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jueves, 19 de septiembre de 2013
JUST LOVE!
Que tus huellas en este mundo sean sólo de amor. Que jamás te recuerden por haber hecho mal, sino simplemente por haber amado intensamente.
Tus acciones son el ejemplo para tus hijos.
Vivir sin rencor, sin odio, sin malas vibraciones que apaguen tu luz interior.
Jesús de Nazareth dijo: "Cuando te abofeteen, pon la otra mejilla". No lo entiendas literalmente, sino que aún cuando alguien te haya hecho daño, Ten la capacidad de perdonar, pasar página y dar otra oportunidad a esa persona. Aún a riesgo de que estés poniendo la otra mejilla para volver a ser abofeteado. Aunque, tras esto, yo añado; "Quien me la haya jugado una vez, me la podrá jugar dos veces. Pero en ese instante, dejará de existir para mí". Errar es de humanos, rectificar es de sabios. Perdonar, de buenas personas. Pero el perdón tiene un límite.
En nuestra sociedad actual todo el mundo va egoístamente a lo suyo. Nos aferramos a lo material, sin siquiera acariciar el placer que hay en el altruismo. En desprenderte del infinito deseo de posesión material.
Una vez conocí a alguien sin muchos recursos económicos que me marcó con su personalidad. Yo trabajaba los domingos por las mañanas en el Mercado (el famoso Rastro) de Santa Cruz de Tenerife como VOLUNTARIA PARA MANOS UNIDAS. Ella era una gitana anciana, matriarca de un clan gitano. Recuerdo que la primera vez que nos vimos, se me acercó y me preguntó si yo era gitana. Me dijo que tenía un brillo muy intenso en los ojos, intentó leerme la mano (pero yo no quise) y me regaló un libro sobre AUTOAYUDA ESPIRITUAL, es un libro evangelista. " Ábrelo al azar y el mensaje que te salga es el que Dios necesita que leas ese día". Aún hoy en día conservo ese librito violeta como oro en paño, encima de La Biblia y de otros libros que me han marcado tras leerlos.
Esta adorable señora, siempre me trataba con cariño. Poco a poco, nos hicimos amigas y cada domingo por la mañana después del trabajo nos íbamos a comer juntas y a tomarnos nuestro cafelito en el Oh la lá! de Santa Cruz, el que está cerca de la calle Castillo. ¡Qué buenos momentos! En una de esas veladas de amigas, me quedé mirando para un reloj muy bello que ella llevaba en su muñeca. Recuerdo que era de la marca VICEROY. Al decirle que llevaba un reloj precioso, ella ni corta ni perezosa se lo quitó y me lo dió diciendo que me lo regalaba, que era un reloj muy caro, que se lo había regalado uno de sus hijos y que lo cuidara como recuerdo de ella. ¡Ella! Que a penas tenía dinero para llegar a mitad de mes,..., yo no quise aceptarlo al principio, más que nada, por el valor sentimental que le atribuía al reloj al haber sido regalo de uno de sus hijos. Pero ella, con sus morenos ojos gitanos atravesándome como láser me dijo:
- " ¡Niña, que lo cojas! Que me harás una ofensa muy grande si no lo coges. ¡NUNCA, PERO NUNCA, SEAS APEGADA A LAS COSAS MATERIALES! Eso no es lo verdaderamente importante en este vida ".
Y con un gesto echó hacia atrás su larga cabellera azabache llena de canas. Ésa fue la última vez que la vi. Luego nuestras vidas tomaron rumbos diferentes. Justo ese día ella me había dejado ese reloj de recuerdo, como si supiera que ésa sería la última vez que nos iríamos a ver. Recuerdo su abrazo ese día y lo que me susurró al oído: "SIGUE SIENDO SÓLO AMOR".
JUST LOVE!
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