto no deja de tener gracia.
- No, si parece sacado de una peli de humor.
- Bueno, lo que no es de tanto humor es que las personas de otras razas o culturas que han venido a pedir trabajo a esta empresa no hayan sido admitidas en la plantilla sólo por ser distintos, eso va contra la igualdad constitucional.
- Sí, es verdad Sebas.- Zoe miró a Sofía, la verdad es que la muchacha no aparentaba, ni por asomo, ser española. Pensó que tal vez su madre había cometido algún desliz con alguien de otra raza. Sumergida en esa elucubración estaba cuando Sofía rompió nuevamente a hablar.
- Verán, se dice que mi abuela le fue infiel a mi abuelo con un comerciante árabe que llegó a la zona. De ahí viene mi aspecto físico, pero,...., yo soy española y no sé nada de la cultura árabe porque toda mi vida he estado en Guadalajara.
- Bueno,..., al fin y al cabo, España fue árabe muchos años, ¿no? En realidad muchos españoles tienen que tener en su árbol genético algún que otro árabe, sobre todo en Andalucía.
- Sebas, pero,...., como dices tú,...,¿qué más da eso? ¡Se está haciendo discriminación racial!-Y en el fondo de su mente Zoe hacía un gesto de victoria por haber acertado que la abuela de tal bellezón había mantenido relaciones extramaritales con un apuesto árabe, comerciante.
-Claro, ten por seguro que esa sinvergüenza no se va a salir con la suya. Su xenofobia va a tener su pena legal, ¡ya lo verás! Por mi parte, al menos, pienso ayudarte. Vamos a ver si viene Teresa y ha puesto todo en su sitio para que luego hablemos con la de la limpieza y vaya cuanto antes a retirar esa bolsa de basura.

Teresa llegó, estresada y con la cara roja de los nervios y la carrerita que se pegó pero,..., consiguió su propósito.

- Muy bien,..., ahora hay que ir a la planta dos a buscar a la señora de la limpieza. Yo me encargo,¿vale?
- No Teresa, yo voy. Tú ya has hecho bastante.
- No te preocupes Sofía, me encanta ayudar a la gente.
- Hay que ver Teresa, lo encantadora que puedes llegar a ser algunas veces y lo detestable que eres en otras ocasiones.
- ¡Tú me haces ser detestable Zoe, me crispas los nervios!

Teresa fue resuelta a buscar a la señora de la limpieza y ésta no tardó nada en aparecer por el despacho de Rebeca, quien hacía cinco minutos que se había enclaustrado en él.

Cuando Susi, del personal de limpieza, salió; Zoe y Sebas hicieron "mutis" por la derecha, donde se ubicaba la salida de las oficinas, y dieron con Sofía y Teresa en la entrada de los baños, allí acordaron ir a los bidones de basura y buscar los "curriculums" objeto de la discordia. Pronto los encontraron pues Susi había usado una bolsa de color azul pequeña para introducirlos, mientras que las demás bolsas eran grises y de tamaño grande.

-Ahora puedes ir con estos "curriculums" al sindicato y allí te dirán lo que tienes que hacer.-Le dijo Teresa. Mirando a Sebas por si la corregía en algo.
-Sí, es mejor, ahí te dirán los pasos a seguir.
- Oye, pero,...., ni se te ocurra mentar nuestros nombres para nada,¿eh?- Le dijo Teresa.
-Pero,..., ¿no decían que contara con ustedes?

Zoe, Sebas y Teresa se miraron.

- No, no se preocupen, tampoco quiero perjudicarles, bastante me han ayudado ya. Gracias por todo chicos, de verdad. Si no es por Teresa no hubiéramos dado con este asunto. Oye, ¿y cómo se te ocurrió eso de ir a ver en la basura de esa mujer? Ya tú sabías algo, ¿no?
-No, pero, sin que digas nada,....Me gusta husmear entre las cosas de los demás y en la basura se averiguan muchas cosas.
- ¿Ves? A esto me refería yo exactamente Teresa, ésa es la parte de tu personalidad que no me gusta nada. ¿Te metes en la basura de los demás para averiguar cosas? ¡Qué patético!
- Bueno Zoe, nadie es perfecto. Tú eres guapa pero eres remilgada y mojigatamente insoportable.
-¿Mojigatamente?,¿te inventas las palabras ahora?
- Bueno chicas, fin de la discusión. Sofía está esperando para despedirse.- Concluyó rotundamente Sebas.
-Sí, me tengo que marchar ya. Ha sido un placer conocerles, aunque me encantaría ser vuestra compañera de trabajo,..., a ver en qué parará todo esto, ¿no?
- Sí, a ver,.....-Teresa la miró un tanto desconfiada, tal vez preocupada.

Blanca, en su casa ya tras la jornada laboral, se enfrentaba a la tarea de bañar a sus hijas cuando sonó el timbre.

-¿Qué raro? ¿Quién será?

Su marido dormía profundamente.

-Hola, ¿es la señora Blanca Ortiz Vargas.
- Sí, ¿quién lo pregunta?
- ¿Quién es? -gritó su marido desde el sofá.
- Eeee,...-Blanca se puso nerviosa.

El repartidor sacó del ascensor un ramo de flores blancas con una tarjeta pequeña. Blanca se apresuró en coger la tarjeta y leerla antes de que se levantara su marido del sofá para averiguar qué pasaba.

<<Ánimo mujer, decídete ya. Cuenta conmigo, Teresa>>.

Lo arrugó y metió en el bolsillo de su albornoz. Le dijo al muchacho que se llevara las flores, que no las quería recibir, le pagó una interesante propina. El joven, antes de marcharse, le dijo:

- Pero,..,¿y qué hago con ellas, las tiro?
- No sé, regáleselas a alguien. - Y cerró la puerta de su casa.
- ¿Quién era?
- Alguien que se equivocó.
- ¡Blancaaa! Te estaba viendo por el espejo. Dame el papel que metiste en el bolsillo.- El rostro de su marido se torcía de la rabia.

Blanca se lo dio, nerviosa, le temblaba la mano al sacar la tarjeta del bolsillo.

- ¿Qué significa esto? ¿Decídete a qué? Y ¿quién es Teresa?
- Es una compañera de trabajo. Se refiere a que me decida ya a pedir un aumento salarial, por el tiempo que llevo en la empresa y por las continuas felicitaciones de mi jefa por mi trabajo bien hecho- pero Blanca se ponía tan nerviosa cuando mentía que sus mejillas rojas la delataban.
- ¿Ah sí? ¿Y por eso te manda flores a casa? ¡Qué romántica! ¿¡Qué pasa!? ¿Ahora eres lesbiana?

Blanca trataba de tranquilizar a su marido, quien parecía haber entrado en un ataque de rabia. Tiró y golpeó todo cuanto tuvo a su alcance sobre el mueble del vestíbulo: portafotos, figuras, platos decorativos,....Blanca observaba caer todo, sin moverse, presa del pánico. Las niñas salieron corriendo de la bañera, empapadas.

-Mami, Mami, ¿qué pasa, Mami?-gritaba la más pequeña, rezagada detrás de su hermana.

En el momento en que el padre de las niñas se giró para verlas, la mayor cayó de espaldas, como si el odio de la mirada de su padre hubiera hecho un maleficio que cual láser llegara directo a la pequeña, resbaló y su cabeza rebotó en el suelo. El estruendo fue terrible, igual que cuando se cae un jarrón inmenso al suelo, un sonido hueco y preciso. Blanca corrió a socorrer a su hija, quien yacía en el suelo, boca arriba, con los ojos abiertos mirando al techo. Comenzó a emanar sangre de su cabeza y en cuestión de segundo se hizo un charco enorme que contrastaba con la blancura del piso.

- ¡Noooooo! Fátima, Fátimaaaa-gritó el padre apesadumbrado.
El padre la levantó en brazos, la tapó con la manta que estaba sobre el sofá y salió corriendo. Las piernas de Fátima caían flácidas y se movían con cada movimiento del padre, su cuello se desplomaba en el brazo de su padre, que la sujetaba con fuerza.

Blanca cogió a la pequeña Lucía, descolgó del perchero de la entrada su abrigo y salió corriendo detrás de ambos. El padre no dudó en esperar a que llegara el ascensor y bajó corriendo las escaleras, Blanca titubeó al principio pero luego bajó detrás apresurando cada paso, era como si cada pierna le pesara una tonelada, le temblaba todo y tenía unas ganas incontenibles de llorar. Cuando llegaron al coche Blanca puso a la pequeña en su silla, abrigada con una mantita de bebé que siempre dejaba en el coche y con su abrigo, luego corrió a coger a Fátima en brazos para que su marido condujera el coche.

- ¡Háblale, no dejes que se duerma! Se ha dado en la parte de atrás de la cabeza.- El marido miró a Blanca con lágrimas en los ojos.

No tardaron nada en llegar al Hospital. Afortunadamente su marido había trabajado de taxista y sabía por dónde moverse para evitar atascos. Dejaron ingresada a Fátima. Estaría en observación toda la noche, pero afortunadamente las primeras pruebas realizadas apuntaban a que no había pasado nada grave en la cabecita de esa pobre niñita de cinco años. El pediatra que les atendió dijo que era increíble, pero que tan sólo tenía un golpe por el impacto y porque al tratarse de una niña tan pequeña la piel del cuero cabelludo aún es demasiado frágil, le dieron sólo un par de puntos.

- Pero,..., es que,..., fue caerse y formarse al momento un gran charco de sangre tras su cabeza,..., ¿seguro que no le pasa nada más?
- Miren, los golpes en esa zona son muy escandalosos cuando se sangra, no se preocupe señora las pruebas han salido todas bien, por esta vez hemos tenido suerte. Los niños tienen angelitos que les manda Dios para protegerles. ¿Acaso se puede explicar, por ejemplo, cuando hay accidentes tremendos en los que no se salva nadie y, de repente, encuentran un niño en medio de todo, sin un arañazo? ¡Dios está con ellos porque son angelitos también! Pero,..., dígame, ¿cómo pasó todo?
- Verá, mi mujer las estaba bañando, entonces Fátima se levantó y salió de la bañera a buscar algo, ahí se cayó.

Blanca miró con tristeza y nerviosismo a su marido, mientras asía con fuerza a su pequeña Lucía. Ella, inopinadamente, intervino en la conversación:

-No, no. Papá y Mamá estaban peleando y entonces Fátima dijo que quería ver qué pasaba y salió corriendo de la bañera, yo salí detrás de ella, pero Fátima se cayó por el pasillo. Papá le estaba chillando mucho a Mamá.

La doctora miró a Blanca con mirada profunda, buscando la verdad en sus ojos. Extendió una receta y se limitó a decir:

- Tengan cuidado con sus hijas, señores, porque esta vez han tenido mucha suerte pero,..., ayer mismo asistí al entierro de un niño de 13 meses que se había caído del sofá mientras sus padres estaban muy ocupados discutiendo, el niño tuvo una caída fatal y se desnucó.-Hizo una pausa para seguir escribiendo en la receta- Mañana cuando le den el alta van y compran esto en la farmacia, se lo aplican en la herida tres veces al día, cada ocho horas. Si tuviera fiebre, molestias o alguna otra reacción, la vuelven a traer.

Blanca se quedó en el Hospital toda la noche, su marido regresó a casa para dormir a la pequeña Lucía que temblaba de frío y no paraba de decir que tenía hambre y que quería cenar.

Los momentos de soledad y silencio que pasó en la silla junto a su hija hicieron meditar mucho a Blanca. No paraba de preguntarse qué hacer con su vida hasta que cayó dormida, cogiéndole en todo momento la mano a su hija amada.

Por supuesto, al día siguiente Blanca no fue a trabajar y en la oficina Teresa se inquietó y avisó a las demás. Zoe la tranquilizó diciéndole que tal vez una de las niñas había cogido un resfriado y no tenía con quién dejarla.

- ¡Pero si el vago de su marido aún no ha encontrado trabajo! No sé,..., me asusta pensar que,...Verás, es que ,..., ayer le mande un ramo de flores con una tarjeta en la que le puse algo así como que se animara a dar el paso y que contara conmigo. Es que,..., aún no ha querido ir conmigo al Instituto de la Mujer para que la asesoren de cómo actuar y para recibir atención psicológica, que, ¡no sabes cuánto la necesita, está hundida esa mujer! Tiene la autoestima bajísima y no sabe pensar por ella misma si no es pasando sus pensamientos por la coladera del sometimiento a su marido. ¡Le tiene pánico!
-Ya lo sé Teresa. Oye, ¿y por qué no le mandaste el ramo aquí, al trabajo?
- Sí, fue una estupidez, lo sé, ahora me arrepiento. ¿Y si el tipo pensó que era de un hombre y le dio un ataque de celos?
- ¡Ay Dios! ¿Pero no pusiste tu nombre en la tarjeta?
- No me acuerdo, creo que sí, pero,.....
- Mira, lo mejor será que telefoneemos a su móvil, ¿tú lo tienes, no?
- Sí, ya la he estado llamando toda la mañana, pero está apagado o fuera de cobertura.
- Bueno, sigue intentándolo.

Ágatha se volvió hacia Teresa y le preguntó que por qué estaba tan preocupada. Teresa entró en toda clase de detalles, reales e imaginarios y acabó preocupando al extremo a la sensible de Ágatha. Ya su barriguita le molestaba para sentarse y encajarse en su mesa de oficina, pero,..., ¡se la veía tan guapa y feliz! No paraba de acariciarse el vientre y, a veces, se la podía sorprender cantando canciones infantiles, ella decía que era para ir ensayando. ¡Quién lo iba a decir, la loquita de Ágatha, Mamá!

Sebas tampoco había ido a trabajar hoy, al menos no había llegado. Zoe se preguntó qué le habría pasado y había decidido llamarle al salir, por la noche, para interesarse por él.

De camino a la oficina Sebas, en un atasco, puso la radio. Desde un hospital cercano al punto donde se encontraba solicitaban sangre del grupo sanguíneo A, la que él tenía, para una niñita de 8 años que había sido operada de urgencia de una peritonitis y había perdido mucha sangre, tanto que se tambaleaba entre la vida y la muerte. Según los médicos era algo que no pasaba casi nunca, pero lo que sucedía era que de ese grupo sanguíneo andaban muy escasos en el banco de sangre, así que hacían un llamamiento desesperado a la población con grupo sanguíneo compatible para salvar la vida de esa niña.
La mente de Sebas se quedó en blanco por momentos, se retrotrajo a su pasado, se vio cogiendo en brazos a su bebé recién nacido, una niña preciosa, con su mismo grupo sanguíneo pero clavada a su madre. ¡Su joven y alocada madre! Entonces, de un volantazo, Sebas hizo un prohibidísimo cambio de sentido de la marcha y puso rumbo a ese hospital. No podía dejar pasar la oportunidad de ayudar a una persona si él podía hacerlo, más tratándose de una niña que tenía la misma edad que su desaparecida hija.

Al llegar al hospital y decir en recepción para qué llegaba, fueron rapidísimos. Lo metieron en una sala, lo acostaron en una camilla y a la primera dieron con la vena requerida, estuvo un ratito llenando una bolsa de sangre, él comenzó a sentirse débil, entonces lo incorporaron y le quitaron la aguja. La enfermera mandó a traerle un zumo de naranja y un sandwich, le preguntó de qué lo quería y Sebas pidió de pollo con mayonesa. Tras comérselo y beber su zumo se sintió mucho mejor. Le explicaron que la naranja le ayudaría a reponer rápidamente la sangre, algo que asombró mucho a Sebas, que nunca había donado sangre y se sorprendió de la rapidez y profesionalidad con que actuaban. Le explicaron que si quería podría ver a la niña al día siguiente. Él, por supuesto, dijo que sí quería, así que al día siguiente vería el rostro de la pequeña.

Diego no paraba de tocar su guitarra, encerrado en su habitación se pasaba horas enteras. Julián no hacía más que espetarlo para que se buscara un trabajo. Diego no soportaba los comentarios continuos de su padre, mientras desayunaban, almorzaban y cenaban, cuando se tropezaba con él en el pasillo del hogar, cuando iban a solas en el coche,...., ¡siempre perforándole los tímpanos con sus insistencias! Como si él hubiera elegido haber estudiado una profesión en la que él no encontró ninguna salida profesional, tal vez por no ser muy bueno, todo sea dicho. Pero, Diego estaba molesto principalmente por una cosa: Zoe no daba señales de vida, empezó a pensar que le había mentido en eso de que no tenía novio en la gran ciudad, así que comenzó a considerar la idea de echarla al olvido.

Al día siguiente Diego despertó temprano, se puso el chándal y las zapatillas deportivas y salió a correr, inspirado en el nuevo día. Por el camino, ya con la mente despejada de las obsesiones que le habían angustiado las últimas semanas, vio todo más bello, los jardines lucían pletóricos de colores, el frío hacía albergar en su corazón un sentimiento inusual de alegría y euforia. Ya el pensamiento de que Zoe no le hacía caso había pasado a ser algo insulso .En lo único que pensaba era en lo joven que era aún y en todo lo que le quedaba por explorar y vivir en este mundo. Con esa sonrisa llegó a casa y se topó con la mirada dura de su padre. Julián no le saludó siquiera.

- ¡No le prestes atención, hijo! Está muy insoportable últimamente - Su madre, Gema, se apresuró en quitarle la chaqueta del chándal a su hijo y colgarla en el perchero del vestíbulo. - Ven a la cocina, que voy a hacer chocolate caliente. - Sonrió a Diego con los ojos y con la boca, como solo una madre sonríe a su hijo, con esa dulzura y complicidad característica.
-Sí, así hablamos de algo que se me ha ocurrido de vuelta a casa.
- ¡Ay! ¿Qué será? Miedo me das, a ver ¿qué se te ha ocurrido ahora, hijo?
- Verás Mamá, me encanta estar con ustedes, en mi pueblo, pero,...., ya sabes que aquí no tengo trabajo. Todo el mundo va al dentista de toda la vida y mi consulta fue una ruina, nadie iba, hasta que no me quedó más remedio que cerrarla. Yo creo que debo salir de aquí, no sé,...., tal vez probar suerte en la capital, a ver cómo me va. A la hija de Magda le ha ido muy bien, ya lo ves.
- ¿Por qué bien? Yo le veo la mirada triste siempre y su madre dice que siempre anda sola y que eso le preocupa mucho. Además, la vivienda está carísima. Aquí podrías construir en el predio que tenemos a las salidas del pueblo y por el mismo precio con que te compras una ratonera en Madrid te haces aquí una casa de verdad, con dos planta, garaje, huertas particulares y todo, ¡no sabes la suerte que tienes de tener tierras, hijo!
- Mamá,...., pero si tampoco pienso en meterme a comprarme ya una casa. No pasa nada por vivir de alquiler un tiempo de tu vida, en otros países europeos la regla general es que la gente viva de alquiler, no se endeudan para comprar una vivienda, ¿por qué no puedo ir escapando alquilando un pisito? Ahora no voy a meterme en hipotecas, ni nada de eso, me interesan otras cosas, al menos apriorísticamente.
- Aprio,.... ¿qué?
- Primero,...., quiero decirte que antes de meterme en hipotecas quiero conseguir una estabilidad laboral, y,...,por qué no decirlo, también sentimental, me siento solo Mami, quiero conseguir una pareja para juntos hacer proyectos,..., así todo será más fácil también para comprar una casa.
- Sí, claro y luego se separan y vienen los problemas,....
- ¡Tú y Papá siempre negativos!
- Bueno hijo,..., haz lo que creas que debes hacer. Yo confío en ti, sé que eres una buena persona y que eres inteligente. Lo que hagas estará bien, seguro.

Diego se quedó mirando perplejo a su madre, gracias a ella él había tenido siempre la autoestima alta, ella lo supo educar muy bien, siempre vigilándolo pero sin que él se percatara, no dándole el pescado nunca sino enseñándole a pescar,..., lo que pasaba muchas veces era que su padre la influenciaba y entonces no era ella la que actuaba, actuaba mediatizada por la figura de su padre, una persona llena de traumas de la infancia, complejos e inseguridades. Un niño grande al que su madre siempre estuvo cuidando, de puertas de casa para fuera ella era la débil y su padre el fuerte, pero Diego, con el transcurso de los años y en medio de las circunstancias difíciles de la vida, pudo comprobar que nada estaba más lejos de la realidad, que su padre era inmensamente frágil y débil y que era su madre el escudo de su padre. Una mujer de acero, fuerte pero también delicada como el cristal, como toda mujer es. Diego la rodeó con sus brazos y le besó la frente, ¡cuánto la quería! Ella era el pilar de su vida, la clave de bóveda de su equilibrio emocional.

- Gracias Mamá, no sabes cuánto bien me hacen tus palabras de ánimo. Gracias por estar siempre conmigo, Mamá. Gracias.

Gema se emocionó y soltó unas lagrimitas, enseguida se las secó con su delantal y le dijo:
- Venga hijo, ponte conmigo a trocear chocolate, vamos a hacer un chocolate a la taza para chuparse los dedos.

Y juntos se pusieron a la faena, entre risas y vacilones. Viéndoles desde fuera, desde la ventana de la cocina, cualquiera diría que se rodaba dentro una película americana.

Tras salir del hospital, Sebas se dirigió con prudencia pero veloz a la oficina. Quería pedir el día siguiente para asuntos propios así que debía hacerlo antes de que Rebeca fuera a desayunar, ya que a esa hora solía estar de mejor humor que más entrada la mañana. Al llegar a su mesa soltó su maletín, saludó a Zoe-quien lo miraba estupefacta- y fue hacia la habitación del pánico, de ahí salió sonriente, mañana podría ver a esa niñita a la que le había salvado la vida.

- ¡Zoe! ¿ cómo estás? Perdona que te saludara antes con tanta rapidez pero es que estaba apresurado para pedir a Rebeca el día de mañana para asuntos personales. ¿Cómo estás tú?
- Bien. Pensaba que no vendrías al trabajo, ¿te pasó algo?
- No, no,.... Es que de camino al trabajo esta mañana, en un atasco, escuché en la radio que solicitaban sangre de mi mismo grupo sanguíneo que, al parecer, es muy escasa. La requerían para una niñita de ocho años que había tenido una pérdida sanguínea importante en una operación, así que hacían un llamamiento desesperado para salvar su vida.
- Y tú no te lo pensaste dos veces y fuiste, ¿no?
- Claro. No sé, otras veces he escuchado el mismo llamamiento con mi grupo sanguíneo y, aunque pensé muchas veces en ir,..., siempre acababa pensando que ya otra persona iría, pero esta vez,..., el corazón me dio un salto y decidí ir.
-¡Qué bien Sebas! Me alegra que en esta oficina haya gente tan solidaria y altruista, de verdad. - Zoe pareció emocionarse- Y dime,..., ¿cómo está la niña ahora?
- No me informaron de mucho, pero me tranquilizaron al decirme que ya mañana podría ver a la niña si yo quería y supongo que también conoceré a sus padres.
- Por el brillo de tu mirada deduzco que te encantan los niños,¿no?
- Sí, me encantan - Sebas entristeció. Su mirada se convirtió en un pozo de desolación.
- Sebas, ¿estás bien?
- Sí, no es nada, volvamos al trabajo, dentro de nada haremos nuestra pausa habitual, ¿no?- Sebas trató de reponerse y, haciendo de tripas corazón, se enfundó la máscara del chico normal de cada día. Pero Zoe supo, en estos momentos más que nunca, que este chico escondía algo, algo turbio. En su pasado había pasado un dolor terrible, no cabía la menor duda.

Cuando llegó la hora del desayuno Sebas habló de todo menos del hospital y de esa niña. Zoe no quizo presionarlo así que le siguió el hilo. El día pasó sin más incidencias.

Sebas abrió la puerta de su piso de alquiler en las afueras de Madrid. En Valdebernardo todo era paz y sosiego cuando llegaba la noche, algún que otro sonido urbano incordiaría a los oídos más rurales recién llegados al barrio, pero para él, acostumbrado a la banda sonora de las grandes ciudades, no eran más que grillos en la noche, cuando te acostumbras a su sonido hasta te parece encantador y lo necesitas para dormir plácidamente. Sebas se postró en su sillón zen, última adquisición. Encendió su gran televisión de pantalla extraplana, se descalzó, se quitó la corbata, la dejó caer al suelo y se quedó mirando para el techo. Entonces giró su cabeza a la derecha, buscando con su mirada algo muy concreto,¡ahí estaba! sobre el mueble de estanterías de encima de la chimenea, el portafotos de plata donde ella lucía tan bella con su cabello rubio suelto al viento. En esa foto sacada por él en unos días que pasaron en el País Vasco, en la hermosa playa de La Concha. Llevaba en brazos a su hija recién nacida, viéndola nadie diría que hubiera sido tan mala madre, tan despegada de su hija, tan fría y falta de instinto con ella, muchas veces la niña desesperaba llorando en las noches, encerrada en su cuna, demandando comida, pero ella no se levantaba, cuando eso tenía tan solo mes y medio y aún necesitaba comer por la noche, cada tres horas, como todos los bebés humanos para no deshidratarse. En esas ocasiones Sebas, desesperado, la cogía en brazos y se la acercaba para que le diera el pecho, ella rehuía de él y hasta daba manotazos sin importarle si le daba o no a la pequeña. ¡Si hubiera podido darle él el pecho a la niña se lo hubiera dado! Ella estaba , supuestamente, desintoxicada de sus adicciones, antes de quedarse embarazada Sebas había conseguido convencerla de que debía desintoxicarse para poder ser padres. Judith parecía quererlo y aceptó sólo por complacerle. En el fondo no quería ser madre y eso se notaba con creces. Sebas pidió baja por tres meses para cuidar de ambas. Él hacía todo pues Judith había caído en una fortísima depresión, la famosa depresión postparto (unida a los efectos de sus adicciones al alcohol y a la cocaína) que la postraba en su cama sin salir ni para asearse. Sebas la cogía en brazos para obligarla a bajar a la cocina a comer y para ir al baño a bañarla cada noche, tras acabar de atender a su hija Paloma. ¡Su niña querida, Paloma! Sólo pensar en la posibilidad de que ya no volvería a tener sus deditos largos y finos estrechando su dedo índice y mirándole con tanta admiración,...., Sebas se derrumbó y se desesperó llorando. Su perra pastor alemán, fiel guardadora de la pequeña en un pasado, se apresuró como pudo a él, sus nueve años ya hacían estragos en sus débiles caderas, que le hacían caminar torcida y , a veces, la empotraban horas y horas enteras en el suelo, sin poderse mover del dolor. La perrita, Kimba, parecía llorar también y recordar a la pequeña. Kimba cuidaba de Paloma tan bien como Sebas, era como si percibiera la falta de amor maternal de la que carecía su hija y por ello se hubiera volcado tanto en proteger a la pequeña, siempre al pie de ella y a la expectativa de cuanto hacían con ella, cuando Sebas la cogía en brazo y la ponía en el cambiador Kimba miraba fijamente, con los ojos redondos como platos y mirada de concentración, expectante a cualquier error que cometiera Sebas y pudiera hacer caer a la pequeña. Tal vez se moría de ganas de ser humana y de cuidar personalmente a Paloma, eso es lo que le decía Sebas a Judith, para ver si así se apiadaba de Paloma, la bebé que había nacido de ella, aunque con cesárea, y que tanto la necesitaba. Más que Sebas.

Judith salió de la depresión, se levantó de la cama un día, pero,...., para ir a buscar droga. Al regresar, y verla con la mandíbula colgando y la boca torcida, colocada, Sebas se lo echó en cara y ella enfureció mucho. En un despiste de él, cogió a la niña, la metió en su cuco en el coche, arrancó y se fue. Sebas, al salir del baño-donde se había refugiado para llorar- vio todo tirado y comprendió que algo grave había pasado. Fue al garaje y con pánico comprobó que el coche no estaba, Judith se había ido con la niña estando colocada,...., las piernas comenzaron a temblarle. Pidió un taxi, que tardó mucho en llegar y comenzó por ir a los sitios donde creía que podía estar: En la casa de sus suegros, en la casa de su mejor amiga,...., no le quedó ningún sitio por buscar en él pues los padres de Judith nunca sabían dónde se ubicaba su otra hija, a quien educaron con la misma desidia y frialdad que a su mujer.

Judith lloraba mientras conducía, la niña no paraba de chillar y de ahogarse en su propio llanto. Judith conducía más y más rápido, quería llegar cuanto antes a Andorra, donde estaba su hermana, algo que no sabía nadie sino ella. Montserrat, la hermana pintora de Judith, se perdía de vez en cuando para hacer sus obras de arte, que después vendía muy baratas por no tener la promoción necesaria. Ella era una persona que vivía solamente por y para ella, narcisista pura, ése parecía ser un mal de la familia de Judith, el egoísmo más radical. Tras horas conduciendo la niña se dejó dormir, con el pañal sucio y el sentimiento que se les queda a los bebés cuando se han dejado dormir llorando, haciendo pucheritos de vez en cuando mientras el sueño los vence. Montse la recibió estupefacta y al comprobar el estado en que se encontraba y ver que además había traído a la niña conduciendo estando bajo los efectos de drogas, la tachó de todo menos de buena. Paloma comenzó a llorar nuevamente, esta vez su llanto era de hambre, aunque eso ni Judith ni su hermana lo sabían, Sebas sí lo hubiera descifrado a la primera. Judith se percató de que no había traído nada para la niña, ni su ropa, ni sus pañales, ni sus biberones y de que llevaba mucho tiempo sin comer. Dudó en darle el pecho pero su hermana la espantó diciéndole que ya que estaba nuevamente consumiendo droga no podía, ni por asomo, darle el pecho a la niña, que debía comprarle leche en la farmacia y un biberón porque si no mataría a la niña con la droga. Y a regañadientes se fue a la farmacia más cercana, nuevamente cogió el coche. Montse le quitó el pañal sucio a la pequeña lavándola con agua tibia y la volvió a vestir con la ropita que tenía, sin ponerle pañal alguno sino una pequeña funda de almohada de unas sábanas de seda que, como pudo, le puso a modo de pañal antiguo, atado a los lados. La enroscó en una pequeña manta, se sentó con ella en una vieja mecedora e instintivamente le dio el dedo para que se lo chupara y se tranquilizara la vez que le empezó a cantar una antigua nana francesa. La niña, nuevamente, quedó dormida, esta vez plácidamente. Montse miraba con compasión a su sobrina y maldecía a su hermana por tratarla tan mal. Suponía que muy en el fondo de su corazón tenía que querer a su hija, pero,...., no lo aparentaba ni lo más mínimo. Mucho menos cuando se la veía con ese rostro tan esperpéntico que se le quedaba tras esnifar esa porquería blanca que la estaba enterrando viva.

Judith iba haciendo eses por la carretera, todo el mundo le tocaba la pita y el que no se quedaba estupefacto mirándola o se alejaba amedrentado de su coche, la insultaba a voz en grito. En una curva Judith se salió al carril contiguo, de frente venía un camión, el camionero, con el corazón en la boca vio como el coche blanco de Judith se le echaba encima, dio un volantazo pero,..., no pudo hacer nada por arrollar su coche. El frágil y escuálido cuerpo de Judith quedó absorbido entre los hierros de su blanco coche, hecho añicos, fundido entre hierros retorcidos. Sebas nunca fue a su entierro, ni siquiera los propios padres de Judith fueron. Cuando la policía indagó en las proximidades encontró , al lado de un sonajero de bebé, una cartera, la abrió y encontró una tarjeta con el nombre, dirección y móvil de Monste, la avisaron y al personarse a identificar el cadáver Montse había tenido una especie de visión en la que decidió que lo mejor era no avisar a sus padres, a quienes odiaba por la mala infancia que le dieron a ella y a su hermana, así que mintiendo y burlando a las autoridades cogió a Paloma y se fue con ella, como si de su hija se tratara, a lo más remoto de Francia, donde pasó ocho largos años escondida del mundo con la única compañía de su sobrinita huérfana.

Sebas, por su parte, estuvo cinco largos años buscando a Judith por todos lados. Su dolor se veía aumentado con la indiferencia de sus suegros, quienes vendieron la casa que tenían en Barcelona y se fueron a Brasil a vivir, al tiempo se enteró de que se habían divorciado y que cada uno hacía vidas distintas, su suegro alcohólico y asiduo a los prostíbulos, como siempre había sido, su suegra una jubilada con complejo de quinceañera en minifalda perpetua y recorriendo latinoamérica en busca de amores y bohemia. La policía nunca pudo darle ni la más mínima pista de cuanto había acontecido con Judith y su hija.

Sebas estuvo en tratamiento psiquiátrico pero a pesar de ello, constantemente, no hacía otra cosa que revivir su pasado e inquietarse por encontrar algún día a su hijita querida. Todas las noches le pedía a Dios morir si tenía que vivir sin encontrar a su hija.

Tras salir de la espiral de su mente Sebas se levantó con rabia del sillón. Se dirigió al portafotos y lo miró fijamente. Inopinadamente lo tiró al suelo de un manotazo, los cristales saltaron y se desperdigaron por el suelo. Sebas se arrepintió y, llorando, besó la imagen de su hija. Fue a su escritorio y cogió unas tijeras, recortó a su hija y la metió en la parte de la cartera destinada a las fotos, parte que tenía sin usar. Arrugó la foto donde sólo quedaba Judith y el hueco de su hija y esperó encontrar a Paloma y que solo quedara el hueco de Judith en su corazón.

Se fue a dormir con la ilusión de conocer a esa niña a la que había salvado la vida, y que además era de la misma edad que su desaparecida hija. Sobre lo que sentía por Judith él era muy conciso con sus propios sentimientos: la odiaba por haberle arrebatado a su hijita querida y, ante todo, por anteponer su adicción al amor a su hija y a él. Jamás podría perdonar todo el dolor causado, ya no sólo a él sino a sus padres. Enric y Letizia habían sido con Sebas y sus dos hermanos muy buenos padres y, al contrario que Judith, recibieron muy buena educación de ellos. Parecía estar claro que los hijos son el espejo de sus padres.

Cuando despertó, abrazando la cartera con el recorte de la foto de su hija, cayó en la cuenta de que algo emocionante le esperaba. Se moría de ganas por saber cómo había ido todo en el hospital. Se vistió sin pensar mucho en su estilo ni en la combinación de colores, lo cual dio como resultado a un Sebas vestido de pantalón de vestir negro, zapatos negros acabados en punta y una camisa naranja de manga larga. Fuera hacía mucho frío así que una vez en el ascensor regresó para coger su abrigo largo negro y un paraguas, por si acaso. Uno de esos elegantes paraguas negros que al abrirlos pueden cobijar debajo de él hasta a tres personas adultas. Con una sonrisa de rodaja de melón se subió al coche y arrancó rumbo al hospital.

Zoe, ya en la oficina, se quedó tranquila al ver que Blanca ocupaba su silla y estaba inmersa en su trabajo. Durante la pausa del desayuno le preguntaría cómo andaba todo. Sabía que Sebas no vendría hoy. Le había explicado que se moría de ganas por saber cómo estaba la niña y, la verdad, hasta ella quería telefonearle para interesarse. Esperaría para ver si él lo hacía en mitad de la mañana, si no ella lo telefonearía, por primera vez desde que le dio el teléfono. Y es que Zoe no escatimaba en mantener las distancias con los hombres, cualquiera diría que se hubiera llevado muchos desengaños amorosos en su pasado, pero no había nada más incierto que pensar eso. Ella no dejó de preguntarse en toda la noche qué sería lo que le pasó a Sebas, su imaginación voló e hizo estragos imaginando mil historias de desengaños amorosos, tal vez había deseado tener un bebé con alguna de sus parejas pero ella hubiese abortado, en una ocasión leyó en una revista femenina que había muchos hombres traumatizados porque sus parejas en su momento no habían querido continuar con su embarazo, no deseado por ellas pero sí por ellos. Tal vez por ahí había hombres con más instinto maternal que muchas mujeres de hoy en día. Teresa, por ejemplo, tomaba la píldora anticonceptiva a escondidas de su amante, pero para obligarle a usar el preservativo y así ella "cubrirse las espaldas", como decía ella. La precavida de Teresa, según le contó en una ocasión, nada más decidir empezar una relación afectiva con este chico peruano se lo llevó a un laboratorio de análisis clínicos donde los dos se sometieron a pruebas para ver si estaban sanos, al margen de ello , según le contaba, siempre usaba preservativos y la píldora, para reducir posibles contagios por un lado y por otro para no quedarse embarazada, así si le fallaba el preservativo podía estar tranquila de que su amante estaba sano y además, no se quedaría en estado porque ella por su parte estaba poniendo los medios para que eso no sucediera, aunque ella era capaz de fingir una tremenda preocupación delante del pobre muchacho para aparentar estar angustiada por el "fallo". Mientras Zoe estaba inmersa en sus variopintas elucubraciones, apareció Ágatha por su mesa.

-¡Ey preciosa! ¿Qué piensas con esa carita de concentrada?
- Eh, no, nada. Nada Ágatha- Zoe le dedicó una sincera sonrisa a la vez que observaba su vientre prominente que hoy lucía especialmente más grande gracias a un jersey de punto muy finito de cuello de cisne a rayas y que le llegaba hasta las caderas, a la última moda, con un pantalón pitillo que llevaba con unos calentadores a juego con el jersey, todo muy ceñido, dando paso a la estética de su embarazo a bombo y platillo.
- Teresa dice que, como hoy no está "tu enamorado"-dijo recalcando con retintín-, si te quieres venir con nosotras a desayunar.
- ¿Mi enamorado? Cada día emplea más expresiones de latinoamérica la chismosilla ésa, ¿eh?
- Sí, aprende sólo lo que le interesa, ¿verdad?

Se echaron a reir. Zoe terminó de cerrar el archivo en el que estaba trabajando en su ordenador y tras coger su bolso de mano se fue con Ágatha para pasar por la mesa de Teresa e ir juntas a la cafetería.

-¡Hola chismosilla!
- Hola sosa, ¿cómo te va tu aburrida vida de virgen solterona?- Le dijo mientras se levantaba de su silla para ir a la mesa de Blanca para invitarla a ir a la cafetería.

Zoe, nuevamente, se sintió incómoda con Teresa, Ágatha lo notó y le dijo en bajito:

- Zoe, es que tú también,..., ¡la buscas! Sabes que Teresa no se va a quedar atrás en descalificaciones si la atacas tú primero.
- Es que si no lo haga siempre empieza ella,..., y ya sabes que lo mejor de una buena defensa es un buen ataque.
- Ya..... Pero,....., en fin,..., vayamos a la cafetería.- Siguió diciéndole en bajito, observando a la vez que Teresa y Blanca ya estaban llamando al ascensor y espetó a Zoe a seguirlas.

Una vez en la cafetería y tras pedir sus respectivos capuccinos y dulces matutinos, Zoe observó que Teresa llevaba la misma ropa que el día anterior, ¡qué raro!-pensó.

- ¡Uf!-resopló Teresa-, estoy teniendo una semanita de perros. Blanca que no me hace caso para ir a solicitar ayuda por su situación, ¡ya paso de ti, Blanca!, y el estúpido de mi marido que no para de darme problemas.

Blanca miró a Teresa con una mezcla de tristeza y compasión. Pero permanecía callada.

- No entiendo vuestra relación Teresa, si cada uno tiene amantes y lo saben, ¿cómo es que siguen juntos? ¿Acaso hacen cuartetos?- dijo Ágatha con cara de actriz de cine mudo.
- ¡Las ganas mías! No,..., no sé,..., realmente creo que cada uno supone (por evidencias) que el otro le es infiel, pero,..., hacemos oídos sordos,..., en la cama sólo dormimos aunque de vez en cuando él hace el paripé de que quiere hacerlo conmigo, entonces yo,...,la verdad, lo hago pero,..., mentalmente no estoy con él,....,es difícil de entender, lo sé, y es más difícil de explicar.
- ¿Qué pasa Teresa? ¿Todo por guardar las apariencias?
- Sí, por los niños.
- Que ya no son tan niños, son adolescentes ya. Estoy segura de que entenderán a la perfección las circunstancias. Teresa, no he querido meterme nunca en la vida de nadie, pero,..., creo que sería mejor para ti si fueras franca contigo mismo.- Ágatha parecía haber madurado a la velocidad de la luz. Ese bebé que llevaba dentro había puesto luces en su antaño mente oscura.
- Anoche los dejé en casa de su abuela y me fui a perseguir al estúpido de mi marido desde la salida de su trabajo, me había llamado diciéndome que estaría reunido hasta tarde, que no le esperara despierto, eso ya yo sé qué significa. Así que en vez de aprovechar la ocasión para retozar con mi amante, me fui en busca de lo que él hacía. Lo vi con una mujer, pero,...., ¡una chavala de veinte y tantos! No creo que llegue a 20, la verdad, tiene cara de tener 18 ó 19 años. ¡Un par de años más tan sólo que nuestro hijo mayor, de 15! Se me revolvieron las tripas, de verdad. ¡Él podría ser su padre!
- ¿Y cuántos años tiene el chico peruano? Parece muy joven también.
- Bueno, él tiene 35. Sólo 13 menos que yo, pero él se tiene que llevar como unos 30 años con esa chica, te lo aseguro.
- ¡Qué más da eso! Si ella conciente estar con él es porque quiere.- Dijo contundente Ágatha.
- No sé chica,...., me da pena pensar en esa pobre chica. Tal vez sólo por ella deba dar el paso de dejarle y dedicarme a vivir la vida con mi nuevo hombre. Pero,...., me da miedo que los chicos quieran quedarse con el padre y que sólo los pueda tener conmigo los fines de semana o vacaciones.
- A su edad ya pueden elegir con qué progenitor quieren estar. - Intervino, al fin, Blanca.
-Bueno, da igual. Dejemos de hablar de mí. ¿Tú cómo estás Blanca? Te veo hoy más mala cara de lo habitual.
-Teresa,..., ¡si vieras lo que pasé el otro día!
-¿Qué pasó? - Dijeron las tres al unísono con espanto en su voz.
- Mi niña, Fátima, que nos dio un susto de muerte. Se nos cayó de cabeza, hacia atrás y la tuvimos que llevar de urgencias, la dejaron toda la noche en observación, pero gracias a Dios sólo fue cuestión de tres puntos. ¡Pero si llegan a ver la caída y cuánta sangre salió! - Blanca se derrumbó a llorar.
- Tranquila hija, llora y desahógate, has reprimido los nervios mucho rato para aparentar estar bien delante de los tuyos y por eso ahora te sientes tan débil, llora hija, llora.- Teresa apoyó la cabeza de Blanca en su hombro, Ágatha acariciaba la larga y lisa melena de la angustiada madre y Zoe miraba el cuadro horrorizada con sus pensamientos, ¿y si la niña no se cayó sino que el padre le pegó? Veía tantas cosas en la televisión que ya no sabía qué pensar, además, teniendo ya las referencias de violencia con Blanca,..., ¡a saber!
- Blanca,...., esto......,¿tu marido estaba cuando se cayó la niña?- Zoe trató de tener tacto, pero no le salió.
- Sí, estábamos discutiendo.
-¿Por qué? Blanca no me digas que metí la pata al enviarte las flores.
- Sí, Teresa, él estaba presente y,.....
- ¡Me cachis en la mar! Yo me equivoqué, quería mandártelas al trabajo al día siguiente. Perdóname,...., ¡ay Dios, la que he hecho!
- No, no lo has hecho tú, lo ha hecho su marido. .Intervino Ágatha. -Mira Blanca, haz caso a Teresa, vete con ella al Instituto de la Mujer para pedir ayuda. ¿Ves? Ahora ya no es por ti, es por tus hijas, no tienen por qué presenciar tanta violencia continuamente.

Blanca no paraba de llorar, les costó mucho hacer que se repusiera e hiciera de tripas corazón para volver a la oficina y continuar la jornada.

Sebas estaba ansioso por ver a la pequeña de la que ni siquiera sabía su nombre. Era una agradable mañana de viernes y se le presentaba un largo fin de semana por delante con la satisfacción de conocer a ese angelito a quien había ayudado.
Al llegar a la recepción llamaron a la enfermera que tan profesional y amablemente le había atendido el día anterior.

-¡Hola don Sebastian! Puede usted pasar a ver a la pequeña. Su mejoría ha sido inmediata. No hay más que ver los cachetitos colorados que luce ahora, ¡nada que ver con la palidez de moribunda que traía la pobre!
-¿Qué fue lo que le pasó?
- Una peritonitis que se complicó en quirófano con una hemorragia. En fin,..., debemos subir a la segunda planta, ala derecha. ¡Vayamos en ascensor!

Y Sebas siguió gustoso a la enfermera.

-¡Ya estamos, planta 2! La verdad es que estoy un poco nervioso. Nunca antes había hecho esto-Sebas se mostraba extrañamente inquieto, ¡él que siempre estaba tan sereno!
- Imagino que te sentirás bien, ayudar a los demás siempre es reconfortante.
- Sí, realmente siento una especie de,...., euforia, ¡ésa es la palabra! De lo alegre que estoy me siento eufórico.
- Jaja -la enfermera rió al percibir las emociones a flor de piel de Sebastian. ¡Parece tan buena gente!-pensó para sí.
- Sus padres no han puesto ninguna pega a que quiera conocer a la niña, ¿no?
- No,..., ¡ay! ¿no se lo han dicho?-la enfermera ponía cara de extrañada.
-Decirme.... ¿qué?
- Es una niña traída de un orfanato de la ciudad condal. Se encontraban de excursión por Madrid cuando se puso gravemente enferma, al parecer arrastraba dolores de tripa desde hacía tiempo pero no decía nada a nadie.

Sebas se sintió confuso, una novedosa sensación perturbó su alma. Al llegar a la habitación 2.8 la enfermera pasó su delicada y fina mano en el pomo de la puerta. Lo bajó despacio, o tal vez fuera tanta la ansiedad de Sebas que la impresión era de que todo transcurría a cámara lenta. El corazón de Sebas se le salía del pecho, cuando al fin la puerta dejó de ser un obstáculo para su vista buscó rápido con la mirada a la niña. Sebas sintió que su corazón se paraba del susto. Sus cabellos rubios caían largos y lisos, su cara ovalada boca abajo, sus ojos cerrados en un placentero sueño.¡Tan igual a ella que creyó delirar!

-¡Oh Dios mío! ¡No puede ser ella! ¡Es ella! - Sebas entró en un ataque de ansiedad. La enfermera no se explicaba nada. La niña, que tan dormidita estaba, despertó asustada y observó perpleja la situación.

Sebas se desmayó y cayó al suelo. La enfermera, preocupada, corrió a levantarlo y atenderlo. Tocó alarmada el timbre para que viniera un médico.


-¿Ves Miran? Si tuviera una pareja ahora mismo no podría disfrutar, en medio de esta espectacular paz, de esta estupenda taza de cacao caliente con galletitas inglesas, viendo mi serie favorita y disfrutando del calor de nuestro pequeño pero tan calentito hogar. ¿Verdad? - Zoe se quedó fija mirando a su gata que, lejos de escucharla atentamente, se estaba acicalando para irse a dormir. -¡Es increíble lo extremadamente limpia que eres Miran! Jamás pensé llevarme tan bien con una gata, la verdad es que eres mi mejor amiga, ¿sabes?-Miran seguía con su minucioso trabajo, lametón a lametón. Parecía extasiada de placer pues cerraba los ojos como cuando uno se come un buen trozo de sabroso chocolate suizo o como cuando tienes mucha sed en verano y te llevas tu refresco favorito a la boca.

Últimamente Miran se mostraba algo extraña. Se limpiaba con más frecuencia de lo habitual y su comportamiento era un tanto hostil. Lo consultó con su veterinaria de confianza y le dijo que probablemente Miran se estaba preparando para entrar en su primer celo. Zoe no sabía nada de animales en celo y le sorprendió mucho cuando su veterinaria le dijo que "tal vez Miran empezara a ver con otros ojos a los gatitos del barrio". Zoe, horrorizada, trataba de "comerle el coco" para enseñar a su gata lo bien que se estaba sin hombres pululando cerca. Pero claro,...., Miran lo único que buscaba era un macho gato. Y seguramente Zoe tendría que empezar a considerar la idea de conseguirle un novio a Miran.

-Mañana es sábado, creo que me voy a ir de compras. Me apetece cambiar de look en mi vestimenta, ahora quiero vestirme con leggins y chaquetas de cuero, al estilo de Ágatha cuando está en la oficina (porque cuando salía de marcha era toda una loba y eso no iba con Zoe), sencilla pero a la moda. Y mi pelo,...., no, el pelo está bien así, dentro de unos meses me lo cambiaré de color y ya está. Este corte de pelo me tiene muy satisfecha y creo que lo voy a mantener por una buena temporada. - Zoe hablaba en alto con su gata, quien esta vez sí que la miraba y escuchaba con atención. Así que Zoe se fue a la cama ilusionada con irse de compras al día siguiente. Para ella era toda una terapia ir de compras, era algo tremendamente positivo que la llenaba de energía y optimismo. ¡Lástima que su tarjeta de crédito no sintiera lo mismo!

Al despertar, Zoe pensó en llamar a Teresa y a Ágatha para venirse de compras, le podía pedir a Teresa que le dijera a Blanca si quería acompañarlas, pero,..., la verdad es que le daba miedo causarle problemas con su marido así que omitió esto último finalmente. Descolgó el teléfono y llamó a Teresa, con quien se había propuesto hacer las paces.

- ¿Sí?- una adormilada voz contestó.
- Hola, ¿está Teresa?
- Espere un momento...... Mamaaaaa-un grito le hizo despegar su oreja del teléfono.
- (Jopeta, como chilla éste, seguro que es uno de sus hijos)
- Hola,¿quién es?
- Teresa, soy yo, Zoe. Era para invitarte a ir de tiendas y a almorzar en el centro comercial de tu elección. Al almuerzo invito yo.
-¡Qué raro! ¿Te picó algún extraño bicho anoche y deliras?
- No.
- Bueno, en ese caso,....., la verdad es que me vendría bien desestresarme un poco, ¿llamas a Ágatha o la llamo yo?
- La llamo yo.
- ¿Y,...., crees que debo llamar a Blanca? ¿No pasará nada con su marido, no?
- Mejor déjalo, no vaya a ser que le demos más problemas a la pobrecita.
- Sí,mejor será así,¿dónde quedamos?
- Kilómetro cero, a las once y media, para que nos de tiempo de llegar a Ágatha y a mí, yo pasaré por su casa para ir juntas.
- Vale, después vamos en mi coche,¿no?
- ¡En cocheeee! Olvídalo, vamos en metro.
- ¿Con la barriga de Ágatha? ¿No sabes que ya ella sólo se mueve en taxi?
- ¡Ay, es verdad! Está bien, vamos en taxi hasta quedar contigo y luego vamos en coche.
- Yo sé desenvolverme en la ciudad, no te preocupes que evitaré, en la medida de lo posible, las zonas con más atascos.
- Además,..., ¡tenemos todo el sábado para nosotras! ¿no? Yo ahora les saco a estos fieras comida del congelador y que se la calienten en el microondas y se busquen la vida, ¡ya son dos hombres! Bastante que me esclavizaron cuando eran pequeños que no podía ni ponerlos en guardería porque se enfermaban y tuve que quedarme tres largos años seguidos en casa, hasta que empezaron el colegio,....- Zoe la interrumpió.
-Está bien Tere, ya me lo has contado mil veces, por eso yo no quiero tener hijos. Bueno, nos vemos entonces,.....

A las once y media en punto estaban allí Zoe y Ágatha, esta última vestida con unos originales pantalones pirata con raya diplomática y bolsillos laterales en los bajos de las perneras, un abrigo de pelo y unas botas de caña alta divinas. Zoe le dijo cuánto le gustaba su estilo al vestir y Ágatha le dijo que ella la ayudaría a conseguir ropa de su estilo si lo deseaba.

- ¡Es justo lo que quiero Ágatha! Quiero quitarme un par de años de encima y tu modo de vestir es muy juvenil. Voy a dejar a un lado la seriedad de mi armario, al menos por una temporada.
- La verdad es que yo lo único que ando buscando ahora mismo es ropa cómoda que no me apriete la barriga y que me permita tener amplitud de movimientos. Oye,...., ¿qué te parece si nos sentamos en esa terraza de enfrente y nos tomamos algo mientras esperamos? Le mando un mensaje al móvil de Teresa para decirle donde estamos y ya está, para no estar aquí de pie, ¿no?
- Claro, claro, te lo iba a decir ahora mismo, ¡me leíste la mente!
- Es que el embarazo me hace tener poderes telepáticos, jiji.- Ágatha le dedicó una sonrisa socarrona mientras sacaba de su bolso de leopardo su móvil última generación para enviarle un mensaje a Teresa.

Pasaron cuarenta largos minutos hasta que apareció Teresa con un inmenso bolso negro Fendi y unas horteras gafas de sol. Desde lo lejos, al ver a las chicas sentadas en una mesa de la terraza, empezó a saludarlas ostentosamente con su brazo derecho. Parecía que no se veían hacía años. Comenzó a chillar sus nombres y a decir :<< ¡Al fin llegué!>>Zoe se moría de la vergüenza y Ágatha se partía de la risa.

En cuanto Teresa tomó su desayuno pagaron, entre todas, y se dispusieron a ir al coche de Teresa, aparcado a tres manzanas de donde se encontraban.

-¡Ay! Me da pereza caminar tanto, Teresa. ¡Hubiéramos ido en taxi, mejor!
- Te lo dije, Teresa.
- No, Ágatha, es bueno que camines, hija, ya estás en el último trimestre y a parte de tomar alimentos ricos en calcio y hierro has de caminar al menos una horita diaria, así tendrás un mejor parto, te lo digo yo. Por cierto, ¿cómo llevas las clases de preparación al parto?
- Bien, la matrona es muy graciosa. Dice que llegado el momento no debemos dejar que nadie controle nuestro parto, que sólo nosotras seremos dueñas de la situación, que si queremos parir de pie, nos pongamos de pie y no hagamos caso a enfermeras ni a nadie y que nos atiendan para parir de pie, si en cuchillas, pues también,..., en fin,..., que si me da la gana de parir haciendo el pino han de ingeniárselas para ayudarme a sacar al niño de dentro así.
- ¿Has dicho niño?

Ágatha mantenía en silencio el sexo del bebé, ya ella lo sabía, desde que le practicaron la ecografía selectiva hacía una semana, pero,...., quería que fuera un secreto. Mas,...., ¡ metió la pata y no tuvo más remedio que sincerarse!

