Nunca encontré sentido a la Monarquía. Una
vez con 8 años escuché en la tele que los miembros de la Familia Real “eran de
sangre azul”, recuerdo irle a preguntar a mi Madre por qué ellos tenían la
sangre azul y el resto roja y mi Madre echarse a reír y contestarme que eso
eran mentiras, que todos teníamos la sangre roja. Desde ese instante, comencé a
sentirme burlada por la fantasmagoría monárquica.
Ya en 2º de Derecho (con D.
Gumersindo Trujillo, que en paz descanse, diputado del PSOE, como ilustre
profesor) estudié en la asignatura de Derecho Constitucional que “el rey reina
pero no gobierna” (se infiere del artículo 56 de la Constitución
Española – CE en adelante- vigente desde 1978) y mi
estupefacción fue mayúscula. ¿Cómo se me ha podido engañar vilmente todo este
tiempo? – pensé-. El rey ejerce una
callada labor que, desde mi punto de vista y del de todos los/las republicanos/as,
es simplemente decorativa e inútil.
Ya sabemos que, de hecho, no somos todos iguales ante la ley, que hay
privilegios, prebendas y tratos de favor según el nivel económico, la posición
social, la profesión, el parentesco y otras circunstancias, que establecen
diferencias, preferencias, clases y, en suma, una vejatoria e injustificable
desigualdad entre unos seres humanos y otros.
Pero en el caso de los monarcas y sus familiares (personas que -por derecho de sangre- heredan
reinos, ocupando en sus respectivos países estatus muy privilegiados para
desempeñar altas funciones), esta situación se torna particularmente notoria, a
la par que agravante. Y ello es así, pese a que la hipnosis colectiva
haga que gran parte de la población no se lo llegue siquiera a plantear.
Precisamente, este es uno más de los temas tabú existentes, tanto en España como
en otras monarquías.
Cuestiones que tienen que ver con tradiciones históricas que -basadas
en criterios peregrinos o arbitrarios- son absolutamente discutibles, y para
los cuales no hay atención ni debate público en el seno de la sociedad y sus
instituciones.
Con la abdicación de D. Juan Carlos, se ha puesto en evidencia otro
argumento más en contra de la Monarquía. Tal
es que como la persona del rey es inviolable, esta inviolabilidad de Felipe VI
impediría a Letizia pedir el divorcio. ¡VAMOS, TANTO QUE CRITICAMOS A PAÍSES
VECINOS COMO MARRUECOS PORQUE LAS MUJERES NO PUEDEN PLANTEAR EL DIVORCIO O LAS
CASTIGAN QUITÁNDOLE A LOS HIJOS, Y AHORA EN ESPAÑA VAMOS A SER MÁS PAPISTAS QUE
EL PAPA!
Para separarse, tendría que ser D. Felipe VI quien lo solicitase o alcanzar
un acuerdo entre ambos. Como establece la profesora de Derecho Civil de la UNED en EL DIARIO PÚBLICO del
20 de junio de 2014: “ Si doña Letizia presentase una demanda, sería
inadmitida, ya que nadie se puede querellar contra el rey”. Como establece el
artículo 56 de la CE,
la persona del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Tampoco se
le puede demandar por la vía civil, caso del divorcio. Distinto sería, ¡he aquí
lo más fuerte!, si D. Felipe VI tomase la decisión de separarse “En el supuesto
de que la demanda fuese presentada por él, se admitiría, lo que supone una
decisión unilateral que se impone a la otra parte”. El divorcio entonces se
concedería, sí o sí.
En ese hipotético caso, siempre y en todo caso el Rey D. Felipe VI se
quedaría con las hijas.
Como establece la abogada y profesora, “las capitulaciones ponen de
manifiesto el absurdo de que haya personas inviolables en el ámbito civil: ¿Qué
tiene que ver que alguien sea rey para que no pague una deuda y tampoco pueda
ser demandado? Esto contraviene el principio básico de igualdad entre cónyuges
y va en perjuicio de los hijos”.
En España hay mucha censura, SÍ CENSURA, en relación a la
Casa Real. Hay muchos libros sobre D. Juan
Carlos I que analizan la monarquía
española, pero hay que saberlos buscar y encontrar porque no son fáciles de
encontrar en las librerías. Yo soy una declarada rata de biblioteca y mi mayor
pasión es leer y escribir (expresar mis sentimientos y emociones con tinta) y,
precisamente, de mi andar de lectura en lectura, es que concluí que la
monarquía es mala para la
Democracia.
Entre los libros sobre Juan Carlos, destacan trabajos que critican
aspectos de la vida del rey con argumentos documentados y aportan luz sobre la
extravagante trayectoria de la familia Real.
