La miro, mis ojos se clavan en ella con amor.
Sentadita como está en el escalón de su casa, del hogar con candor
de esa abuela canaria. Dulce maternaje con todo el sabor
de la aborigen canaria que en su memoria siempre perpetuó.
Los dictados de un corazón guanche fue su cursor
en el día a día de su vida, su piel de escudo fue expansor
de una tierra de laurisilva, alisios, mil sabores y Mar trovador.
Mi eterna devoción a esa Madre y Abuela canaria que tan bien educó.
Dedicado a mis abuelas y a todas las Abuelas Canarias, en agradecimiento al legado cultural y maternaje con amor guanche y ancestral.
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