- Ejem,..., bueno, sí. Ya me hice la ecografía selectiva.
-¿Y?- dijo Teresa impaciente.
- Es niño. Un varón como la copa de un pino.
- ¿Ah sí? Felicidades Ágatha.
- Lo sabía, por la forma de tu barriga y por cómo se te está poniendo el trasero, sabía que era un varón, ¿no te lo dije?
- Sí, es verdad, Teresa, tenías razón. Se ve que eres una mujer de mundo, ¿eh?- Zoe la miró perpleja,¡cuántas cosas sabía esa mujer!
- Ahora tendrás que buscarle un nombre apropiado a tu machito,..., a ver,..., ¿te gusta Aarón?
- Mmmm, no,..., en realidad ya tengo el nombre
- Uy, cuántos secretos nos escondías pillina. ¿Cómo lo vas a poner?
- Bienvenido.

Zoe y Teresa se miraron. Teresa arrugando el ceño, sin disimular su espanto.

-¿Bienvenido? ¡Joder Ágatha! Ese nombre se ponía cuando Franco era aún corneta del ejército.

Zoe estalló a reirse por la ocurrencia de Teresa.

- Bueno, muy moderno lo que se dice moderno y actual,..., no es,pero,...., si a ti te gusta y para ti tiene un significado,...,¡es tu hijo! Tú lo vas a parir, tienes todo el derecho a elegirle tú el nombre.
- Y tanto que tengo derecho, como que soy su madre, bueno, su madre y su padre.- Ágatha rió con su característica sonrisa de rodaja de melón y pasó a explicar.- Verán, para mí este hijo ha sido una señal de Dios, él me lo ha dado para que tenga una oportunidad de vivir bien, de no seguir haciendo locuras con las que me jugaba la vida,....
- ¿Qué locuras? - intervino Zoe mientras Teresa miraba con ojos de madre a Ágatha sonriéndola con los ojos.

Ágatha resopló.

- Tantas como irme a la cama con fulanos que acababa de conocer en la discoteca, fumar porros hasta no saber ni dónde estaba, emborracharme y despertarme semidesnuda en un piso rodeada de gente colocada que ni siquiera sabía quiénes eran,.... En fin,..., era un barco a la deriva,...., hasta que apareció este bebé en mi barriga. Lo primero que me salió cuando vi los resultados de la ecografía fue: ¡Se llamará Bienvenido, pues para mí es espectacularmente bienvenido en mi vida!

- Bueno, por esa regla de tres también podrías llamarlo Ángel o Salvador,¿no? Son nombres que, a mí por lo menos, me gustan más.- Dijo Teresa.
- No,...., ya está decidido, ¡Bienvenido!
- ¡Pues Bienvenido seas!- Zoe acarició la barriguita de Teresa.
-Oye,... ¿y por casualidad no tendrás el papel de la ecografía selectiva por ahí, no?- Teresa, como siempre de chismosa.
- Pues sí, siempre llevo la carpetita de los papeles de embarazo y la cartilla en mi bolso, por si acaso, es algo que me enseñó la matrona en las clases
-Sí, lo sé, por eso te lo pregunté, porque sabía que la llevarías contigo.

Ágatha sacó del bolso una pequeña carpeta clasificadora, de color rosa transparente y buscó una sección en la que, con una pegatina, tenía un apunte que decía: 24 de mayo, ecografía de diagnóstico prenatal .La extrajo y se la dio a Teresa, que comenzó a leer para sí misma hasta que Zoe, con curiosidad manifiesta en su rostro, le dijo que si podía leerlo en voz alta para que ella escuchara:

- Está bien, lo leeré todo desde el principio:

<En el examen efectuado se aprecia un feto en situación longitudinal y con presentación cefálica.
La ecobiometría fetal, realizada mediante técnica computerizada electrónicamente, revela los siguientes datos:
Diámetro biparietal de 5, diámetro fronto-occipital 65, perímetro cefálico 194, índice cefálico 0, diámetro abdominal transverso 52, diámetro abdominal antero-posterior 53, perímetro abdominal 156, longitud del fémur 35.
Estas medidas corresponden teóricamente a 20 semanas de gestación, la placenta se halla normoimplantada en la cara anterior del útero y muestra una ecoestructura compatible con un grado I. El cordón umbilical se inserta en la zona central de la placenta y consta de tres vasos. El índice de líquido amniótico es normal. Estudio de la morfología del feto,......>>

-Bueno, esto me lo salto, voy a donde pone "Genitales" porque, según veo, todo está bien.
-Vale, pues sigue leyendo entonces,....-Zoe escuchaba concentrada a Teresa, la concepción no dejaba de ser un milagro para ella.

<<....Los genitales son "masculinos" y no presentan alteración alguna aparente>>. Teresa leyó para sí misma y concluyó: Diagnóstico satisfactorio, está todo bien y ¡pedazo de bebé muchacha! Por las medidas parece que va a ser muy grande, al menos de largo, ¿eh?>>

- ¿Tú crees? -Inquirió interesada Ágatha.
-¿Cómo lo sabes Teresa?
- Mira, longitud del fémur 35, ¡imagínate, con 20 semanas! Y perímetro abdominal de 156, ¡menudo hombretón!

Las tres rieron satisfechas, sobre todo Ágatha que, más que nunca, se mostraba alegre con la llegada de su bebé, su niño deseado. Se adentraron en una de las tiendas del centro comercial, empezaron por la sección de bebés, para comprar ropa para el pequeño gran hombre, Bienvenido. Ahí despilfarraron dinero en Ágatha y su bebé, sin importarle nada acabaron dejándose más de 150 euros cada una, y es que la ropa de bebé y los accesorios ¡estaban tan caros!

- Jopeta, con razón en España la gente no quiere tener hijos,¡qué caro está todo! Si la ropita esa no lleva nada de tela, ¿cómo puede costar tanto?
- Es por eso,......, porque la natalidad está baja, creo. Si estuviera más alta fabricarían más ropa de bebés y habría mayor oferta, por lo que la gente satisfaría más a los productores y creo que así bajarían más los precios.
- Creo que no, que es al revés,..., bueno,...., no estoy para clases de Economía política ahora mismo, da igual,..., lo hemos gastado en Bienvenido, ¿verdad Ágatha?
- Gracias chicas, sois las mejores amigas del mundo, de verdad.

En el transcurso de la tarde y tras almorzar copiosamente en un restaurante de gala del centro comercial, a Zoe se le vinieron a la cabeza Sebas y Diego.Al primero lo vería el lunes en el trabajo, y ya le contaría cómo le fue al conocer a la niña a la que había salvado la vida, según él. Pero,..., de Diego hacía mucho que no sabía nada. Pensó en llamarle, ahora que estaba con las chicas sería el mejor momento, porque si no, estando ella sola, jamás lo haría, por timidez y,..., ¿por qué no decirlo? Machismo, ese machismo que le hacía pensar que era el hombre el que debía dar todos los pasos. Había dejado pasar tanto tiempo que, tal vez, Diego ya no se acordara de ella.

- Voy a telefonear a un amigo. Primero voy a recargar el móvil en esa tienda, ¿vale?

Las chicas se sentaron en un banquito a esperarla, mientras observaban a los transeúntes correr con sus bolsas de una tienda a otra y salir con los estómagos llenos de los bares y restaurantes de la zona.

-¿Diego?
- Sí, ¿quién habla?
- Hola Diego, ¿cómo estás? Soy Zoe, la hija de Magda.
- ¡Zoe, pero mujer, cuánto tiempo! ¿Cómo estás? He estado esperando tu llamada, pero ya tengo hasta canas de esperarte.
- Jaja - Zoe se inquietó, no sabía qué decir-. Y,...., ¿cómo está el tiempo por ahí?
- Fresco pero sin frío intenso, como siempre en esta época, pero me gusta así, cada estación tiene que darse a notar, si no es que no tiene gracia. Pero dime, no te salgas por la tangente, ¿por qué no me habías llamado? ¿No me dirás que en todo este tiempo no has pensado en visitar a tus padres?
- Sí, claro, pero he estado muy liada, mis padres están al tanto de eso y no me presionan, jeje.
- Ya, ¿yo sí, verdad?
- No, para nada - ¿presionarla? Pero si sólo la había telefoneado una vez, ojalá la hubiera presionado algo al menos-. Te llamo porque como tú no me volviste a llamar,...., para saber cómo estabas y,...., y eso.


Diego percibió los nervios de Zoe y cambió de estrategia.

- Lo siento, pensé que te molestaría si te volvía a llamar, creí que debías ser tu quien me devolviera la llamada.

No sabía por qué, pero algo en esta frase hizo que Zoe se sintiera molesta.

- Bueno, solo quería saber cómo estabas.
- Bien, y,...., dime,.....,¿cómo te va en el trabajo?
- Estupendo, entregada al cien por cien como siempre. Ahora mismo disfruto de un día de sábado como hacía tiempo que no lo hacía, estoy con unas compañeras del trabajo de "shopping".
-¿De shopping? Jaja, mírala ella qué pijita, de tiendas, querrás decir,....
- Sí, claro, de tiendas.
- ¿Sabes qué?
- ¿Qué?
- He decidido irme a la capital, como tú.
- ¿Y eso? - Zoe, por momentos, se asustó.
- Para probar suerte. Estoy encasillado en este pueblucho. Aquí no tengo trabajo en lo mío y,..., ni tan siquiera de camarero, esto es muy pequeño y todo está muy copado.
- ¿Y cómo piensas hacer? ¿Necesitas que te busque alojamiento, o algo?

Diego se sorprendió de su amabilidad.

- ¡Hombre! La verdad es que no me vendría nada mal si me ayudaras a encontrar un alojamiento económico. Yo he estado buscando en diversos diarios y webs y periódicos digitales, pero,....,¡está todo tan caro! Además, no tengo ninguna otra titulación como para desenvolverme así que tendría que ser un trabajo relacionado con la hostelería o de repartidor, porque tengo el carnet de conducir B con una antigüedad de cinco años.
- Está bien,...., lo del alojamiento déjamelo a mí, ¿vale? Trataré de conseguirte algo económico para que vayas tirando hasta que encuentres trabajo. ¿No te importará compartir piso con otras personas, no? Es que es el único modo de que te salga económico.
- Pues,..., si no hay más remedio.
- Creo que no, todo el mundo que llega a Madrid, salvo que tengas recursos suficientes, tira de esa opción temporalmente.
- Está bien. ¡Iré a la aventura, entonces!
- Espero que tengas suerte. Lo que necesitas es trabajar y ahorrar para que puedas abrir tu propia consulta en Madrid, ¿no crees?
- Ésa es mi intención.

Zoe se quedó en silencio por unos momentos, ¿y si le ofrecía el sofá de su buhardilla por un tiempo? No le importaría compartir su casa con alguien que era como de la familia. Bueno, antes de meter la pata, mejor se lo consultaría primero a su madre.

- Pues en ese caso Diego, te deseo toda la suerte. El lunes mismo empiezo a buscarte una habitación, ahora estaré pendiente de los papelitos en las cabinas y tablones de anuncios de la ciudad.
- Muchísimas gracias Zoe, de verdad. Si me traslado a Madrid, podré verte más asiduamente, ¿no?
- (A Zoe le sorprendió lo que ella creyó una insinuación) Claro, podremos salir a pasear por la ciudad, seré tu guía, ¡que me conozco Madrid como la palma de mi mano!
- Muy bien Zoe. Hoy ya me has alegrado el día. Gracias por dar el paso de llamarme, de verdad, yo no volví a llamarte porque creía que me veías como el típico pesado que es como una pegatina imposible de quitar de encima.
- No, en absoluto. Bueno, pues te dejo, que las chicas me están esperando, ¿vale? ¡Que disfrutes de lo que queda de fin de semana! Saluda a tus padres de mi parte.
- Gracias, yo a tus padres los veo cada vez que voy a correr.
- Yo hablo con ellos cada día. Bueno, te dejo ya, ¿vale?
- Venga, un abrazo Zoe.

Zoe dudó, hasta que terminó diciendo:

- Besitos- y colgó apresurada sin esperar su respuesta.

Mientras, Blanca disfrutaba en su casa con sus hijas del que parecía un buen fin de semana, el mejor en mucho tiempo atrás. A su marido lo habían llamado para una entrevista de trabajo en una cafetería y lo habían cogido de prueba por dos semanas, superado este tiempo, si les gustaba, lo contratarían por tres meses, renovables si se prestaba a ello. Blanca no cabía en sí de regocijo cuando su marido recibió la llamada. Su marido, sin embargo, acudió a regañadientes a la entrevista, como si no quisiera incorporarse al mundo laboral y pretendiera seguir viviendo de ella para toda la vida. ¡Con la de gastos que tenían en casa!

-Fátima, Lucía, vengan con Mamá a la cocina, quiero hacerles una tarta de chocolate, ¿me ayudan con la pasta de chocolate?
-Siiiií-chillaron las niñas con súbita alegría-.

Se pusieron perdidas de chocolate y moradas de galletas que su madre bañaba en leche para la preparación de la tarta casera. Cuando acabaron se quedaron mirando con satisfacción la redonda y perfecta tarta de apetitoso chocolate, la introdujeron en la nevera y,..., para hacer tiempo, había que esperar como mínimo dos horas y media para disfrutarla en su mejor punto,¡Blanca les propuso a las niñas una sesión de cine infantil! Fátima y Lucía se le echaron a los brazos pletóricas, sus ojos brillaban con una intensidad tal que Blanca se sintió la persona más feliz del mundo en esos instantes. Vistió a las niñas para salir en ese día que se presentaba frío, parecía que el invierno había vuelto a dar sus coletazos antes de la llegada del calor sofocante. Con sus mejores trajes, medias de lana y botas, les enfundó sus abrigos con capucha y metió dos de sus pequeños paraguas en su gran bolso de madre, ¡todas las madres tienen bolsos grandes para meter los abalorios de sus pequeños! Algunas, como Teresa, acababan cogiéndole gustito a eso de ir con bolsos grandes por la vida. Ella se vistió con unos jeans y una chaqueta de imitación de leopardo que había comprado en las rebajas. Como su marido se había llevado el coche no tendría más remedio que llamar a un taxi. Éste no tardó mucho en venir, mientras las niñas se ilusionaban con su tarde de cine, con comprar palomitas, refrescos, chocolates y gominolas en la entrada de los cines y con hartarse de azúcar y alegría. Blanca soñaba con ellas, como una niña más, en realidad llevaba una niña grande dentro de ella. Pasaron una radiante tarde de sábado. Al regresar a su casa, las niñas no paraban de hablar de la película, se bañaron entre risas, sabiendo que en el día de hoy les esperaba, tras el potaje de verduras de la cena, un postre muy especial y se comieron el potaje sin rechistar, gozando de la sabrosa tarta preparada por ellas mismas y su madre, cuando acabaron se tendieron un rato en el sofá, junto a la chimenea, Blanca les leyó un hermoso cuento de princesas y pronto tuvo que llevarlas en brazos a la cama, primero a Lucía y luego a Fátima.

Blanca siempre había tenido la ilusión de creer que todo el mundo era bueno, que la vida era maravillosa, de color rosa, que las nubes eran de algodón y que su marido era, hasta la fecha, un príncipe azul y ella su princesa. Como en los mejores cuentos de sus hijas.

Lunes por la mañana, Madrid amaneció gris y frío. Cuando Zoe puso la televisión por la mañana, como era costumbre mientras se vestía y daba de comer a la gata, escuchó que se preveían lluvias intensas durante, al menos, los tres siguientes días. Zoe dibujó una sonrisa, ¡le encantaba ver llover! Salió alegre de su piso, impaciente por llegar a la oficina y encontrarse con Sebastian, quien tenía que ponerle al día en su aventura de donante de sangre y salvador de la vida de una niña.

Sebas no paraba de andar de un lado para otro, se mordía las uñas y llamaba desde su móvil insistentemente a la oficina para ver si tenía suerte y Rebeca llegaba antes al trabajo e informarle de que no podía ir tampoco hoy al trabajo. Le acababan de hacer una analítica que confirmaría o no la paternidad que él creía milagrosamente evidente. En su estado emocional no cabía pensar en el trabajo.

Tuvo que esperar todo el fin de semana para hacerse las pruebas el lunes a primera hora. Cuando la enfermera le contó que la niña había sido abandonada en un orfanato de Barcelona por una mujer francesa cuando contaba con cuatro años, casi le dio un infarto. ¡Esa francesa seguramente era la hermana de su ex! En paradero desconocido. La enfermera, cuando Sebas le contó su historia, no dio crédito a lo que escuchaba, avisó al personal y de inmediato se extendió el rumor por todo el hospital, la gente no paraba de preguntarle si creía que realmente esa niña era su hija desaparecida. Ingresó al hospital con el nombre de Noelia. Él trajo el libro de familia donde se hacía constar su matrimonio con Judith y el nacimiento de una hija en común, llamada Paloma. Los apellidos de Noelia eran, misteriosamente, Expósito Expósito, pero no se había presentado en el orfanato ningún documento acreditativo, tan sólo una nota que había dejado la mujer francesa dentro de una maleta que llevaba la pequeña en sus manos cuando fue abandonada a las puertas del orfanato. La gente de los alrededores les dijeron a los encargados del recinto que una mujer que no paraba de hablar en francés por su móvil, le dio una maleta a la pequeña y, dándole un abrazo y dos besos, le dijo que esperara a que abrieran la puerta del orfanato, arrancó su coche a toda velocidad y se marchó sin mirar atrás.

Noelia no paraba de mirar extrañada a ese hombre que, según le decían las enfermeras, le había dado de su sangre para salvarle la vida. ¡Su sangre!

El teléfono de la mesa de Rebeca no paraba de sonar. Ella recogía todas sus cosas y las metía en una gran caja de cartón que había mandado a traer a la señora de la limpieza, la orden se la había dado el viernes, para que el lunes a primera hora estuviera ya en su despacho. Más allá de las puertas de la habitación del pánico todo el mundo rumoreaba que la jefa se iba, Teresa y Zoe conscientes de que tenía algo que ver con la joven a la que apodaron " La Cleopatra", se miraban y seguían al detalle desde sus mesas cuánto pasaba dentro de la oficina de Rebeca, la racista.

Rebeca había tenido que aceptar el pacto e irse sin rechistar, ¡con lo que le había costado llegar hasta esta importante auditoría con más de 30 empleados! Rodeada de economistas, contables, administrativos informáticos y abogados, esta joven licenciada en Derecho sin experiencia alguna en la abogacía había entrado, por enchufe, a trabajar como jefa de personal. Rebeca había pasado por la facultad de Derecho, pero ésta no por ella. La ley y la justicia estaban claramente escindidas en su mente xenófoba que, lejos de haber asimilado el principio de igualdad constitucional y de igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, hacía galarde de su arrogancia y siempre que podía fastidiar a alguien que, según creyera ella, no fuera de su raza, condición y credo, no dudaba en hacerlo, humillando y ultrajando. Pero,..., como dice el refranero popular español, <>. Y su "San Martín" le llegó con una llamada de teléfono del director general comunicándole que había leído las anotaciones desafortunadas en los "curriculums" que había tirado a la basura y recibido una advertencia de demanda de "Cleopatra", señorita que resultó ser hija de una íntima amiga del director general. A Sofía, la Cleopatra, le indemnizaron con lo que requería, un puesto de trabajo en la empresa y a Rebeca se la puso de patitas en la calle. Mañana mismo, por la mañana se incorporaría Alejandro, el nuevo jefe de personal. Un cuarentón economista, divorciado y padre de un hijo al que nunca veía. Alejandro, como tantos otros hombres y mujeres en este planeta, también estaba ávido de encontrar el amor.

A la hora del desayuno y mientras Zoe, Ágatha, Blanca y Teresa se dirigían a los ascensores para bajar a la cafetería, observaron estupefactas cómo Rebeca salía de su oficina cargada con una caja de cartón llena de sus objetos personales. Las tres se miraron y se inquietaron ante la mirada de indiferencia y altivez que les lanzó la ex jefa de personal.

-¡Uyu yui! A ésta ya la han echado. ¡Qué rápido! ¿no?- dijo Teresa.
- Demasiado rápido me parece a mí. ¿A quién conocerá La Cleopatra?- Zoe se llevó el dedo índice a la barbilla y se quedó pensativa.
- Seguramente entrará aquí como la mayoría, por enchufe.
- No Ágatha, no todos entramos aquí por enchufe, ¿tú sí?
- Yo sí, Zoe, fue gracias a un rollito que tuve que era de la confianza del director general y logró colarme en la empresa.
- ¡Caramba, de lo que se entera una! Pues yo como Zoe, me lo tuve que currar para entrar aquí. Llevo muchos años ya, pero,..., me lo tuve que currar mucho en su día.
- Yo también Teresa.
-¿Así que tú eres una enchufada, eh? ¿Quién lo diría? Si no te digo yo que "dos tetas tiran más que dos carretas" - exclamó Teresa descarada.-Y tú, Blanca, ¿también eres del club de las enchufadas?-continuó Teresa, dando pie a que Blanca abriera la boca, pues su mutismo asustaba.
-No, yo pasé la entrevista de rigor y,..., me contrataron de prueba, pasé el tiempo estipulado y me hicieron un contrato de tres meses y me lo fueron renovando hasta dejarme fija.
-Oye, cambiando de tema ¿han visto que Sebas no ha venido hoy a trabajar?- Inquirió un tanto preocupada Zoe.
- No será nada, mujer. Tal vez su amante le haya dejado hecho polvo.
- ¡Teresa para ya con eso! No creo que Sebas sea homosexual.
- Si hubieras visto lo que yo vi en un centro comercial cuando estaba con mi macho picchu, otro gallo te cantaría.
- ¿Qué viste? ¿Se besó con un hombre?- Ágatha también era partidaria de que Teresa exageraba.
- No, pero le cogió la cara y se le acercó, a punto estuvo de hacerlo, el otro no paraba de sobar a Sebas, cogiéndole de la cintura, riéndose con cada cosa que decía, dándole de su mantecado y comiéndoselo entre los dos, lametón a lametón,....¡Vamos que estaba claro que eran pareja o , como mínimo, un rollete! Si hasta mi chico se dio cuenta.
-Bueno, sea como fuera, me preocupa que no haya venido hoy.
- Tú tienes su número de móvil, ¿por qué no lo llamas?
- Sí, esta noche, al salir del trabajo le llamaré.
- Ágatha, ¿y cómo te encuentras? ¿En qué mes estás ya?- Blanca, por fin, se animó a hablar.
- Ya estoy entrando en el sexto mes,¡en el último trimestre! Me muero de ganas de tener ya los nueve meses.
- ¿Para qué mes estás entonces, para agosto?
- El ginecólogo me ha dicho finales de agosto, pero al parecer más adelante me dirá una fecha exacta, la denominada fecha probable de parto.
- Pues a mí no me acertaron con ninguna de mis dos hijas, fue cuando yo lo calculé, en las dos ocasiones. Se me adelantaron una semana Fátima, la mayor, y Lucía dos semanas a la fecha probable de parto ésa.
- Sí, es una aproximación, pero tiene un margen de error, tanto por debajo como por encima,- Teresa, como siempre, docta en todos los asuntos familiares.

Zoe se moría de ganas por contar lo de Sebas, lo de la niña a la que había salvado la vida con una simple transfusión de sangre. Pero,...., ella no era como Teresa y optó por respetar el derecho a la intimidad personal de Sebas. No dejaba de preguntarse por qué no habría venido al trabajo. Pronto se hicieron las ocho y media, Zoe al salir del trabajo sacó su móvil de su pequeño y discreto bolso y buscó en la agenda el teléfono de Sebas, le dio al botón de llamar y,.....

- ¿Sí?
- Hola, Sebas, soy Zoe. ¿Qué ha pasado? Te llamo para ver si estás bien.
- ¡Zoe!-Sebas rompió a llorar.
- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Dónde estás?
- Zoe,.....,-Sebas trataba de contener su emoción para hablar pero no podía, la voz se le entrecortaba con el llanto incontrolable, fruto de tantos años de sufrimiento y ansiedades.
- ¿Dónde estás? Voy a verte, ¿estás en tu casa?
- No,....., estoy en el hospital aún. Pero ya se termina el horario de visita y tengo que irme. Si quieres nos vemos en el garito de la salida del trabajo. Por favor, necesito hablar con alguien,..., ¿podrás esperarme ahí?
- Claro, claro Sebas. - Zoe no entendía qué pasaba, pero el llanto y la voz de Sebas hicieron que no pudiera dar un no por respuesta.- Te esperaré en el pub hasta que llegues, ¿te pido algo para cenar?
- Bueno, no creo que tarde tanto en llegar, voy en taxi.
- Por eso, yo cojo una mesa y si quieres voy pidiendo ya la cena, te invito yo ¿vale?
- Está bien, no sé,...., comeré lo que tú pidas. Yo ya salgo del hospital y voy a coger un taxi, no tardo nada.

Zoe colgó, preocupada. Lo único que se le ocurría era que en el hospital le hubieran detectado alguna enfermedad a él, primero pensó eso pero también pensó que tal vez a la niña le había surgido otra complicación y había sucedido algo terrible,..., aunque también podría ser un simple asunto sentimental, a lo mejor Sebas le había ocultado alguna relación y ahora tenía que contarle el dolor por el abandono de esa persona amada. Mil y un pensamientos pasaron por la mente de Zoe en el tiempo en que, sentada en la mesa de ese pequeño pero tan famoso pub, esperaba a Sebas. El hombre por el que sentía, aunque ella lo negara, cosas especiales que nunca antes había sentido. Al son de una canción de Tracy Chapman se evadió por momentos de sus problemas existenciales y de la angustia de no saber lo que le pasaba a su guapísimo compañero. Justo cuando terminaba la canción y entraba otra de Norah Jones, llegó Sebas.

- Hola Zoe, siento hacerte esperar.

Sebas mostraba un aspecto extraño, sin afeitar y con los ojos profundamente brillantes.

-¿Qué te pasa?- Zoe se levantó y le dio dos besos mirándole fijamente a los ojos, indagando su estado emocional en ellos.
- ¡Uf!- resopló Sebas- No sé por dónde empezar a contarte, ¿sabes? Es algo tan fuerte que,.....
- No me asustes, ¿tan malo es?
- No,...., todo lo contrario, es......, ¡lo mejor que me haya podido pasar en la vida! - Y Sebas volvió a derrumbarse llorando.
- Tranquilo Sebas,..., a ver, cuéntamelo despacio, soy todo oídos.
- Verás,...., yo,...., yo hace tiempo estuve casado. Mi mujer, Judith, era una persona encantadora, trabajaba de peluquera, cuando yo la conocí era estudiante de peluquería en una academia cercana a mi casa en Barcelona, pronto me enamoré de ella,¡era preciosa! Nos hicimos novios y, en poco tiempo, nos casamos. Demasiado rápido para la opinión de mis padres, que nunca la aceptaron porque, según ellos, la veían un tanto alocada e irresponsable, pero a mí me parecía perfecta, les decía que simplemente era espontánea e impulsiva. Con el tiempo Judith empezó a frecuentar amistades problemáticas, acabó siendo drogadicta y alcohólica. Pero,..., logré ilusionarla con tener un hijo y que se desintoxicara, lo hizo pero sólo durante el embarazo. Tuvimos una niña....
-¡Oh, Sebas, no sabía nada! ¿tienes una hija?
- Espera, Zoe, por favor,...., escucha, yo te lo voy a contar todo seguido,..., tú escucha, ¿sí?

Zoe, al comprobar lo visiblemente emocionado que estaba Sebas, no intervino más y se limitó a escuchar.

- Yo en ese tiempo acababa de terminar Económicas y había logrado entrar a trabajar en un banco pero sólo para prácticas por las que me pagaban una miseria. No obstante luché mucho por darle lo mejor a mi hija. Tenía un dinerillo ahorrado y ése fue el flotador que me salvó ya que tuve que dejar de trabajar para cuidar de la pequeña, su madre había entrado en una depresión post parto y, además, rechazaba de pleno a su bebé. Es algo atípico pero a veces viene unido a la depresión post parto, sobre todo si se une a los efectos de las drogas. Judith no controló su mono por drogarse y un día salió a la calle y al regresar lo hizo tremendamente colocada. Yo me enfurecí mucho con ella, le grité y me puse colérico. Lo último que recuerdo es que fui sigiloso a la habitación para ver a Paloma, mi hija, dormía en su cunita tranquilamente. Entonces fui al baño, para mojarme la cara y el cuello. Cuando me miré en el espejo, recuerdo perfectamente que pensé en salir y hacerme una tila para intentar cuidar de Judith mientras le durara el colocón. Al salir vi la puerta abierta y todos los bolsos tirados en el suelo. Corrí a la habitación y al ver que la niña no estaba en la cuna me volví loco. Llamando a gritos a Judith me dirigí al garaje y comprobé horrorizado que no estaba el coche. Judith se llevó a la niña, conduciendo colocada. Desde ese día no supe más nada de ninguna de las dos.

- ¡Imposible!
- Ella no se llevaba bien con sus padres, unos locos bohemios. Sabía que tenía una hermana, pero no dónde podía estar. Ni tan siquiera sus padres lo sabían. Total,..., pasaron ocho largos años Zoe,..., y,...., en este tiempo no he parado de rezarle a Dios porque me devuelva a mi niña, mi hija. Al principio rezaba por Judith, pero,..., te juro que la odio con todas mis fuerzas. ........-Sebas lloraba a la vez que hablaba sin parar, haciendo pausas de vez en cuando que Zoe no podía aprovechar para preguntar nada porque estaba estupefacta con lo que le estaba contando.- Hace unos días, de camino al trabajo me dio por cambiar de sintonía en la radio, escuché, como tantas otras veces, que se necesitaba sangre de mi grupo sanguíneo, otras veces nunca hice caso y seguía de frente al trabajo pero,..., ¡mira si Dios no está arriba que sentí algo en el corazón! Impulsivamente acudí al hospital a donar sangre y,......, al día siguiente, cuando voy a ver a la niña y a sus padres, me entero de que es una niña de un orfanato de Barcelona que estando en Madrid de excursión con los demás niños, se pone enferma, al parecer ya lo llevaba arrastrando hasta convertirse en una peligrosísima peritonitis. Le da una hemorragia en la operación y su vida, en segundos, se tambalea entre la vida y la muerte. Cuando voy a ver a esa niña Zoe,.....,- llora incesantemente- veo que es idéntica a Judith, clavadita a Judith Zoe,...... Es cuando le cuento mi historia a la enfermera que, perpleja, manda a hacer una prueba de paternidad.
-¿Y?- Zoe preguntó inquietada, quería saber la respuesta de esa prueba inmediatamente.
- ¡Salió positiva Zoe! ¡Es mi hija! Mi adorada y amada Paloma.- Sebas, tranquilo ya por haber pasado el calvario de tener que contar todo, estalló a llorar y se abrazó a Zoe.

Zoe no podía creer lo que le estaba contando Sebas, parecía sacado de un guión de cine. No entendía cómo había hecho esa mujer para ocultar a la pequeña tanto tiempo, cómo había podido abandonarla en un orfanato, cómo que la policía no diera con ella, cómo podía ser que no hubiera pistas del paradero de Judith,......

-Sebas,...., ¿tu hija está bien ahora?
- Sí, está estupenda. ¡Si hubieses visto la reacción que tuvo cuando la enfermera le contó todo! Yo no sabía cómo hacerlo y la enfermera me echó un cable. Le dijo que su papá y ella se habían perdido en el mundo una vez y que Dios hizo que ahora nos juntáramos, que habían examinado nuestra sangre y que yo era su papá. Ella me miró con una alegría inmensa en sus ojos y se me tiró a los brazos diciéndome <>.

Zoe no daba crédito a sus oídos. En el mundo pasan cosas espeluznantes, pero,..., ¡tantas otras maravillosas!

- Pero,..., ¿qué habrá pasado con tu mujer?
- No lo sé. Según me informó después la policía, pues en el hospital llamaron a la policía y a la de Madrid le remitieron información desde Barcelona, en los archivos del orfanato de Paloma la niña entró llamándose Noelia, y, al parecer, la había abandonado allí una ciudadana aparentemente francesa, pero por la descripción que me dieron no creo que fuera mi mujer. Judith estaba extremadamente delgada y según tenían en los archivos aquella mujer era gordita.
-¡Qué raro! Lo único que se me ocurre es que tu mujer le haya dejado a la niña a alguna amiga suya y ella se haya dado a la fuga.
- Tal vez esté muerta. De hecho creo que es lo más probable, no creo que haya superado nunca su drogadicción. La imagino muriendo tirada en un barrio marginal, en el suelo mojado, entre drogadictos, debajo de un puente o, ¡vete tú a saber!

Sebas no paraba de llorar. Zoe comenzó a cambiar el rumbo de sus sentimientos al ilusionarle con que ¡al fin su hija estaba con él!

-Sebas, olvida todo lo que has sufrido hasta aquí. ¿Sabes la tremenda casualidad y suerte que has vivido encontrando a tu hija, de la manera en que lo has hecho?
- Sí, lo sé. Ha sido un milagro de Dios. Ahora más que nunca creeré en Dios Zoe, ahora más que nunca. Mañana mismo le dan el alta a Paloma y antes de llevármela a casa he de pasar por la policía y los juzgados con mi DNI, los informes y pruebas médicas y el libro de familia para , al parecer, cumplir con un trámite burocrático antes de llevarme a mi hija a casa.
- ¿Tú tenías en tu poder el libro de familia?
- Sí, afortunadamente sí.
- ¡Caramba Sebas! ¿Y cómo es que nunca me contaste nada?
- Es que,...., no quería hablar de ello. Tan sólo lo sabe mi familia.

De pronto Zoe entendió el porqué de que Sebas pareciera tan misterioso. Guardaba en su alma un sufrimiento enorme. Un pasado bello enturbiado por la debilidad del ser humano, la de él por enamorarse de una persona inadecuada, la de su mujer por caer en el submundo de la droga y anularse completamente como persona hasta el punto de parir una hija y ser capaz de cambiársela a la muerte por seguir drogándose. Pero,...., hasta el momento en que Judith cayó en la espiral de la droga Zoe pudo hacerse una idea de cuán gratificante para una persona debía ser estar con alguien del que se estaba profundamente enamorado, aunque luego ese amor se convirtiera en platónico o utópico.

-Sebas, termina tu plato. ¿No está bueno el pollo?
- Sí, está exquisito, es solo que no tengo apetito. He vivido demasiadas emociones fuertes, Zoe,..., eso llena el corazón, la mente y el estómago de cualquiera.
- ¿Quieres que pida otra cosa?
- No, no. Más bien pidamos ya la cuenta, me gustaría irme a casa ya Zoe, estoy cansadísimo. Y mañana me espera un día muy especial. He de prepararle a Paloma una habitación en mi piso, menos mal que tiene dos habitaciones, una ni la uso. ¡Ay! Por cierto, tengo que pedir en la empresa dos días más para arreglar todo, ¿crees que Rebeca me pondrá algún impedimento?
- Ah, que no lo sabes. Han echado a Rebeca. Mañana se incorporará un nuevo jefe.
- ¡Mierda!
- ¿Y eso?
- No sé cómo será, ya sabes lo que dicen: Más vale malo conocido que bueno por conocer.
- No creo que sea peor que la arpía de Rebeca.
- ¿Crees que tendré problemas con tantas ausencias en el trabajo?
- Si las justificas no tienes por qué, lo que sí te aconsejo es que hagas horas extras pasado todo esto.
- Claro.
- Oye,..., ¿y tienes ropa de niña, sábanas,....? En fin,..., todo lo que pueda necesitar una niña de ocho años.

Sebas se quedó pensativo, recordando.

- ¿Sabes que he guardado todas sus cosas todos estos años? Sus peluches, sus ropitas, sus sabanitas,¡hasta sus biberones y chupetes!
- Pero,...., no creo que te sirva de mucho ahora.
- No, claro,....- Sebas rió-, gracias a Dios mi hija está otra vez conmigo, eso es lo importante. Pero,..., es una sensación tan extraña haberme perdido sus primeros ocho años de vida. ¡No te lo puedes ni imaginar!
- Sebas, no te ofendas pero,...., ¿no deberías ir a un psicólogo? Y sería conveniente que la niña también, ¿no?
- Sí, creo que será lo mejor. Es difícil de encajar todo esto, aunque sea una alegría, pero,..., para ella yo no dejaré de ser hoy por hoy un completo extraño.
- Bueno,...., la sangre llama a la sangre. Prueba de ello es la corazonada que tú tuviste y te condujo al hospital donde estaba tu hija para donarle a ella misma tu sangre.
- Sí (Sebas meditó largo tiempo). Zoe, ¿nos vamos?

Zoe pagó y cogieron dos taxis separados. Cada uno se dirigía, satisfecho, a sus hogares. Sebas aún estaba extasiado de tanta felicidad y conmoción. No dejaba de planear el día posterior, lo primero que tenía que hacer era llamar a la empresa, seguidamente pasar por el tribunal de menores y por el hotel donde se alojaban los niños del orfanato para recoger las pertenencias de Noelia, su Paloma, para al fin, pasar por el hospital y recoger a su pequeña.

A Zoe también le esperaba un día posterior prometedor, debía encontrarle a Diego una habitación para vivir en condiciones durante un tiempo. Nada más llegar a su buhardilla descolgó el teléfono y marcó el número de la casa de sus padres.

- ¿Mamá?
- ¡Zoee, hija! ¿Cómo estás mi vida?
- ¡Uf!- resopló agotada- Bien, hoy ha sido un día largo, pero,...., estoy bien. Mamá, te quería comentar algo. Verás, Diego, el hijo de Julián, está buscando alojamiento en Madrid, es sólo temporalmente....
- Sí, lo sé, ya me lo contó su madre. A razón de ello te quería yo hablar. Zoe, hija, Diego es de confianza y su familia se ha portado siempre muy bien con nosotros, nos han hecho un sinfín de favores. ¿Por qué no lo alojas en tu ratonera, aunque sea durmiendo en el sofá? A él le dará igual, no le vayas a cobrar nada, porque si no, no tiene gracia. Andan mal económicamente y su madre está muy preocupada por Diego.
- Mira, eso era justo de lo que te tenía que hablar, y, yo también había pensado hacerle ese favor. Parece buen chico, ¿no creo que pase nada, no?
- ¿Nada como qué, hija?
- No sé, es un hombre, quién sabe.
- ¡Ay, no, hija! Es un buen chico, estoy segura de que puedes confiar en él.
- Lo sé. Bueno, entonces, si das tu visto bueno a que sea mi invitado hasta que encuentre un trabajo, no se hable más, ahora mismo voy a llamarlo para comunicárselo.

Tan pronto como Zoe colgó a su madre, llamó a Diego. Al contárselo éste no cabía en sí de regocijo. Él se había comprometido a hacer la compra, con sus ahorros, pero Zoe no iba a permitir eso.

- Entonces, mañana mismo parto rumbo a Madrid Zoe. Hace tiempo que tenía todo preparado. Sólo esperaba tu llamada confirmándome el alojamiento. Zoe, de verdad que nunca podré agradecerte este gran favor. Gracias, de corazón. Cuando sea un famoso dentista te devolveré el favor con consultas gratuitas siempre que quieras, lucirás la dentadura más blanca de Madrid, te lo aseguro.

Juntos rieron. Zoe se moría de sueño. Además del culebrón de Sebas y su hija, mañana le esperaría otro día emocionante. Conocerían al nuevo jefe en la oficina y Diego vendría a Madrid, llegaría por la noche, pero él tendría que coger un taxi hasta la vivienda de Zoe pues ella del trabajo iría a hacer una pequeña compra para poder hacer una cena en condiciones a su anfitrión. Zoe, al fin, tendría compañía humana en su acogedora buhardilla. ¡Uy! había olvidado mentar ese detalle a Diego, en fin, ya lo descubriría él mismo.

Sebas, impaciente, repasaba mentalmente cada una de las frases que le dijo Zoe mientras él le contaba su drama con final feliz. Mañana, al fin, podría volver a ser el padre que fue un día para Paloma, ya nunca más la dejaría sola, nunca más. Le daba terror pensar que Judith pudiera volver a aparecer y se la arrebatara nuevamente. Por su mente pasaba una y otra vez la pregunta de qué habría pasado con Judith. Sebas hacía semanas que no hablaba con sus padres, ni con su hermano del alma, el pequeño Jaume, el hermano que le consolaba cada vez que la depresión asomaba las narices por la vida de Sebas. Lo venía a ver desde donde estuviera y se lo llevaba a ver tiendas y comer helado, fuera la estación que fuera, porque sabía cuánto adoraba Sebas comer mantecados, especialmente mantecados, no cualquier otro helado. Sebas y Jaume eran como uña y carne. Cuando la niña fue secuestrada el tío Jaume sufrió tanto como Sebas, él amaba tanto a su sobrina hasta el punto de rozar también la locura cuando Sebas anunció que la policía había archivado el caso. Ahora debía contarles el milagro, ¡no se lo creerían! Especialmente su madre, quien siempre le echó la culpa a Sebas del mal que pudiera vivir o estar viviendo la pequeña Paloma, por haberse casado con la detestable Judith, un despojo humano carente de dignidad alguna.

Sentados frente a ella, en el sofá biplaza Teresa no sabía cómo empezar a hablarles.

- Hijos, tengo que darles una noticia.
- ¿Estás embarazada?
- No, bruto cállate. Lo diré de una sola vez: Me quiero divorciar de vuestro padre.

Los hijos se miraron, sorprendentemente para Teresa, sin expresión destacable en su rostro.

- Ya lo veíamos venir. ¿Qué crees que no te han visto con tu amante el peruanito?

Teresa enmudeció.

- Vuestro padre hace años que tiene una amante, yo he estado aguantando por vosotros, pero,..., ya sois dos hombrecitos.
- Mamá, no tienes que aguantar nada. Una persona es libre cuando es capaz de hacer en cada momento lo que cree que está bien hacer, así que,...., eres libre Mamá.- Julio, su hijo más pequeño, era el más maduro. Ella lo miró orgullosa.
- Mañana mismo hablaré con vuestro padre, he querido comunicárselo primero a vosotros porque hay algo que me preocupa sobremanera.
- ¿Qué Mami?- inquirió Raúl, el mayor.
- ¿Con quién os quedaríais a vivir?

Los hermanos, que a penas se llevaban un año y medio se miraron perplejos.

- Es difícil decidir eso. Papá ¿se quedaría a vivir en Madrid?
- Supongo que sí. Su trabajo está aquí y su amante también.
- Mami, yo me quiero quedar contigo. Papá no me hace ni mísero caso.
- ¿Y tú?- Teresa se dirigió a su hijo mayor.
- No lo sé Mamá, ya se verá. Primero habla tú con nuestro padre.
-¡Mañana, cuando llegue de trabajar lo sentaré en la mesa de la cocina, aunque sea obligatoriamente, para que me escuche por una vez en la vida!

Los hermanos se levantaron, el pequeño cabizbajo, el mayor intrépido por seguir jugando al baloncesto en el patio trasero. ¡Sólo pensaba en meter canastas y en salir con sus amigos!

El mes de mayo llegaba a su fin y Ágatha se fue a dormir ilusionada con los movimientos incesantes de Bienvenido. Su madre, Uma, detestaba ese nombre, y,.., en plan de mofa lo llamaba Willkommen, Bienvenido en alemán, porque decía que le sonaba mejor en alemán que en español. Cuando Ágatha colgó el teléfono pudo imaginarse a su madre desternillándose de la risa ante la noticia del nombre que llevaría su primer y tal vez único nieto, ¡un nombre de felpudo!, le había dicho ella entre risas
a las que Ágatha contestó con un rotundo: ¡Es mi decisión!


Por otro lado, la lánguida y sufrida Blanca no hacía otra cosa que tratar de evitar los ataques coléricos de su marido. Últimamente estaba convencida de cuánta lo odiaba. Él no hacía más que gruñir en cuanto volvía del trabajo, se duchaba, se acostaba en el sofá y no paraba de quejarse de lo duro que era su trabajo. La obligaba a hacerle masajes en los pies y la trataba como si ella le debiera algo. Sus hijas, estupefactas, observaban con horror al padre machista que le amargaba la existencia a su madre e, indirectamente, a ellas.

Cada noche y cada mañana Blanca comenzó a maquinar la idea de ir a un abogado y tramitar el divorcio y la custodia de las niñas. Todo para ella sería más fácil, pensaba, si lo denunciaba por los malostratos que le había infringido, pues,..., si bien hasta la fecha nunca le dio una paliza, sí que había estado a punto de abofetearla en un sinfín de ocasiones y lo que eran innegables eran los malos tratos psicológicos.

- Buenos días Fátima, buenos días Lucía ¿cómo amanecieron mis princesas hoy?- Blanca decía esto a la vez que abría las cortinas de la gran ventana de la habitación de las niñas. Una habitación con dos camas literas, dos escritorios infantiles con sus respectivas sillitas, un gran armario empotrado y un montón de juguetes infantiles. La había decorado Fátima, quien había elegido el color de las paredes y sus muebles cuando la pequeña Lucía aún no sabía hablar ni podía elegir. Las dos hermanas se llevaban muy bien, era rara la vez en que peleaban. Fátima hacía las veces de madre para Lucía y eso enorgullecía a Blanca.
- ¡Buenos días, Mami!- Fátima corrió a abrazar a su madre.- Hoy tengo examen de matemáticas, Mami.
- ¿Ah sí? ¿Y te estudiaste la lección? ¡No me habías dicho nada!
- Lo sé, pero es que ayer estaba muy ocupada estudiando y me olvidé.
- Bueno, pero lo importante es que te lo hayas estudiado todo bien tú solita. ¿Te lo sabes todo?
- Sí, es de sumas, hice toda la tarea que nos mandó la profesora para que practicáramos y lo corregí yo solita con la hoja de soluciones que nos dio y lo tenía todo bien.
- ¡Bravo, mi niña! Entonces sacarás un diez hoy, ¿verdad?
- ¡Sí!- exclamó ilusionada la pequeña.

Blanca les preparó alegre el desayuno. Su marido hacía rato que se había marchado. Ella, como siempre, debía ir a la velocidad de la luz en cuanto pasara el autobús que recogía a las niñas. Vestir a Lucía, últimamente sobre todo, era lo que más tiempo le quitaba, afortunadamente Fátima le ayudaba preparando las tostadas mientras ella peleaba con la menuda para enfundarle la ropa. A menudo corría tras ella por toda la casa para ponerle la camisa o el jersey, ¡era todo un espectáculo verlas! Lucía era muy revoltosa, era una niña hiperactiva y muy nerviosa e inteligente.

Ese día en la oficina se presentaba con novedades. Blanca, mientras cogía un taxi se acordaba de los tiempos en que su marido holgazaneaba en casa sin trabajar y ella podía ir en su propio coche al trabajo, eso era lo único bueno de que él estuviera en casa todo el día sin hacer nada más que ensuciar todo lo que Blanca con tanto esfuerzo limpiaba, a duras penas, por las noches, antes de irse exhausta a la cama. El taxista era un chico joven que no dudó en sacarle conversación a la de por sí introvertida e inhibida Blanca, así llegó relajada al trabajo.

-¡Hola Teresa! ¿Cómo estás?
- Hola Blanca, ¡hombre, menos mal que te vemos sonreír!
- Sí, hoy he tenido un agradable desayuno con mis hijas, a toda mecha, como siempre, pero muy agradable.
-¿A que lo adivino? Tu marido no estaba cerca.- Dijo Ágatha desde su mesa.
- No. Oye,..., cambiando de tema. ¿Ya ha llegado?
- ¿Quién, el esperadísimo?
- Sí, el nuevo jefe.
- No, estamos todas esperando como locas. ¿Sabes? Sebastian lleva varios días sin aparecer. Hoy le preguntaré a Zoe, en el desayuno, si sabe algo.

A Zoe se le hacía raro no tener a Sebas enfrente. Confiaba en que todo le saliera bien y que pudiera presentarle pronto a su hija. ¡Tenía tantas ganas de contar tan fascinante historia a todo el mundo! Pero no,...,Zoe era fiel y comedida. Por su mente se entrecruzaban varios pensamientos que la desconcentraban de su trabajo: La llegada de Diego esta noche, la confesión tan íntima de Sebas que le llevaba a imaginárselo como padre de esa niña afortunada y la llegada del nuevo jefe. Un mar de novedades que la inquietaban.

- ¡Buenos días!- un tono de voz vigoroso y de mando atravesó las puertas del ascensor. Un hombre de unos cuarenta y tantos, con canas y entradas, delgado y muy bien vestido atravesó la puerta con una caja en una mano y unas carpetas en la otra, miró a su alrededor observando meticulosamente las caras de todas hasta que finalmente pidió a Blanca que le condujera a su despacho. Blanca, tímida y cabizbaja se puso delante de él y se apresuró a cumplir su orden.
Una vez allí soltó sus cargas encima de la mesa y volvió a salir, sonriendo diplomáticamente a Blanca, quien en un ademán de irse se vio obligada a detenerse por una señal que le hiciera éste con las manos.

- Espere señorita. ¿Señorita o señora?-inquirió con expresión de don Juan.
- Señora.
- Muy bien,...,pues señora, espere que voy a salir para presentarme. ¿Usted se llama?
- Blanca.
- Muy bien. Yo me llamo Alejandro y soy vuestro nuevo jefe.- Extendió la mano y dio un suave pero vigoroso apretón y sacudida a la mano derecha de Blanca.
- Encantada. Espero que sea bienvenido.

Ágatha, que se encontraba en el baño justo cuando el nuevo jefe había hecho aparición fugaz desde el ascensor a su despacho y que no pudo ver su aspecto, escuchaba atentamente con la cabeza ladeada y miraba expectante a Teresa.

-¡Ay! ¿Escuchaste? Se llama Bienvenido, como mi hijo.
- ¡Que no tonta! Era la voz de Blanca, dándole la bienvenida. ¡Pss, cállate!
- ¡Ah!- exclamó decepcionada.
- A ver si sale ya, no me dio tiempo de verlo, estaba en el baño, a lo mejor está bueno y todo, ¿te imaginas, tener al típico jefe jamón?
- Sí, ya.-Teresa miró a Ágatha con sorna haciendo un ademán con la boca, apretando las comisuras de los labios y torciéndola ligeramente hacia un lado, como cuando alguien dice una utopía-.Lo que pude ver es que tenía expresión hierática en su rostro, como una momia.
- ¡Vaya, pues si está bueno será la Momia de Tutanjamón!- Se echaron a reír estrepitosamente.
- Mira, ya sale......-Y adoptaron la típica compostura de las alumnas buenas, con la espalda recta, las sillas pegadas a la mesa y tecleando no sé qué en el ordenador.
- Buenos días a todos, bueno, a todas. Soy el nuevo jefe de personal y de departamento. Espero que formemos un buen equipo, ¿eh? Me llamo Alejandro Suárez Núñez y me uno a esta empresa con mucha ilusión y ganas de trabajar, para cualquier cosa que necesiten estaré aquí.-Hizo el mismo gesto que hacen los grandes presentadores cuando se retiran del escenario, reclinando la cabeza como saludando y se retiró a su oficina, no sin antes picarle el ojo a la atónita Blanca.

El día pasó entre comentarios y risas de las empleadas. Zoe, Teresa, Ágatha y Blanca durante el desayuno no dejaron de valorar la actuación del tal Alejandro. Todas coincidían en una cosa: Parecía un tipo arrogante y un tanto despreciable con las mujeres, se evidenciaba en la manera pervertida en que las miraba a todas, pasando su vista por ciertas partes antes de fijarla en los ojos. Blanca había confesado sentir estupor cuando antes de meterse en la oficina la miró de abajo a arriba lentamente y acto seguido le picó el ojo.

La noche llegó y Zoe se precipitó en ir a hacer la compra antes de que llegara Diego. Estaban a finales de mayo, pero curiosamente esa noche hacía un poco de frío, algo parecido al del gélido mes de enero. Mientras compraba pasó por la zona de comida para bebés y no pudo evitar pensar en Ágatha, ella también se moría de ganas de que naciera su bebé, esperaba que aconteciera un fin de semana, para poder estar con ella, ojalá la dejara entrar con ella a la sala de partos, suponía que ella se lo habría pedido ya a su madre o bien a Teresa, pero,...., Zoe sentía una curiosidad científica por ver nacer en directo a un bebé. Especialmente después de ver un famoso documental de National Geografic había decidido que debía asistir en directo a un parto. Pero, claro está, que ella no fuera la parturienta. Algo tenía extremadamente claro, ella no quería parir, la sola idea le daba naúseas. Si algún día encontraba a alguien con quien casarse que quisiera tener hijos, los adoptaría porque ella no quería sufrir todo lo que sufrían las mujeres estando embarazadas ni pariendo, por muy bello que dijeran que era la experiencia de traer a tus propios hijos al mundo. Entre pensamientos, fantasías y cavilaciones Zoe se sorprendió en la caja del súper, había actuado mecánicamente mientras se dejaba llevar por sus elucubraciones. Conocía tan bien ese supermercado que no tenía ni que pensar dónde estaba cada cosa, sus pies la llevaban directamente. Era como cuando conocías tan bien el camino de vuelta a casa y te distraías pensando un sinfín de cosas hasta que, de repente, te sorprendías enfrente del portal de tu edificio y no dejaba de sorprenderte lo rápido que habías llegado (¡Ay! ¿Ya estoy aquí?)

Al salir, otro taxi llevó a Zoe a su calle. Diego aún no daba señales. Ni tan siquiera la había llamado, lo cual supuestamente significaba que no se había bajado aún del autobús.
En cuanto Zoe empezó a colocar la compra y planificar el menú (todo de microondas, por supuesto) sonó su móvil.

- Hola,ya estoy aquí.
- ¡Ay hola! ¿Aquí dónde, en Madrid?
- Debajo de tu portal.
- ¡Ay! Sube, es el cuarto b, sexto timbre a la izquierda, espera que ya abro .

Zoe se puso nerviosa. Se miró en el largo espejo que tenía en la entrada. Se arregló la torerita vaquera que llevaba con un jersey fino debajo y unos pantalones vaqueros negros con unas converse de color fucsia a juego con su jersey y su boina francesa a la última moda. Corrió al baño a repasarse los labios con su barra de labios rojo intenso y se retiró el carmín sobrante besando un trozo de papel higiénico doblado.

-¿Por qué hago esto? Si él no es más que un amigo,....., a mí no me interesa......-Mientras se sermoneaba a sí misma sonó el timbre de la casa.

La gata se puso nerviosa. Eran raras las ocasiones en las que sonaba el timbre, por eso se mostraba tan inquieta cuando sucedía.

-Tranquila Miran, tenemos visita, eso es todo.

Zoe corrió a abrir la puerta entusiasmada. Esperaba verse a un Diego algo desaliñado con su guitarra colgando y un par de maletas.