El periodista Jon Lee Anderson escribió en The New Yorker un amplio
perfil del rey Juan Carlos I. El artículo fue censurado en España, algo que
dejó desconcertado a Anderson. En su opinión “la actitud de los directores de
medios y la percepción de un círculo muy pequeño de que la democracia española
era frágil, hacía que se censuraran las noticias”.
Entre lo escrito por Anderson se encontraba, por ejemplo, que Alfonso
XIII, abuelo de Juan Carlos I, tras su derrocamiento en 1931, vivió una vida de
playboy, mujeriego y vicioso, aficionado al juego y la caza. Subraya el autor
la estrecha relación entre el dictador Franco y Juan Carlos I y se hace eco de
algunos de los escándalos sexuales y económicos.
A diferencia de otras monarquías como la británica, la española sigue
blindada a la crítica. Se trata de un caso de censura apoyado por los
directivos de la prensa y la mayoría de los periodistas, incluso los no
españoles. John Carlin, por ejemplo, periodista británico colaborador del
diario El País, hasta se jacta de esa falta de libertad. En su artículo
titulado “Reyes, guiñoles, ingleses y democracia” afirma : “A diferencia de lo
que ocurre en el Reino unido, en España existe una conspiración de silencio en la que participan todos los medios de comunicación en torno a la familiar real.
Y tiene su razón de ser”.
Uno de los primeros libros fue UN REY GOLPE A GOLPE. Biografía no
autorizada de Juan Carlos de Borbón, firmado con un pseudónimo, Patricia
Sverlo, y editado por Ardi Bertza, un sello de la izquierda abertzale que
acabaría clausurado por las autoridades. El libro no se vendió en librerías; se
distribuyó por los circuitos de la revista Ardi Bertza donde se agotó. La obra
es contundente en la exposición del entramado de la sucesión tras la muerte de
Franco; destaca la fortuna de Juan Carlos I, sus oscuros negocios en el
petróleo, el tráfico de armas, la especulación financiera, la trama
inmobiliaria y sus amistades con una élite económica que terminó enjuiciada por
corrupción. También se repasan los escándalos sexuales del rey que suelen ser
comentados en numerosos círculos privados pero nunca saltan a las páginas de
la prensa española. Incluso se insinúa que Juan Carlos tuvo conocimiento de la
creación de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), aparato clandestino
de guerra sucia contra ETA creado bajo el gobierno de Felipe González. Hoy el
libro es muy difícil de conseguir y su difusión, como la mayoría de libros que
critican la monarquía, se realiza básicamente por Internet.
Otro libro es EL NEGOCIO DE LA LIBERTAD, de Jesús Cacho, donde se cuestiona el
papel de D. Juan Carlos, presentado como heroico, en el fallido golpe de Estado
del 23 de febrero de 1981. Basándose en unas declaraciones de la reina
difundidas por la periodista Pilar Urbano, el autor afirma que “el Rey había
jugado a dos bandos en la fechas previas al 23-F”.
También sostiene que, tras conseguir la Corona, Juan Carlos I
habría comenzado a amasar su fortuna y a embolsarse comisiones. Otra vía para
enriquecerse: utilizar su cargo para pedir a algunas petromonarquías del Golfo
y al Sha de Persia ayuda económica personal para “defender a España el
socialismo”. El autor incluso publica en el libro la carta que habría enviado
el rey al Sha.
Sobre los hijos ilegítimos de D. Juan Carlos I trata David Garrido en
LOS HIJOS SILENCIADOS DE LOS BORBONES (Arco Press, 2005). Otro autor que
destaca es el coronel Amedeo Martínez Inglés, oficial expulsado en 1990 de las
Fuerzas Armadas. Sus obras se caracterizan por su carácter provocador y polémico.
En 23-F EL GOLPE QUE NUNCA EXITIÓ (Foca, Madrid, 2001) implica a Juan Carlos I
en el intento de golpe de Estado. En JUAN CARLOS I, EL ÚLTIMO BORBÓN (Styria,
Barcelona, 2008) no duda en calificar al sistema político de “dictadura en la
sombra por parte del monarca español”. Y en la conspiración de mayo, el
“Alzamiento Nacional” que preparó la derecha castrense para el 2 de mayo de
1981 y que frustró el 23-F (Styria, 2009) de nuevo implica al rey en el golpe
del 23-F.
