domingo, 9 de marzo de 2014

SALIRSE DE LO CONOCIDO

El famoso escritor brasileño Paulo Cohelo escribió:

<< SI PIENSAS QUE LA AVENTURA ES PELIGROSA, PRUEBA LA RUTINA:¡ES MORTAL! >>



Y es así, la rutina adormece la mente, mata tu creatividad, ahuyenta la imaginación y acrecenta el automatismo. Se pierde conciencia de lo vivido, de la misma vida. Todo el tiempo se convierte en un reloj de arena que se desvanece exhausto de aburrimiento, derramando cada grano de fina arena sin a penas oportunidad de percatarse uno del mismo paso del tiempo.

Nos encasillamos en nuestro hermetismo diario y la rutina es el secundero que adoctrina todo nuestro tiempo. No nos deja salirnos de lo conocido y, por ende, nos llena de miedo ante lo desconocido. Que, no por serlo ha de ser malo o menos bueno que lo ya establecido y conocido.

Y luego vienen los miedos, esos asesinos de sueños. Fantasmas categóricos que aniquilan toda capacidad de dibujar futuros escenarios impregnados de positividad y óptimos resultados: metas realizadas.

Cuando dejas de soñar, cuando la rutina es tu día a día, cuando te da miedo innovar o el nacimiento de una nueva idea, cuando no quieres afrontar riesgos por miedo a un posible fracaso, cuando dejas de experimentar y descubrir mundo, cuando ya no quieres explorar a tu alrededor, cuando ya no quieres abrir más ventanas sino cerrar las abiertas (no sea que por ellas entren "cosas malas"). Cuando todo esto pasa, es porque has dejado de vivir. Te has convertido en una MOMIA petrificada y bloqueada por la involución del tedio. Por la rutina, por los miedos. ¡Estás muerto/a en vida!

Percatarse de ello, tomar las riendas de tu vida y darse cuenta de que sólo tú eres el dueño/la dueña de tu destino. Que el timón de tu vida, sólo tú lo manejas. ¡No es fácil, pero te lo debes! Porque la vida pasa muy deprisa y el tiempo vivido nunca vuelve. Cada noche cuando te acuestas queda atrás un tiempo que no volverá jamás.

Vivir cada momento, exprimiendo a tope cada segundo. Dando sólo amor y haciendo el bien, no importa a quién.

No esperar que el mundo cambie por arte de magia, sino con nuestro vivo ejemplo.

Salirse de lo conocido y explorar lo desconocido. Con cautela, sí, pero explorando al fin y al cabo.

Dando oportunidad al CRECIMIENTO PERSONAL INCESANTE.








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