- Hola (pausa de no saber qué decir). ¿Cómo estás?

Diego no llevaba la guitarra (¡snif!)

- Hola Diego,¿qué tal? Pasa,¿no tienes muchas maletas, no?
- No, he viajado con lo básico.
-¿Y tu guitarra?
- ¡Ah! Mi madre no me dejó traerla- risas- me dijo que en los pisos de Madrid no toleran a los músicos y me advirtió que mejor la dejaba en casa para tocarla cuando estuviera nuevamente en el campo, entre los animales, que sí que escuchan música.

Zoe rió. Aunque se mostró un tanto decepcionada ante la ausencia del instrumento que tan bien tocaba Diego. Le invitó a conocer su buhardilla. Toda ella se podía ver íntegramente desde la puerta de entrada.

- ¿Vives aquí? ¿Esto es lo que dice tu madre que te ha costado 130000 euros?
- Sí,...., comprar vivienda en Madrid está complicadísimo.
- ¡Alucinante! ¿Cómo se supone que debemos vivir los jóvenes si no es de alquiler o a la gorra en casa de nuestros padres?
- Sí, te entiendo. Es muy triste. La Constitución española expone en su artículo 47 que todos los ciudadanos tienen derecho a una vivienda digna y adecuada y pone en manos de los poderes públicos la obligación de que se garantice este derecho constitucional pero,..., ya ves, como tantas otras cosas en los Estados democráticos no deja de ser papel mojado.
- Vaya, me sorprendes con lo del artículo de la constitución.
- Lo estudié hace tiempo, en el módulo que hice en su día.
- Pero, peor están los pobres de la calle ¿no? Ellos tienen que pelearse por las cajas de cartón y el puesto donde las ubicarán cada noche, casi en secreto, para dormirse a escondidas de la policía. Nosotros por lo menos somos de clase media y podemos ir escapando.
- Sí, es verdad. Aunque sea de vivir en casa de nuestros padres, ¿no?
- Claro, como yo he estado haciendo todo este tiempo. En fin Zoe,..., ¿qué sería la vida si no ofreciera dificultades? No sabríamos distinguir el bienestar del malestar.
- Sí,..., en una ocasión alguien me dijo una metáfora muy acertada, yo estaba derrumbada en el trabajo por un problema de mi ordenador (hizo una pausa para gesticular a Diego, bajando la barbilla, arqueando las cejas hacia arriba y frunciendo la boca en un gesto de vergüenza porque sus problemas cotidianos eran ésos), una compañera me dijo: <>.
- ¡Joder! ¡Qué bonito! Visto así da gusto tener problemas, es como si los problemas nos hicieran vivir mejor de algún modo, ¿no?
- Sí, nos enseñan a caminar por la vida y a argüir razones para obtener la fuerza necesaria e invertirla en resolverlos.
- Esa compañera tuya debe ser muy sabia, ¿no?

Zoe pensó en Teresa, a quien la unía una relación de amor-odio.

- Sí, es muy sabia. Aunque a veces,....,bueno,...,nada.
-¿A veces qué?
- Es un poco chismosilla y muchas veces perjudica mucho a la gente hablando cosas que cree ella pero que finalmente no son.
- Bueno, nadie es perfecto,¡mujer!
- Diego, te explico cada rincón, para que te sientas en casa. Bueno, antes que nada, ese bichito que está mirándote desde su cestita tan mona, es Miran mi gata.
- Es muy bonita.
- Sí. Mira,..., la cocina es esa barra americana con lavadora, microondas, mini-nevera y mini-horno incorporado. En ese mueble de puertas de cristal guardo toda la cubertería y vajilla, todo está a la vista, como puedes comprobar. Me gusta tener todo ordenado, por eso he optado por ser minimalista en la decoración.
- Veo que te gusta mucho el estilo Zen.
- ¿Por qué lo dices, por la decoración?
- Sí, y por como tienes dispuesto todo.
- Ah, bueno sí....La verdad es que llamé a un decorador zen cuando decidí comprar los muebles y todos los abalorios de ornamento.
- ¡Lo sabía! Me encanta este rincón de la tele (Diego aún estaba en la entrada, justo detrás de él estaba la puerta), ese sofá enfrente de la tele de pantalla extraplana gigante y la chimenea al lado sin más adornos, ¡es precioso!
- Me alegro de que te guste porque ahí vas a dormir tú. Detrás del biombo gigante está mi cama y ahí dormiré yo. Tu ropa la pondremos en ese armario de dos puertas que ves al lado del biombo, he sacado parte de mi ropa y la he guardado en maletas hasta que mañana compre uno de esos armarios pleglables para ponerlo junto al sofá y que guardes ahí tus cosas.
- ¿Y no hay baño?
- Claro hombre, la única puerta que hay a parte de la de entrada conduce al baño, muy pequeñito, mira, ven....

Diego la siguió y se sorprendió de ver cómo se podía construir un baño en tan poco espacio. Con un mini-plato de ducha muy moderno que tenía incluida radio y distintos chorros con diferentes intensidades para dar masajes, un retrete, un lavamanos que salía de la pared, sin pilar que lo sostuviera y con grifería de última generación, con dos grifos dirigibles, uno de agua caliente y otro de agua fría y .......¡sin bidé!

-¡Vaya, veo que no tienes bidé!
- No,...,- Zoe se ruborizó un poco- ,..., ya si eso te metes en la ducha y ya,...,bueno, te lavas ahí.
- No pasa nada. Los ingleses tampoco usan bidés, la mayoría no los tiene en casa, ellos se asean también en la ducha y listo, ahorran espacio y dinero.
- Claro,..., bueno, a mí porque no me quedó más remedio, a no ser que lo haya puesto al lado de la tele, pero,..., como que no es de muy buen gusto estar viendo la tele y tu invitado lavándose sus intimidades al lado,¿no?

A Diego le vino un ataque de risa imaginándose tumbado en el sofá viendo la tele y al fondo Zoe, en cuclillas, en esa postura tan vulgar que ponemos al sentarnos en los bidés para asearnos nuestras intimidades.

- Diego, he cocinado algo porque supuse que vendrías hambriento, al menos a mí me pasa con el viaje en autobús desde Salamanca.
- Sí, un poco de hambre sí que tengo.
- Pues vayamos a la cocina.
- ¿Y dónde comemos, en el sofá?
- No, espera. - Zoe desplegó de la pared de la cocina una mesita pequeña, abrió el armario de la vajilla y de la parte baja del mismo sacó dos sillas pleglables, hiperfinitas y blancas, como la mini-mesa.
- ¡Esta casa tuya no deja de sorprenderme!

Se sentaron y Zoe sirvió la comida. De primero un puré de verduras de tetrabrik calentado al microondas, de segundo un pollo al estilo hindú con papas cuadradas, todo ya elaborado y listo para el microondas y de postre unas natillas de chocolate. Mientras comían Zoe guardaba silencio, pensaba que era la primera vez que alguien se sentaba con ella a comer,¡nunca había invitado a las chicas! Realmente Zoe sólo se relacionaba con sus compañeras de trabajo, pero nunca quedaron en casa de ninguna de ellas pues aunque Ágatha siempre organizaba fiestas en su piso de alquiler, nunca asistió a ninguna.

- Tú eres como el Juan Palomo ese de la tele, ¿no?
- Claro,...., creo que no soy la única joven que practica "el palomismo".
- Bueno,..., es comida al fin y al cabo, la casera y la elaborada ya,...,"pa lo mismo" son ¿no? Para comer.

Rieron juntos. Acto seguido Diego acomodó su ropa en la parte del armario que Zoe tan amablemente había vaciado para él y luego se sentó en el sofá, junto a Zoe pero en el otro extremo del sofá donde se había postrado la diva, y vieron un episodio de la serie favorita de Zoe que, curiosamente, también lo era de Diego. Al término de la misma Zoe, bostezando, se fue al baño y salió en pijama de invierno cubierta con un albornoz. Diego le dio las buenas noches y apagó la tele, al rato fue también al baño. Ya Zoe dormía tras el gran biombo, en su gran cama de matrimonio en forma de corazón, a sus pies descansaba también Miran, quien había tenido dificultades para conciliar el sueño por no querer perderse cada movimiento del que ella consideraba intruso.

Mientras Zoe se regocijaba de tener, al fin, un hombre en casa, aunque sólo fuera un amigo al que debía tratar como a un hermano, Ágatha escribía en su diario dedicado a su pequeño Bienvenido, al que desde que se enteró de su embarazo, le escribía cada noche, como si de un hijo que estuviera haciendo carrera en el extranjero se tratara.

<< Mi querido hijo:

¡Hola! ¿Qué tal te ha ido hoy por ahí dentro? No dejo de preguntarme cómo será estar por ahí, ¿hay luz? Supongo que escucharás todos los chismes de la oficina y hasta los chistes de Teresa, inapropiados para ti. Yo me muero porque estés ya entre mis brazos. ¡No tienes ni idea de cuánto he cambiado para ser una buena madre para ti! Algún día, cuando ya seas un hombrecito, me sentaré a tu lado y te lo contaré todo, ¡espero que no salgas corriendo!

Hoy, mientras escuchaba música en el taxi que me llevaba al trabajo te moviste mucho. Intuyo que vas a ser un juerguista como yo, tal vez ésa sea la herencia andaluza que te toque llevar como cruz, pues a veces da problemas ser tan,...., ¿cómo lo diría? ¿despreocupado? Pero,..., al mismo tiempo, te imagino con la expresión seria de tu abuela Uma, como buen germano, la otra mitad de tu genética. Bueno,..., ésa y otra mitad que desconozco y que forma parte de esa conversación pendiente que hemos de tener cuando hayas pasado la adolescencia.

Hoy en día es muy difícil ser madre soltera. Imagino que en la España de hace veinte años tampoco era nada fácil, mucho más traumático que ahora seguro que sí sería pues esas mujeres eran tachadas de prostitutas para arriba. ¡Hay que fastidiarse! Mientras eso pasaba "los hombres a la fuga" seguían gozando de todo su prestigio y reputación. Pero esas valientes mujeres, ¡ay, pobre de ellas!

Yo soy medio vikinga, medio árabe mezclada con la raza íbera que es como nació la población andaluza, así que imagínate la fuerza de carácter que tengo en mí, pues eso se duplica en ti, genéticamente eres mejor que yo, seguro.

¿Cómo serás? Guapo, como yo, seguramente. Jeje, bueno pequeñín, hasta otra ocasión,..., me voy a dormir que estoy cansada y eso no nos conviene>>.

Teresa se preparaba para decirle a su marido sus planes de futuro. Había servido una cena exquisita y su marido la miraba de soslayo, intuyendo que una tormenta iba a caer.

-Mami, ¿quieres que nos vayamos a nuestra habitación?

Teresa miró con furia a su hijo mayor, obviamente se notó que sus hijos ya estaban al tanto de todo.

- Sí, mejor.- Dijo irascible.
- ¿Qué está pasando aquí?
- Espera a que se vayan a su cuarto y ahora hablamos.

De sopetón Teresa, una vez se marcharon sus hijos, le soltó lo insatisfecha que vivía a su lado, que tenía un amante desde hacía tiempo (ella) y que sabía lo suyo con su secretaria desde hacía más tiempo. El marido quedó derrumbado en la silla, impasible, inamovible, como si su cuerpo fuera de piedra y su corazón de hielo, no se inmutó.

- En ese caso,...., tenemos que buscar un abogado.
- Espero que seamos lo suficiente sensatos como para llevar esto como dos personas cívicas, solo por nuestros hijos.
- ¡Ellos se quedan conmigo!
- Eso lo decidirán ellos mismos.
- Claro, ahora les comerás el coco para hacer que yo sea el culpable.
- ¡Empezaste tú con tus traiciones!
- Hubiese preferido que me hubieras dejado desde que te enteraste de mi infidelidad.
- Querrás decir de tu relación, una cosa es una cana al aire y otra una relación secundaria como la que tú tenías. Bueno, tienes.
- Mira Teresa, no hay más que hablar, mañana me iré de aquí y si mis hijos quieren venirse conmigo te juro que no nos vuelves a ver en la vida.

A Teresa se le encogió el corazón ante la posibilidad de que ese terrible monstruo que había tenido por marido durante tantos años pudiera arrebatarle a sus hijos.

- ¡No te vas a salir con la tuya desgraciado, si supieras cuánto te odio!
- Jajajaja, - el marido rió cínicamente- ¿y tú eras la que hablaba de llevar el asunto cívicamente?

Teresa cogió su bolso y se puso la chaqueta. Miró a su marido con desdén y comenzó a subir las escaleras para dirigirse a la habitación de sus hijos y decirles que iba a salir.

-¿A dónde vas? No hemos terminado de hablar- le gritó desde el cuarto de estar.
- Déjame en paz, como tú dices ya no hay nada más que decir.

Sebas no cabía en sí de gozo por tener a su hija consigo. La pequeña se mostraba muy entusiasmada con su habitación y cuantas cosas le había comprado su recién estrenado padre. Una cama de princesas y todo un conjunto dormitorio en color rosa con adornos de la famosa muñeca de cuerpo escultural y melena larga oxigenada,¡sí, esa misma! Tenía un escritorio precioso que fascinó a la pequeña Noelia. Sebas no paraba de llamarla Paloma, pero la niña le dijo que se llamaba Noelia así que, al comprender que la niña ya se sentía identificada con ese nombre, dejó de llamarla Paloma, aunque hacía verdaderos esfuerzos cada vez que la llamaba para no decir el nombre que con tanto amor le había puesto él mismo.

Sebas no dejaba de preguntarse qué había sido de Judith. Quizo compartir su ilusión con quien se estaba convirtiendo en su mejor amiga, pero ya era demasiado tarde, pensó que lo que debía hacer era acostar ya a la niña y ser un buen padre, esperaría a mañana para hablar con Zoe en la oficina.

- ¡Hola Zoe! Esperaba ansioso la ocasión de verte para hablar contigo.
-¿Qué tal te fue? ¿Ya tienes a tu hija en casa contigo?
- Sí, le he comprado un dormitorio precioso. ¿Quieres venir esta noche? Te invito a cenar, así conoces a Pa...., ¡uy! a Noelia.

Zoe se quedó pensativa.

-Verás Sebas, es que,..., tengo un invitado y hoy es el segundo día,...., no sé si,...., creo que no estaría bien que ya lo deje solo.
- ¿Solo?
- Sí,..., ¿recuerdas el músico del que te hablé, amigo de la familia de toda la vida?
-¡Ah, vaya! ¿Lo has alojado en tu casa?
- Sí, es sólo temporalmente, hasta que encuentre trabajo en lo suyo por Madrid.
- ¿En la música? ¿Dónde lo va a buscar, en el suburbano? - dijo burlón Sebas.
- No, no piensa ganarse la vida con la música, él es dentista.
- Ah, ya....Pues nada, cuando tengas un día libre si quieres vente a cenar a mi casa, sólo tenlo en cuenta, ¿vale?
- Vale- Zoe apreció el malestar de Sebas y por momentos pensó en dejar plantado a Diego para ir con Sebas a cenar esa noche, pero tras meditarlo decidió que no, que no actuaría bien si hacía eso, ¡ya tendría otra oportunidad de cenar con el guaperas!

Mientras Sebas volvía a su mesa salió Alejandro de su oficina. Y se dirigió a la mesa de La Cleopatra ,a la que no había visto Sebas hasta ese momento. Miró a Zoe y le dijo:

-Oye, ¿y éste quién es? Y,....., ¿la egipcia está trabajando ya aquí?
- Sebas en el desayuno hablamos, hay novedades en la oficina.
-Muy bien,...., bueno, voy a concentrarme que tengo mucho que hacer.
- Espera, una última pregunta,...., ¿con quién has dejado a la niña?
- Con una canguro, mañana tengo la mañana libre para irla a matricular a un colegio cercano a donde yo vivo.
- ¡Qué bien!
- Es un colegio privado, estuve viendo en internet sus instalaciones y me gustó mucho. Es bilingüe, hispano-inglés.
- Ha de ser caro.
- Bueno, pero es una inversión. ¡Mi hija merece lo mejor después de lo que ha tenido!
- Sí,...,perdona, no pretendía incordiar con mis comentarios.
- No, disculpa tú, estoy un poco susceptible con tanto estrés como he vivido.
- En el desayuno conversamos,¿sí?

Sebas le picó cómplice el ojo y Zoe se sintió muy feliz.

Acababa el mes de julio, Blanca estaba empezando a experimentar un cambio en su pensamiento. Era como si la ventana que diera al jardín más bello hubiera estado cerrada durante mucho tiempo y la hubiese acabado de abrir, entrando el sol en la habitación oscura y llena de suciedad acumulada durante tanto tiempo. Teresa había contribuido en parte a ello. Esa misma noche, cuando quedaban tres horas para que su odiadísimo marido llegara a casa, Blanca había hecho las maletas de las niñas y de ella, preparado a las niñas y alquilado el servicio de un taxi que las llevaría primero a la comisaría de policía más cercana donde denunciaría todas las vejaciones a las que fue sometida durante tanto tiempo, en segundo lugar Blanca iría a casa de su madre, donde se refugiaría hasta que todo pasara. Alejandro se había mostrado muy amable cuando Blanca pidió dos días libres por asuntos personales que resolver. Tal vez necesitara más, no lo sabía, aunque en el Instituto de la Mujer, donde había acudido sola, le dijeron que para asuntos de malostratos estaban ya funcionando los juicios rápidos, en tres días podía tener una orden de alejamiento y la custodia de sus hijas provisionalmente, por unas largas semanas, hasta que se dictara sentencia firme sobre ello.

Cuando Blanca llegó a la comisaría, le temblaban las piernas.

-Mami, ¿por qué estamos aquí?
- Después os contaré niñas, salid del coche y denme la mano, el taxista nos esperará aquí y luego iremos a visitar a los abuelos.

Las niñas se mostraron entusiasmadas, como cada vez que iban de visita a casa de los abuelos. La madre de su marido era viuda y tenía muy mal carácter y nada de paciencia con los niños, así que a las niñas no les hacía nada de gracia ir a verla, en cambio ir a la casa de los padres de Blanca les encantaba.

El último episodio de violencia había surgido hacía dos noches, Blanca ponía la mesa y su marido le tiró la sopa encima del vestido, decía que sabía a perro muerto. ¡Perro muerto! Ahora él sí que iba a ser un maldito perro muerto......Blanca no aguantará ni una más. Aguantaba por sus hijas, pero es precisamente por sus hijas que se va ahora.

El policía que la atendió le explicó todo el procedimiento y la tranquilizó mucho. Ella se fue con sus hijas a la casa de sus padres y él fue detenido en su lugar de trabajo. Pasó a disposición judicial y en menos de una semana se vio obligado a entrar en la cárcel, en principio solo por seis meses, pero Blanca sabía que el carácter de su marido haría que se metiera en peleas dentro de la cárcel y que su rabia culminaría en que esa pena se viera incrementada.

- ¡Hola! Me presento en la oficina tan tarde porque vengo a despedirme de vosotros.
- ¿Cómo es eso Blanca?
- Me marcho de España, tengo autorización judicial para sacar a mis hijas de España, mi marido no nos volverá a ver jamás. ¡Al fin voy a vivir y no a sobrevivir como he estado haciendo desde que mi marido comenzó a martirizarme!

Ágatha, quien ya se encontraba entrando en su noveno mes, estalló a llorar desconsolada. Blanca corrió a socorrerla y a tranquilizarla.

-Ágatha, por Dios, no llores, es lo mejor que me ha podido pasar, tengo trabajo en Nebraska, Estados Unidos, allí una agencia de empleo española que inserta a trabajadores en el extranjero me ha conseguido un trabajo. Es mi sueño hecho realidad, ¿sabes?, trabajar dando clases de español en un instituto, me bastará para mantener a mis niñas. Además, me dan facilidades para el alquiler de la vivienda ¿sabes?
-Sé que estarás bien y espero que por fin halles tu felicidad, pero es que no puedo evitar sentir melancolía por perder a tan buena compañera de trabajo y aún mejor amiga.

Blanca la miró, con sus ojos tiernos de color miel y la abrazó. En ese momento miró para el suelo inconscientemente y vio agua cayendo de las piernas de Ágatha, quien vestía con una falda a las rodillas.

-¡Ágatha! ¿ qué es eso?
- ¡Ay, Dios! ¿Qué me pasa?

Al levantarse Ágatha el agua cayó a borbotones, era como una cascada precipitándose al vacío.

- ¡Estás rompiendo aguas! Corre, vamos que te llevo al hospital.....Corre Ágatha,.....,vamos, vamos- Teresa se puso muy nerviosa, su experiencia le decía que le podía quedar mucho tiempo para que se pusiera de parto, pero ya estaba rompiendo aguas y eso siempre amedrentaba.

Ágatha tenía una cara de pánico espeluznante, la oficina entera se estremeció. Sebas corrió a socorrerla, trató de cargarla en brazos, pero los casi uno noventa de largo de Ágatha , unido a sus veinte kilos de más sobre su peso de sesenta y ocho kilos de antes nos daban a una Ágatha enorme de ochenta y ocho kilos. Entonces, tras su fracasado intento de levantarla, y ante el miedo de tirarla el suelo, con el peligro que eso podía comportar para su bebé, Sebas optó por guiarla cogiéndola de los hombros, hasta el ascensor. Todas se levantaron de sus puestos y Alejandro, al escuchar tanto revuelo salió de su habitación del pánico, al ver a Ágatha y toda el agua que le caía dejando charcos tras de sí,....., ¡se desmayó! Sofía se precipitó a socorrerle. En un momento la oficina se tornó un caos. Sebas y Teresa metieron a Ágatha a trompicones en el ascensor, ella gritaba que prefería bajar por las escaleras por si se averiaba el ascensor, pero Teresa le cerró la boca y la metió dentro con la ayuda de las demás. Blanca observó que bajo la mesa de Ágatha había un bolso grande entreabierto, por él se asomaba un biberón, lo abrió del todo y vio que era "la maleta del momento", ésa que nos enseñan las matronas en las clases de preparación al parto que siempre tenemos que tener a nuestro lado cuando ya nos encontramos pasando el séptimo mes, ¡por si acaso! Blanca bajó corriendo por las escaleras con la maleta, debía llegar al mismo tiempo que el ascensor para que Teresa se la llevara y así Ágatha lo tuviera todo dispuesto para la ocasión.

Zoe, mientras tanto, observaba estupefacta cuánta agua salía de Ágatha, le parecía increíble que tanta agua cupiera en su barriga, lo dijo en alto y Sofía, desde la puerta de la oficina de Alejandro y sujetando con su antebrazo derecho la cabeza de Alejandro, le contestó:

- Pues eso no es nada, ¡imagínate lo que le queda por salir! Es como si trataras de sacar un melón por un agujero del tamaño de una ciruela.¡Eso tiene que doler la leche!
- Bueno, hoy en día existe la epidural, ¿no?
- Esperemos que la pida y que no tenga problemas.¡Pobrecita, la cara de susto que llevaba!
- Y eso que no se perdió ni una sola clase de preparación al parto.
- ¡Baj! Creo que eso es una tontería, llegado el momento se te tiene que olvidar todo lo que puedas haber estudiado en esas clasesitas, al final todas tendremos que enfrentarnos al parto dejándonos llevar por el instinto y la naturaleza. No creo que sea una cuestión de cabeza, más bien es de instinto.
- Puede ser,...., no sé, yo prefiero no descubrirlo, visto lo visto.

Al reírse ambas Alejandro se incorporó. Estaba acostado en el suelo y se hacía el que aún estaba mareado, encantado de que una belleza como Sofía lo acogiera en su regazo y le abanicara en la cara con unos folios de esa manera tan afanosa.

Blanca llegó justo a tiempo con el ascensor, le dio el bolso a Teresa y Ágatha le sonrió agradeciéndole el detalle.

- Gracias Blanca, así voy más tranquila con mis propias cosas. La tenía preparada hacía tiempo pero me olvidé de que la tenía en mi mesa.
- No te preocupes, siempre pasa lo mismo. Yo la vi de casualidad y al ver el biberón supuse que era tu maletín de parto.
- Sí, gracias.- Ágatha besó a Blanca y ésta le dio un abrazo.
- Iros ya, Ágatha, te llamaré a tu móvil, yo me voy hoy, a las siete sale mi avión, pero,...., estaré llamándote continuamente para ver cómo va todo,....¡suerte, ya verás como todo sale bien!
- Venga, venga, que nos vamos a poner a llorar y Ágatha se va a poner de parto aquí mismo con tanta emoción, vamos, vamos,...- Teresa estaba muy nerviosa.

Sebas acompañó a Teresa para ir tranquilizando a Ágatha mientras ella conducía, pero la verdad es que estaba tan nervioso como ellas. Teresa temía que le pillara un atasco y que el pequeño Bienvenido decidiera venir al mundo en su destartalado coche.

- Bienvenido, hijo,espera a que lleguemos al hospital, ¿eh? Ágatha, ¿cómo te encuentras? ¿Tienes dolor?
- Un poco
- ¿Crees que son contracciones? - dijo Sebas.
- No lo sé,.....
- ¿Son dolores seguidos o te van y te vienen?
- Mmm..., no, seguidos,...., es una molestia continua a la altura de los riñones.
- No te preocupes, creo que aún no son las contracciones.

Teresa miró a Sebas desde el retrovisor interior.

- ¿Y tú cómo sabes eso?
- Mmm,...., bueno,...., es una larga historia, ya te lo contaré otro día, ¿sí?
- ¿Tú tienes hijos Sebas?- inquirió Teresa con mirada de detective.
- Sí, una preciosa niña de ocho años.
- ¿Ah sí?- preguntaron asombradas Ágatha y Teresa.-¡No lo sabía!- al unísono.
- Bueno, chicas,...., ahora a concentrarnos en llegar al hospital cuanto antes.....- Sebas desvió la atención.
- Sí, ya casi estamos llegando.

Al llegar entraron por urgencias de maternidad y un enfermero atendió a Ágatha en cuanto se bajó del coche, la sentó en una silla de ruedas, que se encontraba plegada apoyada en la pared junto a la puerta esperando un momento así. Ágatha suspiró tranquila. ¡Su hijo ya nacería en un hospital y no en un coche! Teresa y Sebas fueron llevados por una amable enfermera a una sala de espera. No llevaban mucho tiempo allí cuando un médico salió para comunicarles que Ágatha había sido llevaba a planta porque aún no estaba de parto, es decir, no había dilatado nada pero había roto la bolsa y por ello tendría que estar con atención, inyectándole antibiótico para proteger al niño de posibles infecciones ya que al encontrarse sin líquido que lo protegiera podría correr riesgo, también estaría monotorizada para comprobar continuamente el latido y pulsación del bebé y de ella. Asimismo comprobarían el ritmo y evolución de sus contracciones. Debían esperar así un máximo de ocho a doce horas, dependiendo de su estado, si no intervendrían para provocarle el parto o bien practicarle una cesárea, el facultativo valoraría lo más conveniente llegado el momento.

- Seguro que de aquí a seis horas se pondrá de parto, ya lo verás, a mí me pasó lo mismo en mi último parto.
- ¿Sí? Vaya,...., la madre de mi hija no rompió la bolsa primero, le dieron las contracciones y cuando vinimos al hospital ya había dilatado, entonces rompió la bolsa y la entraron al paritorio.
- Es que cada parto es distinto, cada mujer es un universo Sebas.
- Ya,...., un completo universo por descubrir.
- Pero,...., como el mismo universo, nunca llegas a conocerlo del todo.
- ¡Ni que lo digas!
- Bueno,¿vamos a la cafetería a tomar algo? Nos queda una larga espera, así telefoneo a mi casa.
- Sí,..., bueno,...., yo tengo que ir a recoger a mi hija al colegio, no sé si podré quedarme hasta que de a luz Ágatha.
- Ah, no te preocupes, en ese caso esperaré yo aquí y en cuanto haya novedades te llamo, si quieres.
- Claro, te doy mi número de móvil......

Zoe, al llegar a casa estaba inquieta ante la respuesta que le dio Teresa cuando la telefoneó,¿aún no estaba de parto? No sabía que se podía romper aguas y aún no estar de parto. Zoe descubría que, realmente, no sabía nada de los temas más trascendentales de la existencia humana. Al abrir la puerta se encontró con que Diego la esperaba en la cocina, con la cena servida.

- Hola Zoe.
- ¿Qué tal?
- Bien. Bueno, un tanto angustiada por Ágatha, la compañera de la que te he hablado.
- ¿La embarazada, qué le pasó?
- Que rompió aguas en la oficina.
- ¡Joder!
- ¡Di jopeta, no digas tacos!
- Bueno,..., pues eso,...., ¡qué palo ver eso! ¿no?
- Sí, es impactante, la verdad. El cuerpo humano es una maravilla.
- Sí, sobre todo el de ustedes, las mujeres- con una sonrisa socarrona que intimidó a Zoe.
- Bueno,..., confiemos en que todo le salga bien.
- Seguro que sí, hoy en día nadie se muere pariendo en un hospital, bueno,..., o casi nadie.
- Si yo estuviera en el lugar de Ágatha seguramente estaría pensando en que yo podría romper esas probabilidades.Bueno,...,¿y tú, qué tal todo? ¿Te llamaron para alguna entrevista?
- Nada Zoe,..., ya han pasado casi ocho semanas y aún no consigo trabajo. Ya he buscado hasta de músico por los pubs y bares.
- Diego, no desesperes. Si te pones así será peor.
- ¿De verdad que no te estoy causando ninguna molestia? Espero que seas sincera conmigo Zoe.

Diego se mostraba inquieto y ansioso,se llevaba las manos a la cabeza continuamente y no paraba de moverse. Sentía que la mala suerte no le iba a abandonar jamás. Para colmo de males comenzaba a pensar que era un estorbo para Zoe. A pesar de que ella parecía estar encantada con su compañía. Diego cocinaba siempre y ¡lo hacía estupendamente! De tal modo que cuando Zoe regresaba del trabajo una suculenta cena la estaba esperando. Mantenían largas conversaciones en la sobremesa nocturna y eso fascinaba a Zoe que veía entusiasmada cómo se consolidaba su amistad con el músico dentista.Por otro lado, Sebas se había encerrado tanto en sí mismo y en su nuevo mundo de padre que Zoe dejó disipar la ilusión por él que hacía meses había conservado fehacientemente en su corazoncito.

Al día siguiente Zoe vio sorprendida cómo el jefe le picaba el ojo a Sofía y ésta le devolvía el guiño con complicidad. De camino a su mesa escuchó cómo la invitaba a cenar para esta noche y al mirar con el rabillo del ojo vio la mano de Alejandro posada en el hombro de Sofía, quien sentada miraba a su jefe con mirada de cordero degollado.¡Estaba claro! La egipcia o Cleopatra, como la llamaban, se había enrrollado con el jefe,¡a ver de qué privilegios iba a gozar ahora en su trabajo!

Zoe estuvo llamando toda la noche a Teresa, pero su móvil estaba apagado. Llamaba al hospital pero, después de las nueve no pasaban a nadie y la única información que le dieron la última vez que llamó a las dos de la madrugada era que aún Ágatha estaba en su habitación. Pero,..., se respiraba un ambiente extraño en la oficina.

- ¡Zoe! ¿No te has enterado? Ágatha ya es mamá, nació a las cuatro de la mañana.Según me contó Teresa, un bebé precioso,moreno, bastante moreno....
- ¿Sí? ¿Ya nació? ¡Jopeta! He estado llamando a Teresa y lo tenía apagado y en el hospital,la última vez que llamé fue a las dos de la mañana y me habían dicho que aún estaba en planta, pensé que ya Teresa me avisaría si había novedades, pero no me ha llamado.
- La acabo de llamar yo. A mí me pasó lo mismo que a ti. Me lo ha cogido y estaba toda entusiasmada.
- ¿Y cómo está Ágatha?
- Bien,..., al parecer sufrió un poco en el preparto porque estaba con dolores pero no dilataba nada, al final cuando hubo dilatado lo necesario le pusieron la epidural y después comenzó a dilatar hasta lo suficiente para tener un parto espontáneo.
- ¿Y cuánto pesó el pequeño?
- Nada más y nada menos que cuatro kilos doscientos gramos y midió cincuenta y cinco centímetros, ¡imagínate tú! Pero,...., lo mejor no es sólo eso.....
- ¿Qué? - Zoe no se podía hacer ninguna idea.
- Es que ....¡es de color!
- ¿Qué?- Zoe no sabía qué decir,...,recordaba ver a Ágatha con varios chicos de raza negra.
- Sí, es mulatito, no es negro, pero sí es mulato, al parecer es guapísimo.¡Tengo unas ganas de ir a verlo!
- Yo también,¿tendremos que esperar hasta el sábado?
- Yo ya he pedido demasiados días por todos mis asuntos personales y quiero dejar esas ocasiones para temas de mi hija, que espero no tener que pedir ningún día pero,...., ¡nunca se sabe!
- Claro,....
- El sábado viene mi hermano,..., a ver si puedo ir a ver a Ágatha y que él se quede con Noelia.
- Oye,...,por cierto, aún no la conozco.
- Sí, ...., lo he pensado muchas veces,.....Pero,..., después del plantón de aquella vez, cuando te invité a cenar,....,no me atreví más, supongo que te irá muy bien con tu músico,¿no?
- ¿Diego?-Zoe rió- No,somos sólo amigos.
- Sí,ya, viviendo juntos y son sólo amigos,¿no?
- Te lo juro,.., ¿qué pasa, no concibes la amistad entre un hombre y una mujer?
- Bueno,..., si tú lo dices,.....

Sebas titubeó, hasta que por fin se decidió:

- Oye,y por qué no te vienes esta noche a cenar y así te presento a Noe.
- ¿Noe?
- Sí, así la llamo, de cariño y para abreviar.Cuando ella nació yo la puse Paloma,pero ya se ha adaptado al nombre con que entró en el Orfanato así que me parece un contrasentido llamarla Paloma.
- Claro,entiendo...- Zoe se quedó pensando en lo duro que ha tenido que ser todo para esa pobre pequeña.
- Bueno,..,¿qué me dices,Zoe?- Intervino rotundo,sacándola del ensimismamiento.
- Esta noche no tenía ningún plan, me gustaría ir a ver a Ágatha, pero no me da tiempo de llegar antes de que se acabe el horario de visitas en el hospital.
- Claro,..., lo sé. ¿Te vienes entonces? Así festejamos el nacimiento de Bienvenido.
- ¡Venga! ¿A qué hora y dónde quedamos?
- No, si quieres del trabajo vamos directamente a mi casa.
- Está bien,..., si no nunca conoceré a Noelia.
- Cambiando de tema,¿tú cuándo sales de vacaciones?
- Dentro de nada, en agosto.¿Y tú?
- También.
- ¿Te irás con tu hija?
- Sí, claro. Con mi hija a todas partes,¡siempre!
- ¡Qué bien! ¿Y a dónde?
- Aún no lo sé. Me atrae mucho un crucero por las islas griegas, algo tranquilo y cultural, para Noe.Además,hay un paraíso escondido,Corfu,que siempre he querido conocer.
- ¡Tiene buena pinta! Parece buena elección.
- Bueno, ¡ya se verá!
- Ágatha se adelantó un par de semanas en dar a luz, estaba para agosto, para principios creo recordar.
- Sí, en todo caso,.., no pasa nada, como ves su bebé ya estaba preparado para venir al mundo,¡por lo que me contó Teresa es inmenso y se le veía muy espabilado!

Zoe y Sebas se estuvieron intercambiando miradas y sonrisas durante todo el resto de jornada. Al terminar el día ambos se dirigieron en taxi a la casa de Sebas.

Justo entrando por la casa de Sebas a Zoe le sonó el teléfono. Era Blanca.

- ¡Hola Zoe,soy Blanca!- una inusual alegría se vislumbraba en la voz de Blanca.
- ¡Hola! ¿Tú no tenías que estar volando ahora mismo?
- Tenía, tú lo has dicho,....,hay un retraso. Las niñas y yo estamos en la cafetería del aeropuerto, esperando.
- ¡Vaya, qué estampa tan típica!
- Sí,..., me da un poco de miedo estar en espacios públicos,¿sabes?
-¿ Por qué? Tu marido aún está en prisión,¿no?
- Sí,pero,..., en fin,...,serán paranoias mías.
- Tranquila mujer, cuando te subas a ese avión y pises suelo americano la pesadilla se habrá acabado.
- Espero,..., a ver si la Estatua de la libertad de Estados Unidos me saluda a mí,¿no?

Las dos rieron. Blanca, por primera vez desde que Zoe la conocía se mostraba pletórica, liberada nítidamente del mal que la atormentaba, su marido. Confiaba en que todo le saliera bien, pero en el fondo ella también tenía miedo de que por uno de esos errores de la justicia su marido saliera de prisión antes de que ella huyera con sus hijas a América,...., en ese caso podría suceder toda una tragedia, pues ese hombre era muy violento, tal vez un asesino en potencia.

- ¿Te has enterado ya?
- ¿Qué pasó? Estaba llamando a Tere pero no me contesta
- Seguramente esté sin cobertura, yo tampoco tuve suerte, hasta que llamó a Sebas para dar la noticia. ¡Ágatha ya es mamá! Un bebé hermoso, de más de cuatro kilos y que medía,....,¿cuánto era Sebas?
- Cincuenta y cinco centímetros.- Dijo Sebas al auricular del teléfono.
- ¡Guau, qué grandote! Va a ser muy grande ese niño,¿sale a la raza alemana de su abuela Uma,o qué?
- O tal vez a la de su padre,...., ¡es mulato, Blanca!
- ¡No me digas!-risas.- ¡Esta Ágatha, no podía ser de otra manera! ¿no?
- Sí, ella está bien, al parecer. A ver si podemos hablar con ella ahora, antes de que sean las nueve, justo íbamos a llamar en cuanto llegáramos,......-Entonces Zoe se percató de que casi metía la pata, no quería dañar la discresión de la que hacía siempre gala.
- ¿Dónde estás, pillina? ¿No estarás en la casa de Sebas,no?
- Mmmm,....,bueno,....,sí,....,en otro momento te explico.
- Oye,pásamela que quiero hablar con ella- intervino Sebastian.Zoe le pasó el teléfono- ¡Hola Blanca! ¿Cómo es eso de que aún no estás rumbo al inmenso jardín?
- Por retraso,....,¿cómo estás?
- Bien,...., he invitado a Zoe a cenar a mi casa para que conozca a mi hija.

Zoe se quedó perpleja.Nadie, salvo Teresa por ahora, sabía lo de su hija.

- ¿A tu hija?
- Sí, tengo una hija de ocho años.
- ¿Eres divorciado?
- Mmm, sí, digamos que sí.
- No lo sabía, ¡qué calladito te lo tenías, eh!
- Bueno,..., Noelia acaba de llegar, ¿te la paso?

Noelia salía de su habitación, un tanto adormitada, la niñera que la cuidaba hasta que Sebas llegara del trabajo estaba en la cocina, haciendo la cena.

- No,..., no te preocupes, más bien cuelgo ya porque Lucía, mi hija pequeña, quiere no sé qué cosa de la bollería y voy a comprárselo antes de que nos llamen para embarcar.Ya les estaré llamando, denle un abrazo inmenso a Ágatha de mi parte, volveré a intentar comunicarme con ella nada más llegar a mi destino,ahora que sé que todo ha ido bien ya me quedo más tranquila.Y cuida de tu pequeña Sebas,aunque,...,seguramente tú eres todo un padrazo.
- Gracias Blanca, ahora céntrate en viajar serena y ya verás como todo va sobre ruedas.
- Sí, mucha suerte con lo vuestro,¡hacéis una lindísima pareja,de verdad!
- No,...si,.....

Pero Blanca ya había cortado.

- En fin,...., ya volverá a llamar cuando llegue,dice.
- Pobrecita, ojalá le vaya todo bien,¡le he cogido tanto cariño y aprecio!
- Sí,todos en la oficina.Pero no te preocupes, una licenciada en filología inglesa como ella lo tiene fácil para encontrar trabajo dando español en Estados Unidos, sobre todo en los institutos de educación pública.Es un trabajo bien pagado y aunque estresante les da la posibilidad de acceder fácilmente al alquiler de una vivienda por un módico precio.¡Ya verás qué rápido sale adelante con sus dos hijas!

Noelia se mostró encantadora con Zoe. Al parecer ambas hicieron muy buenas migas. Noe era una niña muy coqueta y se fijaba mucho en la ropa que llevaba Zoe, en su peinado,..., Zoe prometió llevársela de compras el sábado, tras ir a ver a Ágatha y a su bebé y Noe se le tiró entusiasmada a sus brazos. Zoe se inquietó un poco pero finalmente le respondió con un tremendo abrazo y un beso enorme y largo en su mejilla derecha.

-¡Hombre, al fin llegas!
- Te llamé para decirte que no vendría a cenar.
- Sí,..., lo sé,....,es que estaba impaciente por saber de tu amiga.
- Todo bien,..., un niño precioso, mulato y grandote.
- ¡Vaya, pues por ahí puede tener una pista de quién es el padre! ¿no?
- Oye,...., he hablado demasiado contigo,.....,pero llegado a este punto he de decirte que Ágatha no quiere que su hijo tenga padre, dice que quiere ser una madre soltera.
- ¡Yo alucino con los inventos de las mujeres de las grandes ciudades!
- En fin,..., es su decisión y hay que respetarla.
- No,claro, si ella cree que su hijo será más feliz así,...., en fin,...., me alegro mucho de que todo le haya salido bien. Yo tengo otra buena noticia que darte.....
- ¿Qué?- inquirió ansiosa Zoe.
- ¡Ya tengo trabajo!
- ¿Ah sí? ¿dónde?
- En un pub, de músico.Parecía una estupidez, pero actuaría todas las noches y me pagan cincuenta euros por día, de lunes a sábado.
- ¡Qué bien Diego!
- Y lo mejor,...,¡me pagan semanalmente!
- ¿Qué dices? ¡Qué raro!
- Pues sí,..., pero yo,..., mientras no tenga que desnudarme sino sólo cantar y tocar la guitarra,.....
- ¿En qué horario?
- Eso es lo peor,..., durante la noche,...., es un garito extraño, una especie de "after hour" que abre de dos de la madrugada a diez de la mañana,al parecer tiene permiso para ello, está en el centro y es de reciente apertura, según me dijeron andaban como locos buscando un cantautor de mi estilo, pero no encontraban,¡hasta que yo vi el cartel de "se busca cantautor" y pasé a hacer las pruebas!.Así que,..., si todo me sale según lo previsto y es verdad que pagan semanalmente, la próxima semana ya me estoy mudando para una habitación en un piso compartido,¡que también encontré! Hoy he tenido uno de esos días extraños en que todo sale bien. He conocido a una chica colombiana que estaba pegando carteles de "se busca compañero/a de piso" para compartir un piso de dos habitaciones con tres personas más, las habitaciones son a compartir, son doscientos cincuenta euros con gastos de agua, luz y comunidad incluidos, en las afueras de Madrid, pero me pareció económico, para lo que he visto por ahí.
- Sí, está bien,..., por algo se empieza.
- Sí,...., además la chica era guapísima, ¡si la vieras, parecía Pocahontas!
- ¡Caramba! Parece que estás en una nube.
- ¡Lo estoy! Ahora tengo que llamar a mi madre para que me mande por mensajería urgente mi guitarra, sin ella parece que no toco igual.
- Tu pobre madre,..., al final encontraste trabajo de músico,no en lo que has estudiado.
- ¡Si es que yo tenía que haber estudiado música y haberme dedicado sólo a lo que me indicaba el corazón que me dedicara!

Zoe meditó un rato la última frase de Diego, a veces las personas en el intento de ser mejores, nos olvidamos de quiénes somos realmente y ese proyecto de persona que queremos ser termina convirtiéndose en un mero sueño utópico que aniquila a la maravilla de persona que somos realmente, convirtiéndonos en unos frustrados y unos amargados prematuros de la vida,dando a las calles del mundo jóvenes que lejos de estar llenos de vida y de energía positiva, deambulan y pernoctan como auténticos zombis por los cementerios.

Llegó el esperado sábado y Sebas fue a buscar a su casa a Zoe, ella se encontraba ayudando a Diego a empaquetar sus cosas y a hacer sus maletas,¡se iba a su nuevo piso! Nuevamente Zoe se quedaría sola.Sus vacaciones estaban a la vuelta de la esquina y aún no sabía dónde las pasaría, no quería pasarlas sola,tampoco quería pasarlas con sus padres en el pueblo,¡eso lo tenía claro!

- ¡Hola chicos! ¡Qué alegría verles juntos!- dijo Ágatha con una sonrisa socarrona que le hizo pensar a Zoe que Ágatha se estaba volviendo como Teresa.
- ¡Hola! - Teresa salió al vestíbulo con el pequeño Bienvenido en brazos.
- ¡Qué guapo es!- Sebas exclamó emocionado, al mismo tiempo que se acercaba a Teresa y le pedía que se lo dejara cargar en brazos.
- ¿Seguro que no se te caerá?
- No, dame, dame,....
- ¡Qué moreno es! - dijo Noelia, sincera y espontánea.
- Sí,..., a su abuela Uma no se parece, desde luego. - La madre de Ágatha , Uma, intervino graciosa, miraba al pequeño con amor inmenso en sus ojos,como quien dice,¡se le caía la baba!

Pasaron una agradable tarde de sábado, Ágatha estaba mucho más delgada, como desinflada.Sobre todo en sus tobillos era donde más se notaba la diferencia abismal, semanas antes parecía que le fueran a reventar de lo hinchados que lucían. Tenía un cutis precioso, con la piel tersa y suave, pero en sus ojos había señales inequívocas de cansancio y falta de sueño.Y es que el pequeño mamaba cada hora y media, y se pegaba veinte minutos en cada pecho,..., lo cual hacía que Ágatha no pudiera dormir prácticamente nada.

Al parecer Blanca había telefoneado a Ágatha, estaba estupendamente, aunque nerviosa porque su vuelo aún no salía.Le contó que antes de viajar le habían asegurado que en el transcurso de una semana comenzaría a dar clases con contrato por un año, con posibilidades de renovación por tres años si trabajaba eficientemente,en un instituto público,tal como había dicho Sebas.

Sebas,Noe y Zoe pasaron un sábado espectacular, toda la mañana en casa de Ágatha, luego se fueron a almorzar juntos y de ahí fueron a un centro comercial de tiendas y acabaron en el cine. Cuando acompañaron a Zoe a su casa Sebas se bajó del coche y le dijo a Noe que esperara un momento.

- Zoe,..., tengo algo que decirte.- Sebas bajó tímido la cabeza e inesperadamente cogió a Zoe de la mano.
- ¿Qué?- Zoe se ruborizó.

Entonces cogió la cara de Zoe y despacio,muy despacio y mirándola a los ojos, como pidiéndole permiso,Sebas besó dulce y tiernamente a Zoe.Noelia reía en el interior del taxi. ¡Le fascinaba la idea de que Zoe se pudiera convertir en su segunda madre!

- Perdona,..., es que,....,hace tiempo que me gustas mucho..... Perdona,.....

Blanca asía a sus hijas con fuerza de las manos,una a cada lado. Las niñas no paraban de hacerle preguntas. Blanca se moría de miedo, pero ante ellas se mostraba fuerte. Su rostro, reflejado en el espejo del baño de mujeres del aeropuerto le daba la imagen de una Blanca extraña, desconocida para ella misma, parecía fría e indiferente. La mandíbula tensa, la mirada penetrante y dura,los labios fruncidos hacia dentro en señal de rabia acumulada.Pero,...,cuando Blanca dirigía la mirada a sus hijas su expresión cambiaba radicalmente y era todo dulzura, una sonsira complaciente se dibujaba en su rostro de dulce madre.Fiera leona protectora de sus cachorras.

- Última llamada para los pasajeros del vuelo .............. con destino a Nebraska, Estados Unidos.Embarquen urgentemente por la puerta ........

- ¡Ay, corran chicas! Ése es nuestro vuelo,...,¡Dios mío, me despisté mirándome en el espejo mientras estaban en el baño! ¿Por qué han tardado tanto?
- Mami, lo siento,..., fue culpa de Lucía, es que ella no se podía subir los leotardos y yo tardo mucho en hacerlo,perdona.
- No te preocupes cielo, más bien la culpa es mía, tenía que haber entrado yo con ella y tú en otro aseo,..., bueno, vamos, vamos,..., no hay tiempo que perder, ¡tenemos que subirnos a ese avión!

A toda velocidad Blanca se dirigió a la puerta de embarque. Comenzó a sentirse un tanto aturdida, mientras hacía la cola (¡cuántos rezagados existimos en el mundo!) por momentos sentía que se iba a marear, pero se reponía y se repetía mentalmente,¡tienes que subir con las niñas en ese avión, después te mareas si quieres!

Cuando estuvo en frente de la azafata ésta le pidió documentación de las niñas y de ella y los billetes. Le mostró hasta el papel con la custodia y la orden de alejamiento de su ex. La azafata le dirigió una mirada cómplice y sonriéndole le deseó un muy feliz vuelo y mucha suerte en su vida. Ella le devolvió una gran sonrisa y suspiró aliviada. Se adentró en el pasillo cubierto que les dirigía hasta el avión. Su corazón comenzó a latir fuerte. Era como si las paredes transparentes de ese pasillo le estuvieran transmitiendo las emociones de tantas y tantas personas que pasaban por ahí diariamente, personas que, como ella, tal vez soñaban con comenzar una vida nueva en un lugar diferente,donde todo, hasta el aire, les resultaría por estrenar.

Lucía estaba tranquila, pero Fátima se empezaba a inquietar.

- ¡Mami, mami! ¿ya nos vamos a América?
- Sí, ¿ves ese avión inmenso que está ahí? En ése vamos a ir nosotras. Ahora al salir de este pasillo nos subiremos en un autobus pequeño que nos conducirá a él.

Era a Nebraska donde se dirigían, gracias a que una joven muy amable del Instituto de la Mujer le había arreglado personalmente los papeles a Blanca para que pudiera acudir a una entrevista de trabajo en Nebraska, en un instituto público, como profesora de español. Lo mismo que le había propuesto Sebastian,¡ése chico tan buena gente! El pensamiento de Blanca oscilaba como un péndulo de un lado a otro.

Zoe aún seguía con los ojos cerrados,¡qué sensación tan maravillosa! Era como la miel, como la mermelada que hacía su madre fundiéndose lentamente en sus labios, ¡con tanta dulzura! Al abrir los ojos Zoe miró a Sebas con una mirada más profunda que el mar.

- Sebas,...., ¿esto qué significa, qué somos nosotros?

Sebas sonrió y acariciándole la mejilla derecha le dijo en voz baja;

- Seremos lo que tú quieres que seamos.
- En ese caso,....,¿somos pareja?
- ¡Sí!- Sebas la alzó en brazos, pletórico.

Zoe rió a carcajadas,.....,¡ya se imaginaba con Noe y el amor de su vida en ese crucero por las islas griegas!

Aparentemente todo estaba saliendo bien,aparentemente.....

Blanca aún no podía creerse que viajaba rumbo a América, el sueño americano la había seducido desde niña y siempre soñó con hacer un día este viaje, claro que en sus sueños de entonces su flamante marido aparecía en sus visiones. ¿Quién le iba a decir el día de su boda que ese hombre atractivo y culto con quien se casaba se mostraría como el vil mostruo en que se convirtió?, noche a noche y día a día su vida se convirtió en un calvario, simplemente sobrevivía,no vivía. No podía entender qué había fallado,quién había fallado: ¿la educación de su marido en la infancia,la sociedad hipócrita que dice ser democrática y muchas veces refleja ser una falacia de democracia en la que reinan las desigualdades sexistas en muchos aspectos,sobre todo los de la vida doméstica diaria en las casas españolas?,o,....,simplemente había sido el azar que eligió a su marido para que se enfermara psicológicamente y se convirtiera en un maltratador controlador,violento psíquico y físico,en un hombre de puño alzado constantemente y de argumento victimista continuo.Porque, para colmo de males, cuando el arrebato violento pasaba él se mostraba como la víctima, ella era la culpable de todo,ella era quien no cumplía como mujer, quien le ofendía constantemente.Blanca comenzó a anularse cuando empezó a creer sus palabras: ella era la culpable. Pero,..., la realidad del momento actual hablaba por sí sola,su marido había cometido delito no una sino tantas veces como la agredió y maltrató,no sólo físicamente sino también psicológicamente, por ello tenía en su bolso una orden de alejamiento de dos años de él hacia ella, la custodia de sus hijas y el derecho de salir del país con ellas si se le antojaba. Además, él había entrado en la cárcel, en principio por medio año pero su abogada le aseguró que ese año se alargaría ya que estaba segura de que con el carácter conflictivo y violento de su marido cometería más de una imprudencia entre rejas, lo cual le serviría para alargar el tiempo en prisión. Este hecho la tranquilizaba por un lado pero por otro lado le atemorizaba la idea de que cuando saliera de prisión intentara dar con ella para matarla en venganza. Es por ello que Blanca decidió meter mar por medio. Aunque era plenamente consciente de que si quería encontrarla, aunque se escondiera en el mismo polo ártico, él la encontraría.

- Mami,en el lugar donde vamos.... ¿tendremos que ir al colegio también?- Fátima hizo que Blanca saliera de sus cavilaciones.
- Claro mi amor,nada más llegar tendremos que ponernos manos a la obra con eso. Yo daré clases de español en un instituto y según tengo entendido el colegio de ustedes estará a menos de dos kilómetros, creo que podremos ir andando, las dejo a ustedes y luego las recogeré al salir. Tendrán que comer en el comedor y entrarán a las nueve y saldrán por la tarde así que tienen que portarse bien, ¿vale? A la hora de la comida no quiero que se pongan con juegecitos,se lo comen todo sin rechistar, trataré de que las sienten juntas en el comedor. Mamá estará trabajando cerca y cualquier cosa sus profesores me avisarán a mi teléfono,¿vale?

Fátima la miraba fijamente.

- Mami,¿y Papá?,¿cuándo va a venir Papá?

A Blanca le vinieron a la mente las palabras de su psicólogo:

- "No debes ocultarle a las niñas la verdad de lo acaecido, si te preguntan por su padre diles que está en la cárcel porque era malo con Mamá. Que allí van a hacer que él cambie y se vuelva un hombre bueno y cuando sea bueno podrán volver a verlo,pero sólo si se vuelve bueno".

Blanca repitió este argumento, tantas veces ensallado en su mente ante la temida pregunta.

- Pero,...., Papá tampoco era tal malo,..., él te pegaba cuando te portabas mal,eso me decía a mí.

Blanca palideció.