Otro libro más que interesante es el del periodista Iñaki Errazkin,
titulado HASTA LA CORONILLA. Autopsia
de los Borbones, cuya principal aportación es un riguroso repaso a los
antecedentes históricos de los Borbones en un capítulo titulado LOS MUERTOS DE
JUAN CARLOS PRIMERO. El autor afirma:” La degeneración que causa la continua
endogamia, la soberbia y la impunidad inherentes al poder, ya sea absoluto o
relativo, son elementos que no ayudan precisamente a forjar un carácter
virtuoso, y los Borbones no son una excepción”. La contundencia del texto es
indiscutible, Errazkin presenta un capítulo de la vida del monarca silenciado
en las biografías oficiales: el disparo de pistola con el que Juan Carlos mata,
siendo niño, a su hermano mayor Alfonso, y que le catapulta al primer lugar de
la línea sucesoria, y el rechazo absoluto del padre a que se realice autopsia
alguna o investigación. No falta un repaso a los hijos del monarca y sus
consortes, donde se encuentra: drogadicción, suicidio, secretos silenciados a
golpe de talonario con fondos públicos y sexo.
Por último, la obra del senador IÑAKI ANASAGASTI, ex portavoz del
Grupo Parlamentario Vasco en el Congreso, UNA MONARQUÍA PROTEGIDA POR LA CENSURA (Foca, Madrid,
2009). El autor denuncia la “conspiración de silencio, en la que participan políticos,
personalidades de todo tipo y medios de comunicación social, en torno a la
familia real para seguir diariamente manteniendo la convención de que es esta
la única fórmula válida en la actualidad para que España no se rompa o para que
no acabemos a garrotazos los unos con los otros”: El senador vasco afirma que
escribe este libro porque es preciso ir diciendo que el rey está desnudo, que
su legitimidad de origen no es democrática, por más que aparezcan títulos y
artículos de una Constitución aprobada democráticamente en 1978, que su vida
privada no es nada ejemplar, que sus gastos y sus relaciones de amigos
comisionistas son impropios, y que su falta de responsabilidad ante el delito
es algo único en una Europa democrática.
Y ya la guinda del pastel fue el escándalo Urdangarín, en el que se
halla implicado el yerno de rey a través de su empresa de asesoría Nóos en el
“caso Palma Arena” y la “Operación Babel”. Al parecer, Iñaki Urdangarín impulsó
la actividad y contratos de Nóos, que por sus estatutos carecía de ánimo de
lucro, y presentó al cobro facturas de su firma Nóos y de la inmobiliaria
Aizoon, cuya propiedad comparte con su esposa la Infanta Cristina de Borbón. En
cinco años, la cifra de negocios de Nóos rondó los 10 millones de euros, según
la contabilidad del complejo entramado de asesorías y empresas organizado, que
Fiscalía Anticorrupción ha examinado. Se ha identificado a una firma del grupo
que transfirió cerca de medio millón a una cuenta de una sociedad en un paraíso
fiscal. Fiscalía Anticorrupción ha detectado también un agujero de un millón de
euros, en partidas no justificadas. Esta
es la base para la acusación penal de supuesta malversación de caudales
públicos. Y la pregunta que muchos observadores se hacen es: ¿en qué medida el
rey Juan Carlos estaba al corriente de estas operaciones? ¿Cómo es que nadie,
en la Familia Real,
se interrogó sobre los orígenes del colosal y rápido enriquecimiento del esposo
de la infanta Cristina?
Muchos elementos en torno a la familia Real despiertan indignación y
cada vez cuesta más silenciarlos: denuncias financieras y de corrupción,
fortuna personal de oscuro origen, la burla de que sus viviendas, yates,
vehículos, etc,…, sean de titularidad del Estado para que sea el dinero público
el que deba mantenerlos y repararlos, oscurantismo en su financiación pública
de la que no debe rendir cuentas, desmanes sexuales,…
Todos estos elementos, ocultos en los medios de comunicación, salen a
flote sólo gracias a algunos libros que han logrado ser la única válvula de
escape a las críticas y denuncias contra la monarquía.
Y,…, DIGO YO…¿POR QUÉ NOS ASOMBRAMOS DE QUE NO EXISTA LIBERTAD DE
EXPRESIÓN EN LAS DICTADURAS Y EN ESPAÑA SE PACTE EL SILENCIO PERIODÍSTICO Y
EDITORIAL CONTRA TODO LO QUE CRITIQUE LA MONARQUÍA
Y…NO NOS SORPRENDEMOS? Por otro lado, tenemos LA GRAN CONTRADICCIÓN
EN LA QUE CAE
LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA (CE) EN
RELACIÓN A ESTE TEMA (Y TANTOS OTROS). Juzguen ustedes mismos:
POR UN LADO
Artículo 1. del TÍTULO
PRELIMINAR
1. España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico
la libertad, la justicia, la
igualdad y
el pluralismo político.
