No somos el uno para el otro y sin embargo, te quiero. Sí, te quiero, porque es algo que no puedo controlar. Que brota de mi corazón como el agua de un manantial. Pero es un te quiero extraño. Un te quiero aterciopelado pero con espinas, un te quiero como amigo que sin serlo, al final, lo es. Un te quiero sufrido porque pertenece al viento, y, como viento, va a todas partes.
Cuando estaba en el fondo de un pozo abismalmente profundo, nos conocimos. Un mal momento de mi vida. No obstante, aún viviendo en la más oscura de las soledades, tus palabras acariciaron mi ego y autoconstruyeron una autoestima mermada a base de insultos, malostratos, zarandeos y empujones casi diarios. Vivir en la violencia te deja huella. Me reconfortaron tus palabras. Me motivaron tus deseos de aventura y locuras. ¡Me sentí viva otra vez!
La vida ha seguido aconteciendo, en tu sendero y en el mío. Personas que han entrado en nuestras vidas, personas que han salido. Y siempre, en medio de todo, nuestras confidencias.
En lo más profundo de mi corazón, hubo un momento en que casi casi casi... Me enamoro de ti. Pero siempre el destino dio uno de sus giros de tuerca o golpe de efecto y acabamos caminando por caminos paralelos, separados pero cercanos, viéndonos muy de cerca. Sintiendo tu mirada y sonrisa cómplice a mis espaldas.
Yo no quiero perderte. Aún sin haberte tenido.
Nadie es posesión de nadie. Pero es el sino el que se encarga de hacernos dignos de ese sentimiento o no de pertenencia.
¿Qué será de tu vida?
¿Qué será de la mía?
Gracias por el tiempo y los momentos. Gracias por estar ahí y dejarme estar a mí.
Todo siempre fue extraño. ¿El lugar, el pasado, los acontecimientos casuales?
Cuando trato de darte la espalda y cerrar los ojos para no verte. Algo pasa y acabo encontrándote siempre. Aún en mi mismo interior te encuentro. Eres muy especial. ¡Mi gran amigo del alma! Intuyo que en tu vida pronto llegará alguien, aquí estaré para escucharte siempre.
Te quiero y te querré siempre.
A MI GRAN AMIGO DEL ALMA.
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