- Mira, cielo,ahora Mami no tiene ganas de hablar de eso,vamos a disfrutar de este viaje juntas y cuando lleguemos a nuestra nueva casa hablamos de todo,¿vale?
- Está bien.

En ese momento una de las azafatas pasaba con un carrito sirviendo bebidas y galletitas, a la vez que vendía chocolates y dulces.

-¡Mami, mami,quiero una chocolatina! - vociferó contenta la pequeña Lucía.
- Está bien. Señorita, por favor, sirva a las niñas dos chocolatinas de chocolate extrafino con leche y un refresco de naranja y para mí un café con pastas, por favor.

Blanca se regozijó viendo a las niñas disfrutar con sus dulces,acercó la nariz a su taza de café y aspiró el aroma que tanto le gustaba del café recién hecho, cerró los ojos y suspiró tranquila,¡cuánto tiempo hacía que no sentía ese pequeño pero gran placer! Realmente la felicidad está compuesta por la suma de multitud de placeres pequeños, cotidianos e inadvertidos.

Zoe miraba a Sebas con atención, le encantaba verlo de perfil, era aún más guapo que de frente,¡y eso que de frente era ya extremadamente irresistible! Sebas conducía muy bien,llevaba su coche sobre el asfalto como la seda sobre la piel tersa recién duchada e hidratada.Su frenada era imperceptible y al coger las curvas más pronunciadas ella casi ni se movía del asiento.Él arqueaba de vez en cuando la ceja de su ojo izquierdo y esbozaba una sonrisa a la vez que la miraba de reojo,consciente de que ella no le quitaba el ojo de encima.Ambos iban a disfrutar de unas bien merecidas vacaciones en un crucero por las islas griegas. La pequeña Noelia escuchaba música en el asiento trasero, conectada a su discman en el que giraba una y otra vez el último CD de María Isabel, una de sus cantantes favoritas.Esas canciones le recordaban a una compañera suya en el orfanato, una niña andaluza muy dicharachera que siempre la hacía reir, aunque ese día Noelia fuera la niña más triste del orfanato, ella se acercaba y con su gracia y salero natural conseguía sacarle el más ferviente optimismo, ¡era como si las energías positivas de esa gitanita huérfana se contagiaran a todos cuanto la rodeaban! Noelia se preguntaba constantemente cómo estaría la pequeña Farah, así se llamaba,¡su mejor amiga! Confiaba en que, como le había sucedido a ella, algún día apareciera uno de sus dos padres y la sacara de entre las paredes frías del horfanato donde para las cuidadoras ellas no eran más que niñas sin padres, sin familias, sin raíces, niñas que cuidar, parte del trabajo, todas iguales.

Farah miraba abstraída el horizonte desde su ventana. La misma que consideraban suya tres compañeras más de su habitación. No hacía más que preguntarse por su amiga Noelia, las monjas le habían dicho que había encontrado a su padre, mientras estaba ingresada en el hospital.Ella no era consciente de lo que eso significaría. Les preguntaba una y otra vez a las cuidadoras si volvería a ver a Noelia, ellas contestaban con la misma respuesta unívoca: Si Dios quiere que suceda,sucederá.

- ¡Mecachis! ¡Dios, por favor, quiera usted que suceda que pueda ver a Noelia, aunque sea por última vez! Me siento tan sola sin ella.....- Farah,cabizbaja, se alejó de la ventana y se fue a la cama, incitada por la monja de turno que cada noche pasaba a ver si todas las niñas estaban metidas en sus camas y con las luces apagadas.La misma que hacía tintinear las llaves de su bolsillo derecho para que las niñas corrieran a meterse en los respectivos lechos, la misma que se quedaba espiando a ver si podía pillar a alguna traviesa desobediente. Por lo general Farah sabía muy bien cómo burlar la custodia de las monjas que hacían el turno de vigilancia nocturna, pero no estaba por la labor de montar jaleo esa noche. Se sentía la persona más sola, triste y desdichada del mundo.

Mientras tanto, Teresa disfrutaba de unas vacaciones bien merecidas en Perú, con su nueva pareja oficial y sus hijos, quienes habían optado finalmente por quedarse con ella. El joven peruano adoraba los niños y tenía mucha psicología con los problemáticos adolescentes de Teresa. Nada más llegar a Lima los chiquillos se mostraron anodadados al ver a pequeños niños indígenas trabajando en los mercados públicos, cargando pesadas sacas a sus espaldas o vendiendo refrescos y kleanex en los semáforos.

-Mami, mira esa niña,¿cuánto tendrá,dos años?

Teresa dirigió su mirada a una pequeña peruanita que no levantaba ni 80 centímetros del suelo.

- No sé, aparenta tener dos añitos, la verdad. Pero,..., ¡mírala! Está vendiendo refrescos con los demás niños. Acerquémonos a comprarle algo y así hablamos con ella.
- ¡Hola!- Raúl, el mayor de los hijos de Teresa se mostraba de repente preocupadísimo por la seguridad de esa niñita que más bien parecía un bebé.
- ¡Hola señora!
- ¿Cómo te llamas?
- Yuray.
- ¡Qué bonito nombre! ¿Qué significa?
- Es el color blanco,en quechua.
- ¿Y cuántos años tienes?
- Tengo tres años señora.
-¿Y tu Mamá,dónde está?
- En el mercado, ella trabaja allá y yo estoy aquí, vendiendo colas y a veces kleanex también. ¿Quiere una Inca Kola señora? Es muy buena.
- ¿Inka Cola? A ver,dame una botella de esas pequeñas para probar.
- Una bombonita- la niña-bebé le dio una pequeña botella de 200ml de un refresco amarillento.Lo probó despacio,le resultó agradable,dulce sin llegar a empalagar y bien fría.
- ¡Qué buena!
- ¿Quiere llevar una grande,señora?
- Sí,dame cuatro botellas de dos litros.

La niña se afanó en buscar las bebidas dentro de su carrito con tres ruedas que parecía pesar y medir más que ella.

La Inca Kola era la Coca Cola de los peruanos, querían derribar de los mercados nacionales los productos gringos a toda costa.Los gringos eran los norteamericanos,en concreto se referían con ese nombre a los estadounidenses.

Raúl,observando a la pequeña, se volvió serio y sus ojos parecieron aguarse.

- Dime Yuray,¿no vas al colegio? - le preguntó con un nudo en la garganta.
- No, no puedo, tengo que trabajar. Tengo seis hermanos más, mi Papá nos abandonó a mi Mamá y a nosotros y las hembras tenemos que salir a vender para poder comer.
- ¿Las hembras?
- Sí,somos tres chicas y cuatro varones.Mi madre y mis dos hermanas trabajamos mucho,mis hermanos no tanto, la verdad.
- ¿Qué hacen ellos?
- Bueno,....,mmmm,...., me tengo que ir.Lástima, pero me tengo que ir ya,tengo que seguir trabajando,¡suerte!

Raúl se metió una mano en el bolsillo y le puso a la niña algo en su pequeña manita, a la vez que le cerraba el puñito para que no se le cayera.

- ¿Qué le pusiste en la mano, Raúl?
- Mi cadena de oro Mami, espero que no se la roben.¡Pobrecita,no era más que un bebé!
- ¿Por qué le has dado una cadena de oro? ¿Crees que con eso arreglaste el problema del Perú y de toda Latinoamérica, Raúl?- Edder, el peruano, se había enfadado mucho, pero Raúl no comprendía por qué.
- No te pongas así Edder,Raúl no está acostumbrado a ver niños mendigando.
- ¡Es su trabajo, no está mendigando!- reprochó Edder.
- Precisamente es esa actitud de desidia y conformismo la que no soporto de ustedes Edder,no les sorprende nada ver a un bebé trabajando, forma parte del panorama,¿verdad? Lo justifican diciendo que siempre ha sido así, que los indígenas son así, como los gitanos, que no quieren cambiar.¿Realmente es así o es una política para limpiar las conciencias de la gente rica y blanca?
- Tal vez si Cristobal Colón no hubiera arribado a estas costas americanas un día con su séquito de asesinos imperialistas, jamás hubiera habido una Yuray mendigando.

Teresa y sus hijos enmudecieron y no volvieron a abrir la boca en largo tiempo. Sintieron un sentimiento extraño. Habían olvidado el pasado. Ese pasado histórico que aún hoy permanece grabado a fuego en los corazones de los latinoamericanos, de los indígenas sobre todo.Perú era en su mayoría de etnia indígena, en las calles los quechuahablantes pasaban de hablar del quechua al español según con quién hablaran. Esos indios de tez morena, de madres con niños atados a sus espaldas y que en su mayoría toman como mínimo el pecho materno hasta los cinco años,¡ojalá en Europa las madres dieran más de mamar a sus hijos y lejos de ponerlos cuanto antes en la guardería los llevaran siempre atados a su cuerpo! Tal vez así los niños europeos fueran tan fuertes y seguros de sí mismos como los niños de los indígenas.Pero,claro, en Europa a algunos no les interesaba económicamente que las madres dieran el pecho a sus hijos, aunque se supiera que ese simple gesto ayudaba a evitar el cáncer de mama en las mujeres y que hacía bebés fuertes y de carácter más tranquilo que los que no mamaban la teta de su madre.

En la capital se discriminaba mucho al indio de la sierra. De camino a la casa de los padres de Edder él les puso una cinta de música en la radio del coche que hablaba de eso.La música se había convertido en un potente exponente de las ideologías del pueblo,mas las ideas de mejorar la situación brillaban por su ausencia. Sólo unas cuantas mentes lúcidas vislumbrabran con aires de democracia y excelentes calificaciones en las universidades el camino a seguir, pero era justo entonces cuando se producía la fuga de cerebros, pues los norteamericanos les ofrecían becas golosas para irse a sus países y abandonar el Perú de las mil maravillas, el Paraíso hospitalario donde tanta pobreza mermaba la autoestima nacional.Y así, el Perú se quedaba sin impulsores que movieran el motor de un Perú mejor.Todo joven que quisiera avanzar en Perú salía de él, exhausto de luchar dentro de él por mejorar la realidad nacional.Confiando en que emigraría para volver algún día, cuando el país ya estuviera mejor.Mas a esos jóvenes emigrantes les sucedía, en la mayoría de los casos, que pasaban a formar parte de familias desestructuradas.Cuando regresaban a Perú tras muchos años en algún país europeo, o,en varios,se sentían extranjeros en su propia tierra. Es muy difícil ser siempre extranjero, en la tierra de otros y en la tuya.Al fin y al cabo, como dijera en su día Charles Darwin "la tierra no es del hombre, el hombre es de la tierra" y todos somos extranjeros en este planeta Tierra.Todos,sin excepción, estamos sólo de paso por La Tierra.Teresa era una ciudadana del mundo,como decía ella,no criticaba nunca una tierra si no la pisaban sus pies antes, siempre fue una viajera empedernida y jamás se la escuchó hablando mal de ningún país, ¡y eso que en criticar despectivamente ella era toda una experta! Tenía la admirable cualidad de sacar siempre lo bueno de cada lugar, de cada aroma, de cada rincón.

-Edder, ahora iremos a casa de tus padres,¿no?
- Sí,claro. Ya tienen todo preparado para que también se queden los chicos,han comprado colchones y todo así que no me vengas con que busquemos hotel,¿ah?
- Está bien,lo único que no quisiera es causar molestias.
- ¡Anda ya! Si precisamente la molestia sería que no te quisieras quedar en la casa de mis padres, sería una ofensa muy grande para ellos,¿entiendes?
- Está bien.Raúl,Julio,....,vengan.

Los chicos, distraídos observando el panorama desde el centro de la plaza donde se encontraban, se acercaron a su madre.
Raúl,como siempre, tomó la palabra.

- Dime,¿a dónde vamos ahora Mamá?
- Iremos a conocer a los padres de Edder,nos hospedaremos en su casa así que espero que se porten como es debido.Por cierto Edder,¿cómo me dijiste que se llamaba el distrito al que vamos?
- San Juan de Lurigancho, hoy en día considerado como uno de los distritos con mayor población del continente sudamericano y famoso por sus múltiples problemas de violencia social que comenzaron a vivirse desde los años ochenta.
- ¿Y cómo se les dice a los de San Juan de Lurigancho? - preguntó Julio.
- Luriganchinos.
- Edder,¿no tienes niguna hermana? Nunca te pregunté - intervino Raúl.
- No, no tengo sino hermanos.Todos somos varones, cinco conmigo.
- ¡Qué pena! Las peruanas parecen muy guapas,¡eh!
- Sí, lo son. Especialmente en Lima hay mucho mestizaje y hay chicas muy hermosas.- Al decir esto Teresa le miró con sorna y Edder le respondió con una sonrisa.
- Ya veo,ya.

Raúl le picaba el ojo a una joven de cabello larguísimo de un lustroso color negro azabache y rostro de ángulos perfectos que miraba con ojos achinados y dulces a Raúl.Al sonreir dejó ver una dentadura perfecta y tan blanca que parecía deslumbrar en contraste con su piel morena rojiza de mejillas coloradas.

- Esa chica,¿es india,mestiza,....?
- No lo sé,...,bueno, esa chica en concreto tiene toda la pinta de ser india. Pero seguramente en su árbol genealógico hay alguien de raza blanca. Como te digo los indígenas puros no están en Lima, en su mayoría están en los pueblos rurales.Tienes que escuchar qué bella música hacen.Las quenas y las zampoñas son instrumentos de viento que te pueden desgarrar el alma si los escuchas en un estado anímico melancólico.Si eso te pasa la primera vez que la escuchas, te aseguro, en la vida te quitarás esa sensación de desgarro en tu pecho.Además, es como si al escucharla tu olfato se abriera a aromas nuevos y desconocidos, las hierbas que usan los indios.
-Ya, ¿no será droga y por eso te alucinas tanto?
- No, es la fuerza de la naturaleza. Sólo los indios americanos saben conservar la armonía con la madre tierra y la compenetración entre la misma y el ser humano. Ellos la llaman Pachamama,Madre Tierra.
- ¡Vaya Edder! Pareces un sectario. Deja ya de comerle el coco a mi hijo- Teresa intervino extrañada ante la faceta desconocida para ella que mostraba su pareja.No sabía que guardara tanta admiración por la cultura amerindia, al fin y al cabo eran sus raíces,pero Edder era mestizo,en su árbol genealógico había italianos,españoles e indígenas, aunque por su aspecto físico parecía que las raíces europeas eran más fuertes. Le delataba su piel clara,sus ojos color miel que a la luz del sol parecían tornarse verdes. Lo único que era inconfundiblemente indio era su cabello, negro,grueso y extremadamente liso y sus ojos extremadeamente rasgados y achinados. Pero en España había visto muchos chicos españoles con largas melenas negras, igual que él.La mayoría hippys o moteros, con muy parecida filosofía de vida que muchos indios americanos.

-Oye, yo tengo mucha hambre- Luis que casi no había abierto la boca se mostró repentinamente enfadado.
- Tienes razón cariño, si quieres Edder nos paramos a comer algo antes de ir a casa de tus padres. ¿Está lejos de aquí,no?
- Bueno, sí, como te dije está en San Juan de Lurigancho, hay que coger transporte público así que tal vez no aguantes mucho más tiempo el hambre Luis, comamos aquí,sirven cebichito con cerveza nacional.
- ¿Cebi... qué?- Raúl miró a Edder.
- Cebiche, es una ensalada típica con pescado blanco crudo cocido al limón,camarones o como les dicen ustedes marisco,lechuga,rocoto que son pimientos típicos de Perú,..., en fin,....,¡tienes que probarlo! También les recomiendo ají de gallina,sopa de chuño y,¡cómo no!,papa a la huancaina, ya verán , se van a chupar los dedos.
- Vaya, y yo que quería aprovechar el viaje para adelgazar.
- Bueno,..., no te preocupes Teresa,me gustas así como eres, ¿qué quieres adelgazar? Bueno, lo que has de adelgazar es tu mal humor mujer,...

Así, entre risas y fiestas entraron al restaurante de aspecto campestre,nada más entrar los chicos sintieron oleadas de aromas nuevos provenientes de la cocina,eran olores que invitaban a la comida, que abrían el apetito del menos comilón.

Blanca estaba más nerviosa cuanto más pasaba el tiempo. El viaje se había alargado más de lo previsto pues en la escala hubo un retraso de tres horas.La gente hacía rato que se había alborotado desde que se divisara por las ventanillas del avión el paisaje americano. Las niñas estaban desesperadas, querían que aterrizara el avión de una vez en suelo estadounidense. De repente la voz del piloto cercenó su ansiedad.En un inglés claro de entender para Blanca y con voz nítida dijo:

- Señores pasajeros, sean bienvenidos al aeropuerto de Lexington Jim Kelly Field Airport Nebraska,Estados Unidos,latitud 40-47-28N, longitud 099-46-38W,altitud 736 m.La hora actual,dentro de la zona horaria central UTC-6/-5 donde se ubica Nebraska, es las -con voz extremadamente pausada como si de un robot se tratara- :15 horas 27 minutos 14 segundos,la temperatura está en 59 grados farenheit,15 grados centígrados que es la mínima esperada para hoy y la máxima está en 64 grados faranheit y 18 grados centígrados -dicho esto la voz del piloto se tornó rápida nuevamente- esperamos que hayan disfrutado del viaje y que disculpen las molestias que les haya podido causar el retraso por causas ajenas a nuestra voluntad.Pueden desabrochar sus cinturones, aunque han de permanecer sentados hasta que las azafatas les indiquen que puedan ir saliendo. Que tengan una agradable estancia en Nebraska,muchas gracias por confiar en nuestros servicios y habernos elegido.Deseamos volver a verles en nuestras aerolíneas.

Blanca sonrió al ver la extensión del aeropuerto. El clima se presentaba nublado y gris, pero en su corazón salía un sol enorme. Nada más bajarse del avión respiró profundo el aire americano.El aire de su libertad.

-¡Al fin en tierra firme chicas!

Lucía y Fátima estaban muy cansadas,aún así se contagiaron de la emoción de su madre y comenzaron a reir y saltar asidas fuertemente de las manos de su madre, una a cada lado,ella las sujetaba con fuerza,con miedo a que alguna se soltara y se extraviara.Había leído en prensa tantas noticias de secuestros de bebés y niños que estaba asustada.

-Bueno niñas, ahora vamos a recoger las maletas y después cogemos un taxi para ir a la dirección que tengo apuntada en la agenda, ahí tenemos reservado el apartamento.

Les fue fácil parar un taxi y las maletas no tardaron mucho en salir.Todo estaba en orden cuando se subieron al coche. El hombre era un chico joven con aspecto de simpático y sociable. Pero,obviamente, no hablaba español así que Blanca tuvo que soltarse hablando en inglés, ese idioma que tanto le había apasionado siempre y que hizo que dedicara años de su postadolescencia en estudiarlo en la universidad.En cuya cafetería había conocido al monstruo de su marido,un aparentemente simpático y guapo camarero.El taxista comenzó a hablar sin parar de Nebraska:

- Nebraska está rodeada al norte por Dakota del Sur, atravesando el río Missouri en el este está Iowa y el estado de Missorui, al sur está Kansas, al suroeste está Colorado y Wyoming al oeste. En un tiempo el eslogan de Nebraska era "Where The West Begins" (Donde el oeste comienza) dado que entre calle#"13" y "O" en la ciudad de Lincoln había marcada con una " X" de ladrillos rojos el meridiano #100.Pero actualmente uno de los eslogan es " The good life" (La buena vida) refiriéndose con ello a que los principios básicos son la familia y el entretenimiento sanos.
Blanca observó que el taxista tenía la bandera de Nebraska en una pegatina que había puesto sobre la guantera del coche,bajo ella ponía "Cornhusker State" . El hombre siguió hablando entusiasmado de darle información útil de su tierra.
- La capital es Lincoln, como supongo que ya sabrá, pero la ciudad más grande es Omaha.
- Disculpe, ¿cuántos condados tiene Nebraska?
- Noventa y tres condados señora.
Blanca enmudeció. Le iba a costar mucho adaptarse a la idiosincracia americana y a tanta extensión de terreno.
- Y dígame señor,...,¿cuáles son las ciudades y pueblos más importantes?
- Bellevue,Columbus,Fremont,Grand Island,Hastings,Kearney,Lincoln por supuesto,Norfolk,North Platte,Omaha y Scottsbluff,creo que no se me queda ninguno,en total son once las ciudades más importantes.Hay muchas cosas bonitas que ver aquí señora. Si lo desea yo le dejo mi tarjeta y le haré un precio especial si desea tener un guía turístico.Conozco Nebraska como la palma de mi mano.
-¡Oh,muchas gracias! Acepto su tarjeta, pero no vengo en calidad de turista, vengo a trabajar.
- ¡Ah!....-hizo una pausa, escudriñándola por el espejo retrovisor-.¿Es usted profesora?
- Sí, ¿cómo lo sabe? Vengo a dar clases de español a un instituto privado.
-Sí, es algo que se está demandando mucho. El español está adquiriendo mucha fuerza,¡claro con los inmigrantes latinos ahora todos quieren aprender español! Es como si se estuviera creando un imperio latino,¿verdad?
Blanca rió. El joven parecía muy culto y observador y eso le gustaba mucho en las personas.

Ágatha no dejaba de pensar en Blanca y en sus niñas. Parecía increíble todo lo que les había pasado a sus compañeros de trabajo en el último año. Bienvenido dormía plácidamente y su madre se había marchado a Andalucía a vivir todas y cada una de las fiestas populares, era su tour anual por la tierra del antiguo Al-Andalus.

Las cosas no andaban muy bien en el matrimonio de sus padres, parecía que al final no consiguieron vencer todas las diferencias culturales existentes,pero a Ágatha le parecía tan inverosímil que a esas alturas de la vida esas pequeñas cosas les entorpecieran la convivencia,¡si habían vivido toda su existencia con ellas! Las peleas eran diarias, desde que Ágatha era una bebé se despertaba con la misma cantinela matutina de sus padres discutiendo por soeces relacionadas con distintos hábitos interculturales.Así que su rubia madre y su moreno padre estaban separados por el momento.Ella,viajaba sin parar en sus vacaciones y él se encerraba en su casa tirado en el sofá bebiendo una cerveza tras otra cuando no estaba en los bares jugando al dominó con sus amigos.La madre de Ágatha,rubia platino por naturaleza,se tiñó el cabello de un azul añil intenso y de llevarlo a la altura de los hombros pasó a cortárselo por encima de sus orejas,escalonado y con una caída muy bella.

En pleno mes de agosto y sabiendo que sus amigos estaban bien, Teresa seguía disfrutando de su estancia en Perú,su último día lo exprimió a tope,se fueron de playa. En las dos semanas que estuvieron recorrieron infinidad de lugares turísticos,limeños y de fuera pero les faltó tiempo para ver más. Se había prometido volver y dedicar un largo tiempo en conocer todo Perú,de cabo a rabo,desde la selva a las zonas áridas,desde las playas a los museos con información variopinta de toda la cultura precolombina peruana. La familia de Edder resultó adorable,su mamá,una ancianita entrañable llamada Concepción se quedó llorando cuando se despidieron rumbo al aeropuerto. Edder había,al fin,alquilado un coche y lo tenían que entregar en el aeropuerto así que conduciría hasta allí una vez hubieran comido en su restaurante favorito en el centro de Lima.De ahí,según les había dicho Edder, sería fácil llegar al aeropuerto,desde la Avenida Elmer Faucett seguirían los signos hacia el aeropuerto y ¡problema resuelto! Teresa tenía mucho miedo de conducir en ciudades desconocidas, de ahí que siempre anduviera preguntando a Edder si sabía cómo ir a tal o cual sitio y si estaba seguro.

Nada más llegar a España pudo comprobar cuánto bien les había hecho ese viaje a sus hijos.Se mostraban extremadamente cariñosos con su madre y Raúl,el insolente,pareciera haber madurado en su corta estancia en Perú,Teresa sabía cuánto le había impactado conocer a la pequeña Yuray,jamás se olvidarían de ella ni de todas las Yuray y pequeños como ella que vieron por las calles peruanas.

Las dos semanas siguientes de sus vacaciones la relación con Edder fue tan espléndida que le propuso matrimonio.Fijarían la fecha para el año que viene y Teresa se metía en la marabunda de los preparativos de su segunda boda,la definitiva.La apoteósica,¡tenía que serlo!


Ágatha se encontraba disfrutando de un año dedicado exclusivamente a su pequeño. El permiso de maternidad español en comparación con el de otros países europeos,sobre todo los escandinavos, era incompatible con el período de lactancia materno,por lo que Ágatha decidió cobrar el paro por un año para dar el pecho a su hijo como debería ser, mínimo un año.El pequeño Bienvenido tenía 11 meses y crecía con una rapidez pasmosa. Era un bebé muy grande para su edad. Sus manitas eran grandes y gorditas y no paraba de revolotear por toda la casa desde que aprendiera a caminar y luego correr.Ágatha pidió autorización al arrendatario para rediseñar cada rincón de su piso de alquiler y adaptarlo a la seguridad del pequeño. Todo lucía acolchado, los enchufes protegidos,los objetos cortantes y punzantes fuera de su alcance, el horno que tenía en la cocina a ras del suelo lo cambió y en su lugar puso tres cajones,comprados en Alemania por su madre, de sofisticada apertura,especialmente diseñados para que los bebés no pudieran abrirlos. La alocada de Ágatha se había vuelto toda una maniática de lo sistemático, de la limpieza,del orden y de la seguridad.Controlaba todo con el método Easy que le había recomendado su pediatra inspirándose en un afamado libro de bebés que lo exponía como regla de oro, consistía en que los bebés siempre tienen que seguir las mismas rutinas para ser felices.De este modo, la E era "eat" en inglés, es decir, comer,después venía la A "activity" de actividad,posteriormente la s de "sleep",dormir y en ese mismo instante llegaba el turno de Ágatha con la y del "you", tiempo para ti.Esta regla le estaba resultando muy buena para su hijo y desde que la aplicaba todo funcionaba mucho mejor, no se cogía rabietas, estaba tranquilo y sosegado y así ella también lo estaba.

En el instante en que el bebé se había quedado dormido él solito en su cuna, jugando con su peluche preferido, un conejito blanco y suave,Ágatha se disponía a leer su libro para luego echar una siestecita,pero sonó el incómodo móvil que tenía en vibración para que no despertara a su bebé de su placentera siesta.

- ¿Sí?
- Hola.
-¿Quién eres?
- Soy Efraín,¿te acuerdas de mí? Nos conocimos hace cosa de dos años en un pub chillout cercano a tu casa. Me invitaste a tu piso esa noche y lo pasamos muy bien.
- (Ágatha titubeó, hasta que calló en la cuenta)¡Ah! ¿Qué tal? Nunca me llamaste.
- Ya, disculpa. Es que como creo recordar que te dije, estaba sólo de paso por Madrid. Pero ahora estoy de nuevo en la ciudad y me gustaría saber si quieres que nos veamos.
- ¿Y qué es de tu vida,trabajabas en Canarias,no?
- Sí, en un Hotel de Lanzarote, pero ahora se me ha acabado el contrato y no me han renovado, si encuentro trabajo en Madrid me quedaré por aquí, me gusta bastante,¿sabes?
- Oye,...,¿y cómo es que no me has llamado en todo este tiempo? Yo perdí tu teléfono.
- Perdona, sé que he dejado pasar mucho tiempo, pero,..., te confieso que no he dejado de pensar en ti. No sé por qué extraña razón te me apareces en sueños de vez en cuando,...., es por eso por lo que te llamo, para ver si nos vemos.
- ¿Aparezco en tus sueños dices?
- Sí, muchas veces jugando en la orilla de una playa con un bebé mulatito.

Ágatha enmudeció. Ella siempre pensó que ese lío de aquella loca noche pudo ser el padre de su hijo. Ese joven dominicano de raza negra y sonrisa encantadora tal vez era el padre de su Bienvenido.

-Está bien, dame tiempo para planificar algo,si me das un teléfono te llamaré en dos horas y te digo cuándo podemos vernos.

Ágatha no se separaba de su bebé nunca,pero no le quedaba más remedio que pedirle a su incondicional amiga Teresa, que tan ocupada estaba planificando su boda, que esa noche de viernes se quedara con su bebé, no solía despertarse desde que se dormía a las nueve en punto cada noche, hasta las siete de la mañana siguiente, pero por si las moscas prefería que se quedara con Teresa, alguien conocido y de confianza, a dejarlo con cualquier canguro que pudiera contratar.Era en estos momentos cuando más se acordaba de no tener a su madre cerca.Cuando su madre partió a su viaje a Alemania,donde quería estar un largo tiempo,Ágatha y el pequeño fueron a despedirla al aeropuerto.Las palabras de Uma se quedaron grabadas en la memoria de Ágatha,<>.¿Cómo no iba a hacerlo,ella era su madre,acaso no lo sabía? Ágatha sentía una extraña sensación,era como si su madre hubiera dejado de ser su madre,como si al parir ella un cordón umbilical invisible que la unía aún a su madre se hubiera roto,para siempre.Absorta en estos pensamientos cogió su móvil y marcó el número de marcación rápida que le correspondía al móvil de su amiga Teresa.

- Sí Ágatha, dime.
-¿Cómo estás Teresa?
- Bien,¿ha pasado algo?
- No, Bienve está durmiendo su siesta.¿A qué no sabes quién me ha llamado?
- ¿Quién......Blanca?
- No, no, ...Un ligue que tuve una noche que quiere que nos veamos otra vez, está por Madrid.¿Sabes? ...-Pausa larga-.Creo que es el padre de Bienve.
- ¿Qué? -Teresa chilló indignada- ¿No me habías dicho que guardarías siempre el secreto de la paternidad de tu hijo, que aunque apareciera nunca se lo dirías?
- Sí pero,..., lo he pensado mejor y creo que no tengo derecho alguno de privar a mi hijo de saber quién es su padre,¿no crees?
- Siempre te lo dije. Todos necesitamos conocer nuestras raíces.Bueno,¿y qué quieres que me quede con él esta noche para tú salir,no?
- Por favor,....,sabes que él duerme ya toda la noche de un tirón, no creo que te de molestias.
- No te preocupes mujer, no es ninguna molestia atender a ese angelito gruñón. No te preocupes,a eso de las ocho estoy ahí.
- Mmmm,¿puede ser un poco más tarde, cuando ya esté dormido para que no se altere y no me cueste dormirlo?
- Jaja,está bien,¿a qué hora quieres que esté ahí?
- ¿Te viene bien a eso de las nueve y media en punto?
- Está bien, ahí estaré.
-¿En punto?
- Sí, en punto.
- ¿Con puntualidad española o alemana?
- Jaja,¡venga,alemana! ¿Ya te quedas tranquila?
- Me quedo tranquila.- Ágatha tenía una bonita sonrisa,¡lástima que no se apreciara por teléfono! Aunque Teresa,que la conocía tan bien, la imaginaba exactamente esbozando esa misma sonrisa.

Ágatha, nada más colgar, corrió a su armario para sacar toda la ropa que solía usar para salir. Tenía un montón de ropa elegante en el fondo del armario,ni siquiera se había atrevido a probarse ningún modelito desde que diera a luz a su bebé, y es que ella era consciente de que 25 kilos de más le impedirían entrar en los vestidos ceñidos que tan bien lucía antes.Se probó un sinfín de vestidos,ninguno le servía. Frustrada optó por llevar una falda larga color negro y una camisa ceñida fucsia de la talla 46 que había comprado en las rebajas. Esta primavera la combinación del negro con colores ácidos o pasionales marcaba el paso de la moda. El pistacho y el amarillo combinados con el negro,las faldas de topos con camisas blancas,la combinación del rojo y el blanco,....,pero su piel blanca no pegaba con el amarillo ni con el pistacho,tal vez sí con el rojo y el negro, pero sin duda alguna el blanco y los colores claros se quedaban lejos de su alcance si quería lucir bien.Se maquilló y resaltó más el color de su camisa con sus pómulos encarnados y sus labios del mismo fucsia de la prenda,una discreta sombra rosada daba el sesgo romántico a su cara hispano-germana.

Cuando el reloj marcaba las nueve y media en punto Teresa llamó al móvil de Ágatha, quien había puesto el móvil en vibración y sentada en su sofá ante una tele encendida pero con el volumen tan bajo que apenas se escuchaba (para no despertar al pequeño), no paraba de mirar fijamente el móvil. Teresa sabía de sobra que Ágatha descolgaba el interlocutor del timbre para que nadie pudiera despertar a Bienve.

- Sí Tere,ya te abro.- Susurró al teléfono.

Mientras Teresa subía en el ascensor se cercioraba de haber puesto todas las revistas que había comprado esta semana y no había tenido ocasión de leer. Conocedora también de la manía de Ágatha de dejar un volumen imperceptible en la tele para no despertar al bebé, lo cual le producía una rapidísima somnolencia. Y Teresa no quería quedarse dormida, no por si el pequeño se despertaba y ella (ya poco acostumbrada a cuidar bebés) no lo escuchaba.

-¡Ay,Teresa! Estoy tan nerviosa.Hacía tiempo que no tenía una cita.

Teresa observó de arriba a abajo a Ágatha, no estaba mal pero no había ni rastro de la Ágatha provocativa de antes.Se le hacía muy raro verla sin sus imposibles vestidos ceñidos y con escotes de vértigo o sin sus minifaldas y tops que dejaban medio pecho por fuera. Porque Ágatha era de natural tetona y caderona y cuando contaba con su peso ideal lucía una bellísima figura. Ahora estaba muy ancha y tenía cara de madre,cansada y con mirada extremadamente dulce.

Efraín Rivero Vargas se dirigía a pauso raudo hacia la cafetería donde había quedado con la bella rubia que se había conseguido ligar tiempo atrás. Recordaba que era una mujer muy simpática, de conversación fácil y ritmo pegadizo al bailar,aunque de hombros muy estáticos para sus gustos latinos en baile.En Europa las mujeres que había sacado a bailar no movían apenas los hombros y no digamos las caderas,tan sólo había encontrado bailarinas con aires latinos en la isla conejera donde trabajó por tanto tiempo.Esa isla de arenas como el azúcar y mujeres como la melaza.Algún día esperaba tener tiempo y dinero para recorrer las Islas Canarias, una a una,explorando y saboreando cada rincón.

De Ágatha recordaba sus finas cejas rectas encima de unos tremendos ojazos azules que le habían hecho fijarse en ella la primera vez que su vista se tropezó con su imagen en aquel pub chillout de empresarios con estrés y frustraciones.Tal vez las mismas frustraciones que le llevaron a él esa noche a pernoctar mendigando algo de amor,algo de calor humano,algo.También recordaba su minifalda que dejaba a la luz de la noche unas piernas firmes de curvas perfectas y sus abundantes pechos erectos.Se sentía nervioso y ansioso de volver a verla.No sabía por qué esa chica se le había clavado en la mente de aquella manera.Sobre todo no sabía por qué se le aparecía en sueños con un bebé.Su madre, en su isla querida,siempre le decía que él tenía el don de verlo todo en sueños, que estaba conectado con el mundo de lo espiritual a través de lo onírico. Efraín siempre fue una persona muy soñadora, cada noche soñaba infinidad de acontecimientos que cada mañana narraba con ilusión o tristeza a su familia,quienes agolpados en la mesa desayunaban con rapidez y ansiedad escuchando sus relatos.¡No había mejor café que el que hacía su madre! Se moría de ganas de verla.Había dejado pasar la friolera de diez años sin ir a su tierra a ver a su familia,sin perderse por las calles de su Santo Domingo del alma.Antes llamaba cada fin de semana, pero ya no podía, su dolor era tal cada vez que escuchaba a su madre llorar a través del teléfono que se ahorraba el mal trago llamando un fin de semana sí y otro no.

Ágatha entró nerviosa a la cafetería,miró rápidamente a su alrededor,ni rastro del joven negro que antaño recordaba. ¡No soportaba la impuntualidad!

Efraín miró el reloj,ensimismado en sus pensamientos había dejado pasar demasiado tiempo "haciendo tiempo" sentado en el banco de un parque, creyó haber salido demasiado temprano para acudir a la cita y como no soportaba esperar en una cafetería por alguien había optado por sentarse a ver pasar la gente en un banco verde un tanto oxidado,falto de cuidados. Pero,como siempre,acudiría tarde nuevamente.

- ¡Hola! ¿Ágatha?

Ágatha ensayaba mentalmente el modo en que se produciría la entrada del chico,si es que entraba,por la puerta de la cafetería y el modo en que ella actuaría. ¡Oh,cuánto tiempo!,le diría.¡Qué guapa estás!,le contestaría él. Embutida en estos pensamientos estaba cuando la voz de Efraín la sacó de su espasmo imaginativo.

- ¡Ah,hola! - Inopinadamente Ágatha sintió una timidez inusual en ella. Agachó la cabeza y al levantarse de la silla se tropezó con la pequeña mesa de la cafetería y al moverla derramó parte del capuccino que se había pedido para acompañar la espera.
-¡Vaya, qué torpe!- Ágatha al decir esto no pudo levantar la vista hacia Efraín, se moría de vergüenza.
- No te preocupes, te pido otro si lo deseas.
- No, no....
- Oye,perdona el retraso,me puse de tonto esperando en un banco haciendo tiempo y al final se me pasó,como siempre.
- No pasa nada, bueno,...., a decir verdad odio esperar, pero,...., en fin,....
- Disculpa, de verdad.

Se quedaron mirándose fijamente. Él la miró de arriba a abajo. Ese gesto al que antes Ágatha respondía tan pícaramente ahora le molestaba sobremanera en los hombres.

- Estás muy cambiada.
-¿A qué te refieres?
- No sé,te veo más,..., no sé,..., como más señora.
- Más gorda.- Dijo rotundamente.
- Bueno,sí, te recordaba delgada. Pero no estás mal así,¿eh?
- Ya,ya,..., tengo que adelgazar casi treinta kilos.
- ¿Tanto? No,..., creo que estás muy bien así. ¿Sabes? En mi tierra nos gustan las mujeres carnositas. - Y rió pícaramente. Su dentadura estaba sanísima,tenía los dientes todos iguales,blancos y perfectamente alineados.

Ágatha se perdió en la profundidad de sus ojos color café y se quedó mirando con detalle la pequeña nariz que tanto le gustaba en su hijo.Bienvenido era, sin duda, la viva imagen de ese rostro. Su nariz pequeña, la gran distancia entre la pequeña nariz y la boca grande de labios carnosos,la barbilla perfilada y varonil en una mandíbula cuadrada y perfectamente perfilada. Luego posó su mirada en el cabello,ese cabello de rizos infinitamente pequeños y cerrados, negro y grueso.¡Cuánto le costaba peinar a Bienve últimamente que tenía el cabello largo! No le quedaría otra opción que cortárselo.Lo que no era igual eran sus ojos.Bienve los tenía marrones pero muy claros,color miel amarillenta y la forma de sus ojos era la misma que tenía su madre, ojos grandes y redondos. Su piel tampoco era la misma. Era una piel mestiza,mulata,dorada.Preciosa.

- Ágatha,¿nos sentamos?
- Sí,claro, perdona,me quedé tonta pensando.
- ¿En qué pensabas?
- ¡Ah,no,nada! En cuánto nos cambia el tiempo,¿verdad?
- Sí, el tiempo no pasa en balde.¿Así dicen aquí,no?
- Sí. Oye,dime una cosa,.., recuerdo que cuando te conocí tenías mucha nostalgia de tu tierra, de ver a tu madre,...,¿fuiste?
- No,..., mejor no hablemos de eso.
- ¿Pasó algo?
- No,..., mi madre está bien,gracias a Dios, viva,fuerte y muy sana. Pero,....,no he podido ir,tengo muchos gastos personales.Me endeudé por comprarme un coche y resulta que en el primer mes lo estallo y se me queda en una cuneta de Lanzarote.
- ¡Vaya,lo siento! -silencio-.Efraín,....,¿por qué nunca me llamaste?
- Tú tampoco me llamaste a mí.
- Perdí tu teléfono.
- Sí,ya,..., la excusita de siempre...-rió.
- No, es en serio. Tú sin embrago no puedes decir que lo hubieras perdido....-Ágatha miró a Efraín como una maestra amonestadora de chiquillos.
- No.-Efraín sonriendo continuó hablando mientras se le sonrojaban las mejillas-.No sé,..., creí que te arrepentirías de haberte acostado conmigo aquella noche,..., no sé por qué. Nunca me acuesto con una desconocida sin usar preservativo,¿sabes? Pero,..., contigo aquella noche fue,....,¡guaaaj! Disculpa que te hable así,....Pensé que fue una locura total y que querrías olvidarla cuanto antes.

Ágatha cambió la expresión de su rostro. Se avergonzaba de cómo había actuado con los hombres en el pasado.

- Sí,fue una locura total.-Silencio-. He cambiado ¿sabes? Ya no salgo de borracheras,ni me drogo,ni me voy con hombres.
- Yo también me cansé de la vida nocturna. Ya apenas salgo.En realidad también estoy harto de las relaciones de una noche o de un par de semanas o meses. Tengo el síndrome de las relaciones esporádicas. ¡Quisiera tanto encontrar a la mujer de mi vida,ésa con quien envejecer y tener hijos!

Ágatha,cabizbaja,dudaba de si contarle o no que creía que era el padre de su hijo.

- Tengo un hijo.
- ¿Ah sí? No me dijiste nada aquella noche,y eso que me hablabas de todo de tu vida, que si tu madre era alemana,tu padre andaluz,que en el trabajo eran todo chicas pero había aparecido un chico y estaban todas revolucionadas en la oficina,....
- ¡Caramba! Te acuerdas de todo.- A Ágatha le sorprendió sobremanera este detalle.
- Sí, me acuerdo de cada momento de esa noche. Para mí fue inolvidable,aunque no te lo demostrara nunca telefoneándote. Lo siento.Te confesaré algo,....

Efraín dudó,pero,....,tras su impulso de sincerarse no tuvo más remedio que terminar su frase.

- Dime- Ágatha estaba intrigada.
- Cuando me fui contigo a la cama yo mantenía una relación en Lanzarote con una chica,pero,....,lo dejamos hace seis meses.

Ágatha se enfadó muchísimo y sus facciones se tensaron.

- ¡Claro,por eso nunca me llamaste! Y ahora que estás en Madrid quieres ver si puedes volver a mojar,¿no?
- No,no,espera,.....- Ágatha se levantaba enfadadísima de la mesa y Efraín corrió tras ella.
- ¡No me toques!- Ante el intento de Efraín de cogerla del antebrazo.- Será mejor que no vuelvas a llamarme. Estoy muy bien solita y no necesito a nadie que me considere un segundo,tercero o hasta cuarto plato.
- No,..., por favor,escúchame. No pretendía ofenderte. Sólo quiero sincerarme contigo.

Ágatha tuvo un delirio de ternura y se resignó.

- Volvamos a la mesa, por favor.
- Está bien,te escucharé y me iré enseguida.
- Como quieras,pero escúchame un ratito,por favor.Mira,....,tú no me preguntaste nada ni yo a ti de si estabas con alguien. Simplemente fue un rollo de una noche,nos lo pasamos bien los dos,pasó y punto.

Ágatha hizo memoria. ¡Claro que se lo había pasado bien! De repente, no sabía por qué,su sexo comenzó a latir y a abrirse y cerrarse como una mariposa. Estaba recordando la anatomía de ese chico,su imagen permanecía indeleble en la memoria de Ágatha.Nunca había visto un hombre con tremendo físico.Efraín la miró fija y seductoramente,acercó su cara a la de ella,acarició un mechón de su pelo,su mejilla derecha,a lo que Ágatha respondió apoyando su cara en la palma de su mano y en ese instante Efraín la besó.

- (¡Cuánto tiempo hacía que no me besaban! ¡Oh,Dios,me muero de ganas de irme a la cama con él! Pero no,....,tengo que controlarme)- Ágatha se zafó de sus labios de miel y rotunda le dijo: Verás,..., tengo un hijo,un bebé de casi dos años.

Efraín colocó su mano derecha sujetando su cabeza,ladeada,escuchándola con suma atención.

- ¿Cómo se llama?
- Bienvenido.
- ¿Y me quieres decir que estás casada?
- No. No tengo pareja.

Efraín meditó unos instantes. De repente se puso nervioso.Empezó a mover sus piernas y a cambiar las manos de postura.

- ¿Quién es el padre?
- No lo sé.

El silencio pareció apoderarse de ellos. El corazón de Efraín palpitaba feroz y su mente no dejaba de hacerse preguntas.

-¿Estás insinuando que tal vez yo sea el padre de tu hijo?
- Tal vez.
-¡Madre mía!- Efraín se llevó las manos a la cabeza.
- Mira, aquí tengo una foto, en mi cartera.

Los ojos de Efraín se desorbitaron.

- A ver,a ver,....

Efraín cogió la foto tamaño carnet y sus ojos parecieron salirse de sus órbitas.

-¡ Dios mío! Pero si es igual que mi sobrino Eliéser.

Efraín miraba a Ágatha con la boca abierta, como si una gran "o" se le hubiera atravesado en la boca sin poder escupirla.

- ¿Podemos saberlo con un análisis de sangre,no?
- Sí,claro.¿Estás dispuesto?
- Claro.Pero,....,¡Dios! Por eso te soñaba todo el rato con un bebé, siempre veía al niño de espaldas.¡Ay! ¿Y si resulta que es mi hijo? ¿Qué hago?
- Tranquilo. Yo no te voy a presionar en nada,de hecho siempre pensé en sacarlo yo sola adelante.No necesito a ningún hombre,¿sabes?
- No,las cosas no son así.Si es mi hijo yo tengo que ser su padre,¿entiendes? Si no quieres que vivamos juntos,que mantengamos una relación sentimental,..., te entenderé,...,pero,..., seamos amigos y si ese niño es mi hijo yo te ayudaré en todo,¿vale? Imagino cómo lo has tenido que pasar tú sola......

Así quedaron hablando,largo y tendido en la cafetería. Mientras tanto,...,Zoe y Sebas se metían en una tremenda discusión.

- No puedes seguir así,anclado en tu pasado.Porque es eso lo que te pasa,¿no Sebas?
- No,..., Zoe,..., es que no quiero ir tan rápido.

Zoe estaba desesperada ante la actitud de Sebas. Sólo la besaba y cuando ella quería que fuera a más, se paraba y se separaba de ella bruscamente. Zoe había llegado a la conclusión de que era por el recuerdo de su ex. Jamás podría olvidarla.

- No es eso.Zoe,...,tú eres virgen y ya hablamos en el crucero que yo estaré dispuesto a esperar todo lo que quieras, no quiero que te excedas y luego te arrepientas.
- Sí, es verdad que quiero llegar virgen al matrimonio. Me alegra que respetes eso pues sé que hoy en día ningún hombre lo entiende. Pero,...,siento que no es por eso Sebas, no es por eso.
- Tranquila Zoe,demos tiempo al tiempo,por favor.

Pero Zoe sabía que había algo en el fondo de este asunto. ¡Tenía tantas ganas de sentir las manos de Sebas en su piel! ¿Cómo sería la sensación de que te desabrocharan la blusa y te quitaran sutilmente el sujetador? Como pasa en las películas.
Noelia estaba ya dormida.Zoe recogió sus cosas y se disponía a salir por la puerta rumbo a su buhardilla cuando Sebas la cogió del brazo.

-Espera,..., no te vayas así.-Zoe anheló que le rogara quedarse con él esa noche-. Te llamo a un taxi,esperaré contigo en el portón hasta que llegue.

Sebas marcó el número de la parada de taxi más cercana desde su móvil y Zoe,una vez más defraudada,esperaba observándole.Sus pezones se le habían puesto de punta y tenía ganas de llegar a casa y quitarse el molesto sujetador.

Zoe no dejaba de pensar, de camino a su casa,en que tal vez Sebas no la quisiera. Seguramente lo que le sucedía era que temía estar solo,el hecho de que no la deseara sexualmente después de tanto tiempo era una prueba irrefutable de que no la quería. Eso o que tenía problemas,problemas psicológicos. Muy a su pesar, Zoe había llegado a la conclusión de contarle lo acaecido a su sabia amiga Teresa.Aunque corría el riesgo de que si se lo contaba toda la oficina se enterara. Alejandro,el nuevo jefe, no era nada duro y últimamente el trabajo en la oficina estaba un poco descuidado. Sofía acaparaba toda la atención del jefe y los demás empleados se escabullían de muchas obligaciones y deberes. Sería mejor que se concentrara más en su trabajo si quería conseguir el deseado aumento de sueldo y dejara a un lado,al menos por un tiempo,a Sebas.No así a su pequeña,la alegría actual de la vida de Zoe,Noelia.Le había prometido llevarla al cine el viernes y después de tiendas,para comprarle toda la ropita de niñas que quisiera. Además de todo eso estaba su gata,Miran, a quien ya se le acercaba la fecha de su siguiente celo y su veterinaria le había dicho que dos semanas antes de esa fecha tenía que ponerla con un macho para que tuviera gatitos,el plan era que se quedara embarazada,tuviera gatitos,vender éstos y luego esterilizar a la gata. Así,al parecer, la gata se calmaría considerablemente y se le reduciría la posibilidad de cáncer del aparato reproductor.

Por otro lado estaban sus padres,¡hacía tanto que no les iba a visitar al pueblo! Aunque no sería una mala idea que ellos vinieran a verla de vez en cuando,aunque tuviera que pagarles un hotel si no querían estar apretados en el minipiso de Zoe. ¡Eso era! Cuando llegara a su piso les llamaría.Era de noche,pero aún no estarían dormidos.

- Hola mami,¿cómo estás? ¿No estaríais durmiendo ya,no?
- ¡Zoe,hija! Ayer no nos llamaste.Iba a llamarte yo hoy pero al final se me pasó el día en boberías y pensé que ya era tarde.
- No te preocupes. Les llamo para proponerles algo.
- ¡Madre mía,miedo me das! A ver,dime.
- ¿Por qué no os venís este fin de semana a Madrid?
- ¿A tu minipiso?
- ¿Por qué no? Mi cama es de matrimonio, os podríais quedar en ella y yo dormir en una de esas colchonetas inflables que tengo.Son muy cómodas y para mí será un lujo tenerles de invitados,por fa,por fa,...- Cuando hacía esto Zoe regresaba a su más tierna infancia,ese por fa reiterativo con voz dulce y mirada de corderito degollado nunca le fallaba con sus padres.
- Bueno,se lo consultaré a tu padre y mañana te llamo y te doy la respuesta.
- Trata de llamarme antes de salir al trabajo.
- ¡Tan temprano!
- Por favor, así me da tiempo de planificar todo,hoy es martes.Quiero comprarles los billetes yo desde aquí.
- Ay no,hija, no te preocupes, no vamos ni en avión ni en tren. Ya sabes cuánto nos gusta viajar en autobus.
- Está bien,como prefiráis.

Zoe,segura de que iba a tener a sus padres este fin de semana en Madrid,empezó a planificar todo lo que quería hacer con ellos,apuntando todo en uno de sus cuadernillos pequeños con dibujos de princesas en la portada: 1) Ir al Museo Thyssen-Bornemisza, situado en el Paseo del Prado y que es junto al Museo del Prado y el Reina Sofía uno de los museos esenciales de nuestro país,2) la Casa de América,3) sacarnos fotos en La Fuente de Neptuno,en pleno Paseo del Prado,4) ver la Torre Picasso,desde 1988 hasta la fecha actual el rascacielos más grande de Madrid,5) La Puerta de Alcalá,a la salida del ilustre pueblo de Alcalá de Henares,6) La Plaza de Cibeles,7) El Museo Reina Sofía, donde quería que su madre -que sentía especial predilección y sensibilidad por la pintura- viera El Guernica de Picasso,8) El Faro de la Moncloa, que era el onceavo edificio más alto de la ciudad. Se encontraban ya casi a finales de mayo,si sus padres hubieran llegado el fin de semana anterior hubieran podido disfrutar de las fiestas patronales de San Isidro,pero la agenda cultural madrileña conservaba aún vestigios de las fiestas y seguramente habría un sinfín de eventos y representaciones que poder disfrutar en la calle,paseando. También tenían la opción del autobús turístico,el mismo que había cogido Zoe cuando llegara la primera vez a la ciudad, en la parada del Museo del Prado,nada más salir del Museo,pero Zoe conocía muy bien a sus padres y estaba segura de que ninguno de los dos querría ir en autobús,seguramente preferirían coger varios taxis e ir de lugar en lugar en taxi.¡Vaya que si los conocía!

Madrid, sin duda,le gustaba mucho a Zoe.Trasladarse a la capital a vivir y comprar su buhardilla fue lo mejor que hizo en su vida.En la lista de cosas personales por hacer a largo plazo Zoe tenía escritas dos cosas: Primero) Hacer una carrera universitaria. Cosa que no era una utopía teniendo en cuenta que había pasado la selectividad con una nota de 8.3 y tenía acceso a un sinfín de carreras.Segundo) Acabar por la Escuela Oficial de Idiomas inglés y alemán, ambos idiomas los había cursado hasta el segundo curso pero sin llegar a examinarse de los finales de estos segundos cursos,por lo que quería repetir segundo y hacer tercero para tener la diplomatura en ambos idiomas.Más adelante, cuando tuviera más tiempo haría cuarto y quinto y obtendría la licenciatura. Pero,claro,la idea era viajar a Inglaterra y a Alemania en las vacaciones de su trabajo para poder perfeccionar ambos idiomas.Y, por último,y en tercer lugar) estudiar piano,siempre había querido tener un bello piano de cola blanco en su sala de estar,aunque claro,eso era en la casa de sus imaginaciones pues en su buhardilla no tendría a penas espacio para él. Pero no estaría de más soñar con tocar a la perfección el piano e interpretar las mejores melodías de pianistas famosos que tanto la hacían deleitarse en sus ratos de soledad hogareña.

Cuando Zoe fuera mayor quería ser una viejita adorable,dulce y simpática. Como esas viejitas de aspecto un tanto hippy un tanto dandie que van por la vida con la experiencia y la sabiduría clavadas en su mirada y con el cabello corto y teñido de azul añil.Dando la vuelta al mundo en improvisados viajes y exponiendo en las paredes de su casa las fotos más bellas con ella de protagonista en todos los rincones del mundo que visitara.Zoe era el espíritu de estar pensando siempre en el futuro,pero de manera individualista. Su obsesión por controlar el futuro era calculadoramente enfermiza. En sus cuadernos anotaba todo y hacía listas de cosas que hacer y cosas que no hacer nunca. Tenía claro que no quería tener hijos. También tenía claro hacía tiempo que no quería casarse,pero al conocer a Sebas todo cambió,bueno,todo menos lo de los hijos,eso seguía impepinablemente inamovible en su mente.