1. Los ciudadanos y los poderes públicos están
sujetos a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico.
2. Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones
para que la libertad y la igualdad
del individuo y
de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos
que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los
ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social.
3. La Constitución
garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad
de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables
o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción
de la arbitrariedad de los poderes públicos.
Artículo 10, del TÍTULO
PRIMERO, DE LOS DERECHOS Y DEBERES FUNDAMENTALES
1. La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le
son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la Ley y a los derechos de los
demás son fundamento del orden político y de la paz social.
2. Las
normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y acuerdos internacionales sobre las
mismas materias ratificados por España.
Artículo 14 del CAPÍTULO II. DERECHOS Y LIBERTADES
Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón
de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social.
Y POR OTRO LADO, ATENCIÓN AHORA:
Artículo 56 del TÍTULO II. DE LA CORONA
3. La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad. Sus actos
estarán siempre refrendados en la forma establecida en el artículo 64,
(…)
1. La Corona
de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón,
legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el
orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la
línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al
más remoto; en el mismo grado, el
varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos.
1. El Rey, al ser proclamado ante las Cortes Generales, prestará juramento dedesempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer
guardar la Constitución
y las Leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las Comunidades Autónomas.
1. Los actos del Rey serán refrendados
por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros competentes.
La propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno, y la disolución
prevista en el artículo 99,
serán refrendados por el Presidente del Congreso.
2. De los actos del Rey serán responsables las personas que los refrenden.
1. El Rey recibe de los Presupuestos del Estado una cantidad global para el sostenimiento de su familia y
Casa, y distribuye libremente la misma.
2. El Rey nombra y releva libremente a los miembros civiles y militares de
su Casa.
——————————
PARA TERMINAR, en
la Declaración Universal
de los Derechos Humanosencontramos:
Artículo 1.
·
Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben
comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Artículo 2.
·
Toda persona
tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o
de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición.
·
Además, no se hará
distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional
del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se
trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración
fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.
Artículo 7.
·
Todos son
iguales ante la ley y
tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen
derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta
Declaración y contra toda provocación a tal discriminación.
Artículo 21.
·
1. Toda
persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o
por medio de representantes libremente escogidos.
·
2. Toda persona
tiene el derecho de accceso, en condiciones de igualdad, a las
funciones públicas de su país.
·
3. La voluntad
del pueblo es la base de la autoridad del poder público; esta voluntad se
expresará mediante elecciones auténticas que habrán de celebrarse periódicamente, por sufragio
universal e igual y por voto secreto u otro procedimiento equivalente que
garantice la libertad del voto.
Artículo 23.
·
1. Toda persona
tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y
satisfactorias de trabajo y a
la protección contra el desempleo.
Artículo 28.
·
Toda persona
tiene derecho a que se establezca un orden social e internacional en el que los
derechos y libertades proclamados en esta Declaración se haganplenamente
efectivos.
Artículo 30.
Nada en esta Declaración podrá interpretarse en el sentido
de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para
emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión
de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración.
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LUEGO:
Una de dos,
o bien el Rey no es español (o no es un ser humano), y por
lo tanto no le es aplicable el art. 14 del capítulo segundo de la CE (“Los españoles son iguales
ante la Ley, sin
que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social”) ni el marco jurídico de los Derechos Humanos… y entonces estaríamos
ante una situación francamente surrealista…
o bien el Rey, debiendo ser el primero en dar ejemplo de legalidad y
honestidad -pues de él se dice que es “el primero de los españoles”-, está en
realidad incurriendo (cuando menos) en una flagrante e inadmisible quiebra del
principo de igualdad jurídica, así como -junto con la entera institución
monárquica- contraviniendo la letra y el espíritu de los derechos fundamentales
de los ciudadanos (vulnerando especialmente el principio de igualdad de
dignidad y derechos), recogidos en la propia
Constitución y solemnemente reconocidos, protegidos y garantizados por ésta y
por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
…lo cual no deja de ser igualmente surrealista, absurdo e
inaceptable de todo punto. Y aquí no valen justificaciones, pretextos ni
alegaciones u objeciones basadas en concepciones, ideologías o teorías; ni en
triquiñuelas jurídicas o legales o políticas, donde todo es posible (siempre
que interese). Oigan, no. O somos todos iguales, como seres humanos y ciudadanos,
o “se rompe la baraja”, y no jugamos más a este “juego”. No vale hacer trampas.
En Los Gigantes, a sábado 5 de julio de 2014.
ANA NAYRA GORRÍN NAVARRO.
FEDERALISTA Y REPUBLICANA.
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