Últimamente Zoe había gastado todo su tiempo libre en estar con Sebas,en planificar las tardes de domingo en que Sebas le dejaba a Noelia y él se dedicaba a trabajar en la oficina,no así Zoe que libraba los viernes por la tarde desde que entrara el nuevo jefe.Las tardes de viernes se habían convertido en un gran aliciente para Zoe,consiguiendo dejar a un lado sus frustraciones sentimentales y emocionales con Noelia había desarrollado una amistad extraña pero fantástica. Extraña porque pareciera imposible para ella que una niñita de tan corta edad hubiera calado tanto en la mente y el corazón de Zoe,la compenetración era tal que era como si Zoe se convirtiera en niña,o como si Noelia se convirtiera en mujercita. Juntas, de compras,tomando refresco o helado,riendo en una comedia infantil en el cine,deleitándose con las dulces historias de Disney,comprando ropa en los shoppings que usualmente levantaban la más baja moral de Zoe.Noelia tenía muy buen gusto vistiendo y combinaba muy bien los colores (en eso se parecería,pensaba Zoe,a su padre).

El fantasma de la ex de Sebas y del amor que compartieron no dejaba de increparla cada noche. Ella pensaba que Sebas debía acudir a un psicólogo para poder descifrar sus verdaderos sentimientos. La desaparición de su hija le marcó pero también la de su ex,aunque él lo negara incansablemente. Judith,la ex de Sebas,era muy guapa. Un día Zoe urgó a escondidas en la gaveta de la mesa de noche del cuarto de Sebas y encontró una foto de Judith,con su cabello largo rubísimo y ultra liso,con su flequillo de niña bonita enmarcando un rostro angelical de mejillas redondeadas y ojos azules rasgados,por su aspecto seguramente esa foto era de cuando aún ella no se había metido en las drogas,sus mejillas lucían sonrosadas,estaba delgada pero tenía aspecto saludable,sus mejillas eran redondas y no cadavéricas como la describía Sebas.Lo más bello de su rostro,difícil elección,eran sin duda alguna sus ojos,azules y profundos.Aunque su boca también era muy bella,como dibujada con un pincel,perfectamente perfilada,con el característico pico en el labio superior,tan sensual y que siempre había deseado tener Zoe.Se asemejaba a un corazón,labios gordos que mendigan besos.Noelia era la viva imagen de esa mujer.

Si Sebas aún guardaba esa foto,quería decir que en su corazón aún guardaba ese amor del pasado como oro en paños. Tal vez por eso no le daba paso a ella. La quería,sí,pero sentía que lo hacía como se quiere a cualquier buen amigo.Y Zoe no quería ser su amiga,ya no.Soñaba,ahora sí,con casarse con ese hombre tan guapo,tan educado,que había pasado años en Tokio,que era tan culto,tan elegante,¡tan caballero! Y,sobre todo,le enternecía lo buen padre que era con Noelia.

A Zoe le costó mucho conciliar el sueño.Al día siguiente,miércoles,tendría que trabajar y colocar carteles en las tiendas de animales y consultas veterinarias cercanas a su calle,buscando macho para Miran.Organizar la estancia de sus padres para el fin de semana podría esperar para el jueves. El viernes podría ir a buscar a sus padres a la estación,acompañada de Noelia,si a Sebas le parecía bien.Luego podrían dejar las maletas de sus padres en la buhardilla y salir a tomar algo en compañía de la niña de la que sus padres no sabían nada, como tampoco sabían nada de su estrecha amistad con Sebas. Eso era lo que más sentía Zoe, que sus padres se inmiscuyeran demasiado en su vida privada y acabaran dañándola,pero,al fin y la cabo,eran sus padres.


Ágatha decidió que era una buena idea invitar a Efraín a conocer al pequeño,fuera o no su padre. A Efraín se le llenaron los ojos de lágrimas de la emoción y no pudo rechazar la propuesta. A esas horas de la noche el niño,esperaba,dormiría como un angelito así que decidieron dejarlo para el día siguiente. La cita había concluido.Ágatha no quería más enredos en su vida, así que con la excusa de tener que madrugar a la mañana siguiente para atender a Bienvenido se despidió cortésmente de Efraín quedando en la misma cafetería para mañana a media mañana. Cuando el pequeño despertara de su siesta matutina. Lo pondría guapo e iría en su carrito,último modelo en el mercado, a la cita con su posible padre.

Al llegar a casa, Ágatha encontró un panorama tranquilo. Teresa se había dejado dormir en el sofá,leyendo una revista que lucía desparramada sobre su pecho. Se la apartó suavemente y la tapó con una manta.

- ( ¡Menuda amiga tengo!)- Ágatha,sonriendo,se dirigió a la habitación de Bienvenido,quien también dormía plácidamente. Comprobó que no se había destapado,en uno de sus tantos movimientos nocturnos y,exhausta,se dirigió a su habitación,justo enfrente de la del pequeño,de tal manera que jamás necesitó interlocutores pues al más mínimo movimiento del pequeño Ágatha se despertaba. Ella,que antaño presumía de su vertiginoso sueño profundo, había desarrollado un sueño liviano y un oído de espanto. Era una auténtica madre loba,siempre en guardia.

Antes de conciliar al fin el sueño Ágatha se quedó mirando el techo largo tiempo,pensando en cómo iba a ser su vida si ese hombre negro con el que acababa de tomarse un café y con el que habló como si se conocieran de toda la vida resultaba ser el padre de su hijo.Por un lado le fascinaba la magia del destino y las casualidades,pero por otro lado le amedrentaba profusamente lo desconocido que se precipitaba en su horizonte como una ola enorme en la orilla de una pequeña playa.

A la mañana siguiente Bienvenido despertó una hora antes de lo habitual,muy inquieto. Ágatha le atendió,dándole su toma matutina y cambiándole el pañal,escogió las ropitas que le pondría y lo vistió cantándole una canción infantil alemana que hablaba sobre los nombres de los dedos de la mano.Acto seguido lo puso en su parque con sus juguetes favoritos y se dirigió a la cocina a prepararse una buena taza de café alemán. Metió en el horno dos rebanadas de pan negro y sacó de la nevera una tarrina de mermelada de fresa y otra de mantequilla. En lo que se calentaban el café y el pan fue a su habitación para decidir qué ropa ponerse. Unos simples vaqueros con una blusa y una chaqueta vaquera por si después hacía frío le parecieron respetables.De calzado optó por unas sandalias negras con piedrecitas y un moderno tacón de cuña que harían juego con su gran bolso negro de piedras similares a las de las sandalias. Sin maquillaje. No quería reprimirse de besar una y otra vez la carita de su hijo por no mancharle de carmín.

Al llegar,Efraín les esperaba con una sonrisa de oreja a oreja. Sentado con las piernas cruzadas y sosteniendo su barbilla en gesto del eterno pensador. Se levantó eufórico por ver al pequeño.

- ¡Hola bebé! ¿Cómo estás?

Bienvenido se quedó mirando a ese hombre tan alto y oscuro que le hablaba con tanta ternura. Frunció el ceño y de inmediato le dedicó una linda sonrisa.Efraín le cogió la manita derecha,vio la palma de su mano,una línea recta la surcaba de lado a lado,miró su propia mano,la misma línea,idéntica.

- Efraín,déjame ver tu mano.
- Mira,...,-Efraín gesticulaba nervioso con sus manos- ya yo no necesito analítica alguna. Mi padre y yo tenemos la línea de la vida recta y de lado a lado,como la tiene él,"mi hi-jo". Estas palabras las pronunció lento y fuerte,mirando al pequeño que no paraba de sonreirle y de mirarle con admiración.
- ¡Es increíble! Pero,....,aún así,...,yo estaría más tranquila si te hicieras las prueblas de paternidad.
- Sí, está bien,me las haré,pero te digo que para mí ya no cabe ninguna duda, ni la más mínima.Es mulato,la raza negra está en su pelo,su nariz,sus facciones,y,...,la línea de la mano,....,¡inconfundiblemente es un (Vargas)!

Se quedaron así,de pie, frente al carrito del bebé mirando al pequeño que no paraba de reirse. Ágatha no podía asimilar tantas emociones juntas.

- ¡Sentémonos,por favor!- Ágatha temblaba de abajo a arriba.
- Sí,¿el niño ya desayunó?
- Sí,su leche y dos galletitas de bebé.
- Ya no le das el pecho,¿verdad?
- Sí, si que se lo doy.
- ¡Fenomenal! Pensé que dirías que no,en Europa enseguida dejan de amamantar a los bebés y eso es muy malo,¿sabes?
- Sí,lo sé. En el curso de preparación al parto se encargaron muy bien de concienciarnos de cuánto beneficio hay en la lactancia materna.Por eso yo decidí que le daría le pecho todo lo que pudiera.
- Si pudiera ser hasta que cumpliera los dos años sería lo ideal.
- A ver,..., la verdad es que como ya tiene dientes,a veces me duele,sobre todo en la primera toma de la mañana en que se levanta con hambre y mama con ansiedad apretando bastante.

Efraín fijó la vista en su pecho. La blusa dejaba marcar sus abundantes senos y la mirada de Efraín se volvió golosa.Ágatha,dándose cuenta,cambió de tema.


Teresa, en su casa,ordenaba los armarios.Sus hijos eran ya mayores pero aún ella tenía que poner orden en sus habitaciones. Edder estaba trabajando y ella disfrutaba de su mañana de sábado en solitario pues los chicos se habían ido de campamento con la organización de jóvenes en la que estaban apuntados desde el comienzo de sus adolescencias.Esas acampadas habían servido hacía tiempo,para que Teresa tuviera la excusa perfecta y se evadiera de su hogar para ponerle los cuernos a su ex-marido con su actual esposo.¡Qué cosas tiene la vida!

Una vez terminó con su tarea descolgó el teléfono para llamar a Zoe y comprobar cómo había ido todo con la pequeña Noelia y la llegada de sus padres,como siempre Teresa no podía reprimir sus ansias de cotilleo.

- Hola Zoe,¿qué tal?
- Bien, gracias, ¿y tú?- Zoe,un tanto irritada por su llamada aún no se había despertado del todo.
- Bien.¿No me digas que te desperté?
- Bueno, a decir verdad nos has despertado a todos,incluso a Miran.
- Tus padres están ahí contigo,¿no?
- Sí,como te dije en la oficina vendrían este fin de semana.
- ¿Y qué tal con la hija de Sebas ayer?
- Bien,gracias. - Zoe no pensaba dar ni un ápice de información a esa cotorra.
- ¿Qué vas a hacer esta tarde?
- Saldré con mis padres a pasear por Madrid.¿Por qué?
- No,por nada,por si se quieren pasar por mi casa y tomar un café con pastas,Edder ha encontrado una pastelería suiza en una calle perdida por el centro y compró ayer dos bandejas enormes,te aseguro que están para comérselas todas de un atracón.Puedes venir con tus padres si quieres,..
- No, gracias, te lo agradezco de verdad pero es que quiero que vean cosas,ayer sólo fuimos al zoo y al cine por estar con la niña.
- Está bien,como quieras. Yo hoy me aburriré como una ostra porque Edder tiene que trabajar todo el día y los niños están en el campamento.
- ¿Los niños?- Zoe no entendía por qué las madres se empeñaban siempre en empequeñecer más y más a sus hijos,cuanto más pasara el tiempo y mayores fueran,peor era.-Ah,ya,...,bueno,..., pues aprovecha para hacer todo lo que siempre quiziste hacer a solas y nunca pudiste.

Zoe se imaginó a Teresa en cueros paseándose por su casa,o con un chándal enfrente de la tele y ante un vídeo de ejercicios de Cindy (Crewford).

Zoe recordó una escena del día anterior.Noelia,mientras esperaban a que su padre viniera a recogerla a su buhardilla se quedó un buen rato ensimismada delante de la tele,con rostro triste. La niña no podía olvidar a su amiga del alma,Farah.

- Zoe,¿te puedo pedir un favor?-le había dicho con carita melancólica.
- Dime.
- ¿Podremos ir a ver a una amiga a Barcelona el próximo viernes?
- ¿A Barcelona?- Zoe,sorprendida,imaginó la gran distancia y el agotador viaje.
- Por favor, no es tanto en avión.Mi padre seguro que si se lo digo paga los billetes y contigo estará tranquilo de que vaya. Es que necesito ver a una amiga que para mí es como una hermana. Últimamente nos llamamos casi todos los días pero ella está muy triste y quiere que vaya a verla,por favor Zoe.

Zoe se apiadó de Noelia. No podía ni imaginar lo duro que tenía que ser crecer sin unos padres,entre niños faltos de cariño como ella

La niña saltó a los brazos de Zoe.

- ¡Ay Zoe,qué buena eres! Me gustaría mucho que hubieras sido mi Mamá. Ella está en el Cielo,¿sabes? Me lo contó mi padre.

Zoe, sin saber por qué , sintió una pena inmensa.No era del todo cierto que se supiera a ciencia cierta del paradero de la madre de Noelia,Judith. El hecho de que Noelia viera en ella a una madre la llenó de pavor y vértigo.Quería seguir siendo su amiga,sólo eso,su mejor amiga adulta.

Lo que quedó de tiempo del viernes lo invirtieron en jugar al parchís tranquilamente en la buhardilla,los padres de Zoe (a los que les había fascinado la pequeña,aunque en sus interiores no dejaba de rondar la pregunta de qué era su padre para Zoe),Noelia y ella parecían una familia y ese cuadro emocionó a Zoe,quien tras recibir a Sebas y presentárselo a sus padres se fue a dormir tranquila.La despedida de Noelia tuvo una complicidad que no se escapó a los ojos de Sebas. Noelia le susurró al oído que no se olvidara de su promesa y Zoe le dijo a Sebas,cuando ya se marchaban,que el lunes le plantearía algo en la oficina,Sebas, intrigado,insistió que se lo dijera ya,pero ella prefirió hacerle esperar todo el fin de semana.

La mañana del sábado amaneció nublado,ya casi estaba entrando el mes de junio pero lo del cambio climático hacía mella pues
nunca se recordaba un tiempo así en esta estación.Aunque a Zoe le encantaba ya que odiaba el calor y adoraba el frío.

Ese día,nublado pero exquisito para pasear pues no llovía habían decidido empezar con la lista que tenía Zoe.Lo primero,el Museo Thyssen,después seguirían con todo el listado,la mitad el sábado y la otra mitad el domingo,hasta que a la tardecita sus padres cogieran el autobús de regreso a Salamanca.Donde llegarían bien entrada la noche.

Sacaron un sinfín de fotografías y se despidieron con súbita y contenida emoción en la estación de guaguas. Los padres de Zoe,cansados,se iban felices,conocedores de cuán bien se desenvolvía su hija en la gran ciudad.Magda,aunque no lo decía,estaba ilusionada con el padre de la niña,Sebas, ese chico encantador,viudo y tan bueno con su hija,deseaba que fuera su yerno,¡su tan esperado yerno! Tener a Noelia de nietecita y esperar con ilusión los hijos biológicos de Zoe se convertirían en su mayor anhelo a partir de ese fin de semana de mayo en Madrid.

Al regresar a la oficina en lunes Zoe se percató de que no se había puesto el pendiente derecho,sólo llevaba el izquierdo.Eso o se lo había puesto a toda mecha y se le había caído por el camino. Mientras caminaba hacia su mesa dirigió la mirada hasta la mesa de Sebas, mientras se tocaba la oreja.

- ¡Buenos días princesa de un solo zarcillo!
- ¡Buenos días Sebas! Sí, se me debió caer por el camino.

Sebas se quedó mirando a Zoe. Hoy,especialmente, le parecía más guapa que nunca. Lucía un vestido tipo años 60 de tonalidades marrones,naranjas y negro,con una cinturón naranja ceñido a la cintura, unos zapatos de plataforma marrón y un bolso a juego con los zapatos. Zoe,pensaba,vestía muy bien.

- ¡Hoy estás guapísima! Te queda muy bien la estética sesentera.
- ¿Ah sí?
- Si es que es una anticuaña,¿cómo no le iba a quedar bien? -Teresa,que se acercaba a la mesa de Zoe,intervino a pleno grito.
- Psss,no grites,Teresa. ¿Y tú que haces que no empiezas ya a trabajar,para qué vienes?- intervino Sebas.
- Para comunicarles algo.

Sebas y Zoe se miraron intrigados.

- ¡Me caso!
- ¡Oh no! - Zoe se sentó en su silla.
- Es la primera vez en mi vida que me enamoro,os lo aseguro.
- ¿Dices que tienes dos hijos con un hombre con quien llevabas casada casi veinte años y es la primera vez que te enamoras en tu vida,a tus cuarenta años?
- ¿Cuarenta? Cuarenta y tantos,dirás.- Dijo Zoe.
- Bueno,es la verdad. La fecha de boda es para el 15 de julio de este verano.Estoy preparando todo ya. Bueno,..., en el desayuno os digo más porque tengo miedo de que salga el jefe y me pille fuera de mi puesto.
- ¡Está bien,nos vemos a las once en la cafetería! Oye,...,¿cómo está Ágatha? Hace días que no nos llamamos.
- ¡Ay Zoe,si supieras! Está bien,pero hay novedades, ya os contaré en la cafetería.Pronto se reincorporará al trabajo.
- ¿Ah sí? ¿Y el niño,con quién lo deja?
- En alguna guardería,¿con quién va a hacer,Zoe?

Sebas se había concentrado ya en su trabajo,Teresa corrió a su puesto y Zoe encendió el ordenador.Les quedaba una intensa jornada de trabajo antes de poder hacer la pausa para el desayuno y el cotilleo. La puerta de Alejandro permanecía cerrada con llave desde que Sofía entrara a llevarle unos papeles,eso había sucedido mientras Zoe salía del ascensor al llegar a la oficina,pero ya todos estaban tan acostumbrados a los meneitos en la oficina del jefe que no le ponían el menor asunto.Aunque,ese día se pasaron,mientras todos estaban concentrados escucharon gemidos de placer de mujer provenientes de la oficina. Todos se quedaron mirándose con los ojos como platos.Entonces la voz de Sofía subió aún más la temperatura.

- Ponme encima de la mesa,el piso está frío.

Teresa arrancó a carcajadas y Zoe se sonrojó. Sebas miró fijamente la reacción de Zoe y pensó que tal vez ya iba siendo hora de dar un paso más en la secreta y oculta relación entre ambos,camuflada,ante todos en la oficina,en una linda amistad.

Las once en punto y Teresa increpaba a Sebas y Zoe desde la puerta del ascensor.

- Se va a hacer tarde,¡venga ya después siguen trabajando! Tengo mucho que contarles.

Los chicos,obedientes,apagaron sus monitores a dúo y se dirigieron al ascensor. Al llegar a la cafetería Sebas fue a pedir,ya sabía de memoria lo que tomaba cada una. Teresa un barraquito bien cargado con un sandwich mixto,Zoe un capuccino con un croissant a la plancha,él un café con leche y un bocadillo de lomo y queso amarillo.Cogió un par de bombones de una bombonera que tenían los camareros en la barra para sus clientes y sonrió al camarero mientras lo hacía:

- ¡Mi bocadillo a la plancha,como siempre!
- Enseguida llevo todo a la mesa.-Respondió el camarero,un señor cincuentón muy agradable por las mañanas pero cuyo humor empezaba a ajarse a partir del mediodía.
-¡Bueno Teresa,desembucha! ¿Qué es eso tan importante a parte de lo de tu boda,qué le pasó a Ágatha?
- Pues que apareció un tipo con el que se había acostado hacía tiempo y que,cree,que es el padre de Bienvenido.

Zoe se llevó la mano a la boca en gesto de asombro.

- ¡No me lo puedo creer!
- Pero lo puede averiguar fácilmente con una prueba de paternidad.- Sebas parecía el único tranquilo.
- Pero,..., ella no había dicho que no quería saber quién era el padre, que quería ser madre soltera.
- Sí,pero parece ser que las noches en vela y tantos gastos en pañales han hecho que cambie de idea.
- Sí, reconozco que es difícil con un salario solo sacar adelante a un hijo,especialmente tan pequeño. Uno les llena el armario de ropa nueva y cuando crees que tendrán para toda la estación,van y te pegan un estirón y la ropa se te queda obsoleta y tienes que volver a gastarte un pastón en comprar ropa que tan sólo se pondrán un par de veces. Es así,...., tener hijos sale caro para como está la vida hoy en día.
- Por eso yo siempre tuve claro que no quería tener hijos.
- ¡Ay Zoe,pero si es lo más bello que hay en el mundo! ¿Qué importancia tiene el dinero?

Pero Zoe recordó su infancia,cuando ella era pequeña sus padres atravesaron una fuerte crisis económica,la agricultura dejó de recibir ayudas y con el mal tiempo las cosechas de su padre se fueron por el mal camino. En especial recordaba un año en que su padre no sacó nada de ellas y lo pasaron francamente mal,sin dinero a fin de mes pasaron un invierno sin calefacción, con todos sus calcetines zurcidos y sus zapatos rotos y de números inferiores al de ella,que tan rápido crecía,con su ropa apretada o excesivamente larga por tomarla prestada de la hija de la vecina que era mayor que ella dos años,haciéndosele la boca agua cada vez que pasaba enfrente de la pastelería del pueblo y veía a los niños y niñas salir riendo con sus padres de la mano,disfrutando de cualquier dulce mientras sus tripas crujían en su interior y su saliva hacía que se babara sin percatarse siquiera de ello. Tal vez había sido en ese instante del tiempo cuando Zoe había decidido vivir por y para ella misma y adorar el dinero y los ahorros como las flores al sol.


- Bueno,cada uno es como es. No todas las personas tienen que hacer lo que hacen los demás.
- Está bien,está bien.- Teresa quería seguir siendo el centro de atención.Mientras el camarero se retiraba de la mesa tras haber traído todo el pedido en una bandeja-. El caso es que el muchacho dominicano este es negrito y se parece un montón al niño. Ágatha está segura de que es su padre.Hoy supuestamente él se iba a hacer las pruebas, pero hasta los resultados estaremos en ascuas.
- ¿Y el chico qué hace? ¿Vive en Madrid? - Sebas degustaba su exquisito bocadillo y las chicas hacían lo propio con lo suyo.
- Está de paso,buscando trabajo,si de aquí a un mes no encuentra regresará a Canarias, que es donde ha estado todo este tiempo. Pero si lo encuentra se quedará. En todo caso Ágatha me ha dicho que está tan seguro él mismo de que es su padre que le va a pasar un dinero cada mes para ayudarla y que si la prueba sale positiva va a tratar por todos los medios de quedarse en Madrid para ver al niño todos los días y ayudar a Ágatha.
- ¡Caramba! Y ¿cómo es que en todo este tiempo ni él ni Ágatha se han puesto en contacto?
- Ella perdió su teléfono y él se acordaba de ella pero hasta la fecha en que ha venido a Madrid no la había llamado.
- No sé, no sé,..., que en todo este tiempo no la haya llamado no me hace ninguna gracia- Sebas dio su versión de hombre.
- Sí, tienes razón. No sé cómo Ágatha no se siente ofendida.
- ¡Puaf! Ofendida dices,ella cambió pero no tanto como para convertirse en una Zoesaurius.- Teresa, como siempre, menospreciando a Zoe.

Sebas rió ante la ocurrencia de Teresa,pero al ver la cara de enfado de ella tosió disimulando y levantándose dijo:

- Venga chicas, yo tengo mucho trabajo,terminen ya,voy a pagar.
- No,de eso nada. Hoy pago yo. - Teresa cogió del brazo a Sebas y le obligó a sentarse.Decidida se dirigió a la caja para pagar el desayuno,el cotilleo de media mañana había llegado a su fin y tenían que volver a sus puestos a quemarse la vista delante del ordenador y un gran desfile de números.

- Bueno,Sebas tiene razón,ya está bien de cháchara.-Zoe se levantó de la silla y alisó su vestido. Sebas la esperaba en la puerta de la cafetería con una sonrisa de oreja a oreja.
- ¿Y lo de ustedes qué,cómo va?- Inquirió Teresa con mirada sarcástica.
- ¿Lo nuestro? ¿A qué te refieres con lo nuestro?- Zoe,haciéndose la loca.
- ¡Venga ya! Que no nací ayer. Se ve a la legua que sois más que amigos.

Sebas no intervenía.

- Pues te equivocas rotundamente Teresita,somos sólo amigos.- Zoe se molestó mucho,taconeando estrepitosamente se dirigió al ascensor donde entró con rapidez al abrirse la puerta.Sebas y Teresa entraron corriendo,temerosos de que se cerrara la puerta.
- Bueno,...,no volveré a decir nada,perdona Zoe.-Teresa,cabizbaja mostraba un insólito arrepentimiento.

Zoe se le quedó mirando.Últimamente Teresa parecía morderse la lengua para dejar de ser la chismosa de la oficina y eso le extrañaba sobremanera,¿sería cosa de su nueva pareja,quien tal vez le reprendiera por reiterar ese fallo en su personalidad? Si Teresa no se metiera tanto con Zoe,ella,seguramente,la consideraría una compañía adorable.

Una vez pasada la puerta del ascensor los cerebros de los tres se centraron únicamente en sus trabajos frente al ordenador. Al margen quedaban los problemas,los propios y los de los demás. Con disciplina estoica enfrascaron su mente en el horario de oficina y hasta la hora de la salida no retomaron el ambiente jocoso de la cafetería.Sebas y Zoe se dirigieron alegres hacia el ascensor.Dentro del cual empezaron a dialogar,lejos ya de los oídos ajenos.

- Sebas,¿qué vas a hacer este fin de semana?
- No lo sé,¿por qué?
- ¿No te ha comentado nada Noelia?
- Sí,algo me ha dicho.¿Quiere ir contigo a Barcelona a ver a una amiguita suya,no es cierto?
- Sí, a Farah,la niña gitana a quien tanto extraña.
- Sí,lo sé,está sufriendo mucho su lejanía.
- A mí me encantaría llevarla pero tengo tanto trabajo que llevarme a casa que me va a ser imposible.Confío en ti plenamente y sé que contigo estará tan bien cuidada como conmigo.

A Zoe estas palabras le llegaron al corazón,a lo más profundo y recóndito del mismo. Ese padre que durante tantos años había perdido a su única hija,ahora se la entregaba con plena confianza en que ella sabría cuidarla como si de él mismo se tratara.Zoe no pudo reprimir dos lágrimas que resbalaron por sus mejillas. Sebas se acercó a ella y con el dedo índice de su mano derecha acarició suave y sutilmente su cara retirando una de las lágrimas.Con el dedo pulgar acarició el líquido acuoso e,inopinadamente,besó el dedo que contenía,como si de oro líquido se tratara, la lágrima furtiva.Zoe,maravillada ante tanto romanticismo y veneración,se sorprendió sonriendo.Ambos se miraron con la misma profundidad que hay en el respirar hondo y desesperado del mar y se fundieron en el más tierno y sincero de los besos.

- ¿Puedo llevarme a la niña entonces este fin de semana a Barcelona? Ahora mismo reservo por internet los billetes y el hotel si me dices que sí.
- Ya sabes la respuesta.Ojalá pudiera ir yo también.
- ¿Por qué no lo intentas? A lo mejor yo puedo ayudarte luego con el trabajo retrasado.
- ¿Tú crees?
- ¡Sí,hombre! De peores he salido yo. Una vez mi madre enfermó dos semanas y yo tuve que ir al pueblo porque mi padre no sabe ni freirse un huevo,así que a la vuelta tuve que hacer todo lo que dejé de hacer dos semanas en tan solo tres días. Estoy acostumbrada a los sacrificios Sebas.¿No ves donde vivo?

Rieron y nuevamente se hundieron en un beso,esta vez largo y apasionado.

-¡Me voy con ustedes a Barcelona! No hace falta que reserves hotel,vas a conocer a mis padres Zoe.

Zoe se quedó a cuadros.¿Conocer a sus padres? ¿En calidad de qué? ¡Oh,Dios mío! No estaba preparada para enfrentarse a una situación así. Aún no estaban definidos como ¿pareja?,¿amigos con promesa de algo más en el futuro? ¿Qué les diría Sebas a sus padres de ella,qué les habría dicho hasta la fecha,sabrían de su existencia?

- ¡No pongas esa cara,mujer! ¿No quieres conocerles?
- No, no es eso.Es que,...,verás Sebas. Aún no sé qué somos nosotros exactamente y,..., ahora me vienes con que me vas a presentar a tus padres,....- Sebas la interrumpió.
- Zoe,te quiero.Perdona si no he sabido llevar este comienzo de relación, perdona si tengo miedo y no quiero poner toda la carne en el asador,perdona por todo cuanto ha sucedido y del modo en que ha sucedido hasta el momento. Te prometo que a partir de ahora todo va a ser diferente.
- Siempre hablas y hablas,con tu logorrea característica,pero,..., a la hora de la verdad nunca mueves ficha.
- Lo sé,pero todo va a cambiar,te lo prometo.Cree en mí,por favor,para que yo pueda creer en ti.
- ¿Me confías a tu hija y ahora disipas la posibilidad de no creer en mí como persona?
- No, no seas cínica conmigo,por favor. No es eso.¡Uf!- Sebas resopló exhausto y sus hombros parecieron derrumbarse mientras dejaba caer su cuello cabizbajo.

Zoe sintió lástima de él. Se arrepintió de haberle presionado tanto,tal vez las cosas tuvieran su ritmo natural y el del comienzo de esa relación,tan ansiada por ella,tenía que tener ese ritmo,pausado,lento,seguro,como el de la apertura de los capullos en flor en la primavera.

- Está bien. No te angusties. Tómate tu tiempo.

Sebas,cuyas comisuras de los labios parecían querer tocar el piso,se sintió aliviado no sabía bien por qué. La miró agradecido y la atrajo hacia él.Posó sus manos en su cintura y bajó hasta justo la altura de sus caderas,los huesos redondeados testificaron cuanta dulzura les atrapó en esos momentos al contacto con la piel ardiente del hombre de las pasiones de Zoe.Nuevamente un beso,uno de tantos,pero cada uno era diferente e imperecedero en la memoria de Zoe.

Inopinadamente,Zoe retiró las manos de Sebas de sus caderas y se apartó.No quería que se volviera a repetir el rechazo reiterado.Sabía que no pasarían de ese largo y apasionado beso.Pero Sebas la miró sorprendido y volvió a cogerla de las caderas y empezó a besarle lentamente el cuello.Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Zoe.

- ¡Para! Es mejor que sigamos así,despacio,como hasta ahora.

Sebas la miró fijamente a los ojos.

- Yo quiero más.No sé si estarás preparada aún pero,....
- Sebas,esperemos un tiempo,quiero estar segura de lo que sientes por mí.Ya hemos hablado de ello.

Ambos se sonrieron y empezaron a planificar su escapada a Barcelona.


Blanca se esforzaba al máximo en devolverles una rutina a sus hijas.Pero,¿cómo hacer que todo pareciera normal si hasta para ella misma todo era diferente,nuevo y desconocido?

Su primer día de trabajo fue bien.El alumnado en general mostró bastante interés en aprender el español y en saber de la cultura española.Pero,..., el tiempo para Blanca pasaba muy lento,no dejándose de preguntar en todo momento por sus hijas,por cómo estarían.

-¡Venga niñas! Se nos hace tarde.

- Mami,mañana nos haces un desayuno de los nuestros,no nos ha gustado ese invento de probar el desayuno americano.
Blanca rió ante la ocurrencia de su hija mayor.

-Está bien pequeña,mañana tomarás tu cacao con leche y cereales y tu bocadillo de jamón con queso como todas las mañanas.Pero ahora termínate lo que tienes en el plato porque las tengo que dejar en el colegio en cinco minutos.

- Mami,¿sabes que nuestro colegio tiene transporte escolar?

- Lo sé,pero a mí me pilla de camino a mi trabajo,así que no me importa llevarlas yo.

- Pero vamos siempre en taxi.

- Eso será hasta que yo me compre un cochecito,así sea de segunda mano.Pero primero tengo que pasar unas pruebas para convalidad el carnet de conducir,¿entiendes hija?

- Está bien Mami,creo que va a ser mejor para todas que te compres un coche.

- Lo sé.En cuanto tenga mi primer salario miraremos cómo financiar un coche de segunda mano.Tú me ayudarás a elegirlo,¿te parece?

- ¡Muy bien! Así los fines de semana podremos dedicarnos a pasear ¿no?

- ¡Claro,y conocer Nebraska entera!

El taxista las esperaba,como cada mañana,en la puerta de la casa.Era el mismo chico inglés que Blanca había conocido. Él le había hecho una tarifa especial si prometía contratarla para llevarlas cada mañana.Era un chico muy simpático.Con el tiempo Blanca se había enterado,en sus conversaciones de camino al colegio de las niñas y a su trabajo,de que era un estudiante licenciado en Filología inglesa y que se encontraba haciendo un doctorado sobre Historia americana,trabajaba de taxista para costearse sus gastos ya que con el dinero de la beca que le habían otorgado en su Londres natal no le daba para nada.Llevaba ocho años preparándose su tesis,pero parecía no avanzar.Aunque conocía Nebraska y la historia americana de cabo a rabo.

- Buenas días señora Blanca,buenas días pequeñas.-Craig desdobló el periódico y le dirigió una pletórica sonrisa a Blanca.

- Buenas días Craig.¿Cómo estás hoy,te encuentras mejor de tu resfriado?

- Ah,sí,al final creo que no era un resfriado,no sé por qué a veces me da por estornudar,debo tener alguna alergia,¿sabes? - Craig era alérgico a los perfumes y aún sabiendo que Blanca se bañaba en un dulce perfume cada mañana, no era capaz de decirle nada para no causarle la más mínima molestia.

Craig tenía los ojos verdes y el cabello rubio oscuro.Siempre se encontraba feliz,o aparentaba estarlo siempre,pues no paraba de reir y de ser cordial todo el tiempo. En otro tiempo Blanca se hubiera fijado en él como hombre,pero ya tenía claro que después de lo que había padecido no quería volver a saber nada de ellos.Ya tendría que lidiar bastante con sus hijas cuando éstas comenzaran a tontear con los del sexo opuesto,tendría que estar bien alerta para que no dieran jamás con alguien que fuera como el mismo padre que las engendró.

Sus hijas parecían adaptarse más rápidamente al ritmo y estilo de vida americano que ella.Era verdad que los niños asimilan mejor que los adultos los cambios.

Ya habían pasado más de dos meses,sesenta y cinco días en los que Blanca no sabía nada de su ex marido.Era un gran alivio vivir pudiendo ser ella misma,sin necesidad de fingir ni de pensar todo el tiempo si estaría haciendo algo mal,algo que pudiera irritar a su maridito,algo que pudiera presionar,sin darse cuenta,el botón de la violencia en su marido.En realidad en todo este tiempo ni siquiera había llamado a sus amigas del trabajo,les había pedido tiempo,incluido a su familia para relajarse y les había dicho que en tres meses no la llamaran,que ella llamaría cuando deseara volver a estar en contacto.Teresa fue una de las que no la entendió y se lo tomó un poco mal,pero todos los demás dieron el visto bueno a esta actitud que creyeron lógica tras todo lo que había vivido la pobre Blanca.

Ágatha no paraba de morderse las uñas mientras observaba al pequeño Bienvenido en brazos de Efraín.Éste lo sujetaba y jugaba con él a que él era superman y sobrevolaba la ciudad en busca de los malechores.El bebé no paraba de reir,se lo pasaba a lo grande con Efraín.

- ¿Qué tienes Ágatha?,se te ve preocupada.
- Sí. Hoy me han llamado del Hospital,ya están los resultados del test de paternidad.Me han dicho que podemos ir a buscarlos en cuanto queramos.
-¿Qué? ¿Por qué no me has dicho nada? Vamos ya mismo entonces.

Ágatha,titubeando,le dijo.

- Es que,...,no sé,es mejor que vayas tú,luego vienes aquí con los resultados,por favor.
- Está bien,como quieras.Pues ya me voy,cojo un taxi.En cuanto los tenga regreso aquí,¿vale?
- Vale- Se despidieron con un inocente beso en la mejilla.

En el taxi Efraín no paraba de morderse ansioso las uñas.Estaba seguro de lo evidente pero no podía evitar sentirse abrumado.Nunca planeó tener hijos en Europa,su madre se encargó de repetírselo hasta la saciedad.Su madre,la recordaba una y otra vez en medio de un sentimiento profundo de culpabilidad porque no le había dicho nada de todo esto,¿qué le diría?

- Es por aquí señor.¡Déjeme,por favor aquí que ya continúo yo andando!
- No,dígame usted dónde le paro.
- No,no,....,prefiero caminar un poquito,así me relajo ¿entiende?
- Ah,muy bien,¿pues aquí mismo entonces?
- ¡Aquí mismo!

Efraín se dirigió hacia el Hospital. Aún tenía recientes en la memoria los momentos en que se practicó las pruebas,le introdujeron en la boca una especie de bastoncillo como el que se usa para limpiar los oídos y con una simple muestra de saliva todo estaría resuelto,o no.... Le temblaban afanosamente las piernas.

Los momentos posteriores pasaron a la rapidez de la luz. En minutos se vio con su sobre en las puertas del edificio,no quizo abrirlo dentro. Esperaría a llegar al piso de Ágatha y ahí lo verían juntos.

Tocaron el timbre. A Ágatha le parecía demasiado pronto para que Efraín llegara de vuelta,pero,...,al abrir se encontró con un Efraín de rostro descompuesto.

- ¿Qué,qué pasó?
- No lo sé,..., no me atrevo a abrir el sobre.
- ¡Dame!

Ágatha abrió el sobre y sacó su interior.Cuidadosamente leyó los resultados. El test salía positivo con un 99% de posibilidades de acierto. ¡No cabía duda! Efraín era el padre de Bienvenido. A Ágatha le fallaron las fuerzas y se sentó en el sillón.

- ¡Es mi hijo! ¿verdad?
- Sí.
- ¡Uf! Menos mal,.....,¡Dios mío! Es mi hijo......- Exclamaba Efraín mientras se dejaba caer derrumbado en el sofá.

Los dos se miraron. Ágatha no había planeado nada de esto y Efraín sentía temor de la reacción de ella.

- Es mejor que te vengas a vivir con nosotros. Aunque nosotros no seamos pareja creo que lo mejor para Bienve es que crezca junto a sus dos padres. Si quieres te ayudo a encontrar trabajo cerca y te puedes quedar con la habitación que uso como trastero,la acondicionaremos,compraremos muebles y será la tuya. Me pagarás un pequeño alquiler por la habitación y ya está.

- ¿En serio lo dices?

Ágatha estaba segura.Lo mejor para el niño era que su padre estuviera cerca.

- En serio lo digo. Si tú quieres,claro.....

Sebas descolgaba el teléfono para llamar a Zoe, quien debía estar ya lista para pasarla a recoger rumbo a Barcelona. Irían en avión,para no perder tiempo y tenían que estar dos horas y media antes de la salida del avión en el aeropuerto de Barajas.A Sebas le ponía muy nervioso ese aeropuerto pues decía que siempre tardaba mucho en encontrar la puerta de embarque y que cuando al fin lo había hecho,casi siempre,le cambiaban la puerta una vez la había localizado. Zoe,sin embargo,defendía que era un espléndido aeropuerto con un funcionamiento envidiable y que jamás tuvo ningún percance en él. No obstante, Sebas no podía eludir los nervios que siempre se le presentaban cuando tenía que ir en avión,no era en sí el avión lo que le preocupaba,sino el que pudiera perder el vuelo,como siempre le atormentaba la impuntualidad y quería llegar al aeropuerto cuanto antes.

- Zoe,¿ya estás lista supongo?

- Eh,bueno,me estoy peinando.

- ¡Venga date prisa que ya paso a buscarte en menos de media hora!

- ¡Uf! Está bien,está bien.....- Zoe pensaba que aún no había cerrado la maleta y pese a que le había dicho que le faltaba peinarse aún estaba sin vestir.

Rápidamente corrió a su armario,descolgó del perchero el conjunto que había dejado separado para ponerse antes de salir al aeropuerto y terminó de meter el neceser y un par de zapatos en la maleta para cerrarla y correr ante el espejo para peinarse,justo terminando su labor de peluquería Sebas tocaba el timbre del portal.

- ¿Sí?

- ¡Ya estamos aquí! Abre para ayudarte con la maleta.

- No te preocupes, ya bajo,no pesa nada. Espérame ahí.

Zoe cogió la maleta con ruedas que fácilmente se transportaba aunque estuviera llena y pesara un poco y, tras el ruidito turístico que derrochó por el pasillo del edificio hasta llegar al ascensor, se metió rauda en el mismo y suspiró al cerrarse las puertas mientras pulsaba el botón de la planta cero.Comenzaba su viaje con Noelia y Sebas.

Sebs cogió la maleta y la colocó en el maletero del coche,mientras Zoe saludaba a Noelia .

- ¡Hola princesita! Qué guapa estás hoy,me encanta ese conjunto que llevas.

- Gracias Zoe,estoy muy contenta porque vamos a ver a Farah y porque al final mi padre se ha venido con nosotras, no sé cómo has hecho para convencerle,eres una artista.

Zoe miró cómplice a Sebas y ambos se sonrieron con los ojos.

- ¡Venga princesitas! Subiros al coche que nos vamos al aeropuerto.

- ¿Dejarás el coche estacionado en el aeropuerto?

- Sí,¿por qué?

- No sé,tal vez hubiera sido mejor coger un taxi.

- ¿Tú crees?

- Bueno,venga,esperemos que no pase nada.

- No,no pasará nada.- Sebas se sacudió la cabeza,como deshaciéndose de un mal pensamiento o una súbita corriente de energía negativa.

- ¡Vamos a ver a Farah! No puedo creerlo,seguro que se alegra mucho.Por cierto,Zoe,al final ¿te dieron permiso en el orfanato para sacarla un día entero?

- No mi vida,tenemos que llevarla a la hora del almuerzo de cada día y tiene que estar de regreso a las seis de la tarde.

Noelia puso cara triste.

- ¡Jo! Así no nos dará tiempo de ver nada, ni tan siquiera podremos ir al cine tranquilamente.

- A ver si podemos recogerla nada más termine de desayunar mañana por la mañana y planificamos bien el día.Podríamos ir al Puerto a visitar el Aquárium de Barcelona y los cines IMAX. Hoy no creo que lleguemos a tiempo más que de visitarla esta tarde y de pedir darle un paseo por los alrededores.

- ¡Ay sí Papa! Tengo unas ganas locas de ver el Maremagnum y d epasear por La Rambla de Mar.

- Sí,¿sabe la imagen que extraña mi retina.Noe?

- ¿Cuál?

- El Puerto Olímpico con las emblemáticas imágenes de La Torre de Mapfre y del Hotel Arts.

- ¡Bueno nostálgicos,ya se recrearán este fin de semana vuestras mentes! Además seguramente estaremos algo cansados cuando lleguemos.

- ¡Ah! Eso no es problema Zoe,te tomas un cacaolat y se te pasa todo el cansancio,bueno,al menos a mí me daba mucha energía,¡no sabes cuánto anhelo tomarme una taza de ese exquisito cacao caliente!

- ¿Por qué sabe distinto al resto de cacaos que se venden en España o qué?

- Sí,sabe a Cataluña Zoe.

- Jaja,¡mira ésta! Otra catalana empedernida,como su padre,de tal palo tal astilla.Pero si parece una política hablando.

- La verdad es que yo también extraño mucho Barcelona,¡se vive tan bien en ella!

- Bueno,es una ciudad muy bonita,hay que reconocerlo. La ventaja es que tiene puertas al mar y creo que por eso es tan diferente y apetecible para vivir en ella.

- Sí, Madrid también es bonito,pero tiene otro ambiente,¿verdad?

- Claro,como te digo es por el mar,el que abre todos los horizontes.

- Sí.- Sebas puso cara de nostálgico.

- Sebas,¿y no se te ha pasado nunca por la cabeza regresar a Barcelona? Seguro que encuentras trabajo.¡Tienes una carrera universitaria en Económicas!

- Sí,claro que encontraría trabajo. Pero,...,verás Zoe yo prácticamente salí huyendo de Barcelona.

- ¡Ah! Entiendo.- Zoe miró hacia atrás para ver la cara de Noelia,estaba absorta escuchando música en su discman.

- Tenía el presentimiento de que si me quedaba allí nunca iba a encontrar a mi hija.

- ¡Jopeta! Para que luego digan que los padres no tienen también el sexto sentido de las madres.

- Sí,eso mismo pienso yo.

- En fin,...,¿por qué no te montas una línea telefónica de ocultismo? ¡Te forrarías!

- Jaja.

La conversación oscilaba de una lado a otro y casi sin darse cuenta,mientras Sebas conducía y hablaban, llegaron al aeropuerto. No tardaron nada en facturar las maletas y encontrar la puerta de embarque,Zoe era diestra en moverse por los aeropuertos nacionales.Siempre viajaba en sus vacaciones y conocía prácticamente todas las comunidades autónomas españolas y un sinfín de países extranjeros.

- Bueno,ya estamos en la sala de embarque.¿Ves como no nos costó nada?

- Sí,siempre contigo todo es más fácil.- Sebas la miró románticamente y selló un discreto beso en sus labios.

- ¡Uy! ¿Le has besado,papá? - Dijo Noelia divertida.

- Sí,la he besado. Noelia,Zoe y yo tenemos algo que contarte.

- ¿Qué? ¿Se van a casar?.

- ¡Sí!

Zoe observaba expectante la reacción de Noelia.

- ¡Yupi! ¡Viva! Así que vas a ser mi madre ,¿no Zoe?

Zoe,puso rostro serio y preocupado.

- Siempre me tendrás a tu lado,pase lo que pase Noelia,y si quieres verme como tu madre para mí es un privilegio.

- Sí,serás una madre muy buena Zoe,por eso siempre quize que tú y mi padre se hicieran novios.¡Ay,qué alegría! - Noelia se abrazó a Zoe y pidió a Sebas que se uniera a su abrazo.

El vuelo transcurrió sin sobresaltos y a la hora prevista llegaron a Barcelona. Recogieron sin problemas ni excesivas demoras las maletas y se dirigieron a coger un taxi para ir a la casa de los padres de Sebastian,algo que tenía a Zoe con gusanillos en el estómago. Noelia ya los había conocido (bueno,reconocido) en las tres ocasiones en que habían venido a ver a la niña al piso de Sebas en Madrid,durante tres fines de semana alternos en el primer mes en que apareció la niña.

- No estés nerviosa Zoe,mi abuela es muy cariñosa,ya verás como no tardas nada en meterte en su corazoncito.

- Jaja,gracias Noe. ¿Sabes? Creo que serías una buena psicóloga. Siempre estás analizando a los demás y no pierdes nunca detalle cuando les escuchas hablar.


- Sí,es muy paciente.Espero que no pierdas nunca esa virtud mi niña.- Sebas besó a su hija y le dio un fuerte abrazo. Iban los tres sentados en la parte trasera del taxi.

- Está bien el clima aquí,¿no?- Zoe se dirigió al taxista.

- Sí,aunque hace dos días tuvimos tormenta y lluvias,pero ahora está tranquilito,parece.

- ¡Qué bien!

- ¿De dónde sois?

- Yo de Madrid,ellos de aquí.

- ¡Ah! Imaginaba,tienen cara de catalanes,incluida usted señorita.

- ¿Ah sí? ¡Vaya,todo se pega!

Y rieron al unísono.

Cuando llegaron a la casa de los padres de Sebas éstos les recibieron con una cálida bienvenida. Tenían una exquisita merienda preparada.

- ¿No habéis almorzado,no?

- Picamos algo en el avión,pero ya merendamos y a la noche cenamos para no distorcionarnos el horario de comidas,¿no Zoe?

- Sí,como quieras.

- ¡Ay, Yaya! - Noelia se tiró a las faldas de su abuela y se deleitó con las rebanadas del típico pan con tomate catalán en su punto de aceite de oliva y sal y una taza de cacao caliente como a ella le gustaba .

- ¿No quieren picar jamoncito serrano?- La Yaya,como quería que la llamaran,trajo una bandeja con varios platos,uno de suculento jamón serrano,otro con aceitunas,otro con cacahuetes y en otro pequeños bocadillos hechos con panecillos pequeños de leche -hechos por ella misma en su horno- con crema de chocolate.

- ¡Mmm,Mamá! ¡Qué rico! - Sebas se levantó y abrazó a su madre por detrás apretándola fuerte y dándole un fortísimo abrazo en su mejilla derecha.

- ¡Ay,mi mimoso! ¿Sabes Zoe? Sebastian ha sido el consentido de la casa. Tengo dos hijos pero mi Sebas siempre ha sido el más cariñoso y por eso tal vez el más mimado.

- Bueno,tan bien influye el hecho de haber sido el más pequeño porque al llevarse casi ocho años con su otro hermano,Jaume,hasta él mismo lo mimaba.

- Sí,mi hermano ha sido mi mejor apoyo siempre.Bueno,hasta que apareciste tú Zoe.

La madre de Sebas miró a Zoe complacida y sonriente.

- ¿Os llevais muy bien,no?

- ¡Sí,se van a casar Yaya!

- ¿Qué?

- Sí,como lo oyes.- Sebas y Zoe enmudecieron ante la declaración indiscreta de Noe.

-¿Es cierto eso,hijo?

- Bueno,...,ya hablaremos de eso en otro momento.

La Yaya mostró un rictus serio por momentos y su sonrisa se difuminó mirando fijamente a los ojos de Sebas. Zoe se sintió mal por minutos,pero Sebas la cogió de la mano y la tranquilizó.

- Sí,en otro momento hablaremos tú y yo a solas.

Zoe no pudo evitar sentirse mal,tal vez no le gustaba como esposa de su hijo,de su mimado hijo.

- Zoe,no pongas esa cara,mi madre siempre me ha sobreprotegido,ya verás como todo va a ir bien.- Sebas frotó la espalda de Zoe,quien cabizbaja pensaba que había sido un gran error esa visita a los padres de Sebas.

- ¡Venga! Salgamos a dar un paseo por los alrededores.

Los padres de Sebas, Joan y Montserrat,Montxe para todos menos para Sebas y Noe para quienes era obligado llamarla Yaya,vivían en plena Avenida Diagonal,en un espacioso piso de tres habitaciones que reflejaba nítidamente lo acomodada que era su familia. Su padre era abogado,no de prestigio pero sí lo suficientemente bueno como para ser de la clase social adinerada de Barcelona. Su madre era enfermera de geriatría.Aunque no parecía tener nada de paciencia,salvo con Noelia,con su nieta se derretía en alagos y derrochaba paciencia por los cuatro costados.

Cuando hubieron terminado de merendar fueron a dar un paseo. Zoe se metió en una librería en la que compró cuatro libros de bolsillo,era una vorágine leyendo cada noche.Al regresar del paseo ya era la noche cerrada y tras cenar se fueron a dormir. La niña en la habitación que su Yaya le tenía preparada,Sebas en la suya y para Zoe su madre preparó el sofá-cama del salón.¡Menos mal que contaba con puerta corredera y podría disfrutar de intimidad mientras todos dormían en sus habitaciones con las puertas cerradas! Si no,si alguien se tuviera que levantar a beber agua y pasar en frente del salón para ir a la cocina y la viera durmiendo Zoe se moriría de vergüenza.

- Zoe,has de disculpar a mi madre,es un poco anticuada ¿sabes?

-Pero,....,yo sólo quiero saber una cosa. ¿Tú le habías comentado algo de nuestra relación?

- Por supuesto,desde que nos fuimos de viaje a Grecia.Pero,...,ella es así,dale tiempo.Por favor,disculpa que tengas que dormirte en este sofá-cama esta noche,pero no quiero calentar más el horno exigiéndole que te deje dormir en mi habitación.


- No,no te preocupes. De todos modos me parece lo mejor lo que ha decidido tu madre. No debes preocuparte,estoy bien.Además este sofá-cama es de lujo y es mucho mejor que mi enorme cama de matrimonio en forma de corazón.

- ¿Y seguro que no te apetecería dormirte conmigo esta noche? ¿Viste ya mi habitación?

- Jaja,conozco tus artimañanas Sebas,¿no dices que el horno no está para bollos?

- Jaja,...,ya. No, en serio Zoe,no has de reiterarme tu deseo de llegar virgen al matrimonio,no iban por ahí los tiros,lo decía por la satisfacción de tener tu cabecita apoyada en mi hombro mientras duermes.

- Ya,bueno,habrá tiempo para eso,¿verdad Sebas?

- Claro. Zoe,...

- ¿Sí?

- Te quiero.

El corazón de Zoe palpitó tan fuerte que tuvo miedo de que Sebas lo escuchara.

- Yo también.

Y se abrazaron y besaron levemente.Temerosos de que Montxe apareciera por la puerta del salón.

- Es mejor que vayas a dormir ya.Mañana hemos de estar descansados para hacerles pasar a Noelia y Farah un día inolvidable.

- Sí,realmente sólo podremos disfrutar hoy porque el domingo por la mañana estaremos liados con la salida al aeropuerto.

- ¡Ay,no me lo digas! Salimos a las dos de la tarde,esta visita se nos va a ir como un flash.

- Sí.

- Bueno,tienes razón. Me voy ya a la cama,duerme ya tú también.- Con un largo beso en los labios se despidió Sebas. Zoe se quedó con una amplísima sonrisa,nunca se había sentido tan bien y segura de sí misma.No tardó en conciliar el sueño,sólo pensar en la jornada del día siguiente le daba cansancio.

Al despertar Zoe comprobó que todos aún dormía. No podía evitar despertarse siempre a la hora de todos los días,era su reloj interior y no le hacía falta usar despertador. Cogió de su maleta la mudada que tenía prevista para ese sábado,una toalla y su neceser y se dirigió al baño para acicalarse. Se duchó,vistió y maquilló y se dirigía al salón para recogerlo todo cuando escuchó en la cocina a Montxe poniendo preparando la cafetera.Corrió la salón y en santiamén deshizo la cama,dobló las sábanas y recogió el sofá-cama colocando todo exactamente como estaba. Fue hacia la cocina con las sábanas dobladas para meterlas en la lavadora y ayudar a Montxe a preparar el desayuno.

- ¡Hola Zoe! Buenos días,¿descansaste bien?

- Sí,muchas gracias doña Montxe,estaba muy cansada y no me costó nada conciliar el sueño. ¿Y usted,cómo amaneció?

- ¡Hija,por Dios! No me hables de usted,de hecho me encantaría que me llamaras Yaya.

Zoe se sorprendió gratamente.

- Muchas gracias. ¿Dónde pongo las sábanas,directamente en la lavadora,no?

- Dame,yo las pongo después,la lavadora ahora está ocupada.

- Muy bien,tenga,ay,perdona,ten.

Ambas rieron.

- ¿Te ayudo en algo?

- No,no te preocupes. Ya tengo la cafetera al fuego y el pan al horno.

- ¿Lo haces tú?

- Compro los que ya vienen hechos y sólo tienes que meter en el horno. Cada semana compro catorce pero esta semana como sabía que iban a venir ustedes compré más para el fin de semana así que no nos hace falta ir a por el pan nada más levantarnos,para mí es una pesadez,aunque a Joan le encanta darse esa vueltita hasta la panadería,creo que de paso se come más de un dulce de esos caseros recién hechos,él está a régimen porque tiene que adelgazar diez kilos pero estoy segura de que a escondidas mías se pega sus atracones porque no ha adelgazado ni un gramos en dos semanas que lleva de régimen.

- ¿Ah sí?

- Sí,creo que es adicto a los dulces.

- Jaja,¿adicto a los dulces?

- Sí,hija,no te rías,es verdad.Existe,una vez lo leí,se puede ser adicto a lo dulce o a lo salado,o ambas cosas. Hay infinidad de personas que son adictas a las chocolatinas.

- ¡Ay sí! Yo creo que soy una de ellas,a media mañana siempre me tengo que tomar un cappucino y una chocolatina.

- ¿Ves? Y seguro que si no lo haces te sientes floja,sin energía y hasta puede que con dolor de cabeza,¿no?

- Sí,eso mismo,me empieza a doler ligeramente la cabeza.

-¡Ahí lo tienes! Una adicción.

- No lo había pensado nunca.

- Bueno,pero no tiene por qué ser malo para todo el mundo.Tú estás delgada,demasiado diría yo y hasta puede que necesites esa ración de chocolate para subirte el azúcar,pero hay gente a la que le perjudica porque,por ejemplo,pueden tener sobrepeso y eso no les ayuda en nada. En todo caso,comer no es malo hija. No es una adicción tan destructiva como he visto otras.


Zoe pensó en Judith,ahora entendía por qué esa señora aparentemente tan sabia y cariñosa estaba tan a la defensiva cuando de su hijo Sebas se trataba. Seguramente no quería que su hijo amado volviera a sufrir,sobre todo no querría ver sufrir de nuevo a su única nieta,Noelia,la Paloma blanca de los sueños de esa adorable familia.

- Sí,Montxe. Afortunadamente tú tienes unos hijos maravillosos,muy responsables y cívicos que jamás tendrían una adicción de ese estilo,estoy segura.

- Sí,pero ¿de qué te puede servir educar bien a tus hijos,con lo difícil que es hoy en día,si después eligen como pareja a una persona crápula y autodestructiva que les arrolla la vida.

- Montxe,sé por qué lo dices,estate tranquila,ya todo pasó.

Montxe, que se encontraba abriendo un croissant para untarlo de mantequilla y mermelada de fresa,como le gustaba a Noelia,dejó lo que estaba haciendo y sus hombros se derrumbaron,bajó la barbilla y comenzó a llorar,era un llanto ahogado,como oprimido durante mucho tiempo.

- Ven,por favor,ven,abrázame.- Zoe no pudo evitar echarse a llorar también.

Montxe dirigió su mirada a sus ojos y le secó con sus manos el rostro.

- No mi niña,no llores,¿por qué lloras tú preciosas? No llores.

Ambas se abrazaron y permanecían así en el momento en que entraba Sebas con Noelia en brazos.

- ¿Qué pasa Yaya?- dijo Noelia asustada.

- Nada mi amor,Zoe y yo nos emocionamos porque nos hemos dado cuenta de que nos caemos muy bien.

Sebas miró a Zoe interrogativo,ella le dijo con la cabeza y la mirada que no pasaba nada.

- ¿Pasó algo Mama?

- No,no te preocupes.

- Sebas,después hablamos.- Le susurró al oído la Yaya a su hijo.

- Zoe,por favor,por la bandeja de croissants en la mesa.

- Claro,¿quieres que haga un bocadillo de crema de chocolate para la nena?

- ¿Quieres Noe?

- No Yaya,gracias,por la mañana me levanto francesa,prefiero tus croissants.

Todos rieron ante la ocurrencia de la pequeña mientras Montxe miró a Zoe con complicidad esbozando una sonrisa.

Sebas sentó a Noelia a su derecha y rodó la silla de su izquierda hacia atrás para que se sentara Zoe.

- Zoe,ven,siéntate aquí.

- Sí,Montxe,¿necesitas algo más en la mesa?

- ¡Llámame Yaya!

- ¡Ay,perdona! Pues dime,Yaya,¿falta algo en la mesa?

- No,venga,sentémonos todos a desayunar.¿Y tu padre,Sebas,ya se despertó?

- Sí,se estaba duchando cuando yo salía del cuarto de Noe.

- ¡Ya estoy aquí!

- ¡Vaya!,hablando del rey de Roma.....

- Por la puerta asoma. ¡Mmm! Qué desayuno tan espléndido hay hoy Yaya.

- La ocasión lo merece,¿no?

- Claro,¿qué van a hacer hoy,al final pueden recoger a la niñita esa gitana?

- Se llama Farah abuelo y es mi mejor amiga.

- Perdona Noelia,pero tú misma me dijiste que es gitana¿no?

- Sí,es gitana. ¡Tienes que conocerla! A ver si podemos traerla un ratito Papa para que los abuelos la conozcan.

- No sé si nos da tiempo de todo mi vida.Ahora desayunamos rápido y la pasamos a recoger para ir al puerto,lo primero que haremos será ver alguna peli,después tomar algo e ir al Aquarium,después la llevamos al orfanato para que almuerze con las monjas y nosotros almorzamos algo por ahí,en cualquier restaurante. Para después volver a recogerla y pasar la tarde de paseo,tal vez por la tarde nos de tiempo de venir por aquí,pero primero quiero que vayamos al Palacio de los juguetes para comprarles todo cuanto se les antoje a las dos.

- ¡Yupi,sí papa,sí!

- Venga, pues desayunemos rápido.

Terminaron el desayuno y Sebas llamó un taxi para ir al orfanato.Cuando llegaron una monjita esperaba con la niña por fuera.

- ¡Noeliaaaa! - La niña morena de cabello larguísimo,hasta casi las rodillas,salió corriendo para abrir la puerta del lado donde se encontraba su amiguita del alma.

Noelia se echó a llorar y salió también corriendo,saltando por encima de Zoe,pues ella estaba en el asiento del medio y Zoe ocupaba el asiento del lado de la ventanilla derecha posterior del coche.Las niñas se abrazaron y Sebas y Zoe pudieron comprobar cuánto se querían y necesitaban.

Zoe fijó su vista en el edificio del orfanato,¡era inmenso! Todas las ventanas tenían rejas y en la entrada había una puerta enorme que delimitaba un jardín delantero y un sendero de tierra que conducía hasta unos garajes,por fuera de los que había tres furgonetas grandes aparcadas.

- Las niñas están descansando ahora,por eso preferí esperar aquí con Farah para que no se revolucionaran cuando escucharan la voz de Noelia,todas la echan de menos en la residencia.- Así es como llamaban las monjas al orfanato,la residencia.

- ¿Nos podemos ir ya señor?- la niña se dirigió a Sebas.

- ¿Señor? No,yo soy el padre de Noelia,me llamo Sebastian. Tú te llamas Farah,¿no?

- Sí.

- Noelia me ha hablado mucho de ti. Te extraña mucho,¿sabes? Por eso es que hemos hecho lo imposible por venir este fin de semana a verte y que pasen un rato juntas ustedes dos.

- Gracias don Sebastian.

- No hija,llámame Sebas,por favor.

- Mi Papá es muy divertido Farah. Ella es su novia,Zoe,¿a que es muy guapa!

Zoe enrojeció y sonrió a la preciosa niña de piel morena,cabellos largos azabaches y unos ojazos marrones preciosos.

- ¡Tú sí que eres guapa! Mira que melena tienes,pero si pareces la pantoja cuando era joven.

- Jaja,yo soy más guapa que La Pantoja,¡soy más gitana aún!

Todos rieron.

- Además,canta como La Pantoja. ¡Anda Farah,canta un poco! Zoe,mira qué salero tiene Farah,es la mejor bailando y cantando.

La niña arrancó a cantar flamencoa la vez que bailaba como su sangre gitana le pedía,con tanto desparpajo y salero que todos se pusieron a dar palmas acompañándola,hasta la monja se apuntó al improvisado concierto.

- Sí,Farah es una gran artista,baila y canta como nadie en esta residencia.Hemos pensado incluso llevarla a uno de esos concursos de talentos.- La monja daba fe de lo que atestiguaba Noelia.

- Algo me dice que hoy vamos a pasar un día estupendo,anda,suban ya al coche que nos vamos al Puerto.

- ¿Al Puerto? ¿En serio Noe,vamos al Puerto?

- Sí,como a ti te gusta Farah.

- ¿Vamos a ver alguna peli en los cines IMAX?

- Sí,y después si quieres iremos al aquarium.

Farah se abrazó a Noe y sus ojos se llenaron de brillo,su rostro cambió radicalmente pasando de las señales de la tristeza a la alegría más extrema. Su boca se volvió una eterna y gran sonrisa.

La mañana se les fue en un periquete,a penas les dio tiempo de ir al cine y de pasar corriendo por el Aquarium,sin acabar la visita se tuvieron que ir porque la monja encargada de organizar los permisos de Farah llamó al móvil de Sebas pidiendo que la llevaran ya para almorzar y que a la tarde podrían volver a sacarla pero trayéndola de vuelta a las siete.Todos se desilusionaron,pero no les quedó más remedio que dejar a la niña en el orfanato y buscar un restaurante para almorzar.

- ¿Y ahora dónde vamos a almorzar?- Inquirió Noelia.

- Conozco uno que está por la Avenida Diagonal,a unos quince minutos de aquí en taxi,es lujoso y tiene salones privados.Tiene una decoración modernista que seguro que a Zoe le encanta.

Llegaron al distinguido lugar que tenía por nombre La Dama y ,efectivamente,como había dicho Sebas, Zoe quedó muy encantada con la decoración,especialmente de los techos y las ventanas con sus cortinas tan bien dispuestas y enmarcadas. Sebas,cliente habitual y conocido en el restaurate desde hacía tiempo,pidió un salón privado y un camarero les condujo presto a él.Pidieron el menú especial de la casa y comenzaron a desfilar un sinfín de platos,cada cual más lujoso y apetecible.De entrada tenían una ensalada tibia de salmonetes con patatas al caviar,luego unos raviolis rellenos de setas,acto seguido unos filetes de lenguado con gambas,posteriormente degustaron un gratinado de bogavante sobre lecho de espinacas,luego un solomillo de buey con foie y salsa de vino Oporto -salsa que Noe no probó porque su padre no le dejó- y por último eligieron entre una amplia gama de posibilidades en un carro de pastelería y Zoe y Sebas remataron con dos cafés.

Salieron del lujoso restaurante satisfechos y sonrientes,habían pasado más de dos horas en él y ya era la hora de recoger a Farah así que volvieron a tomar un taxi para ir al orfanato.

- ¡Hola! Al fin pasó el tiempo,a penas comí nada de la emoción de volver a salir con ustedes.

- ¡Ay Farah! No me digas que no comiste nada.

- No,no te preocupes,sabes que soy así,cuando estoy muy contenta por algo se me corta el apetito.

Zoe se quedó pensando en el lujoso banquete que se habían metido entre pecho y espalda y trató de imaginar en qué consistirían los menús en el orfanato,las monjas tenían fama de buenas cocineras,pero seguramente con el empeño en que las niñas comieran sano no les permitirían muchas exquisiteces.

- La próxima vez que vengamos a verte esperamos conseguir un permiso para sacarte a comer fuera,Farah.

- ¡Ja! Lo dudo mucho Zoe. Nadie puede comer fuera nunca.

- Bueno,vamos a disfrutar la tarde que si no se nos va el tiempo y no hacemos nada.

- ¿A dónde vamos? Primero a comprar unas cositas.

Noelia se mostró cómplice cayando el destino al que se dirigían y Farah sonreía y cantaba sin parar hasta que llegó el taxi y les dirigió a la gran tienda de juguetes donde Sebas quería llevar a las niñas.

- ¡Venga! Dense una vuelta que Zoe y yo les esperamos en la cafetería de la entrada. Cojan las escaleras mecánicas y no el ascensor para subir y bajar de plantas y metan todo lo que quieran en este carro - Sebas colocaba una moneda de un euro en uno de los carros de la entrada-.Noelia,no hablen con desconocidos y cualquier cosa llámame al móvil desde el tuyo,¿vale?

Las niñas se emocionaron tanto que marcharon dando saltos de alegría.

- ¡Por fin solos!

- ¿Crees que es seguro dejarlas ir solas?

- Sí,¿por qué no? Zoe,no quiero traumatizar a mi hija. Si la sobreprotejo por lo que nos pasó puede que consiga justo lo contrario de lo que deseo.

- ¿Y qué deseas?

- Pues a una niña de ocho años responsable y segura de sí misma que cuando sea adolescente no se me rebele por haberla sobreprotegido o consentido demasiado.

- ¡No cabe duda de que eres un padrazo!


Ambos se enfrascaron en una cómoda conversación y no pararon de sonreir y darse mimos. Se metieron en una bruma de ensueño de la que salieron cuando las niñas les llamaron desde las puertas de la cafetería con el carro rebosante de juguetes,ambos por partida doble pues todo lo que Noelia quería Farah también.

- ¡Madre mía! ¿Ha llegado Santa Claus ya a la ciudad?

La gente de las mesas,sonriendo,se volvió para ver el carro de las niñas. El cual Sebas aparcó en una esquina a la entrada y se cambiaron de mesa para estar más cerca del mismo. Noe y Farah se sentaron y pidieron dos cacaos calientes con dos dulces de chocolate blanco.

El tiempo se les escurrió de las manos cual granos de fina arena de una playa y sin casi darse cuenta ya estaban de vuelta a la residencia,dejando a Farah,que entre lágrimas y sollozos no quería separarse de Noelia. La despedida fue muy desgarradora. Sebas les prometió que al día siguiente,domingo,antes de partir hasta el aeropuerto irían a verla. La monja solicitó ayuda a las demás monjas para entrar los juguetes de la niña,juguetes que debería compartir con todas las niñas pues debían ponerlos en el cuarto comunitario de juguetes,ninguna niña podía tener juguetes propios,alguna que otra muñeca o enser personal sí,pero eran salvedades pues la regla general era que se depositaran en un gran salón que tenían destinado a todos los juguetes de la residencia.

El domingo llegó y Noelia amaneció con los ojos hinchados de llorar. Se había dejado dormir llorando,por su amiga Farah.No quería dejarla sola en la residencia,sabía cuánto la necesitaba.

- Noe,¡hija! ¿qué te pasa,has estado llorando?

- Papa,te quiero y me encanta vivir contigo,pero,...,es que para mí Farah es como mi hermana,no, ¡es mi hermana! No importa que no seamos de la misma sangre,hemos vivido muchas cosas juntas y ¡me gustaría tanto seguir a su lado!

- ¿Qué me quieres decir con eso mi vida?- A Sebas le temblaron las piernas,tanto que tuvo que sentarse.

- ¿No hay ninguna posibilidad de que Farah se venga a vivir con nosotros?

- ¡Ay,qué susto!

- ¿Por qué?

- Por un momento pensé que me ibas a decir que querías volver al orfanato.

- ¡No! Eres mi Papá y quiero estar siempre contigo,no quiero vivir más tiempo separada de ti,pero si Farah pudiera venirse con nosotros a Madrid,....

- Voy a hablar hoy mismo con las monjas a ver qué se puede hacer,tal vez sí que pueda adoptarla.

Y al llegar a la residencia,mientras Zoe se quedaba con Farah y Noe en el salón recibidor,Sebas pasó al despacho de la directora para tramitar una posible adopción.

- Hay un impedimento señor Sebastian.

- ¿Cuál?

- Tienen preferencia los matrimonios,las parejas casadas,¿usted no tiene intención de casarse,verdad?

- ¡Sí! Me voy a casar con mi novia,Zoe,la chica que me acompaña.

La monja esbozó una amplia sonrisa.- En ese caso,señor Sebastian,podríamos empezar a tramitar los papeles,pero tenga paciencia,las adopciones nacionales tardan mucho en tramitarse.

Sebas salió con una gran sonrisa del despacho. Llamó a Noelia a solas y le dijo todo. Ella se le abrazó contentísima,pero Sebas le pidió discresión a Noelia y que aún no dijera nada a la niña para que no se desesperara hasta que los papeles estuvieran en curso.

- ¿Pero por qué?

- Mi vida,las adopciones tardan en tramitarse.

- Pero si conmigo fue rapidísimo.


- Cariño,porque yo no te adopté,yo soy tu padre y el estado me devolvió a mi hija perdida,por eso no tardamos nada.

- ¡Ah,entiendo! Está bien,será una sorpresa entonces,¿no? Lo que pasa es que no sé cómo callármelo viendo a Farah tan triste porque nos vamos.

- Tranquila,dile que vendremos a verla in fin de semana sí y otro no para tranquilizarla.

Se despidieron con una tremenda ilusión por parte de Sebas y Noelia y desconcierto en Zoe al ver un brillo especial en los ojos de Noe mientras se abrazaba a su amiga despidiéndose,algo que no entendía y veía como una contradicción. Sebas la aclaró en el taxi al explicarle a Zoe que iban a adoptar a Farah.

- ¿Vas a adoptarla?

- Sí, será bueno para Noelia,la ve como su hermana.

Zoe,de repente,se vio como madre de dos hijas de ocho años y sintió temor de la responsabilidad que se le venía encima,aunque le vino a la mente la cara de la Yaya y el abrazo tan fuerte que le dio,signo de aceptación y nuevamente la sonrisa le vino al rostro.

Llegaron puntuales al aeropuerto,facturaron las maletas y como aún les sobraba tiempo fueron a la cafetería donde degustaron unos exquisitos capuccinos con croissants y Noe un refresco con una chocolatina. Embarcaron y tuvieron un vuelo sereno. Por la tardecita estuvieron llegando a Madrid,Zoe se despidió en el aeropuerto y cogió un taxi por separado hacia su buhardilla,debía llamar a sus padres nada más llegar para contarles todas las novedades.Al día siguiente,lunes,todos tenían que reincorporarse a sus quehaceres y obligaciones diarias.


Mientras tanto,todo cambiaba en el hogar de Ágatha. Acomodó un cuarto para Efraín en la habitación que tenía destinada a cuarto de plancha,trasladando la plancha y todos sus bártulos al cuarto-solana donde se ubicaba la lavadora y una pequeña pila donde lavaba muchas prendas a mano, costumbre muy típica del sur de España y que era herencia de su familia paterna. Compró dos tablones de madera y papel pintado con un moderno estampado y lo colocó sobre el cabecero de la cama con colores a juego con la pintura de las paredes, un beige oscuro muy acogedor. Cuando hubo terminado de decorar la habitación quedó muy satisfecha del resultado final,tenía un aire muy nórdico con la combinación de la madera y los colores blanco y beige,no sabía si a Efraín le gustaría o no,pero a ella le encantaba.

Efraín tardó una semana,el tiempo que le pidió Ágatha para preparar su habitación,en mudarse. Su amigo no entendía cómo podía irse a vivir con una mujer que,aunque fuera súbitamente la madre de su único hijo,no conocía de nada. Intuía que saltarían chispas de discordia entre ellos.

Pasada la semana Efraín se mudó al piso de Ágatha,ella le hizo una glamurosa cena de bienvenida en la que no faltó una fina cubertería de cristal y platos de porcelana con decoración de delicadas flores rosadas en combinación cromática perfecta con las servilletas de color y el mantel. Ágatha estaba muy nerviosa porque nunca imaginó que su vida tomara ese rumbo. No quería convertirse en una de esas amas de casa,madres y trabajadoras que acaban teniendo una vida que nunca habían planeado tener,pero el día a día con Bienvenido,el trabajo y la casa la acercaba cada vez más a ese sino. Y,ahora más pues iba a tener en su casa a un hombre,algo que obviamente ella jamás puso en sus planes de vida.

- Hola,¿cómo estás? Puedes poner tu equipaje en la habitación del fondo,es la que he arreglado para ti.

- ¡Ah,gracias! Ágatha -le dijo mientras caminaba por el pasillo rumbo al cuarto- no debes sentirte como si yo fuera tu invitado,ya te he dicho que te voy a pagar yo tu cuota de hipoteca mientras viva aquí.

- ¿Mientras vivas aquí? Es que piensas hacerlo temporalmente entonces,¿no?

- Bueno,cabe la posibilidad de que no te guste cómo soy,la convivencia es una cosa muy dura.- Efraín sonreía ,pero era plenamente consciente de que él era un desordenado crónico y no había más que echar un ojo al salón recibidor de la casa de Ágatha para darse cuenta de lo meticulosamente limpia y ordenada que era ella. Tal vez la convivencia fuera siniestra.

- Bueno,nosotros lo intentamos,si no funciona siempre tendrás la posibilidad de alquilar tú un piso o seguir como estabas hasta ahora,en una habitación de alquiler en piso compartido.

-Claro,claro.

- Efraín,lo que sí te voy a poner claro desde un principio es una cosa: Nada de traer mujeres ni amigos hasta altas horas de la noche a esta casa. Yo no voy a traer hombres ni mucho menos me verás con amigas aquí después de que el niño esté dormido. ¿Lo tienes claro?

- Está bien.- Efraín puso cara de susto comedido. No había pensado en ello. (¡Bueno,si me sale algún ligue me lo llevo al piso de mi amigo y ya está-pensó para sí-).

- Pones cara de circunstancia.

- Sí,bueno,...,supongo que teniendo un hijo la vida ha de cambiar,para ambos.Aunque nosotros no seamos pareja tenemos el mismo peso de responsabilidad en relación a Bienvenido y por eso es que estamos juntos ahora,por nada más,¿no?

- Sí,ya te dejé bien claro que no quiero tener ninguna relación ahora mismo. En su día nosotros nos lo pasamos bien juntos pero,....,no quiero que vuelva a repetirse ni que tú pienses que como vamos a estar bajo el mismo techo haya la más mínima posibilidad de que pase algo entre tú y yo. Sólo somos amigos y tenemos en común un hijo por lo que hemos de llevarnos bien toda la vida.

- Sí,to-da la vi-da - dijo despacio y con aire rotundo Efraín.

- Sí,eso es. Bueno,¿nos sentamos a cenar?

- Claro,el niño ¿ya se durmió?

- Sí,siempre se duerme a las nueve,en torno a las nueve menos cuarto le pongo en su cuna y le canto una nana o le leo un cuento y en un cuarto de hora suele quedarse dormido,eso si no ha vivido una experiencia que lo altere antes de la hora del sueño.

- ¿Una experiencia que lo altere?

- Sí,como por ejemplo una visita inesperada de última hora antes o después de su baño o que se haya caído durante la tarde,si es por la mañana he comprobado que no le afecta para conciliar el sueño,pero si ha sido por la tarde es como si le costara relajarse para dormir.

- ¿Se te cae muchas veces?

- Las normales,creo. He consultado con el pediatra y me dice que es normal que un bebé se caiga,aún no tiene perfecta su psicomotricidad y equilibrio y es cuando más se siente seguró él de sí mismo y comienza a correr o saltar en los escalones cuando se cae.

- Como cuando uno aprende a conducir,¿no? Mientras eres novato y vas con cautela no te pasa nada pero basta que cojas pericia y te confíes para que te des los primeros porrazos,que si rozas el carro con una columna en un parking, que si te pegas mucho al de delante,éste frena y te lo comes en una tremenda galleta.....

- ¿Galleta?

- Ah,perdona,en mi país usamos esa expresión para decir golpe.

- Ah. Hablas por tus experiencias al volante,¿no?

- Jeje,bueno,..., más o menos.

- ¡Uy! ¡Qué pinta tiene esta mesa! ¿Has cocinado tú?

- Sí,de primero tienes crema de bubangos,de segundo pescado blanco al horno con patatas y de postre musse de vainilla con crema de dulce de leche.

Efraín se relamió y comenzaron a disfrutar del circo de sabores que ella tan esmerosamente preparó.

Al día siguiente Ágatha,tras dejar al niño en la guardería se dirigió feliz a su trabajo. Hoy,como novedad,no tenía que salir disparada del trabajo para recoger a Bienvenido,Efraín se encargaría de hacerlo. Habían quedado a las dos en casa para almorzar todos juntos,primero le daría,obviamente,el almuerzo al pequeño,sentadido en su trona de bebé y dedicando aproximadamente una media hora a ello,luego serviría el almuerzo para Efraín y ella. La comida,incluida la de Bienve,como ya era costumbre en ella la había dejado preparada la tardecita anterior,dentro de la nevera en tupper wares,el mejor invento del siglo como decía su madre.Sólo tenía que calentarla en el microondas y servirla. Es así como tienen que desenvolverse las madres y amas de casa trabajadoras hoy en día, si no no podrían llevar todo a buen ritmo.

Bienvenido tardó muchísimo en acostumbrarse a la guardería pues estaba acostumbrado a pasar todo el tiempo con su madre,pero una vez empezó a disfrutar jugando con los demás niños todo le resultó más sencillo.Ágatha sufría más que el mismo bebé cada vez que dejaba llorando al pequeño en la guardería y al dar la espalda y marchar le escuchaba gritar " ¡Mamá,Mamá!". Pero,no quedaba otra opción,ella tenía que reincorporarse al trabajo y el pequeño tenía que empezar a sociabilizarse y estar con niños de su edad para desarrollarse bien. Ella le daba su primer desayuno nada más despertar,luego lo vestía y preparaba su mochila con pañales,toallitas,mantita de dormir,y un portacubiertos de bebé con una pequeña cucharilla con la que las cuidadoras le daban su desayuno de media mañana que consistía en una compota de frutas o un yogur y tres galletas de cereales especiales de bebé,todo lo compraba ella cada quince días y se lo daba a la encargada de la guardería para que lo conservaran ellas en la misma guardería en su frigorífico,igual con los pañales,ella traía los de su hijo de casa,los compraba por cajas y se los daba,aunque siempre llevaba de repuesto en su mochilita. Aunque,según le habían dicho,pronto comenzarían a quitarle los pañales al pequeño en la guardería.

Otro logro de Ágatha fue conseguir turno partido en la empresa,de tal forma que entraba a las nueve y salía en torno a la una reincorporándose a las tres y quedando libre a las siete. Por las tardes Bienve volvía a la guardería pues Efraín trabajaba de tres a once de la noche con los domingos libres ya que cerraban el bar donde trabajaba. Así que Bienve tomaba su media mañana y su merienda en la guardería y pasaba un total de ocho horas en la misma,algo que a Ágatha le disgustaba mucho aunque cada vez que hablaba con las madres de los bebés en la guardería se tranquilizaba ya que había señoras que los dejaban hasta diez o doce horas por no tener con quién dejarlos en su ausencia mientras ellas trabajaban y se trasladaban del trabajo a la guardería.Además,Ágatha contaba con la posibilidad de poder disponer de tiempo en su trabajo para darle personalmente las principales comidas a su hijo:su primer desayuno,que aún era el pecho y después cuatro galletas de cereales que devoraba gustosamente,su almuerzo consistente en dos platos el primero su indispensable potaje de verduras acompañado de carne o pescado,todo triturado,su segundo plato que era el mismo que ellos comían pero en pequeña cantidad y sin salsas y de postre siempre un yogur y la cena que consistía en un biberón con cereales al que los lunes,miércoles y viernes le añadía una yema de huevo ya que en el potaje el niño no quería huevo porque no le gustaba el sabor resultante de la mezcla,no así en el biberón con leche y cereales,el cual tragaba en unos minutos.

Por las mañanas Efraín tenía un trabajo extra como relaciones públicas y regresaba a la hora de recoger al bebé en la guardería,con el salario de relaciones públicas de una discoteca él mandaba dinero a su familia en su país y con el otro pagaba la cuota de hipoteca y parte de la cesta de la compra mensual de Ágatha.Así que para ella fue un desahogo económico que Efraín se fuera a vivir con ellos.Aunque por otra parte era tan desordenado que normalmente Ágatha estaba de mal humor cada mañana al ver el desorden que dejaba Efraín en el baño, en el salón,....

- ¡Hola chicas!

- ¡Hola Ágatha! ¿Cómo está Bienve?

- Bien, ya se queda feliz en la guardería.

- Por eso vienes con esa sonrisa, ¿no?

- Sí, no sabes lo feliz que me hace verle satisfecho con sus cuidadoras y sus compañeros de clase.

- Jaja, parece que hables de un niño mayor.

- Bueno, en realidad los bebés de la guarde son sus compañeros y compañeras así que no hablo disparates,¿no crees?

- Sí, es verdad, no hablas disparates.

- Mañana tengo pedido la mañana para asuntos propios porque le tengo que poner una vacuna.

- ¿Aún con casi dos años se les pone vacuna?

- Sí, es una que no da la seguridad social, es para prevenir una enfermedad de bronquios que al parecer es muy típica en niños, no sé ahora cómo se llama, la vacuna sí que me acuerdo como se llama porque sale carísima, se llama Prevenar y le toca la última dosis mañana. El pobrecito, ¡ya verás como mañana ya no tengo esta sonrisa!

- ¿Por qué, llora mucho cuando va a vacunarse?

- ¡Ay hija, no sabes cuánto! Esas noches en que se pone una vacuna duerme fatal y es entrar por el centro médico, ver al personal con batas y ya ponerse a llorar y patalear directamente. Me cuesta un montón que se esté quieto para ponerle la vacuna y después del pinchazo no veas cómo me cuesta tranquilizarlo.

- Vaya, y luego dicen que los bebés son plenamente felices, que si no tienen nada que hacer sino comer, jugar y dormir....

- Sí, sobre todo son felices cuando tienen los dolores de encías porque les están saliendo los primeros dientes. No sabes cómo se ponía Bienve cuando le empezaron a reventar las encías para salirle las muelas. El pobre no paraba de llorar a ratos durante la noche, me despertaba una y otra vez y la única opción que me dio el pediatra es que lo tranquilizara pues si bien venden productos en las farmacias él lo único que me aconsejaba de toda esa gama eran los mordedores que se ponían en la nevera. Aunque Bienve no los quería usar, les daban asco y nada más metérselos en la boca los rechazaba y se regañaba todo e incluso se provocaba.

- ¡Ay, Ágatha! Desde luego que me reafirmas en mi idea de no querer tener hijos.

- ¡No digas eso! Es lo más bello que hay. No puedo describírtelo con palabras, en ningún idioma. No puedes hacerte ni una somera idea de lo gratificante que es ver crecer a tu hijo y verle sonreír, una sonrisa suya recompensa con creces tantas noches sin dormir y tanta angustia por si él sufre dolor.

- Lo peor de todo es que como no saben comunicar lo que les pasa tú has de hacer de adivina, ¿no?

- Sí, creo que por eso desarrollamos tanta telepatía e intuición con nuestros hijos. Son los primeros años de vida los que la acuñan, lo que no sé es si con el tiempo se irá disipando. Por ejemplo, mi madre desde que nació mi hijo ha reaccionado de un modo muy extraño conmigo. Es, tal cual lo he dicho en otras ocasiones, como si en el momento en que parí yo a mi hijo el cordón umbilical invisible que nos unía se hubiera roto para siempre, no sé,...no te lo puedo explicar pero es algo que siento. Ella ahora se mantiene al margen, ya no me aconseja de manera casi imperativa sobre lo que tengo o no que hacer. Antes me daba órdenes, inconscientemente, en cada conversación. Ahora medita mucho y se mantiene al margen de muchas cosas en mi vida ¡ha cambiado, vaya!

- Claro, se habrá dado cuenta de que tú no eres la niñita de sus ojos, de que ya eres una madre como ella y eso le habrá abierto la mente a otras dimensiones psicológicas de interrelación contigo.

- ¡Ay,Zoe! ¡Qué bien hablas cuando quieres!

- Jaja, gracias, a veces me sale, no sé por qué.

Ambas rieron. Para Zoe era impresionante ver cómo su alocada amiga había cambiado todas las noches de juerga por noches de insomnio junto a su hijo, todo el glamour de sus fiestas neohippys por pañales cagados que cambiar. En el fondo sabía que lo mejor que le pudo suceder a Ágatha en su vida fue tener a su hijo, ese bebé hermoso y grande que tan despierto de mente era. Como si hubiera escogido lo mejor de cada raza y fuera un alma vieja en este mundo.


Zoe estaba exhausta, el viaje a Barcelona la había dejado rendida. Doblaba delante de su armario su ropa y con una sonrisa recordaba lo bien que lo habían pasado los tres juntos, bueno, los cuatro pues la gitanita hermosa había dejado huella en el corazón y la mente de Zoe. Pero al día siguiente debía volver al trabajo. Además, por la tardecita, al salir del mismo, había quedado con Diego y su nueva novia, la colombiana, en un café para tomar algo y conversar. Zoe se había enterado recientemente de que Diego había rechazado una oferta de trabajo en una clínica dental, estaba muy bien trabajando como cantautor en el garito donde acudía todas las noches, al parecer la vida del músico bohemio le hacía sentirse en su propia piel y el noviazgo con la morena de sus sueños le insuflaba la suficiente adrenalina y autoestima como para no dejarse machacar más la moral por los imperativos de su austero padre y despótica sociedad capitalista.

La gata, indiferente, continuó con su baño nocturno de lametones.

- La verdad es que no entiendo cómo a Sebas no le pueden gustar los gatos. ¡Sois tan limpios! Nada tenéis que ver con los perros, capaces de comerse su propio vómito.

Entonces vino a la mente de Zoe la primera vez que vio a Kimba, la bella pastora alemana a quien tanto adoraba Sebas. Había acudido rápido a su presencia, olfateando sus pies y dando lametones en sus zapatos. Según Sebas eso quería decir que era una buena persona pues la perra presentía los sentimientos y pensamientos de las personas y cuando actuaba de esa manera tan cariñosa era porque, en palabras textuales de él, la persona era buena de sentimientos. Cada vez que pensaba en la vida de Sebas y sus acontecimientos un escalofrío la recorría de pies a cabeza, parecía sacada del mejor guión de película. ¡Y ahí estaba Noelia! Su niña Paloma de quien la vida le había separado por tanto tiempo. Pero estaba segura de que la misma vida sabría recompensarles por el tiempo perdido. Lo único que quería Zoe era verles juntos y felices, como estaban ahora. Sumida en esos pensamientos estaba cuando sonó el teléfono.

- ¡Hola guapa! ¿Cómo estás?

- ¿Sebas? ¡Hola!

- (Risas). ¿Qué tal, ya cenaste?

- Sí, acabo de meterme entre pecho y espalda un tazón gigante de chocolate con leche y cuatro porras.

- ¡Vaya, lástima! Yo quería invitarte a cenar a casa.

- Mmm.....

- A no ser que....

- ¿Qué?

- ¿Te quedó hueco en tu pequeño estómago para una ligera tortilla francesa con ensalada de frutos rojos?

- Mmm,....Suena exquisito,....pero no sé.- Zoe titubeó. No importaba comer más, pero tener que coger taxi a esas horas no le hacía nada de gracia.

- ¡Venga, di que sí, yo te paso a buscar!

- ¿Me pasas a buscar?

- Sí, venga, no se hable más. Paso a recogerte y cenas en casa con nosotros. Por fa.....

-¡Está bien!

- En media hora paso a recogerte.

- Estaré lista, toca el timbre del portal y bajo para no esperar.

- ¡Estupendo! Pero no tardes mucho porque seguramente no tenga dónde aparcar.

- Ya.- Zoe colgó bruscamente, dejando a Sebas a la espera de un "hasta luego" y dos besos, mirando sorprendido el teléfono como esperando una respuesta técnica a su gélida reacción.

Zoe era así. Una mejer cerebral y fría aunque su pasión permaneciera oculta bajo los trastos de la moralidad, cual objeto en desuso en un desván olvidado. Corrió frente a su armario, sacó todos los conjuntos elegantes de que disponía y tras mucho decidir y cambiar de decisión, optó por un blusón baby doll estampado con unos leggins y unos zapatos peep toe. Todo a la última moda, como era normal en el armario de Zoe, donde desde que se independizara en su día nunca existió fondo de armario.

Pasó veinte minutos frente al espejo, los diez primeros eligiendo el color de la sombra de ojos que debía usar. Finalmente se decantó por un verde oliva que contrastaría muy bien con sus ojos color café y su baby doll de colores predominantemente verdes. Como barra de labios eligió una cremosa ultrabrillante de color y olor a chocolate.

Cuando hubo terminado de emperifollarse se miró fijamente ante el espejo y, satisfecha con el resultado final, esbozó una amplia sonrisa, inmediatamente difuminada ante el súbito recuerdo de Blanca. No podía entender cómo en pleno siglo veintiuno aún existían hombres enfermos de machismo, rebozantes de odio y rencor, misógenos hasta el delirio.

Tenía ganas de hablar con ella. Ansiaba que pronto les llamara a la oficina, ¡sí, pronto lo haría! La interdicción de telefonearla mantenía a todos en el trabajo en ascuas. Tal vez si ella lo deseaba iría a Nebraska a hacerle una visita y asegurarse de que todo fuera bien. Sí, ¡muy pronto vería a Blanca!, lo intuía.

El tiempo voló y cuando Zoe quiso darse cuenta ya Sebas esperaba en el portal. Revisó el contenido de su bolso una y otra vez y se aseguró reiteradamente de que la casa estaba toda cerrada y los aparatos eléctricos desenchufados, el mismo ritual de siempre antes de salir de casa, el cual repetía hasta cuatro veces obsesiva y compulsivamente.

- ¡Buenas noches!

Sebas, absorto con la vista al horizonte, se volvió a verla con una gran sonrisa.

- ¡Qué guapa estás!

- Gracias. Entonces,.... dices que has hecho tortilla francesa para cenar.

- Sí, acompañada de frutos rojos y una tarta de higos con salsa de chocolate para chuparse los dedos.

- ¡Uy! No me advertiste que hubiera postre. Como siga comiendo así voy a ponerme como una vaquita.

- Como la que tiene mi hija en su cuarto para colgar los pendientes, así de fashion.

- Jajaja, sí como una de esas vacas.

- Anda, sube al coche, que se nos hace tarde.

- Sí, mañana hay que madrugar así que no puedo llegar muy tarde.

Sebas se quedó mirando al suelo, pensativo y con la mano derecha que sostenía la llave del coche en un ángulo perfecto de sesenta grados, miró tímidamente a Zoe y titubeó antes de hablar.

- Zoe, ¿por qué no te llevas el pijama y ropa para cambiarte mañana y te quedas a dormir esta noche en mi casa, en el cuarto de los invitados?

Zoe estiró aún más el cuello y puso su espalda aún más recta si cabía. No esperaba esa petición tan tentadora.

- ¿Tú crees?

- ¡Claro! Así no tengo que estar otra vez cogiendo coche y ya lo dejo felizmente aparcado en el garaje. Por favor.

- Mmm,... está bien, espera que no tardo nada.

- Oye,... te tomo la palabra, no te pegues una hora eligiendo el conjuntito de mañana.

Zoe rió.- Jaja, me conoces muy bien ¿eh? No, no te preocupes, ya lo tengo preparado en la silla del escritorio.

- Eres el colmo de la disciplina y lo metódico.

Sebas esperó pacientemente. Al momento Zoe bajaba de nuevo por las escaleras y abría con prisas la puerta del portal.

- ¿Nos vamos?

- ¡Vamos!- Sebas cogió el bolso de Zoe con la mano izquierda y dirigió su mano derecha hacia la de Zoe, entrelazándose como dos adolescentes que pasean enamorados por la calle.

A Zoe siempre le parecieron cursis esas escenas de novios de la mano por las calles, mucho más cuando se abrazaban por la cintura y caminaban como si fueran siameses, el colmo llegaba cuando la chica metía la mano en el bolsillo trasero del pantalón de su chico y él respondía con el mismo gesto,¡entonces sí que los consideraba auténticas presas del ridículo! Y ella sentía aliporio de verlos. Pero quién le iría a decir que ella misma sería la que un día caminara de la mano de un hombre por la calle, con cara de tonta y mirando absorta al príncipe de sus sueños mientras caminaba.

Llegaron al piso de Sebas y No elia salió corriendo a su encuentro, entre risas y regocijos.

- ¡Hola Zoe! ¿Cómo estás? Menos mal que has aceptado venir a cenar, tenía muchas ganas de verte.

- Jaja, gracias mi niña linda,¿y cómo está mi princesita? ¿Lo has pasado bien hoy?

- Sí, en clase nos han mandado un montón de deberes, pero ya los he terminado.

- Bueno, con mi ayuda.- Intervino la señora que Sebas había contratado para cuidar de Noelia y encargarse de limpiar y cocinar, estaba en régimen interno y trabajaba de lunes a sábado. Era una señora española, viuda y con dos hijos ya mayores que vivían fuera de Madrid por lo que no le era ningún handicap permanecer las veinticuatro horas disponible para cuidar de Noelia. Sebas había tenido mucha suerte encontrándola pues raramente señoras mayores con tanta experiencia se ofrecían para trabajar como asistentas en régimen interno.

- Sí, claro Luisa, con tu ayuda. ¿Sabes que a Luisa se le dan muy bien las matemáticas y los problemas?

- ¿Ah sí? ¡Qué bien! Así tienes quien te ayude con los deberes.

- Sí.- Noelia se abrazó fuerte a Zoe y puso cara de felicidad extrema.

- Bueno, vayamos a la cocina. Ya es hora de cenar.

- Luisa, ¿seguro que usted no hizo la cena?

- No mi hija, Sebastian se metió en la cocina y se empeñó en que él la iba a hacer hoy. Así que habrá que ver cómo salió eso. Buena pinta, la verdad, tiene. Sobre todo la ensalada de frutos rojos y la tarta de higos con chocolate.

- Mmm,....,¡qué pinta!- Zoe observó la mesa, exquisitamente bien puesta, con el bol de la ensalada al medio y una aspecto altamente apetecible.

- El postre está en la nevera, mira Zoe, échale un ojo a ver si no te dan ganas de hincarle el diente.

Zoe se dirigió a la nevera y al abrirla Sebas se le hizo la boca agua al ver en un plato de cristal grande una tarta de color beige con ribetes de chocolate por encima.

- ¡Madre mía Sebas! No conocía esta faceta tuya de cocinero de alta cocina.

- Jaja, espera a probarlo todo y luego me das tu opinión.

- Venga, sentémonos ya a comer.- Espetó Noelia exigente.

Se sentaron y disfrutaron de una cálida velada en medio de un mar de sabores, circo de placeres para el paladar más exigente. Al término de la cena Sebas pidió a Noelia que se fuera a cepillar los dientes y el pelo, fuera a su cuarto a ponerse el pijama y le esperara leyendo un libro hasta que subiera a darle las buenas noches.

- Sí, ya es tarde para mí, mañana tengo cole y no puedo tener sueño porque si no me aburro en clases de matemáticas.- Todos rieron al unísono, sabiendo las dificultades que tenía la niña con esta asignatura que no le gustaba nada.

- ¿Qué libro te estás leyendo Noelia?

- Uno que me mandaron a leer en el colegio, se llama Tanit, es sobre una niña que sale de paseo con su perro pastor alemán por el bosque y se hace amiga de una viejita que es considerada en su pueblo como una bruja.

- ¿Te gusta?

- Por ahora sí.

- ¿Cuántos libros te lees al mes?

- Cada semana les mandan a leerse un libro en el colegio.- Sebas asumió las riendas de la conversación.- La verdad es que me parece que les exigen mucho pero,..., en fin,.., hoy en día corren otros tiempos y los niños están muy espabilados.

- ¡Ni que lo digas! - Dijo Noelia con cara de pícara y todos rieron.

- Venga, a la cama. Recoge tu plato y cubiertos y vete ya a cepillarte los dientes.- Luisa se levantaba para recoger la mesa cuando la mano de Sebas la detuvo y le pidió que se fuera ya a descansar pues él lo recogería todo.

- Yo te ayudo Sebas.- Zoe estaba disfrutando en ese ambiente tan familiar y eso se le reflejaba en el rostro.

- Muy bien, como quiera Sebastian. Entonces buenas noches y hasta mañana, me retiro a mi habitación.

Cuando se quedaron a solas Zoe se levantó para ayudar a Sebas a recoger y fregar los cubiertos.

- Yo friego y tú secas y colocas porque no sé dónde van las cosas.

- Está bien. - Sebas miró pausadamente el rostro de Zoe antes de acercarse a ella y robarle un beso.

- ¿Estás feliz Sebas?

- Sí, muy feliz. Tener a mi hija conmigo y haberte conocido a ti a la vez ha sido la inyección de adrenalina que necesitaba para que mi corazón volviera a latir y sentirme vivo. Porque yo estaba muerto en vida Zoe, no te puedes ni imaginar el sufrimiento que tenía sin saber de mi hija.

- Lo imagino. Pero, mira, ahora la vida te ha recompensado con creces. Tienes esta bonita casa, de lujo, tienes a tu hija contigo y ella además de ser guapísima es un encanto de niña y le encanta estudiar. Estoy segura de que será una licenciada, como tú. No hay más que ver cómo habla.

- Lo importante es que está sana y salva Zoe. Hay una gran diferencia entre tener un bebé y tener un hijo de su edad, cuando era bebé sentía que era extremadamente vulnerable, temía constantemente por su seguridad, ahora por lo menos ya ella sabe cuidar de sí misma, es una niña, claro está, necesita de mi tutela, pero,..., no sé, no es igual que cuando era bebé, ésa sí que fue una mala etapa,¡no sabes cuánto! El fantasma de su madre ensombreció una época que debió de ser la más bella para un padre, yo en lo único en que pensaba cuando Noe era bebé era en que creciera y se pudiera defender ella misma, en que su madre jamás pudiera hacerle ningún daño.

- Bueno, olvida ya eso, ya pasó. - Zoe vio a Sebas afectado y emocionado y lo estrechó entre sus delgados y largos brazos.

- Zoe, gracias por ser tan cariñosa con la niña, de verdad que te lo agradezco no sabes cuánto. Pienso que Noelia necesita tener un patrón femenino cerca, Luisa es muy mayor y aunque le inculca buena disciplina no sabe entenderla tan bien como la entiendes tú. Ella te admira mucho,¿sabes?

- ¿Sí?

- Sí, me ha dicho que de mayor quiere vestir tan elegante como tú y que quiere ser tan educada y refinada como tú.

- Vaya, ¡quién lo iba a decir!

- ¿Por qué dices eso?

- Verás Sebas, yo vengo de un pueblo, me costó mucho adaptarme a la vida de ciudad y siempre me sentí muy tosca en comparación con la gente capitalina.

- Pues si te digo la verdad, he visto mujeres capitalinas mucho más vulgares que tú. Tú tienes mucha clase y estilo, eres elegante y sofisticada, mides muy bien tus actos y palabras y nunca desagradas a nadie, te lo aseguro,¡eres un encanto!

- ¿Pensaste alguna vez que tú y yo podríamos llegar a tener una relación así? Tan bonita,....,tan abierta.

- No, nunca. Tú tienes unas convicciones y unos principios que para mí han sido difíciles de encajar pero te quiero y respetaré tus decisiones siempre. Si te digo la verdad, me arrepiento un montón de cómo actué en el viaje a Grecia, perdóname, yo no podía entender cómo una mujer europea, de tu edad y culta podía creer que tenía que llegar virgen al matrimonio. Tú tienes una marcada personalidad y no te has dejado llevar por los dictados de la sociedad moderna. Me parece muy bien en este sentido, aunque por otro lado creo que las relaciones sexuales son un tanto por ciento muy elevado en una relación de pareja.

- No, yo no lo creo así. Para mí es solo una parte de ellas, a ver,.., imagínate un matrimonio que lleva más de diez años casados, antes de casarse tuvieron relaciones prematrimoniales y llega un momento en que trágicamente uno de los dos se queda impotente sexualmente hasta el punto de no poder realizar el acto,¿crees que sería lógico que terminaran separándose?

Sebas meditó unos instantes.- Sí. Claro que sí. Ella puede perfectamente empezar a sentirse mal con esa relación pues le faltaría algo que hasta el momento era parte de su vida. Puede que no pueda prescindir de eso y quiera empezar una nueva vida con otra persona y eso no me parecería ni de mala persona ni de egoísta. El simple hecho de que me lo plantees me parece absurdo.

- Para mí no, Sebas. Yo, me he dado cuenta, en el fondo creo en un amor sin medida, místico, espiritual. Para mí el físico no importa tanto.

Sebas se le quedó mirando de arriba a abajo, con su cuidada vestimenta y su eterno maquillaje no demostraba eso.

- ¡Cualquiera lo diría Zoe!

- Sí, ya sé, la gente me cataloga mal. Me gusta vestirme bien e ir con las tendencias de la moda, pero eso es porque estoy feliz conmigo misma, si yo fuera gorda o más fea sería igual, buscaría la manera de hacerme la ropa a medida y seguir vistiendo bien, pues de lo que se trata es de estar contento con uno mismo y de aceptarse uno mismo como es.

- Lo dices porque eres guapa, si pesaras 90 kilos o tuvieras nariz de loro y orejas de soplillo no pensarías igual, es muy injusto lo que dices.

- Bueno,...,está claro que no vamos a poder superar las diferencias de pensamiento.- Zoe comenzó a enfadarse.

- ¡Ah no! La misma pelea de siempre no. - Sebas la cogió divertido por las piernas y la levantó al aire.

- ¡Ay! Suelta, ¿estás loco?

- Sí, loco por ti Zoe. Zoe,....,te he invitado esta noche para decirte algo muy importante.

- ¿Qué?

- Zoe,...,-la voz de Sebas se volvió tímida y tartamudeante por momentos- ¿quieres casarte conmigo?

Zoe abrió los ojos como platos, en ese particular gesto que tan loco volvía a Sebas. Ese rostro de mujer dócil, capaz de sorprenderse con nada, que en reiteradas ocasiones abría los ojos y la boca en señal de sorpresa, a la mayoría de los hombres les encantaba eso en una mujer. Demostraba sensibilidad y capacidad de emocionarse fácilmente.


En la misma ciudad, a pocos kilómetros se encontraba Ágatha con Bienvenido, le estaba observando mientras dormía, hacía poco que le había parecido oírle y al entrar en su habitación para mirar si todo iba bien tuvo el anhelo de sentarse en la butaca que tenía colocada junto a su cuna para las ocasiones en que tenía que ir a tranquilizarlo por algún mal sueño o en que tenía que ir a colocarle la chupa bien pues se le había quedado debajo de la cara mientras dormía. Ya se acercaba el momento de quitarle para siempre la chupa y los pañales al pequeño que tan rápido estaba creciendo. A medida que crecía y desarrollaba habilidades menos necesitaba Bienve a su madre y eso producía un enfrentamiento de emociones en Ágatha quien se alegraba pero al mismo tiempo sentía temor de que ya no la necesitara, era extraño pero era eso lo que sentía, miedo a que el pequeño se hiciera mayor y no la necesitara.

Efraín, en su habitación, escuchaba música con los cascos puestos. Había tenido una agotada jornada como camarero, mientras se dejaba invadir por el ritmo de la música pensaba en cómo decirle a Ágatha que quería irse a un piso él solo, cerca de la calle de ella, para estar lo más cerca del niño, evitando convivir bajo el mismo techo. Últimamente Ágatha y él no hacían más que discutir por todo, generalmente las discusiones eran debidas a lo meticulosa que era ella con el orden y la limpieza, algo que nunca llevó bien Efraín en su vida. No había pasado tanto tiempo desde que se mudara a vivir con ella y su hijo pero a Efraín le parecían siglos. Le enervaba la manía de ella de controlarlo todo, sus entradas y salidas al baño siempre revisadas para ver si había manchado algo y las monumentales broncas que le echaba por dejar gotas de agua en el lavamanos, en el espejo o en el suelo. A la hora de sentarse a la mesa y comer era tanto de lo mismo, Efraín siempre que comía ensuciaba mucho por fuera de su plato y eso era algo que nunca pudo evitar. La felicidad de estar con su hijo se veía mermada por la angustia de tener que medir todo cuanto hacía, de no poder ser él mismo. Cuanto más lo meditaba Efraín más rápido llegaba a la conclusión de que lo mejor para todos era que él se fuera a un piso independiente.

Ágatha, también en su habitación se descalzó y puso el pijama, se cubrió con un cálido albornoz y se dejó caer rendida en la cama. Sus constantes enfados y ataques de ira por el desorden en que andaba metida su casa desde que Efraín estuviera en ella le absorbía todas sus energías. No sabía cómo decírselo sutilmente, pero ya no quería que siguiera viviendo con ellos. No era un buen ejemplo para Bienve, ella quería educarlo para que fuera un hombre autosuficiente que nunca necesitara una mujer que le estuviera lavando los calzoncillos, planchándole la ropa o haciéndole la comida, ella quería que no fuera un machista ni un desordenado. Le quería inculcar la misma disciplina que le inculcó su germana madre a ella, independientemente de que fuera mujer u hombre pensaba que era así como debían actuar todas las personas. En estas divagaciones estaba cuando el sueño la vació y cayó profundamente dormida.

Al sonar el despertador Ágatha despertó rauda, se sentó en la cama esperando unos segundos para que no le diera el mareo tras levantarse a toda prisa de la cama y de un salto, como solía hacer. Se puso el albornoz y fue a la habitación de Bienve para comprobar que todo estaba bien. Mientras se preparaba el desayuno el bebé, como cada mañana, se despertaba, justo cuando la cafetera comenzaba a emitir sus gorgoritos del café recién hecho. Acudió a cogerlo de la cuna y darle los buenos días, primero rodaba las cortinas y abría las ventanas de la habitación mientras le susurraba un cariñoso buenos días y le preguntaba si había dormido bien. Después lo cogía en brazos, le daba besos en sus mejillas y un suave abrazo.

- ¡Buenos días mi amor! ¿Cómo has dormido?

Bienve, con los ojos hinchados de dormir, se abrazaba una y otra vez al cuello de su madre y sonreía feliz.

- "Benos días Mami".

- ¡Ah! Por fin despierta mi niño precioso.

- "Mami,¿y ahoa qué hacemos?"

- Jaja, vamos a desayunar y luego a vestirte para que me esperes después sentadito en tu carro viendo los dibujos mientras yo me preparo para llevarte a la guardería e ir a trabajar después.

Ágatha le preparó a su hijo el biberón con cereales, se lo dio y lo puso en su sillita con dos galletas de su predilección. Posteriormente se sirvió su café con leche y se hizo dos tostadas de mermelada y mantequilla, algo que estaba rotundamente prohibido para su sobrepeso pero que ella consideraba un placer del que no podía ni quería prescindir. Al menos no por el momento, estaba claro que tenía que tomar medidas e ir a un nutricionista para adelgazar sus 27 kilos de más sobre su peso ideal, pero en ese momento de su vida no tenía tanta fuerza de voluntad, ya la recabaría más adelante.

El tiempo, como siempre en las primeras horas de la mañana, se esfumó en un santiamén. Ágatha cerró con llave la puerta de su casa y Efraín aún estaba dormido en su habitación.

Subió al niño en su silla de seguridad del coche, dobló y metió el carro en el maletero y arrancó el coche rumbo a la guardería.

- ¡Hola Bienve! ¿Cómo estás?- Una de las cuidadoras, la encargada de recibir a los niños, era la favorita del bebé, siempre que la veía sonreía, bueno, no siempre, al principio el niño lloró mucho hasta que se adaptó al lugar, los niños y niñas y las cuidadoras.

- Hola. - Contestó Bienvenido, quien para sus dos años de edad hablaba más de lo normal.

- Te lo dejo porque se me hace tarde. Hasta luego mi amor, juega con los nenés y diviértete que yo vengo a buscarte luego,¿sí?- Ágatha abrazó a su hijo y le dio sendos besos en las mejillas.

Al llegar al trabajo saludó rápido y se sentó sin perder el tiempo.

- ¡Hola mujer! ¿Qué tanta prisa?

- Es que hoy tengo mucho trabajo y llego un poco tarde.

- Quería contarte cómo me van los preparativos de la boda, mujer.

- Tere, por favor, hablamos en el desayuno, ¿vale?

- Está bien.

Zoe, que escuchaba la conversación dudaba de si intervenir para contar lo suyo pero tras pensarlo mucho eligió, como siempre, ser prudente y no anticiparse a los hechos, cuando Sebas y ella volvieran a tratar el tema y a fijar una fecha concreta de boda, entonces sí se los comunicaría a todos en la oficina y les extendería las correspondientes invitaciones de boda.

La jornada pasó rápida y en el desayuno a penas hablaron de nada que no fuera un novedoso programa televisivo y los acontecimientos en el panorama internacional de las noticias.

Ágatha recogió puntualmente a Bienve, ya no necesitaba que Efraín fuera a buscarlo pues le habían dado permiso en la empresa para salir antes e irlo a buscar ella personalmente. Alejandro, el nuevo jefe, no tenía nada que ver con la antigua cascarrabias que tenían por jefa. Conversando con él resultaba una persona dúctil y reflexiva que demostraba grandes dosis de empatía.

- ¡Ay, por fin en casita Bienve!- Ágatha pasó la llave y al abrir la puerta vio horrorizada el desastre que había montado Efraín en la cocina antes de marcharse. Había freído huevos y el aceite estaba por todas partes, las cáscaras de los huevos estaban desparramadas en el muro de la cocina y el café se debió de rebosar de la cafetera pues toda la placa estaba llena de gotitas de café- ¡Se acabó! Ya no aguanto más a este tío. Hoy mismo le digo que se marche de aquí, no puedo seguir así, va a acabar con mis nervios.- Se dirigió al teléfono para escuchar los mensajes del contestador automático y encendió el auricular para escucharlos desde la cocina mientras calentaba el potaje y el segundo plato de su hijo en el microondas.

- Hola Ágatha, soy yo, Efraín. Quería disculparme porque hoy se me pegaron las sábanas y desayuné a toda mecha dejando todo tirado, déjalo así que cuando venga yo lo recojo, perdona, ¿eh?

- ¡Sí hombre! Así todos los días, si no es una cosa es otra,....- Ágatha se quedó hablando sola y echando pestes de Efraín mientras el niño veía la tele y miraba confundido a su madre, no entendiendo el porqué de su monumental enfado.

Efectivamente, nada más aparecer Efraín Ágatha, quien hasta el momento reprimía su enfado, estalló a voz en grito:

- ¡No puedes seguir viviendo aquí! Lo siento en el alma porque eres el padre de mi hijo y yo pretendía que Bienve viera a sus dos padres bajo el mismo techo y disfrutara de los cuidados, atenciones y amor de ambos día a día y noche a noche, pero no puedo seguir así, mi casa no parece mi casa, me tienes todo patas arriba, te lo digo una y otra vez y no me haces ni caso.- Cuando hubo terminado de vociferar se quedó mirando la reacción de Efraín.

- Está bien, no te pongas así. No pasa nada. Ya me buscaré algo por aquí cerca y así seguiré viendo a mi hijo todos los días.

Ágatha se sorprendió de que él no ofreciera resistencia, le resultó extraño y hasta sospechoso, pero por otro lado sintió un inmenso alivio.

- Yo no había planeado esto pero es que no puedo soportar convivir más contigo.

Efraín puso cara de pocos amigos y Ágatha pudo leer en sus ojos la ira contenida.

- Me estoy sintiendo despreciado, Ágatha.

- Disculpa, no pretendo hacerte sentir mal pero yo soy transparente contigo, no me gusta lo desordenado y sucio que eres, no puedo convivir contigo, máxime teniendo un bebé que precisa vivir en un hogar limpio, ordenado y tranquilo.

- No sé,..., es que yo no me veo tan sucio ni desordenado. Tal vez tengas tú razón y no me vea a mí mismo, perdona Ágatha.- Efraín se derrumbó en el sofá y tras hacer una pausa mirando para el techo y respirando hondo, preguntó: -¿Y dónde está Bienve?

- Está en su cuarto, en la cuna.

- ¿Duerme?

- Espero que sí, quiero que descanse un poco para dentro de un rato regresarlo a la guardería y yo al trabajo.

- Bueno, pues si quieres que me vaya hoy mismo busco piso al salir del trabajo.

- Sería estupendo.- Concluyó tajante Ágatha.


Las cuerdas de la guitarra estaban desafinadas y al tocarla Diego arrugaba su cara.

- ¡Tengo que afinarla hoy mismo!

- ¿Por qué? A mí me suena bien.

- ¡Ay, cielo! Gracias pero no, está desafinada.

- Pues te aseguro que yo no noto nada. Para mí suena espectacular.

- Eso es porque no tienes experiencia.

- Más que experiencia será que no soy músico, mi vida.

- Bueno, eso también.- Ambos sonrieron y él dejó la guitarra a un lado para acercarse a besarla. Sutilmente le acariciaba el cabello, ese cabello liso y negro que tanto le enloquecía.- Mi vida, eres preciosa.

- ¿Sólo preciosa?

- You´re engel.

- Ah, eso está mejor, jaja.

- Parece que los años que pasaste en New York hicieron estragos en tu español,¿no?

- No, pero es que me suena más bonito en inglés, no sé por qué. Tal vez mi corazón se americanizó demasiado.

- ¿Se americanizó? No entiendo por qué les dicen americanos a los del norte,¿acaso tú que eres Colombiana no eres tan americana como ellos?

- Claro, es verdad, no sé por qué pero se dice así.

- Si tú, que eres medio india, eres más americana que cualquier anglo que viva en América del Norte, del Sur o del Centro.

- Sí, tienes razón.¡Me gustaría tanto que conocieras Colombia!

- Algún día iremos.

- Sí, algún día.

- Lizbet, dime una cosa,¿no tienes a nadie en España, ni siquiera un familiar lejano?

- No, a nadie.

- Debió ser muy duro para ti cuando llegaste por primera vez, ¿no?

- Bueno, cuando llegué vine con una prima, Lorna, pero ella se regresó al poco tiempo, decía que no resistía la añoranza de su tierra. Regresó a Colombia a los seis meses de estar aquí. La verdad es que las pasamos muy mal porque no encontrábamos trabajo, una semana nos tocó quedarnos a dormir en los baños de las estaciones Diego,¡si nos vieras! Yo no pegué ojo en toda esa semana, me parecía que en cualquier momento un loco iba a tumbar la puerta abajo y nos iba a violar, asesinar o ¡qué se yo! ¡Ay no! Eso sí que fue duro mi hijito, no quiero ni recordarlo. Gracias a que unas paisanas nos recogieron después en su piso y posteriormente conseguimos trabajo limpiando hogares por ahí, planchando ropa, cocinando, cuidando ancianos,....Así hasta que pude arreglar mis papeles gracias a un matrimonio madrileño al que le gusté limpiando el hogar y cuidando a un niñito de seis años que tenían, yo me limitaba a recogerlo al salir del colegio, uno privado en el que se pasaba casi todo el día el pobre niñito, salía a eso de las cinco y media de la tarde, yo lo recogía, lo llevaba a la casa, le daba la merienda y le ayudaba a hacer sus deberes, a eso de las siete regresaba su padre del trabajo y yo me iba. Pero siempre dejaba la casa impecable y eso les gustó tanto que me quisieron contratar de fija e interna.¡Menuda casa tenían Diego! Con piscina y todo.

- ¿Y por qué ahora trabajas de camarera, te echaron o te fuiste tú?

- ¡Ay no! Pues es que el viejo se enamoró de mí y yo no quería problemas con la señora que tan bien me trató así que me fui diciéndoles que me había salido otro trabajo. Y era verdad pues yo había puesto curriculums por todos lados y me llamaron para una entrevista en una cafetería de un centro comercial, les gusté y al poco me llamaron para empezar a trabajar a jornada completa en horario matutino, a mí me venía fenomenal, y así hasta ahora, que sigo en la misma cafetería trabajando.

- Eres buena trabajadora, siempre dejas a todos con buen sabor de boca.

- Claro mi hijito, una pone toda la carne en el asador, más teniendo en cuenta las miserias y sustos que yo he pasado en esta vida tan perra.

- ¿Y qué es de tu prima?

- ¡Puaf! Ésa sí que la embarró a lo grande.

- ¿La embarró?

- Sí, que metió la pata, digo.

-¿Por qué?

- Porque no se le ocurrió otra cosa que meterse con un narco y trabajar con él.

-¿Se echó un novio narcotraficante?

- Sí, y ella también se metió en el sucio negocio. Hasta que la pillaron. Si es que a todo cerdo le llega su domingo, mi hijito.

- ¿Está en la cárcel?

- Sí, y nada más y nada menos que en Colombia, imagínate, allí las cárceles no son como las de aquí. No, ésa ya se perdió para siempre en la vida. Yo desde que mi madre me contó eso de que la había pillado la policía con un gran alijo de coca oculta en los asientos de su coche, ya no quise saber más nada de ella. Pobre, en el fondo me da pena y todo, ella era buena, lo que pasa es que la necesidad a veces lleva a uno a ser quien jamás pensaría haber sido. Pero hay que ser fuerte en esta vida y siempre ir por el sendero correcto, quien coge atajos porque piensa que va a llegar antes a buen puerto, ése siempre la embarra y termina caído en un pozo sin fondo del que no puede salir jamás.

- Bueno, tal vez cuando cumpla su pena salga reformada de la cárcel y se esfuerce en limpiar su pasado.

- ¡Ay no mi amor! Eso no pasa nunca, sólo en las pelis gringas. Seguramente estará enganchadísima a la droga y será una asquerosa toxicómana.¡Dios quiera que nunca se quede embarazada ni tenga hijos! Si es que ya no los ha tenido, claro.

- Bueno, dejemos de hablar de cosas desagradables. Dime, ¿qué te apetece hacer en nuestro día libre?

- ¡Ir al cine! Hay una peli muy interesante que quiero ver.

Lizbet y Diego parecían ser el uno para el otro. Él al fin había encontrado el amor y ella en él el consuelo a su soledad. Seguían viviendo en un piso compartido con emigrantes, ellos compartían habitación, la cual tenía dos camas pequeñas que ellos juntaban cual si de matrimonio fuera. Ella había decorado la habitación pintando las paredes en color rojo pero cada pared tenía un tono diferente, de forma que contrastara con cada elemento decorativo de la habitación. En la ventana había colgado, sobre un estor blanco, una cortina transparente de gasa con flores de tallos muy largos que daban la sensación de movimiento cada vez que el aire movía la cortina, en una pared colgó una de esas cortinas decorativas para separar estancias con bonitas piedras de colores brillantes y esparcidos por las esquinas varios puffs rojos y negros hacían de mesas sujetando con grandes piedras de jade rojo partituras de Diego y libros de ella. Diego siempre la animó a estudiar decoración e interiorismo porque decía que tenía muy buena vista y mano para ello, pero ella decía que por el momento no tenía la cabeza para concentrarse estudiando.


Teresa seguía con sus preparativos para la boda. Edder se había ganado con creces el cariño de sus hijos y eso hacía aún más feliz, si cabía, a Tere. Ella, que tanto había sufrido cuando se enteró, en su momento, de que su marido le era infiel, el día que conoció a Edder olvidó todo ese dolor de la decepción. Y, el primer día que hicieron el amor, furtivos en un hotel, comprendió que el verdadero amor de su vida nunca había sido el hombre con quien se había casado. Alfonso, el exmarido de Teresa, iba a visitar a los chicos siempre que podía, aunque ellos se mostraban un tanto hostiles con él pues si bien podía ir a verles todos los fines de semana él sólo iba de vez en cuando, una vez al mes e incluso había meses en los que ni aparecía. Con el tiempo las visitas se sustituyeron por llamadas de teléfono en las que el padre les hacía un sinfín de preguntas a sus hijos, con el vacío por respuesta pues ellos siempre le eludían. Alfonso quería conocer a sus hijos, les preguntaba directamente por sus estudios, sus relaciones amistosas y sentimentales, sus rutinas diarias,..., pero ellos, por separado, se mostraban reacios a hacer partícipe de sus vidas a un padre que nunca se mostró como tal.

- Mi padre cree que con mandarnos dinero a nuestras cuentas ya cumple como padre, siempre fue así.- Se quejaba el mayor. Teresa no intervenía, ahora más que nunca creía en la justicia divina pues la jovencita con la que él le ponía los cuernos le había dejado por otro de su edad y ahora él se retorcía de la rabia ante la evidente felicidad de Teresa y sus planes de boda con su amerindio peruano.

Teresa ya tenía todo decidido, el lugar del banquete, un restaurante de lujo donde ya tenía hecha la reserva. El vestido y el traje de él, los padrinos de boda, Ágatha y Sebastian. El pequeño Bienvenido llevaría los anillos y la boda sería civil, en los juzgados de paz más cercanos a su barrio.

Blanca cogió las llaves que esperaban su turno en el plato del aparador de entrada en la vivienda, llevaba a las niñas asidas de cada mano y cuando se disponía a abrir la puerta de su casa se paró un momento, un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, sin saber por qué de repente sintió miedo.

- ¿Qué pasa Mami?

-Nada mi amor, nada. Vamos que se nos hace tarde.-Soltó la mano de Fátima para abrir la puerta. Al hacerlo sus ojos se clavaron en unos zapatos negros de hombre, subió la vista y con horror reconoció el cinturón de Hugo B. negro que le había regalado a su marido hacía dos navidades. Blanca empezó a temblar y las niñas se echaron a correr.

- ¡Maldita puta! Por tu culpa me han metido en la cárcel, ¿qué te pensabas que nunca te encontraría estando en América? Te encontré desgraciada y ahora sí que no te escapas, te voy a matar,.....

Blanca echó a correr detrás de las niñas, se habían refugiado en un baño y lo habían cerrado con llave. Empezó a dar golpes fuertes a la puerta y a chillarles que por nada del mundo se les ocurriera abrir la puerta. Blanca chillaba mientras corría despavorida por toda la casa y su marido la perseguía tirando todo a su paso.

- Mami, Mami,....,despierta, estás soñando.

Blanca abrió los ojos, estaba temblando y su corazón parecía querer salir del pecho, las sábanas estaban empapadas de sudor y los ojos de las niñas atentamente clavados en ella.

- Mami, ¿qué estabas soñando? - Preguntó Lucía.

Blanca suspiró hondo, aliviada de que su sueño, su pesadilla, no fuera verdad. Se levantó corriendo a comprobar que las puertas y ventanas estaban cerradas.

- Niñas, lo siento, Mami debió de cenar mucho y he tenido una pesadilla. Volvamos a la cama,¿sí?

- Mami, ¿quieres que nos acostemos las tres juntas en tu cama?

Blanca miró con dulzura a su pequeña Lucía y cogiéndola en brazos la abrazó fuerte. Fátima corrió a abrazarse a sus pies y las tres se fundieron en un largo abrazo.

- Está bien, esta noche dormiremos las tres juntitas, pero volvamos a dormir ya porque tenemos que madrugar.

- Sí, tenemos que ir al cole. Mami a mí me gusta mucho el cole en América,¿sabes?

- ¿Sí Lucía?

- Sí, hay niños de todas las razas y todo el mundo es de muchos sitios diferentes.

- Pero la gente no es tan cariñosa como en España. - Replicó Fátima.

- Pues para mí sí lo son.-Lucía y Fátima empezaron a discutir, pero Blanca zanjó la controversia diciéndole a Fátima que tenía que esperar más tiempo para adaptarse a sus nuevos compañeros y que durmieran ya porque ella estaba cansada, las niñas, obedientes, se acurrucaron junto a su madre, quien empezó a acariciarles simultáneamente el pelo a cada una, Lucía a su derecha y Fátima a su izquierda. Blanca aún tenía el miedo en el cuerpo de la pesadilla. La primera desde que estaba en América, en España eran constantes pero hacía tiempo que no le asaltaban el sueño. Decidió que al día siguiente llamaría a sus padres en Madrid y a sus amigas y compañeras de trabajo para informarse de cómo iba todo por allí y si podían pasarle información de cómo iba su ex en el cárcel, no fuera que se hubiera escapado y su pesadilla fuera una profecía de lo que fuera a pasar. Blanca no podía evitar su pasado, por más que hubiera huido lejos, el miedo la perseguía. Ojalá algún día terminara ese infierno en que se había metido, ojalá.


Tumbado boca arriba en la pequeña cama de delgado e incómodo colchón miraba fijamente el techo.

Lo único bueno de haber sido presa de un ataque de cólera de su compañero de celda había sido el resultado de tener una individual. Al menos ahora podía dormir intermitentemente durante las largas noches. Cerró los ojos y se dejó arrastrar por la fuerza de sus pensamientos.

- (Seguramente ahora mismo esa condenada estará durmiendo con algún sinvergüenza. ¡Mis hijas llamarán papá a otro hombre!) - cerró su puño derecho y se mordió el labio inferior con tanta saña que comenzó a sangrar desmesuradamente.

- ¡Agrr! - se levantó y comenzó a dar puñetazos en las paredes.

Inmediatamente vino un guardia y entró en la celda a la vez que hablaba por su emisora solicitando ayuda de enfermería y varios refuerzos para reducir al preso.

- ¡Tranquilízate amigo! ¿Qué te pasa!

- Tengo que salir de aquí. Mis hijas estarán con otro hombre en casa, ella se quedará con todo,....La casa,...,también es mía. Yo también tengo derecho a quedarme con algo.

En cuestión de segundos lograron reducirlo entre tres hombres. Cuando ya estaba totalmente inmovilizado en el suelo una joven enfermera entró con una jeringuilla preparada en su mano derecha. Rápidamente le inyectó el líquido amarillento y transparente y el preso dejó de chillar, sus músculos se relajaron y, en minutos, quedó profundamente dormido.


Blanca descolgó el teléfono y marcó los prefijos de memoria antes de consultar en la agenda de su móvil el teléfono de Zoe. Los marcó esbozando una sonrisa. Suponía que a esa hora estaría recién llegada del trabajo. Antes de llamar a Zoe había hablado con sus padres y hermanos. Eso le había llenado el corazón de alegría. Se madre le aseguró que él aún estaba en la cárcel y la tranquilizó sobremanera.

- ¡Hola Zoe!

- (Zoe observó en la pantalla de su teléfono fijo que el número desde el que llamaban era oculto). - ¿Quién es?-dijo dando la sensación de miedo.

- Soy yo, Blanca.

- ¡Blanca! ¿Cómo estás? ¡Menos mal que llamas! Todos están preocupados por ti en la oficina.

- Sí, lo siento. Desde mañana las llamaré a todas, una por una.

- Y dime,... ¿cómo te va?

- ¡Fenomenal! Las niñas se han adaptado muy bien en sus nuevos colegios y con sus compañeros de clase. A Fátima no le agrada mucho la comida estadounidense, en cambio ya sabes como es Lucía,¡come de todo!

- (Blanca sonreía con lágrimas contenidas en sus ojos) ¿Y tú, cómo te encuentras?

- Bien. Estoy dando clases de español en un instituto cercano al de las niñas.

- ¿Y estás cómoda en tu trabajo, te tratan bien?

- Sí, los compañeros son muy amables conmigo y el alumnado, en general, muestra un gran interés por la cultura y el idioma español, aunque el primer día de clase les extendía un mapa mundial para que situaran España y la gran mayoría la situaba en África o Latinoamérica.

- ¿Qué dices?

- Jaja, sí, bueno, ellos son así, son estadounidenses y eso es lo único que les importa.

- ¡Vaya, quién lo diría!

- Lo hispano se está imponiendo en Estados Unidos y aprender el español se ha convertido en una necesidad para muchos oportunistas.

- Entonces,...¡Ya eres una gringa más!

- Jaja, sí, como en las películas,¿no? Jaja, la verdad es que Nebraska es muy bonito y necesitaba poner tierra de por medio para renacer y reinventarme.

- ¡Tierra y mar has puesto tú! Eres como un Ave Fénix, ya te estoy viendo, toda guapa, con tus niñas hechas unas mujeronas dentro de nada, ambas licenciadas en las mejores universidades estadounidenses y viniendo a España sólo de vacaciones.

A Blanca se le humedecieron los ojos. Un atisbo de felicidad insólita se reflejó en su rostro y continuó hablando ilusionada.

-¡Ay Zoe! ¿Cómo es la vida, no? Jamás creía que a estas alturas de mi vida podría hacer realidad mi sueño de vivir y trabajar en Estados Unidos, yo sola, con mis hijas. Yo hubiera querido ir a New York pero no pudo ser, igualmente estoy muy feliz en Nebraska.¡Ahora sí que puedo decir que soy feliz! Al menos tengo una vida en paz, normal.

- ¡Ya vendrás a vernos y te jactarás de tu excelente trabajo en Nebraska! Mientras que nosotras nos quemamos la vista ante el ordenador y sufrimos de estrés por tantas horas de trabajo.

- Pero,..., no me negarás que a ti te gusta tu trabajo.

- ¡Por supuesto! Sabes que soy adicta a él.

- ¿A él, no?- Blanca emitió de repente una voz socarrona-.Por cierto,...,¿cómo está Sebas?

- Bien.

- ¿Sólo eso? ¿No me vas a decir si están juntos ya o no?

-Jaja - Zoe calló unos segundos-.

- ¿Zoe?

- Sí, verás (pausa silenciosa)...,¡nos vamos a casar!

Blanca emitió un chillido eufórico.

- ¡Lo sabía! Hacéis una pareja bellísima. ¡Él es tan buen hombre! Ojalá no cambie nunca.

- Sí, ojalá.- Zoe pensó en el ex de Blanca y en la sensación que le causó la primera vez que lo vio y un escalofrío le recorrió de pies a cabeza.- Blanca, dime una cosa: ¿has sabido algo de él?

- Está en la cárcel. Pero no dejo de tener miedo, ¿sabes? Nuevamente estoy teniendo pesadillas. Anoche, sin ir más lejos, ¡tuve un sueño tan real! Soñé que tocaba el timbre, abría la puerta y ¡era él! Había dado conmigo en Nebraska y venía para matarme. Desperté empapada de sudor, con las niñas a mi lado mirándome asustadísimas.

- ¡Dios mío! Blanca, deberías ir a un psicólogo.

- Sí, lo sé. Voy a ir a uno que me han dicho que es muy bueno.¡No puedo seguir así!

- Pero tranquilízate. Los sueños, sueños son y eso es muy poco probable que suceda.

- Tú lo has dicho. Poco probable, pero posible.

- ¡Venga! No te comas más el tarro. Imagino el miedo que has de tener pero has de superarlo. Tú has sido una valiente que confió en la ley y salió de una situación que, en otras ocasiones, termina con el asesinato de muchas mujeres en manos de sus compañeros.

- No es nada fácil, Zoe. Dices que yo he salido. No, amiga, no. Nunca se sale de este miedo atroz a encontrártelo de frente nuevamente. ¿Sabes? Yo, en sí, no temo a la muerte, no temo que me mate ni el dolor físico que pueda experimentar. Temo morir y dejar a mis hijas solas. ¡Ellas lo son todo! No puedo vivir sin ellas, sea en este mundo o en otro, ellas son mi vida. ¿Entiendes? Yo no les puedo faltar, me necesitan.

A Zoe se le hicieron agua los ojos con las palabras de su amiga. Esa excelente compañera de trabajo que nunca les dio ningún problema, que había sido siempre tan buena trabajadora, estudiosa y aplicada desde su niñez, culta, disciplinada y discreta.¡Maldita sea el sino que hizo que ese asesino oculto se cruzara en su camino!

Once de la mañana. Los presos se encontraban esparcidos por los patios y zonas de estar y recreo.

Él se dirigió a los servicios. Un grupo de hombres con el mismo tatuaje en el brazo derecho, una serpiente en torno a una cruz en llamas, le siguieron.
Él se percató de los pasos que le seguían. Dudó si entrar o no a los servicios. Miró la guardia que oscilaba de un lado al otro en el pasillo donde se ubicaban los aseos y se sintió, por momentos, seguro y a salvo. No podía aguantar más las ganas de orinar así que entró precipitadamente a los aseos. Ya delante del orinal masculino pudo ver en el reflejo de los oscuros azulejos al grupo que entraba. El que encabezaba el cuarteto de hombres se le quedó mirando.

- ¡Bonito trasero!

Él cortó la orina y se subió rápido la cremallera. Su corazón quería salirse del pecho del miedo que le asaltó en esos momentos.

- Disculpe, voy a salir. El líder del grupo le flanqueó el paso.

- No, de aquí no sales "maltratador".

- ¿Cómo dice? No, no, usted se equivoca, yo estoy aquí por un lío con Hacienda.

- Ya sabemos la razón, no trates de ocultarte más. Aquí todo se sabe, tarde o temprano.

Le habían advertido de ello. Le habían aconsejado pasar siempre desapercibido y no entablar amistad ni confianza con nadie dentro del trullo. Con ahínco le espetaron a ocultar su delito, pues dentro de la cárcel los presos se empeñarían en hacerle la vida imposible. Mas su hermetismo no dio resultados óptimos.

- ¿Sabes? Yo soy un asesino. Maté al hombre que intentó violar a mi hija. Tres meses después de que ella me lo confesara. Lo aceché y, por la espalda, lo abordé. Le torturé antes de matarlo.¡No soporto a los tipos como tú! - el hombre, al que apodaban el Austriaco, hablaba con un fuerte acento germano-. Vais de machos por la vida y luego resulta que sois los peores maricones que existen.

- Perdone, siento mucho lo que le sucedió a su hija, pero se equivoca conmigo. Como le dijo estoy aquí por deudas con Hacienda.

El líder, el Austriaco, miró al hombre de su diestra. Y, tras hacerle una seña con la cara, éste lo cogió por las muñecas y lo amordazó.

- De aquí no vas a salir sin que te culeemos ¡asesino de mujeres!

- ¡No! - Él chilló, llamó al guardia. Éste con los cascos de música puestos no le escuchaba. O se negó a escucharle. Uno a uno le fueron violando. Quedó tirado en el sueño, ensangrentado y en estado de shock. Su vista se perdió en el reflejo de los azulejos, viendo como uno a uno se subían los pantalones y reían a carcajadas.

- Por cierto, amigo, un dato: Los cuatro tenemos SIDA. ¿Ya somos cuatro más uno más, no?- culminó el Austriaco a la vez que se desternillaba saliendo con sus compinches del baño.

Él lloró, lloró y lloró. Se levantó, se subió los pantalones y se dirigió a su celda ante la atenta mirada de todos.


Zoe, contenta, comentaba con Teresa, Ágatha y Sebas lo emocionante que estaba siendo la vida para Blanca en América.

- ¡Estaba pletórica con su trabajo! Aunque, sinceramente, creo que debería ir a un psicólogo. Tiene pesadillas.

- ¿Qué clase de pesadillas? -inquirió Teresa.

- Tocan el timbre de la casa, ella abre la puerta y es su ex quien le asalta y le amenaza con que la va a matar.

- ¿En Nebraska?

- Sí, Sebas, en Nebraska.

- No, eso no creo que pueda pasar. Además, sólo han pasado siete meses, él aún está en la cárcel.

- ¿Sí, lo sabes a ciencia cierta?

- Sí, Teresa, he estado preguntado y aún le quedan un par de meses más dentro.

- ¡Puaf! Cuando nos queramos dar cuenta nos lo tropezamos en algún rincón de Madrid.¡Qué miedo! ¿no?

- ¡No Ágatha! Miedo ninguno. A esta gente no hay que tenerles miedo.

- Sebas, yo entiendo perfectamente el miedo de Blanca, yo en su lugar seguramente sentiría la misma fobia a que me encontrara y me quisiera matar por venganza a haber entrado en la cárcel.

- Ágatha, ¡no es tan fácil! Blanca dejó todo muy bien atado. No se ha ido de la ciudad, ni de la comunidad autónoma, ni del país,¡se ha ido del continente! Él no sabe su paradero y ha tenido derecho a cambiar su identidad y de las niñas inmediatamente.

-¿Ah sí? Eso no lo sabía- intervino Teresa.

- Yo tampoco lo sabía-dijo Ágatha.

- Sí, ella ahora tiene otro nombre y un solo apellido. Sus hijas también, ni siquiera los saben sus propios padres para más seguridad.

- ¿Tú tampoco lo sabes, Zoe?- Teresa se dirigió a ella con el ceño fruncido.

- No, ni yo ni nadie, sólo ella. Y las niñas, claro.

- No sabía que existía esa posibilidad.- Ágatha frunció el ceño e inmediatamente sonrió.- ¡Mejor! Así sí que estoy tranquila de que no las encontrará tan fácilmente.

- ¡Pero qué indignante que una mujer tenga que irse de su país y huir de su propia identidad para sentirse a salvo de un asesino! ¿Verdad? - Zoe mostró su rostro lánguido y sufrido.

- Sí.

Todos enmudecieron. Teresa recordó el rostro angelical de Blanca y una lágrima resbaló por su cara.

- ¡Venga mujer, no llores!- Zoe le pasó el brazo por los hombros.- Cambiemos de tema,¿cómo van los preparativos de tu boda?

Teresa sonrió.- Bien,¡ah por cierto! Tengan, las invitaciones de boda.- Abrió su inmenso bolso y sacó tres sobres color salmón y se les dio a cada uno. Ágatha fue la primera en abrirla.

-¡Qué bonita! - Se detuvo leyéndola.- ¿A las diez de la mañana?

- Sí, la ceremonia civil, el banquete está previsto para la una pero como hay que dejar tiempo para sacar las fotos no sé si seremos puntuales.

Continuó hablando. Mientras, Sebas y Zoe intercambiaban miradas largas de enamorados, cómplices y cálidas. Ellos ya habían puesto fecha para su boda pero aún no lo sabía nadie, sólo Blanca a miles de kilómetros de distancia.

Diego y Lizbet caminaban de la mano rumbo al metro.

- ¿Qué te apetece cenar hoy, mi cielo?

- Lo que quieras. Si lo deseas pedimos una pizza para dos y ya está.

- No, dime, ¿qué te apetece que haga? ¿Te gustarían unos filetes a la plancha con ensalada y patatas fritas?

- (Diego miró a Lizbet sonriendo). Lo que quieras mi vida. Te decía lo de la pizza para no estar cocinando.

- ¡Da igual! Hoy tocas hasta tarde, así que tienes que cenar fuerte.

Continuaron caminando asidos de la mano. Lizbet había elegido esa noche de ese mismo día para decirle a Diego lo que estaba sucediendo en sus entrañas. Mientras apretaban el paso hacia el metro, ella miraba su perfil y se jactaba de estar con un hombre tan guapo y tan buena persona que, seguramente, sería el mejor padre del mundo.

- ¡Ay, al fin en casa!- suspiró aliviada Lizbet mientras se quitaba la chaqueta y la colgaba en el perchero del recibidor.- ¿No hay nadie en casa? - (Silencio sepulcral)- Parece que no.¡Tenemos la casa para nosotros solos, amor! Ve a ducharte, yo voy a la cocina a preparar la cena.

- ¡Qué cariñosa estás hoy!

- Es que yo soy cariñosa, mi vida.

- Sí, pero hoy lo estás más que nunca.

- ¡Anda, vete a ducharte!

- ¿Tan mal huelo?

- Jaja, no, pero es lo que siempre haces al llegar a casa,¿no?

- Sí,¿quieres que te ayude a cocinar?

- No,¡quiero que vayas ya a ducharte!

- Jolín, ¡qué insistencia! Ya voy entonces.

Diego abrió la puerta del baño y comenzó a desvestirse. En la cocina Lizbet se afanó en preparar una exquisita cena.


Ágatha acababa de dejar dormido a Bienve y descolgó el teléfono para llamar a Efraín.

- ¡Hola, soy Ágatha!

- ¡Ah, hola! ¿Cómo estás?

- Te llamaba porque hace tres días que no tengo noticias tuyas y me extrañó que no llamaras o vinieras para interesarte por Bienvenido.

- ¿Cómo está él?

- Bien, está muy bien.

- Es que he estado muy liado trabajando. Ya sabes que estoy currando duro para ahorrar algún dinerillo y poder ir a ver a mi madre.

- Sí, ya me habías comentado algo.

- Ágatha, me gustaría invitaros a ti y a mi hijo a conocer mi país y mi familia.

- ¿Cuándo?

- En cuanto tenga el dinero. Ágatha se quedó pensativa. Sabía que tarde o temprano Efraín le pediría tal cosa. No le culpaba. Era normal que su madre se interesara en conocer al pequeño. Al fin y al cabo era su nieto.

- Hagamos una cosa. Dame un tiempo para responderte. Tal vez yo pueda hacerme cargo de todos los gastos,....

-¡No, por Dios! - Efraín la interrumpió.

- ¿Por qué no?


Efraín no quería resultar machista, pero odiaba la costumbre de las mujeres europeas de ir siempre a medias en las cuentas, él como hombre se creía en la obligación de pagarlo todo. El hecho de que Ágatha le quisiera llevar la contraria le enojaba sobremanera.

- Mira Ágatha, ya sabes que en mi país....

- ¡Olvídate de tu país! Estás en España,¿no?

- Sí, pero tú que eres medio extranjera has de entenderme....

- No, no quiero entenderte, quiero que me entiendas tú a mí,¿vale?- Ágatha comenzaba a enfadarse y su pronunciado carácter estaba saliendo a la luz en su tono de voz.

- ¡Está bien! Haré lo que tú me digas, entonces.

- No se trata de eso, se trata de hacer las cosas entre los dos,¿vale?

- Okey, okey. Tú dirás.....

- Te llamo en cuanto pueda y te comunicaré la respuesta. Ten paciencia. Y, ven a ver al niño en cuanto puedas, te echa de menos.

- Sí, esta tardecita mismo voy, si no te importa.

- No, hoy no tengo nada previsto al salir del trabajo.

- Muy bien, pues en torno a esa hora estoy ahí para ayudarte a bañar al niño.


En la cafetería del trabajo Zoe y Sebas compartían la misma mesa de siempre.

- Sebas, ¿ya has recibido respuesta sobre la adopción de Farah?

- No Zoe. Eso es algo que me tiene preocupado.

- Te dijeron que tardarían aproximadamente veinte o treinta días en comunicarse contigo tras la presentación de todos los papeles requeridos.

- Sí, y mira que ya ha pasado más de un mes y no dan señales.

- ¿Qué crees que habrá pasado?

- No sé, esta tarde mismo llamo.

Habían transcurrido ya tres meses desde aquella visita a Farah en la que Sebas decidió adoptar a la niña. En estos tres meses Sebas, Zoe y Noe fueron dos fines de semana a ver a la pequeña- De resto, la comunicación se mantenía a través de larguísimas conversaciones telefónicas en las que Noelia no dejaba nada por describir a Farah. Toda clase de acontecimientos, deberes del colegio, anécdotas del mismo, rutinas diarias en el hogar, salidas con Sebas y Zoe,...,eran narradas por Noelia con su particular punto de vista infantial y, al otro lado del teléfono, Farah sonreía escuchándola.

Era viernes y al día siguiente se casarían Teresa y Edder. Ella había pedido el día libre para dedicarse a los remates de la boda por la mañana y por la tarde había pedido cita en un sofisticado, lujoso y famoso salón de belleza madrileño donde tenía previsto hacerse un sinfín de masajes, manicura, pedicura, cambiase el color del cabello (de castaña pasaría a rubia),hacerse un peinado digno para una boda, depilarse el cuerpo entero y ponerse un tratamiento en los codos para curar sus asperezas. En fin, que no saldría de ahí en toda la tarde, entrando a la hora de la sobremesa.

La mañana se le pasó volando. Almorzó rápidamente la lasaña al horno que Edder había hecho, cogió su bolso y con un efusivo beso se despidió del que en pocas horas se convertiría en su marido.

Una vez en el salón de belleza, Teresa se relajó y se dejó llevar por las manos profesionales que tan bien la atendían.

Cayó la noche, Teresa regresó a su piso hecha una bella escultura, irreconocible. Mientras, Ágatha en su casa preparaba la comida para dejársela hecha a Bienve. Efraín se quedaría con él mientras ella asistía a la boda.

Ágatha descolgó el teléfono, Teresa le había dicho que en torno a esa hora estaría ya en su casa.

- ¡Hola, soy Ágatha!

- ¡Hola! ¿Cómo estás?

- Bien.

- ¿Y el niño, duerme ya?

- Sí, ha venido su padre a verlo, él lo ha bañado, le ha puesto el pijama y le ha dado la cena, después jugó un buen rato con él a los legos, a construir castillos y se cansaron de reírse. ¡Bienve es tan feliz jugando con su padre! Se dejó dormir sin rechistar.

- Claro, porque estaba cansado de jugar. Eso es lo que tienes que hacer, jugar con él un rato antes de acostarlo. Pero teniendo cuidado de que no se altere mucho, esa idea de los legos es muy buena porque se concentra y se le cansa la mente, pero sin alterarse demasiado.

- Sí, está visto que Efraín es mejor que yo cuidándolo,¿no?

- No mujer, no es eso, es que los niños tiran mucho para los padres cuando de jugar se trata.

- Bueno,¿y tú qué? ¿Qué tal en la pelu?

- En el salón de belleza, dirás....

- Eso,....

- Bien, me he hecho de todo,¡ay, tenía unas ganas! No hay nada más relajante que una sesión intensa de tratamientos de belleza, peluquería, masajes,...

- Mmm,¡qué suerte! ¿Y qué estás muy nerviosa?

- No, bueno, a la hora del almuerzo la verdad es que se me retorció un poco el estómago de nervios, pero porque tenía que hacer muchas cosas. Aunque, ahora que ya lo tengo todo listo no estoy nerviosa. A ver mañana cómo me levanto.

- ¿Y ya estás peinada, dices?

- Claro, es que nada más levantarnos tenemos que ir a los juzgados, no iba a tener tiempo de ir a la peluquería. Pero no te preocupes, es un recogido muy mono, ultra tenso que me hace los ojos achinados, pero me garantizaron que durmiendo esta noche boca arriba con una redecilla especial que me han dado no se me va a alterar. Por la mañana me echo otra vez un montón de laca antes de salir y ya está.

- Ah, pues yo aún estoy indecisa en la ropa que voy a llevar,¿sabes?

- ¿A estas alturas?

- Jaja, no soy la única. Zoe me mandó un mensaje al móvil diciéndome lo mismo, al parecer se probó una y otra vez tres conjuntos de Armani que son los que había considerado más apropiados pero resulta que con ninguno está satisfecha.

- Pero si a esa condenada flaca le queda estupendamente bien todo.

- Sí, la verdad es que tiene un cuerpazo.

- Tú también. Lo que pasa es que te has descuidado, cuando regrese de mi luna de miel vas a tener que hacer dieta conmigo, vamos a uno de esos centros de nutrición y dietética especializados.

- ¡Trato hecho! Pero tú estás bien ahora.

- No, no creas, me sobran mis kilitos, y más me van a sobrar cuando regrese de luna de miel en Perú,¡se come tan bien ahí!

- Al final,¿vas de luna de miel otra vez a Perú?

- Sí,¡me encantó! Quiero regresar y disfrutar sin los chavales, sólo Edder y yo, a solas, sin quedarnos en la casa de sus padres. Tenemos reserva en un hotel de lujo,¡ya verás cómo nos lo vamos a pasar!

- Ya me contarás,....Bueno Tere, te dejo para ver si me decido en qué ponerme para tu boda. Quiero ir muy guapa, no todos los días se casa la mejor amiga de uno.

- ¡Ay, qué tierno! Gracias corazón, yo también te aprecio mucho. Bueno, te dejo yo también que quiero dormir mucho esta noche para mañana estar radiante,¡nos vemos mañana!

En su celda miraba la puerta. Cerraba y abría los ojos una y otra vez, derrotado de tristeza que confundía con sueño. No paraba de recordar y revivir escenas en las que se había puesto violento con Blanca. Se arrepentía. De repente, se vio sumergido en una espiral de su mente, le entraron ganas de orinar. En la celda disponía de un lavamanos, un retrete y un plato de ducha bordeado con una cortina. Orinó. Recordó el día en que fue violado. Se tiró al suelo, de rodillas, llorando como un niño aterrorizado.

- La cortina..... - dijo con voz entrecortada. Miró la cortina de la ducha. Se levantó y acercó una silla, se subió a ella. Se ató lo más fuerte que pudo la cortina a su cuello, revisó la fuerza del nudo, una y otra vez. Se tiró de la silla y un calambrazo recorrió su cuello y su espalda. Sintió crujir su cuello y comenzó a ahogarse, le faltaba el aire. Pero no quería pedir ayuda, aguantó el dolor entre incesantes mareos que iban y venían, lleno de lágrimas, a su mente vinieron el rostro de sus hijas, el día en que Fátima salió corriendo de la bañera para defender a su madre del ataque suyo del que estaba siendo presa su madre, la cara de Fátima, su mirada,.....Rezó y cuando mentalmente iba por la décima palabra del Padrenuestro "tu", de tu nombre, sintió la necesidad de dar una bocanada de aire, a la vez sintió que le sacaban por la boca el aire, el estómago, no sabía qué, tal vez su alma. Y,....,murió.

De niño él siempre había temido la violencia de su padre, los días en que él venía borracho. Odiaba cómo trataba a su madre. De adolescente se prometió nunca ser como su padre, de adulto sin darse cuenta fue peor que el modelo de hombre que tuvo como referencia. Renegó de su padre pero terminó siendo más monstruoso que él.

Su madre lloró y lloró en su entierro. Su padre había muerto de cirrosis hepática hacía dos años, los únicos hombres de su vida ya no estaban en la tierra. Ella era anciana, una anciana gris, triste, de ésas que cuentan los días, las semanas y los meses para llegar a la fecha aproximada de su muerte, de ésas que esperan la muerte como salvación a su vida. De las que nunca ponen mar ni maletas de por medio para reinventarse como personas y después como mujeres y se dejan arrastrar por la destrucción del hombre que un día se cruzó en su camino. Esa destrucción que llegó hasta su hijo, el fruto de su vientre, su carne, su sangre y hasta el mismo día de su entierro, su única razón de vida. Ahora sólo tenía por razón de vida esperar la muerte. Pues la naturaleza impone que sean los hijos quienes entierren a sus padres, no al revés. Y vivir con la agonía de haber enterrado ya a tu hijo, es insufrible para una persona que no ha hecho otra cosa que sufrir en su vida. Testigo de ello eran las sombras negras que bordeaban sus ojos de mirada dulce.

Sebas se enteró el primero, en la oficina, leyendo las esquelas del diario matutino. La noticia corrió como la pólvora porque él, queriendo que así fuera, a quien primero se lo contó fue a Teresa.

- Sebas, ¿crees que Blanca estará al tanto de lo que ha pasado?

- No lo sé, Zoe.¡Qué pena que fuera justamente hoy, cuando pensábamos comunicar a todos nuestra fecha de boda!

- No tiene importancia ¿Sabes? En el fondo siento algo de compasión por él.

- Yo no. Ha tenido un fin merecido.

- ¿Irás al entierro?

- ¡Por favor Zoe! ¿Cómo me puedes preguntar semejante estupidez?

- Perdona.

- Además, tengo algo que celebrar hoy contigo.

- ¿Nuestro compromiso de boda?

- Y otra cosa.....- A Sebas se le iluminó el rostro.

- Me ha llamado la trabajadora social que lleva el caso de la posible adopción de Farah.

- ¿Y...?-preguntó impaciente Zoe.

- ¡Via libre, Zoe! No hay ningún impedimento para la adopción, reunimos todos los requisitos para poder adoptarla.

- ¡Dios mío! ¿Ya lo sabe Noelia?

- No, será una sorpresa para esta noche, se lo diremos en la cena.

- ¡Madre mía, cuántas cosas están pasando hoy!


Blanca no sabía nada aún de la muerte de su ex marido. Fátima había soñado con su padre la noche anterior y se despertó llorando. Fue un sueño bonito en el que él jugaba con ella y con su hermana Lucía, se mostraba cariñoso y bueno, como a veces era con las niñas.

- Buenos días mi vida, ¿qué tal dormiste anoche?

- Bueno, esta noche sí he dormido bien. Anoche no dormí nada después de haber soñado con Papá pero esta noche sí dormí bien.

Blanca se quedó mirando el rostro de Fátima, intentando indagar acerca de las emociones que podía estar sintiendo, pero su cara estaba relajada, no había en ella el más mínimo vestigio de tristeza o melancolía.

-Bueno, desayunemos tranquilitas entonces que hoy nos espera una dura jornada a las tres.

-Sí, yo tengo examen de Lengua, Mami.

- Lo sé. Vas a ver como lo apruebas, lo llevas muy preparado.

- Lucía tiene mucha suerte al no tener exámenes aún.

- Bueno, ella aún es muy pequeña.¡Ya los tendrá no te preocupes!

Fátima colocó bien a Lucía en su sillita trona y le acercó el biberón con cereales que ya se comía solita.

- Muy bien Fátima, estoy muy orgullosa de ti.

- Gracias Mami- esbozó una amplia sonrisa y se sentó satisfecha en la mesa para degustar su plato de cereales chocolateados con leche entera y sus dos manzanas rojas peladas y troceadas en una taza con taquitos de queso blanco fresco, como a ella le gustaban.

En la cafetería del trabajo Zoe y Sebas compartían la misma mesa de siempre.

- Sebas, ¿ya has recibido respuesta sobre la adopción de Farah?

- No Zoe. Eso es algo que me tiene muy preocupado.

- Te dijeron que tardarían aproximadamente veinte o treinta días en llamarte. ¿Ya ha pasado más de un mes, no?

- Cuarenta y dos días, para ser exactos.

- ¿Qué crees que habrá pasado?

- No sé, esta tarde mismo llamo.

Habían pasado ya tres meses desde aquella visita a Farah en la que Sebas decidiera adoptar a la niña En estos tres meses Sebas, Zoe y Noe fueron dos fines de semana a ver a la pequeña- De resto la comunicación se mantenía a través de larguísimas conversaciones telefónicas en las que Noelia no dejaba señal alguna que describir a Farah. Toda clase de acontecimientos, deberes del colegio, anécdotas del mismo, rutinas diarias en el hogar, salidas con Sebas y Zoe, eran narradas por Noelia con su particular punto de vista infantil y, al otro lado del teléfono, Farah sonreía escuchándola.

Era viernes y al día siguiente se casarían Teresa y Edder. Ella había pedido el día libre para dedicarse a los remates de la boda por la mañana y por la tarde había pedido cita en un sofisticado, lujoso y famoso salón de belleza madrileño donde tenía previsto hacerse un sinfín de masajes, manicura, pedicura, cambiarse el color de pelo (de castaña pasaría a rubio dorado),hacerse un peinado digno de una estrella de Hollywood, depilarse el cuerpo entero y ponerse un tratamiento en los codos para curar sus asperezas. En fin, que no saldría de ahí en toda la tarde, entrando a la hora de la sobremesa.

La mañana se le pasó volando. Almorzó rápidamente la lasaña al horno que Edder había hecho, cogió su maxibolso y con un efusivo beso se despidió del que en pocas horas se convertiría en su marido.

Una vez en el salón de belleza Teresa se relajó y se dejó llevar por las manos profesionales que tan bien la atendían.

Cayó la noche, Teresa regresó a su piso hecha una bella escultura. Mientras, Ágatha en su casa preparaba la comida para dejársela hecha a Bienve. Efraín se quedaría con él mientras ella asistía a la boda.

Zoe exponía en su sillón antiguo tres conjuntos de Armani, los miraba una y otra vez. Estaba absolutamente indecisa así que se los probaría todos y delante del espejo decidiría.

Primero probó con un traje de pantalón y chaqueta, impolutamente blancos. Debajo del cual llevaría una blusa azul marino de raso, también de Armani. El conjunto pedía a gritos unos buenos zapatos de tacón, color azul marino y un bolso de mano a juego. Zoe se hizo con ellos.

Llegó el tan esperado día de la boda de Teresa. Los invitados no paraban de llegar y de saludarse en las afueras de los juzgados. Paulatinamente se arremolinaban en distintos coros de personas que no paraban de hablar, reir, mirarse de arriba a abajo y sonreír despóticamente.

- ¡Mira Sebas! Al fin llega Teresa.

Sebas y Noelia habían pasado a recoger a Zoe. Vestía un elegante traje color champán con una camisa roja burdeos y unos preciosos zapatos de charol acabados en punta del mismo color del traje. La pareja lucía espectacular.

Noelia llevaba un pomposo vestido de niña color fucsia, con pequeños lazos rojos y con zapatos y diadema a juego.

- ¡Dios mío, qué guapa está!-exclamó Sebas al ver a Teresa a lo lejos.

Las miradas se tornaron al novio quien, como marca la tradición supersticiosa, le esperaba en la entrada de los juzgados y no tenía la más mínima idea de cómo era el vestido de la novia.

- ¡Pucha! ¡Estás relinda Teresa!- Edder no podía reprimir las expresiones de su Perú natal cuando le dominaba cualquier emoción fuera de lo común, de resto dominaba bastante bien sus impulsos lingüísticos.

Los invitados siguieron a la novia y entraron todos en los juzgados. En la sala,cuyas grandes puertas permanecían abiertas mostrando la amplitud del recinto,los invitados fueron dispersándose por las esquinas tras completar todos los asientos. Muchos decidieron salir porque había tanta gente dentro que se sentían agobiados de tan sólo mirarlos.

La boda transcurrió sin incidencias. De ahí se trasladaron al original restaurante donde celebrarían el gran banquete nupcial. Un lujoso templo faraónico, situado en el centro de Madrid. El restaurante llamado La Cava del Faraón les esperaba para deleitarles con su alta cocina egipcia, en su ambiente sibarita degustarían su exquisita ensalada Cleopatra, entremeses variados, tales como las famosas croquetas de legumbres y verduras Taamiah, la crema de garbanzos Hommos, las habas rojas en ensalada Foul Mdamas, su delicioso e irresistible pastel de berenjena, el Chich-Kebab variado, el guiso Osiris consistente en espinacas con arroz a la egipcia, su pescado Alejandrino que era pescado blanco con salsa de puerro, la pasta especial de fideos rellena de pistachos, rociada con miel y azahar denominada por ellos Kunafa, la crema de leche con coco y azahar Muhalabiah, la digestiva y curativa infusión de pétalos de rosas salvajes del desierto y su extensa carta de tés e infusiones naturales servidas con las inigualables pastas árabes en su selecto salón de té donde podían disfrutar del espectáculo de la danza del vientre y lectura del Tarot egipcio gratuito para todos los invitados.

Eran raras las ocasiones en que todos los trabajadores de la oficina podían disfrutar de una comida juntos. La boda de Teresa fue la ocasión ideal, a parte de las Navidades. Sebas, Noelia y Zoe se sentaron en una gran mesa circular en la que estaban los nombres de ellos en un papelito colgado en el respaldar de las sillas, junto a Ágatha y los recién casados con los hijos de Teresa al lado. Ellos estaban en el centro del salón, lugar desde el que podían ver lo que hacían todos los invitados en sus respectivas mesas.

Entre risas y jolgorio el tiempo se desvaneció de los relojes cual granos de arena en las distintas manos de los allí presentes. Los hijos de Teresa observaban pletóricos a su madre feliz y no podían dejar de pensar en lo infelices que fueron viviendo con su padre, el que nunca tenía tiempo para ellos, el que siempre les bajaba la autoestima con sus comentarios despectivos.¡Qué diferente era Edder! Él simbolizaba para ellos el soplo de aire fresco de la mañana tras haber pasado toda la noche a oscuras con aire viejo sin reciclar. Al término del banquete todos los invitados fueron conducidos al salón de té donde se desbocaron en una tremenda fiesta árabe.

Sebas dejó a Zoe en casa a las seis de la tarde, Ágatha se había marchado un poco antes pues decía que extrañaba mucho a Bienvenido. Zoe estaba exhausta, el vino siempre le daba sueño y el haber comido tanto y tan bien la había relajado tanto que en lo único en que pensaba era en tumbarse en su cama de matrimonio en forma de corazón inmenso y disfrutar de una placentera siesta escuchando su música favorita.

Ágatha pasó la llave por la puerta, mientras lo hacía se concentraba escuchando intentando adivinar la voz de Efraín o de Bienve. Al abrir la puerta se sorprendió de no escuchar nada. Corrió a la habitación de Bienvenido y no vio nada fuera de lo normal. La cocina, el salón, la habitación de juegos,...,nada,¡no estaban!

- ¡Bueno, habrán salido a dar un paseo! Voy a telefonear al móvil de Efraín.

Pero estaba apagado o fuera de cobertura.

Fue a su habitación para quitarse los zapatos de tacón que le estaban haciendo tanto daño en los pies, se desvistió y se enfundó su chándal de terciopelo azul cielo que tan bien le hacía sentir y que tanto le favorecía. Decidió esperarles viendo la tele.

Pero pasaron dos horas y Efraín no daba pistas de su paradero.

- ¡Maldita sea! Pero ¿por qué tiene el móvil apagado? ¿Por qué no me llama y me dice dónde está con el niño?

Ágatha comenzó a ponerse nerviosa.

- ¿Y se le pasó algo al niño?

Pasó a un estado extremo de nerviosismo. Sin saber qué hacer llamó a Zoe.

- Zoe, perdona que te moleste,¿estabas durmiendo, no?

- Sí, pero no pasa nada.¿Qué te pasa?

Ágatha rompió a llorar.

- Llevo más de dos horas esperando por Efraín, se ha ido con el niño y no sé dónde estarán.

- Tranquila, habrán ido a dar un paseo.

- No lo creo.

- Bueno, por si acaso y para que te quedes más tranquila ¿por qué no llamas a los hospitales?

- No había pensado en eso,....¡Oh Dios mío!

- Cálmate, venga, coge la guía telefónica, yo la tengo ahora mismo en mis manos, tú llamas a los públicos y yo a los privados, en veinte minutos te vuelvo a llamar. Seguramente estarán dando un largo paseo, pero para que tú te quedes tranquila llamamos por si acaso,¿vale?

- Está bien, en media hora te llamo yo entonces.

Llamaron a todos los hospitales del listín telefónico, pero no habían entrado en ninguno. Ágatha llamó nuevamente a Zoe.

- Zoe, ¿qué?

- Nada, ¿y tú?

- No, nada.

- Mira, tranquila, voy para tu piso ahora mismo. No te pongas nerviosa, estoy segura de que aparecerán en cualquier momento.

- ¿Y si a este loco le ha dado por llevarse al niño a su país? Estaba con la cantinela de llevárselo para que su madre lo conozca.

- No creo, además, necesita pasaporte con tu firma. Él aún no lleva su apellido sino el tuyo sólo,¿no?

- Sí.

- Pues, nada más que hablar, no te pongas nerviosa que del país no puede salir con el bebé.

- A no ser por Mar,¿no?

Zoe se quedó pensando.

- No, por Mar tampoco. Venga tranquilízate, ya voy para allá.

Pero Ágatha no se quitaba de la cabeza la idea de que Efraín se hubiera llevado a Bienvenido lejos. Se tiró a su sillón llorando desconsolada. Zoe llegó tres cuartos de hora más tarde.

- Pasa Zoe.

- ¿No te ha llamado aún?

- No.¿Qué hago, llamo a la policía?

- No lo sé,no creo que haya pasado nada malo.De verdad,seguramente habrá ido por ahí con el niño, tal vez se haya perdido en alguna calle y no sepa cómo regresar o se haya metido en algún bar y se encontró con algún amigo, ten paciencia. Vamos a esperar una hora más, si no aparece llamamos a la policía.

- Está bien.

- Te hago una tila,¿tienes?

- No, prefiero un café,¿quieres uno?- Ágatha no paraba de llorar, llevaba un pañuelo en su mano derecha con el que se secaba las incesantes lágrimas silenciosas que caían por su cara.

- Está bien.

- Ven conmigo a la cocina, por favor.

- ¡Claro!

Pasó la hora y Zoe llamó a la policía pues Ágatha estaba tan nerviosa que no podía ni hablar.

- Señorita, si sólo hace tres horas que ha desaparecido el niño y me dice, además, que se lo ha llevado su padre, pues no tenemos, en principio, por qué alarmarnos. Tal vez estén el algún hospital, lo que tiene que hacer es telefonear a todos los hospitales de Madrid.

- Ya lo hemos hecho.

- ¿Y nada?

- No.

- Bueno, pues no se preocupe, esperemos un rato más.

- Pero su madre está desconsolada pensando que el padre se lo ha llevado, es que él es extranjero.

- ¿De dónde?

- Dominicano.

- ¿Están separados?

- No, bueno,sí,....A ver,...,es que nunca estuvieron juntos. Tienen el niño pero no lleva el apellido paterno aún, ella ha sido madre soltera.

- Ah, ya....Yo voy a abrir el dispositivo de alerta pero cuando hayan pasado cinco horas más, aún no puedo.

Zoe resopló, le contó a Ágatha lo que le había dicho el agente y ésta se le tiró a los brazos llorando.

- Cuelga Zoe, cuelga. Siempre pasa lo mismo con la policía, nunca pueden ayudar cuando se les necesita.

- Sí, la verdad.

- Cuando ya han sucedido las tragedias es cuando intervienen,¡no sé para qué están!

Zoe no sabía qué hacer.

- Mira, si quieres quédate tú aquí por si vienen, yo salgo a dar vueltas por la zona a ver si los veo.

- Está bien. Yo me quedo aquí por si llama ese condenado irresponsable o se digna en aparecer,¡ojalá Dios mío!

- Sobre todo, mantén la calma.

Zoe salió y mientras bajaba en el ascensor le vinieron a la mente todos los casos de niños secuestrados por sus padres que había visto en las noticias. Algo en su interior le decía que éste no era el caso, pero no dejaba de sentir temor ante la situación en que se encontraba su amiga Ágatha.

- Sebas, soy Zoe.

- ¿No decías que te ibas a dormir un rato?

- Sí, pero me ha llamado Ágatha llorando.

- ¿Qué pasó?- Sebas, sentado en el sofá con los pies apoyados en una silla, se incorporó y bajó los pies de la silla. Noelia dormía con la cabeza apoyada en su regazo, se había dejado dormir viendo la tele mientras su padre le acariciaba el pelo.

- Verás, Efraín, el padre de su hijo ha desaparecido con el niño.

- ¿Qué dices?

- Sí, lo que oyes. ¡A ver si se lo ha llevado para irse a su país con él!

- - Bueno, ante todo no especulemos. ¿Han avisado a la policía?

- Sí, pero no pueden intervenir aún. Dicen que es pronto, que probablemente el padre traiga al bebé en cualquier momento.

Ágatha no paraba de llorar en su piso. Sonó el timbre.

- ¿Sí?

- Ágatha, somos nosotros. Abre por favor que se me quedó la llave.

La voz de Efraín fue el bálsamo de sus lágrimas. ¡Al fin habían aparecido!

- ¡Maldito seas Efraín! ¿Sabes el susto que me has dado?

Ágatha se secaba las lágrimas mientras cogía a su bebé en brazos, que se encontraba durmiendo abrazado a su padre.

- Perdona. Me encontré con un amigo a quien no veía hacía tiempo y al final terminamos en su casa. Está casado con una española, él es dominicano, de mi tierra.

- ¡Me da igual! Pensaba que había pasado algo grave. – Ágatha pasó del dolor más profundo al enfado más nefasto.

- Perdona, no volverá a suceder.

En un principio Ágatha se mostró muy hostil, inclusive lo echó de su casa. Pero al rato, después de llamar a Zoe para comunicarle que ya habían aparecido, le telefoneó para pedirle disculpas por tanta violencia. Efraín se disculpó nuevamente y dieron por zanjada la discusión, no sin antes Ágatha advertir a Efraín que nunca le volviera a dar un susto así con su hijo.

Blanca pasó una tranquila mañana en su trabajo. Después del almuerzo se acordó de Zoe y le entraron unas ganas inmensas de telefonearla. Esperaría al salir de su trabajo para salvar la diferencia horaria y pillarla en la oficina.

Aún recordaba de memoria el teléfono del que fue su trabajo por tantos años y también el número de extensión de Zoe.

-¡ Hola Zoe! Soy Blanca ¿cómo estás?

- ¡Dios mío, Blanca!

Blanca percibió algo de nerviosismo en el tono de voz de Zoe.

- ¿Estás bien?

- Sí ¿y tú? ¿Cómo te has tomado la noticia? - Zoe abrió mucho los ojos, percatándose de que tal vez Blanca no supiera nada aún y ella estuviera metiendo la pata.

- ¿De qué?- Blanca se asustó.

- ¡Ay, Blanca! Perdona, yo siempre de torpe....

- No, dime,....

- Lo encontraron muerto en su celda. Se ahorcó con una cortina.

(Silencio)

- Blanca, lo siento.

- ¿Qué me estás diciendo? ¿Se ha suicidado?

- Sí.

(Otro largo silencio).

- ¡No me lo puedo creer!

- Ya fue su entierro. Pensé que tus padres te avisarían pues ellos, al parecer, fueron.

- No, de hecho hace como dos semanas que no nos llamamos. Bueno, mi Madre me llamó hace tres días, pero yo no estaba en casa y luego me despisté en devolverle la llamada. Como vi en el teléfono que no llamó sino una vez creí que sólo era para saludarme.

Zoe se quedó pensando en la relación que tenía Blanca con sus padres. Aunque durante todos estos años se había dado cuenta de que en la capital las cosas eran así, no dejaba de sorprenderle el hecho de que padres e hijos perdieran el contacto y hasta dejaran caer en la frialdad una relación tan estrecha. No como su madre y ella, que se llamaban cada noche. Una noche era ella quien llamaba y otra su madre.

Blanca quedó muy impactada con la noticia. Rompió su silencio con un llanto ahogado.

- No llores. ¿No crees que es lo mejor que ha podido suceder?

Blanca seguía llorando desconsoladamente.

- ¿Qué sientes, Blanca? Seguro que lástima por él. Es normal, tienes dos hijas con ese hombre. Compartiste muchos años de tu vida con él.

- No, no es eso. Es que....Mira, realmente él nunca me dio una de esas palizas que te dejan inútil de por vida, o me prendió fuego la cara con ácido. Yo estoy bien, ¿entiendes?

Zoe no daba crédito a sus oídos.

- ¿Estás bien, dices? Has tenido que huir de él por ese miedo atroz a que terminara con tu vida, has involucrado en tu huída a tus hijas, has cambiado tu identidad y la de tus niñas, transformando de golpe y porrazo toda su vida y la tuya, sufres terribles pesadillas que te han causado insomnio,¿y dices que estás bien?

- Zoe, no esperaba que tuviera un final así. Imagino cómo estará su pobre madre.

- ¿Tú tal vez soñabas con volver con él alguna vez?

- ¡Noo!- chilló rotunda Blanca- Eso jamás pasó por mi cabeza. Aunque, a decir verda m d fantaseaba con la idea de que se convirtiera en buen hombre en prisión.

- Yo no creo que las prisiones sirvan de mucho en estos casos, ¿sabe? Como nos dijo Teresa una vez, los maltratadores son fenotipos humanos, si coincide que ese comportamiento y actitud lo lleva escrito en sus genes y, además, crece en un entorno hostil que se lo desarrolla aún más, es prácticamente insalvable. Por más que se pase cien años entre rejas, ésa es mi modesta opinión.

- ¡Ay Zoe! No sé qué hacer.

- Seguir con tu vida. Y ahora, amiga, sin miedo alguno a nada.

- ¿Crees que debo volver a España?

- Tú me dijiste que estás muy bien en Nebraska, que hacía mucho que no te sentías tan feliz.

- Sí, es cierto. ¡Esto es todo tan distinto! Pero me siento muy bien aquí, tranquila y relajada.

- Pues si algo funciona,¿por qué vas a cambiarlo? No sé Blanca,...,yo me muero de ganas por verte y ver a las niñas pero sinceramente te digo que si estás tan bien ahí y el contrato es por tres años,¿por qué no esperas un tiempito más? Cuando te quieras dar cuenta ya tendrás vacaciones.

- Sí, pero no podré salir de Estados Unidos porque me tocará renovar mis papeles y he de permanecer aquí, sin salir, hasta que me los den.

- ¡Oh, vaya! Eso no lo sabía.

- Sí.

- Así que este verano, ¿no podrás venir?

- No, hasta el año que viene si todo va bien.

- Bueno,....

- Zoe, gracias por todo. De verdad, tú y todos en la oficina se han comportado conmigo ¡tan bien!- nuevamente Blanca comenzó a llorar.

- No te preocupes. - Tras una breve pausa Zoe decidió cambiar de tema para ver si conseguía que Blanca dejara de llorar.

- ¿Estás en tu trabajo ahora?

- No, ya estoy en casa.

- ¡Ah, claro! Me olvidaba de la diferencia horaria.

- Sí, hoy las niñas han ido a una excursión escolar, el autobús las dejará en casa dentro de dos horas.

- Entonces tienes tiempo para estar sola un rato y pensar en todo lo que ha pasado, lo necesitas.

- No me gusta nada estar sola.

- Dios, a veces, nos manda esos ratos de soledad para que nos soseguemos e indaguemos en nuestro interior para encontrar nuestro salvoconducto.

- Me gusta como piensas, Zoe.

-Gracias, pero esto que te acabo de decir es de la cosecha de mi madre.

- Algún día me gustaría conocerla. Viendo a la hija seguro que su madre es tan buena persona, o más.

- Más, seguro.

- Dime, Zoe, ¿Sebas y tú ya tienen fecha?

- ¡Sí! Perdona, pero con tanto trajín me olvidé de llamarte para contártelo. Será para noviembre de este año.

- ¡Estamos en marzo!

- Sí, queda poco.

- Ocho meses para ser exactos. Lástima que no pueda asistir. Ya me quedé con ganas de ir a la de Teresa. Me mandó las fotos a mi correo electrónico. ¡Estaban tan guapos todos!

- Pues nos gustó tanto el restaurante donde la celebró que Sebas y yo repetimos lugar.

- ¿Y no se casan por la Iglesia?

- Por supuesto que sí.

- Lo imaginaba....

- Primero en los juzgados y luego en La Iglesia, por eso en los juzgados comenzará la ceremonia civil a primera hora, a las nueve, y en La Iglesia pensamos estar a las diez en puntos, diez y cuarto aproximadamente.

- El banquete, ¿será también un almuerzo?

- Sí, para por la noche descansar tranquilos.

- ¡Cuanto me alegro Zoe!

- ¿Qué vas a hacer hoy, Blanca?

- No lo sé (silencio). Zoe, ¿crees que debo contarle a las niñas que su padre ha muerto?

- Sí, cuanto antes mejor.

- Las esperaré con un cacao caliente y galletitas caseras que hice ayer.

- Tómatelo con calma, no tienes por qué darles la noticia hoy mismo. Si quieres consulta primero con un psicólogo el modo de darles esta noticia.

- En el instituto trabaja una psicóloga de la que me he hecho muy amiga, la voy a llamar a ver qué me aconseja que haga.

- Blanca, dime sinceramente, ¿no es un alivio para ti que él haya desaparecido de la faz de la tierra definitivamente?

- Pero,... ¿estás segura de que es cierto?

- Cariño, si te digo que ya fe su entierro. Teresa acudió al velatorio y vio su cuerpo inerte, ella tampoco se lo podía creer y decía que necesitaba verlo para creerlo.

- ¿Teresa fue al entierro?-inquirió Blanca sorprendida.

Blanca entendió entonces cuánto odiaba todo el mundo a su ex-marido. Una vez más sintió pena por él, por el hombre que era padre de sus hijas, no por el maltratador.

Se encontraba en una dicotomía de sentimientos y emociones difícil de descifrar. Emocionalmente hundida no sabía cómo hacer frente a su nueva realidad de mujer viuda, ex-maltratada, extranjera en un país que le había abierto tantas puertas y que le había dado el privilegio de poder ser otra mujer, una Blanca nueva, la que siempre quiso ser.

- Zoe, te llamo en otro momento. Necesito estar sola y en silencio un rato.

- No te preocupes. Llámame cuando quieras. Por cierto,¿aún no me podrás dar tu teléfono y dirección?

Blanca se lo pensó un momento. Al fin y al cabo ya no tenía de quién esconderse.

- Sí, claro, toma nota.....

Teresa abría la puerta de su hogar. Nada más entrar al salón pudo percatarse de la presencia de sus hijos pues habían dejado las mochilas y las chaquetas tiradas en los sofás. Ellos se encontraban en su habitación, la que compartían desde niños, jugando a la play station.

- ¡Chavales!- Chilló Teresa.

- Ya lo sé Mamá, tranquila que ahora lo recogemos todo en el salón.

- Este fin de semana se quedan con vuestro padre,¿no?

- No, nos toca aquí.¿Por qué?

- ¡Puaf! Había pensado ir con Edder a un Spa.

- Vayan, nosotros nos hacemos cargo de la casa.

Al hermano mayor, se le encendió una lucecita en la cabeza. Le picó el ojo al pequeño y continuó hablando, a distancia, con su madre.

- Mami, ¿y cuándo saldrán, el sábado?

- No, desde el viernes por la noche. Es un hotel de lujo con spa incluido. Ha sido el regalo de boda de uno de los amigos de Edder, pero no hemos podido disfrutarlo aún y se vence este fin de semana.

- ¡Pues no debes dejarlo pasar!

- Por eso les digo.

- No te preocupes- Pediremos comida china para almorzar y para cenar nos haremos un bocata de lo que sea con un vaso de leche y ¡va que chuta!

Teresa se dirigió, con su chándal de estar por casa y sus pantuflas, al cuarto adolescente, abrió la puerta que estaba entrecerrada y, mirándoles fijamente a los ojos, inquirió:

- ¿Seguro que me puedo fiar de ustedes? ¿No estarán pensando ninguna tontería, no?

- ¿Como qué Mami?

- No sé, por ejemplo en hacer una de esas fiestas botellón que tanto os gustan a los jóvenes de hoy en día.

- ¿En casa, estás loca?

- No, yo no, pero ustedes sí. La adolescencia y la juventud en general son una enfermedad en la vida de una persona.

- ¿Una enfermedad?

- Sí, una especie de demencia muy grave.

- ¿La misma que tuviste tú cuando te enamoraste de Edder?

- ¡Eso es otra historia! Enamorarse es abobarse temporalmente, hasta que se te pase. ¡Ya les llegará a ustedes, no escupan muy alto!

- ¿Que no escupamos muy alto, dices?

- Sí, que se les puede caer encima luego...

Los dos hermanos se desternillaron de risa ante la ocurrencia de su madre.

- ¡Esta Teresa, siempre con sus refranes!-saltó el mayor.

- Entonces, ¿podemos o no irnos tranquilos al balneario?

- Claro Mami, yo me encargaré de la casa, no temas.

- Jaja,"no temas". No quiero que hagas nada en la casa, nada más que dejarla como está.

- Está bien, no te preocupes.¡Ya somos dos hombres Mamá!

A Teresa le extrañó un poco esta última contesta, por venir de su hijo pequeño. No así si hubiera venido del mayor, de quien sospechaba organizaría una gran fiesta nada más salir Edder y ella de la casa.

- Bueno, pues entonces esta misma noche nos vamos Edder y yo, ¡pobre de ti como intentes mentirme en algo!

- No, en serio, tranquila, cualquier cosa les llamamos a cualquiera de los dos móviles.

- Sí, sin dudarlo...

Teresa fue a su habitación y sacó ropa de su armario. La extendió sobre la cama. Luego se dirigió al armario de Edder e hizo tanto de lo mismo. Mientras hacía las maletas Edder abrió la puerta.

- Cariño, ¡nos vamos al Spa, al fin!

- ¡Hombre, menos mal que te convencí!

- Sí, es que no nos queda otra porque si no vamos este fin de semana se nos agota el tiempo.

- Ah, no lo sabía. Pues fantástico, ahora mismo me ducho y te ayudo a hacer las maletas.

- No te preocupes, ya las hago yo.- Teresa plasmó un pegajoso y sonoro beso en la boca de su marido y se dirigió salerosa a continuar su labor.

Blanca, en su soledad y silencio, no podía creer la noticia de la muerte de su ex-marido. Empezó a sentir una amalgama de emociones que la amedrentaron, increíblemente se sentía aliviada,¡oh Dios, aliviada! Le avergonzaba pero era así.

- (No puedo creerlo,¡qué final tan horrible! ¿Qué le habrá sucedido para llevarle a tomar la decisión de acabar con su vida? Porque al fin y al cabo una persona que se suicida debe plantearse la idea en algún momento y, o bien descartarla o llevarla a cabo. Ha de ser una decisión difícil. No creo que se actúe impulsivamente. Aunque, tal cual era él, puede que hasta eso, el hecho de acabar o no con su vida, fuera producto de un impulso, puede que ni siquiera lo hubiera planificado.)- Pensaba Blanca.

De repente vinieron a la mente de Blanca una amplia versatilidad de escenas familiares: Cuando Fátima nació y ella, sola en el paritorio, lloraba por la ausencia de su marido, quien se encontraba de copas con sus amigos, ajeno a que su mujer había estado llamándole a su móvil una y otra vez, porque él con el ruido de la música no se había percatado de ello, así que ella, sola, cogió un taxi y con sus terribles dolores de parto y un miedo espantoso metido en su delicado cuerpo entró en el hospital donde nacerían sus dos hijas. Con el nacimiento de Lucía pasó tanto de lo mismo, sólo que en aquella ocasión su madre la acompañaba. A la madre de Blanca nunca le gustó el hombre con quien su hija se había casado y siempre que tenía ocasión se lo decía. También recordó una noche de fin de año en que se rieron los cuatro muchísimo porque él se había atragantado con las uvas y las había escupido todas, los cuatro, juntos, pasaron el mejor fin de año que ella recordaba. Fue una de esas pocas ocasiones en las que las niñas y ella fueron felices con él.

- ¡Tengo que llamar a mi Madre! - Blanca la llamó y juntas lloraron, sorprendentemente de nuevo, aliviadas por el sino que Dios le había deparado a semejante monstruo.

Teresa y Edder regresaron antes de lo previsto de su Spa y, como intuía ella que pasaría, la casa estaba hecha una ruina. Restos inminentes de una fiesta se encontraban desperdigados por todos los rincones, botellas de cerveza, ron, refrescos, panchitos, chocolatinas, restos de pizzas con sus respectivas cajas,....Los adolescentes hijos de Teresa habían montado el temido botellón en su fina casa y Teresa empezaba una dura etapa de enfrentamientos con sus hijos,¡menos mal que no estaba sola! Su marido estaba ahí para enmendar la conducta de esos temibles actuales varones.

Farah, miraba la lluvia desde la ventana de su habitación. Esperaba la llegada de su futura familia. Entonces el coche de Sebas se asomó por la puerta grande de entrada, estacionó, se bajaron Zoe, Sebas y Noelia y tocaron el timbre para que abrieran.

- ¡Son ellos, ya están aquí!

Farah se precipitó por las escaleras, las bajaba tan rápido que ni se le veían los pies. Una de las monjas acudió al portero para abrir la puerta de rejas de la entrada y otras dos fueron a la puerta del edificio para abrirla de par en par y dar una cálida bienvenida a los padres de Farah, la niña alegre del orfanato.

- ¡Farah!- Noelia corrió a abrazarla.
- ¡Noe! ¿Cómo estás? ¡Qué ganas tenía de que llegara ya este día! ¿Ya me voy con ustedes, no?
- Sí, ya nos vamos a casa her-ma-ni-ta- No se emocionó al poder, por fin, pronunciar esta palabra fraternal.

Sebas y Zoe, de la mano, contemplaban la escena. En sus manos derechas las alianzas de casados brillaban intensamente.

Zoe nunca tuvo en sus planes casarse ni tener hijos pero ahí estaba, casada y ya con dos niñas que pronto estarían en la adolescencia. Seguramente le sería muy difícil educarlas como la educaron a ella, difícil imponerles la virginidad hasta casarse, tendría que respetarlas en su manera de pensar y actuar, aunque ella, en lo más recóndito de su interior sabía que su verdadera fortuna no fue casarse virgen sino encontrar un hombre que la hubiera respetado y aceptado en su manera de pensar desde el principio hasta el final. Desde que salga el sol cada día hasta que se ponga en el último de sus días.

Ágatha no volvió a enamorarse, disfrutó de su soltería y maternidad. Efraín se enamoró de una rica dominicana que le terminó comprando un piso en Madrid y un puesto de trabajo como administrativo en una importante fábrica textil. Bienvenido crecía feliz teniendo el amor y la cercanía de sus dos padres que, aunque nunca fueron pareja, siempre fueron sus padres y estuvieron junto a él, en lo malo y lo bueno.

Farah se adaptaba muy bien a su nueva vida como hermana de Noelia e hija de Zoe y Sebas.

Todos se encontraban en la estación de autobuses para despedir a los padres de Zoe, quienes habían llegado a Madrid por la boda de su hija y se habían quedado por tres semanas.

La pareja de novios se abstuvo voluntariamente de tener luna de miel, la cual postergarían para más adelante.

Al regreso de la despedida en la estación Sebas iba conduciendo.

- Las niñas se han dormido – dijo a la vez que las contemplaba por el espejo retrovisor interior del coche.

- Sí, ¡qué caras de angelitos tienen dormidas! ¿no?

- Sí, sobre todo Farah. Es tan intranquila cuando está despierta que durmiendo parece una criatura celestial.

Sebas miró rápidamente a Zoe y volvió la vista a la carretera con una limpia sonrisa dibujada en su lozano rostro.

- ¿Estás cansada, Zoe?
- No, la verdad es que con tanto trajín debería sentirme más cansada. Pero la verdad es que no me encuentro tan agotada como creía que iba a estar cuando mis padres se marcharan. A propósito, ¿qué tal te pareció mi madre?

- Un encanto.

- ¿Y mi padre? – Sebas miró a Zoe sonriéndole cínicamente.

- ¿Corremos un tupido velo?

- Mejor, un telón de acero.

Zoe no rió. Se quedó callada, cabizbaja.

- No te enfades mi vida. Pero es que el carácter de tu padre no es muy potable que digamos.

- Ya lo sé.

- Sí, sin duda alguna. Mi padre es mi adoración, te lo confieso, pero el amor que le tengo a mi madre me hace, involuntariamente, enfrentarme a la sinrazón de mi padre en muchos aspectos.

- ¿Cómo en qué?

- Pues por ejemplo, en su machismo.

- Sí, ya me di cuenta de que no hace nada en casa, ¿verdad? T u madre lo hace todo.

- Sí, mi madre siempre dijo que como él trabajaba fuera y ella se quedaba en casa, pues que ella limpiaba la casa.

- Cuando tú eras bebé entiendo que ella no trabajara pero cuando te hiciste mayor ¿por qué no trabajó fuera nunca?

- Por mi padre.

- ¿Qué?

- Lo que oyes, nunca le gustó que mi madre trabajara. Ahora que soy adulta creo que la única razón está en su propia desconfianza en sí mismo, en su baja autoestima, en su nefasta educación para la igualdad de género.

- Claro, la ecuación recibida en la cuna de un gobierno autocrático, ¡así fue!

- ¡Y así es! Los hijos e hijas de la dictadura. Aún hoy en día viven con la venda negra puesta en los ojos.

- La tierra no es plana, hace tiempo que se sabe. Por tanto, lo que vemos en el horizonte no es sólo eso. Siempre hay más cosas más allá de donde nos alcanza la vista. Quienes no quieren ver más allá del horizonte siguen en la época en la que se creía que la tierra era plana.

- ¡Qué bonita metáfora, Sebas! Tus padres son muy demócratas, tal vez el ser de ciudad haga pensar diferente a la gente, ¿no crees?

- Tú eres de pueblo y, sin embargo, piensas como cualquier urbanitas más, así que no quiero tener el prejuicio de que la gente de pueblo es retrógrada.

- Bueno, es cierto. Yo siempre he sido reaccionaria, aún siendo pueblerina. Pero, mírame, vivo en la capital de España, no en mi pueblo. Si sentía que nadie en mi entorno me entendía sería porque no es muy frecuenta pensar como yo y vivir en un pueblo eminentemente agrícola, ¿no?

- Tal vez. – Sebas bostezó.

- Oye, tú sí que estás cansado, ¿verdad?

- - Mmm,…,creía que no, pero el conducir con la tripa llena me está atolondrando.

- Jaja.

- Oye, ¿y cuándo te sacarás tú el carnet de conducir para yo descansar en los largos viajes a ratitos?

- ¡Ay, el carnet! Parece que llegados a una determinada edad es inevitable que todo el mundo te haga la misma sugerencia. ¿Y qué pasa si no quiero sacarme el carnet? Yo prefiero que me lleven a todos sitios.

- ¡Mírala ella que marquesita!- rieron al unísono.

- ¡Uy, hablemos bajito que si no se despertarán las terremotos!

Zoe volvió la vista a tras y sonrió tranquila al ver a Noelia y a Farah durmiendo con las cabezas apoyadas la una en la otra.

- Se van a lastimar el cuello en esa postura – añadió Sebas observándoles desde el espejo.

- Pero si las toco se despertarán.

- Claro, no, si seguramente con sólo meternos en una gasolinera y estacionar ya se despiertan.

- ¿Hacemos la prueba? ¿No te apetece un cortadito?

- Sí, e ir al servicio.

- Yo nunca voy a los servicios públicos, pero la verdad es que estoy en un apuro.

- Mira, a seis kilómetros tenemos una estación de servicios con área de descanso, haremos un alto en el camino y tomaremos café. En lo que yo pido tú y las niñas van al baño que seguramente querrán ir.

- Muy bien.

Llegaron a la gasolinera. Estacionaron y, efectivamente, con el sonido del freno de mano y el cese del movimiento del coche despertaron las niñas. Primero Farah y luego Noelia.

- ¿Ya llegamos? – inquirió Farah adormilada a la vez que se estiraba.

- No, ¿no ves que estamos en una gasolinera, Farah? – Noelia, a veces, se despertaba de mal humor de sus siestas. Y, al parecer, ésta era una de esas ocasiones.

- ¡Qué bien! Así podremos comprar chocolates y refrescos, ¿no Papi?- Farah se acercó a Sebas y le dio un beso en la mejilla derecha.

- ¡Qué zalamera eres, Farah!

- Sí, es una interesada. Sólo da besos cuando quiere conseguir algo.

- ¡Noelia! Zoe se volvió a mirar indignada a Noelia.- No me gusta que hables así de tu hermana.

Sebas extendió su brazo hacia atrás y acarició a Noelia y luego a Farah.

- ¡Venga Noe! Vamos a tomar algo que eso se te pasa con una buena taza de chocolate caliente.

- ¡Sí, sí!- Chilló Farah entusiasmada.

- ¡Jolín, Farah siempre está alegre como una tonta!

- ¡Oye mi alma! Que no se es tonta por estar siempre alegre. ¡Baj! Si tienes mal despertar vas y te lavas la cara con agua helado pero a mí me dejas en paz.- Dicho esto Farah sacudió su larga melena negra y se bajó del coche con mucho salero.

Noelia la imitó con sorna. Sebas miró a Zoe con complicidad.

- Déjame a mí, yo hablo con ella.

Zoe había visto cada uno de los episodios de una afamada serie que pasaban en la tele en la que una niñera daba consejos a los padres de cómo actuar ante situaciones difíciles con los menudos de la casa. El consejo de esta ocasión era coger al monstruito o monstruita en cuestión y llevarlo a un sitio aislado de los demás. Bajar a su altura, de rodillas, y cogiéndolo por los brazos o los hombros mirarle fijamente a los ojos y decirle, siempre en positivo, que su actitud no es correcta, que si la cambia tendrá una recompensa y si no pues no.

Se trata de convencer al pequeño o pequeña de que actuar bien tiene efectos positivos, actuar mal negativos.

- Noe, mírame. ¿Se puede saber qué te pasa con Farah? Tú siempre la has defendido y ya sabes cuánto nos ha costado tenerla entre nosotros, viviendo con nosotros.

- Sí, lo sé. Perdóname, Mami.

Zoe, como cada vez que Noelia la llamaba Mami, se ablandó inmediatamente.

- Estoy segura de que comprendes la necesidad de ternura que requiere Farah. Tu padre u yo te queremos muchísimo Noelia, es por eso por lo que te escuchamos y te hicimos caso cuando te empeñaste en que querías adoptar a quien has considerado tu hermana desde siempre, ¿no es así?

- Sí, tienes razón, ya nunca más la trataré así, y si lo vuelvo a hacer dime lo mismo que ahora para recordármelo, ¿vale Mami? – Noelia, recordando lo mal que lo habían pasado Farah y ella en el orfanato, se abrazó a Zoe y tras ello corrió junto a Farah para pedir disculpas.

- Farah, ¿me perdonas? Me desperté con malas pulgas.

- ¡Pues échate antipulgas! Pero conmigo no te metas ¡niñata!

Noelia no esperaba esta reacción de Farah. Consternada le dijo;

- Perdóname, Farah.
Farah agitó se melena negra y, ladeando su cabeza, ignoró a Noelia. No sin antes dirigirle una mirada de desdén e indiferencia.

- ¡Ahora tú te sientes la reina porque estás con tu verdadero padre! Crees que él nunca me va a querer ni a mirar como su hija, ¿no?

Noelia se quedó boquiabierta. ¡Jamás se le cruzó por su cabeza tal pensamiento!

- ¡No, no es cierto!

Farah empujó con rabia a Noelia. Ella dirigió su mirada hacia Zoe, quien se encontraba de espaldas a la cafetería de la gasolinera, apoyada en el coche y mirando al horizonte, sin percatarse de la discusión de las niñas.

Sebas seguía en el baño.

-¡No, no mires a Zoe! Ella no te va a auxiliar.

- Farah, ¿qué te pasa? ¿Por qué me hablas con tanto odio?

- ¡Porque has cambiado, Noelia! Crees que todo en la casa es tuyo.

- ¡No es verdad!

- ¡Sí! No puedo usar el ordenador sin tu permiso, no puedo jugar con las muñecas si tú no estás.

- ¿Quién te ha dicho eso?

- Nadie, pero si lo hago tú te cabreas.

- No, no me enfado. Es sólo que tú no sabes de ordenadores y siempre te bajas algún virus cada vez que descargas archivos de Internet.

- ¡Pues ponle un antivirus bueno! ¿No es tuyo?

- No, es de las dos.

- Te lo compraron a ti, antes de que yo llegara. Por tanto, es tuyo.

- ¡Todo lo mío es tuyo hermana!

Al pronunciar esta última palabra Farah se estremeció. Visiblemente afectada, con dos lagrimones cayendo por sus morenas y rojizas mejillas, se abrazó a Noelia.

- ¡Perdona hermana! Es que me molestas mucho que tú me trates mal. ¡No sabes cuánto te quiero!
- ¡Oh, Farah!

En el momento en que las niñas se abrazaban, Zoe se giró y las vio. Mientras extendía un billete al chico que le surtía el combustible al automóvil sonrió espontáneamente y dijo en alto:

- ¡Menos mal! ¿Tanto tardé?

El joven, con acento latinoamericano, la miraba expectante.

- ¡Oh, no! Nada, nada, no es con usted. Muchas gracias, señor.

- ¡De nada bonita!- colocó el dinero en su riñonera y se quedó mirando para Zoe, quien con paso decidido, como siempre en ella a pesar de usar tacones de vértigo, y una amplia sonrisa, se iba a reunir en la mesa donde divisaba a su marido y a sus hijas, riendo los tres juntos y esperándole para pedir dulces con chocolate caliente.

Al final culminaron el día con una alegría compartida que les llevó todo el camino riendo, hablando y cantando. Al llegar a su calle residencial Zoe bajó la primera. Sebas y las niñas entraron al garaje y subirían desde el ascensor del mismo. A Zoe le urgía ir al baño, por ello se apresuró en bajarse del coche.

Al llamar al ascensor sintió detrás de ella la presencia de alguien. Se giró y vio de espaldas a una mujer cuya melena rubia le llegaba al trasero. Iba vestida con unos vaqueros desgastados, un jersey largo de lana color rosado y unas zapatillas deportivas blancas muy viejas y algo sucias. La mujer buscaba algo en los buzones, miraba uno a uno leyendo los nombres de sus dueños.

- ¿La puedo ayudar en algo, señora? – Zoe se acercó a ella y a la vez que le hablaba le tocó el hombro derecho.

La mujer, sobresaltada, se giró rápido.

Sus enormes ojos azules se clavaron en los de Zoe.

- ¡Oh, Dios mío!- Zoe creía estar viendo un fantasma del pasado.

- ¿Eres tú?

- ¿Quién es usted?

- Yo soy Zoe, y tú,…..,¿eres Judith, no?

La joven agachó la cabeza, miró asustada a Zoe y, bruscamente, se giró y salió corriendo.

- ¡No, espera! ¿Eres tú, verdad?
Zoe no daba crédito a sus ojos. La joven corría sin mirar atrás. Su cabello largísimo flotaba detrás de ella, como una sábana de hilos de oro.

La imagen de la Judith radiante de la fotografía que Zoe tenía grabada en su memoria distaba mucho de la asustada y demacrada Judith actual.

- ¡No puede ser, estás muerta! – Zoe se sorprendió al escuchar su voz. Pensaba en alto. Subió al ascensor sin dejar de interrogarse si debía o no contarle a Sebas lo sucedido.

- ¡Hola! – Zoe abrió la puerta de la casa. Todos estaban en la cocina.

- Zoe, ven, estamos bebiendo agua, ¿quieres que te sirva algo?

- Esperen, tengo que ir al baño primero.

- ¿Aún no has ido?

- No, ya voy.

Zoe fue al baño y al salir caminó meditativa hacia la cocina. En su rostro se reflejaba la angustia.

- ¿Qué te pasa? Parece que hayas visto un fantasma.

Sebas no dejaba de mirarla.

- ¿Te sientes mal, cari?

- Un poco – Zoe se sentó.

- ¿Qué pasa Mami?- Farah se levantó de su silla y se acercó a Zoe, poniendo su manita derecha en su frente para tomarle la temperatura.

- No, nada niñas. Es sólo que estoy muy cansada.

Sebas observaba la escena con su vaso de agua alzado ene. Aire, detenido de camino hacia su boca. Puso el vaso en la mesa de la cocina y se acercó a Zoe.

- ¿Qué te pasa, amor?- le susurró al oído al tiempo que masajeaba sus hombros.

Zoe cerró los ojos y dejó caer su cabeza hacia detrás.

- ¿Podemos hablar?

- Claro.

- En privado.

- Por supuesto. Niñas espérennos aquí. Papi y Mami vamos al salón a conversar cosas de adultos.

- ¡Está bien! – Dijo Noelia resignada.

Zoe fijó los ojos en Noe.

- ¡Es tan igual a ella! – dijo en alto.

- ¿Cómo dices, Zoe?

- Sebas, vamos al salón, te tengo que contar algo.- Le cogió de la mano y lo llevó al salón.

- ¿Qué te pasa? Me estás asustando.

Zoe le mantuvo la mirada durante largos segundos.

- ¿Estás embarazada? –inquirió Sebas con súbita alegría.

- No, no es eso.

- Entonces, ¿por qué pones esa cara? ¿Qué pasa? ¡Vamos, dime!

- Tú me dijiste que estabas totalmente seguro de que Judith estaría muerta.

- ¿A qué viene eso ahora?

- ¿Lo está?

- Nunca se encontró su cadáver, pero como han pasado más de diez años desde las últimas noticias habidas desde su desaparición se da una presunción de defunción. Es más, según me informó la policía en su momento, como desapareció en circunstancias de riesgo inminente de muerte por causa de violencia contra su propia vida, el plazo es de tres meses desde el siniestro.

Zoe lo miró incrédula. Su mirada era intensa y profunda, tanto que Sebas le apartó la vista.

- Hoy ha venido a este edificio.

- ¿Qué? – Sebas frunció le ceño- ¿Qué me estás diciendo, te has vuelto loca?

- Mira, cuando llegamos y yo bajé para ir en el ascensor vi a una chica husmeando en los buzones Al acercarme para indagar qué quería, me sorprendió su parecido con Judith.

- ¿Qué me dices, Zoe?- Sebas se llevó las manos a la cabeza. -¡Para mí es increíble! No puede ser cierto, por favor. – Sebas se arrodilló y, desesperado, comenzó a llorar sin fin aparente.

- ¡Sebas, por Dios, levántate! No te pongas así.

- ¿Cómo me dices que no me ponga así? He estado años buscando a mi hija y cuando por fin la encuentro el temor a que su madre me la arrebate se materializa de nuevo.

- No llores más, por favor.

- Pero, ¿estás segura de que era ella?

- Sí, además, cuando le pregunté si se llamaba Judith su reacción fue la de asustarse y salir corriendo.

- ¿Y cómo era?

- Exactamente igual a la de la foto con Paloma recién nacida en el hospital.

Al escuchar el nombre de Paloma un escalofrió recorrió a Sebas.

En su casa, Diego atendía una llamada telefónica de un familiar colombiano de Lorna, quien les felicitaba por su reciente boda.

Todos los de la oficina habían acudido. Sebas y Zoe pudieron alejarse de su realidad estresante por unos momentos rememorando las bodas del presente año. Aunque en el rostro de Sebas se reflejaba la angustia que estaba viviendo ante la incertidumbre de que Judith estuviera o no cerca de Noelia y él.

- Espera, acaba de llegar Lorna, había ido a comprar el pan. Te la paso para que hables con ella.

- Tiíta, ¿cómo estás?..........- Lorna arrancó a llorar de la emoción y Diego, mirándola complacido, le acarició su ya enorme tripita de embarazada gemelar.

- Dile que esperamos gemelitas, aún no se lo he dicho.

- Tía, Diego me pide que le cuente que esperamos dos niñitas. Sí, sí, son gemelas. Se llamarán Dayana y Camila.

La conversación se alargó más de lo que tenía previsto Diego, a quien le dio tiempo de calentar y servir la cena y hasta de recalentarla porque se le había enfriado de tanto esperar a que terminara de hablar su querida esposa.

- Recuerda que hoy hemos quedado con Sebas, Zoe y sus hijas en la cafetería de la esquina para tomar algo.

- Sí, descuida, lo sé. Comamos para dormir la siesta un ratito y luego ir a la cita.

En su habitación de la pensión Judith se arreglaba en cabello delante de la amiga que le haría el favor de grabarlo todo en video para luego pasar la grabación a DVD y entregársela a Sebastián en cuanto tuviera la ocasión.

- Pero, Judith, ¿estás segura de que ésta es la mejor manera? ¿No prefieres hablar directamente con la niña? Si ya sabes a qué colegio va, no entiendo por qué no la asaltas a la salida y hablas con ella. En cuanto te vea estoy segura de que, como mínimo, te querrá escuchar para ver quién es esa mujer que se parece tanto a ella.

- No Mayte, por favor, hagamos las cosas como te he pedido. No quiero traumatizar más a la niña. Confío en que Sebastián le de la grabación cuando la niña sea mayor de edad.

- ¡No es justo! Aunque sea mereces llevarte un abrazo de tu hija, al menos antes de que…..


Mayte agachó la cabeza.

- ¡Dilo! Antes de que…..

A Mayte se le humedecieron los ojos.

- ¡Perdóname, tía!

- Mayte, dilo, no importa, voy a morir. Yo me he buscado este final. ¿Sabes? Aún recuerdo los días felices junto a Sebastián. Nunca quise tener hijos, pero he de confesarte que estuve muy enamorada de ese hombre. Él lo tenía todo.

- Tú también tía, pero se te fue la mano con la grifa.

- ¿Por qué a ti no se te va, no?

- No tanto como a ti, yo controlo.

- Eso mismo decía yo al principio. Si sigues metiéndote mierda en el cuerpo Mayte, acabarás como yo.

- ¡Qué dices, tía! Tú tienes hepatitis C y SIDA, por compartir jeringuillas, eso es algo que yo nunca he hecho en mi vida, ni pienso hacer.

- Espero que no Mayte, espero que no.- Judith se acercó a Mayte, quien se mostraba agitada y nerviosa, la abrazó y le pidió al oído que acabaran cuanto antes con esa historia.

- Está bien, siéntate en la cama. Espero, voy a correr las cortinas, el paisaje que se ve es patético.

- Sí, además no quisiera que ubicara este antro donde dormía su madre.

Mayte la miró con lástima.

- Cuando quieras, empieza a hablar en cuanto estés lista.

- ¡Uf! Qué difícil se me hace.- Judith se miraba los zapatos.- Había preparado un pequeño discurso, pero se me perdió la hoja.- Judith levantó la mirada, sus bellísimos ojos azules empozados de lágrimas se clavaron en la cámara.- Paloma, hija mía, soy tu madre. Nunca mereciste tener una madre como yo, pero ahora sé que vives con la actual pareja de tu pare, Sebastián, él sí que ha sido un padrazo para ti. Perdóname hija mía. Perdóname, tú eres la viva imagen de mí pero,…,a Dios le pido que nunca seas como yo por dentro. Es decir,….-Judith lloraba sin cesar y tartamudeaba sumamente nerviosa.- Quiero decirte que yo he sido una mala persona. Lo tenía todo junto a tu padre y opté por meterme en las drogas. ¿Sabes? Yo era peluquera, mis padres nunca tuvieron dinero para pagarme estudios así que yo trabajé y me costeé mi formación profesional como peluquera, ¡era muy buena en mi trabajo Paloma! ¡Vaya que si lo era!

- Sí, lo eras Judith. Con poco dinero conseguiste alquilar un local y montarte tu propia peluquería, en poco tiempo te hiciste con todas las clientas de las demás peluquerías de la zona. ¡Eras una artista!-Intervino la voz de Mayte.

- Quien habla es mi amiga Mayte, una de las pocas personas que ha estado a mi lado, a pesar de mi enfermedad. La gente, en cuanto descubren que tengo SIDA huyen despavoridos de mí, como si por el simple hecho de mirarme se fueran a contagiar. Además del SIDA me han descubierto hace dos meses hepatitis C, estoy muy mal hija, me estoy muriendo. Por eso he querido buscarte y, aunque mi intención al principio era encontrarte para decirte que soy te madre pero que me muero, cara a cara, cambié de opinión porque creo que tú con once años aún no estás preparada para sumir esto que es tan fuerte. Yo me despreocupé de ti hija mía. Cuando naciste yo….- Judith rompió a llorar y en un ataque de ansiedad y dolor comenzó a jalarse el cabello.

- ¡Judith, tía, cálmate! Voy a soltar la cámara, continúa hablando, deja de hacerte daño.

Judith trató de tranquilizarse, su llanto era demasiado hondo y desgarrador.

- Perdóname, mi vida. Ahora que me estoy muriendo y ya es tarde….Sé que no puedo pero,….,¡cómo me gustaría borrar el pasado y volver al momento en que en aquella sala de hospital te parí con tanto dolor pero ilusión por ver tu carita al fin! ¡Eras tan igual a mí! Y lo sigues siendo, ¿sabes? Te he visto. Todos estos días te he estado espiando en la entrada y salida de tu colegio. Sé que te cuida una mujer en casa y que tienes una hermanita, supongo que hija biológica de la joven que es la actual pareja de tu padre, ahora tu madre. Ella vivirá contigo los momentos dulces que yo quise perderme por cambiar mi vida por la droga. La droga me ha llevado a anularme Paloma, yo ya no soy una persona mi amor, por eso será que Dios ha decidido desaparecerme de la faz de la tierra y mandarme estas enfermedades que tanto dolor me hacen sentir. Por dentro y por fuera tengo mucho dolor hija mía. Pero el dolor que peor llevo es el de saber una mala madre, una peor esposa de tu padre, ¡tan bueno que fue conmigo!” No sabes el odio hacia mí misma con el que me muero. Paloma, esté donde esté siempre estaré cuidando de ti, como nunca pude hacerlo en vida.

Judith se retorcía. Parecía que le dolía un lado del estómago.

- ¿Qué te pasa? Estás mal, vamos a parar y luego continuamos.

- No, espera. Sólo quiero decirte, hija , que me arrepiento de todo el mal que causé y te pido por lo que más quieras que si la vida te da el regalo de enamorarte alguna vez y de ser correspondida, lo vivas intensamente y cuides ese amor, por nada del mundo dejes que nada ni nadie se interponga en el camino de tu felicidad, nunca caigas en el laberinto sin salida de las drogas, tú eres inteligente, mi amor, sé como tu padre, aunque te parezcas físicamente a mí, nunca lo seas mentalmente. Yo siempre fui débil,¿sabes? Me dejaba influenciar por las malas amistades, hoy en día todas mis compañeras de juergas están tan mal como yo, dos han muerto de SIDA, imagino que una de ellas fue la que nos contagió la compartir las jeringuillas. Otras dos están en internados psiquiátricos con enfermedades mentales, una con esquizofrenia, enfermedad que la hace atacar agresiva y peligrosamente incluso a las personas que más quiere y la otra con paranoia persecutoria.

Mayte observaba cómo su amiga empalidecía y su voz se tornaba débil hasta llegar a escuchar sólo un hilito de voz.

- Paloma, que Dios te acompañe siempre y te ilumine tu mente para que nunca caigas en el mal. Te quiero mucho mi vida, te amo. Espero que te padre te de esta grabación cuando seas mayor de edad, para ese entonces yo ya habré muerto. – A Judith le vino a la mente una nítida imagen de Paloma saliendo del colegio, con su maletín de estudiante en la mano y sus largos cabellos rubios al viento, evocó una sonrisa y se acostó de lado en la cama. Se quedó callada.

- ¿Qué haces Judith, paramos?

Silencio.

Un aire frío inundó la habitación. Mayte no quería acercarse a Judith. Paró de grabar y se quedó ahí, de pie, mirando a su amiga doblada en la cama, en posición fetal y con su larga melena extendida en la cama.

- ¡Judith! – Gritó desesperada Mayte.

Se acercó a ella, la zarandeó. Judith tenía los ojos abiertos, miraba hacia arriba, en su boca una sonrisa y su rostro sereno nunca más sintió nada.

- ¡Nooo! Mierda, no, aún no Judith. No me dejes sola, tía, te necesito para dejas la droga, por favor, no me dejes sola ahora amiga del alma. ¡Ya lo estaba consiguiendo! Llevaba tres días limpia, a tu lado.- Mayte continuó llorando abrazada al cuerpo inerte de Judith durante al menos media hora. Luego avisó a la señora encargada de la pensión, llamaron a un médico y éste a un forense y al juez para el levantamiento del cadáver. Así Judith terminó su grabación.

Blanca llegaba al aeropuerto madrileño con sus dos hijas de la mano. La esperaban todos sus compañeros de la oficina. Sebas y Zoe la recogerían y después irían al encuentro con Diego y Lorna en la cafetería, habían quedado para cenar todos juntos esa noche. Susana, como siempre, se quedaría con las niñas.

- ¡Blanca!- Zoe corrió a abrazarla en cuanto se abrió la puerta de llegada de pasajeros y la divisó a lo lejos. El guardia de seguridad no la dejó pasar pero Blanca salió con las niñas de la mano para abrazarla. Detrás toda la jauría de la oficina chillaba su nombre.

- ¡No me lo puedo creer! Están todas, hasta Sebas.

- Me alegro de que esté de vuelta, Blanca. Deseo que tu incorporación a la oficina sea inmediata porque realmente se te ha echado mucho de menos.

- ¡No pensaba que les fuera a extrañar tanto!

- Pues ya ves, sin nosotros no puedes vivir.- Teresa, que estaba del a mano de su marido Edder, la miraba con un brillo especial en los ojos.

- ¡Qué guapa estás, Teresa! Bueno, esperen, voy a recoger las maletas y ahora vengo.

- Te esperamos, reina.-Añadió Sebas.

Esperaron un ratito hasta que salió con un carro lleno de maletas y las niñas montadas en él.

- ¿Qué tal el viaje, niñas?

- Bien, Zoe.

- Y América, ¿les ha gustado?

- Sí, pero la verdad es que extrañaba a mis amigas de España y a mi familia.

Blanca puso cara triste. Zoe se preguntaba cómo les había comunicado a las niñas la muerte de su padre, indudablemente las hijas de Blanca deberían acudir a un psicólogo por un tiempo pues lo que habían vivido era demasiado duro.

Tras dejar a Blanca en la casa de sus padres, donde residiría por un tiempo hasta volver a empezar su nueva vida en España, Sebas y Zoe fueron a su casa ara cambiarse de ropa y acudir a la cena que habían concertado. Allí estaría Ágatha, que no había podido acudir al aeropuerto y todos cuantos tampoco pudieron ir.

- ¡Hola Susana ¡ ¿Cómo estás?

- Bien, las niñas ya han terminado sus deberes, las he mandado a ducharse y ya pronto les serviré la cena para que se acuesten temprano.

- Muy bien. Zoe, si quieres vete a ducharte y prepárate tú primero, me apetece picar algo en la cocina.

- Está bien glotón, pero no comas mucho que pronto vamos a cenar.

- Sebastián, hoy ha llegado una señorita con un paquete para usted.

Zoe y Sebas se miraron con cara de susto.

- ¿Qué señorita? Decía llamarse Mayte y me dijo exactamente que le entregaba este DVD de parte de Judith para que el señor Sebastián lo viera, a solas. Insistió mucho en que las niñas no debían estar presentes en el momento en que lo vieran.

- ¿Dónde está esa grabación, Susana?

Susana percibió el estado de nerviosismo de Sebas.

- ¡Ay señor! ¿Qué pasa, algo malo?

- Susana, dáselo sin más, por favor. No preguntes más.

Susana abrió el cajón de la mesilla del recibidor y sacó un sobre marrón que entregó en las manos de Sebas. Él lo abrió y corrió al aparato reproductor de DVD.

- Susana, distrae a las niñas y cerciórate de que no entran en el salón, sal y cierra las puertas, por favor.

Sebas lo puso. Zoe se sentó junto a él en el sofá.

- Noelia, siéntate. Quiero que veas algo.

Noelia era una joven de dieciocho años muy hermosa. Hoy era su cumpleaños y sus padres estaban empecinados en que, al término del festejo, viera un DVD. Su formato era antiguo y ella estaba muy ansiosa por saber qué contenía esa grabación, por fuera un nombre de mujer: Judith.

Zoe, Sebas y Farah se sentaron junto a ella, en el mismo sofá que tenían desde que ellas eran unas niñas de apenas once años.

- ¿Quién es esa, Mamá?

- Escucha Noe, escucha con atención, por favor.


Noelia no daba crédito a sus ojos. Esa mujer se parecía muchísimo a ella. A medida que Judith hablaba Noelia cambiaba la expresión feliz de su rostro por una de tristeza desgarradora, al término de la grabación miró a Sebas.

- ¿Murió en ese momento, Papá?

- Sí, mi amor.

Noelia y todos lloraban en la sala. Susana había fallecido hacía dos años de cáncer de colon y nunca pudo ver esa grabación ni saber qué contenía. Pero el recuerdo de ella estaba presente en todos, especialmente en ese momento.

- El deseo de tu madre fue que esperáramos a que tú cumplieras la mayoría de edad para que supieras la verdad, por eso no te hemos hablado nunca de esto y decidimos respetar la última voluntad de tu madre biológica.

- ¡Oh, Papá!

Noelia se abrazó a su padre y Zoe les abrazó a los dos, al encuentro de este abrazó acudió Farah. Ahora que ya todo se sabía el espíritu atormentado de Judith pudo, al fin, encontrar la paz ascendiendo tras el vuelo de una blanca paloma.


FIN

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