martes, 2 de septiembre de 2014

¿DEL SUR DE FRANCIA?

Se cuenta, sobre todo en las reuniones familiares, que mi familia paterna procede de campesinos franceses (viticultores) llegados a Tenerife hace siglos. Un médico de la familia que ha estudiado el árbol genealógico, sitúa geográficamente a estos campesinos en un pueblo viticultor del sur de Francia.





Mi mente soñadora no puede dejar de volar siglos atrás. Buscar en la red información sobre Montpellier y sobre los franceses llegados a Canarias.

Encuentro un link muy interesante con información al respecto

http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/culturacanaria/frances/frances.htm

RELACIONES ENTRE CANARIAS Y FRANCIA
Dolores Corbella
Cristina G. de Uriarte
Clara Curell
Profesoras del Dpto. de Filología Francesa y Románica
Universidad de La Laguna

Donde se puede leer:

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La presencia normanda a partir del siglo XV significó, ya en los primeros años de la conquista, el asentamiento de algunos franceses en las islas orientales (Lanzarote y Fuerteventura), mientras que se documenta la estancia de franceses en Tenerife desde el año 1503 (Cioranescu 1977: I, 100). Textos de escribanía registran con relativa frecuencia nombres de procedencia francesa y algunas casas señoriales fueron mandadas a construir por mercaderes galos (en el frente de una de las casas laguneras de la calle de Herradores se puede leer todavía la siguiente inscripción: «1654. Clavdio Bigot Natvral de la sivdad de Roven»). Con el tiempo, la cifra de extranjeros aumenta, vinculados en su mayor parte a la incipiente actividad comercial que empezaba a desarrollarse en el Archipiélago, primero en Tenerife (donde los comerciantes de origen francés proceden principalmente de Bretaña) y, a partir de 1657, en Las Palmas de Gran Canaria (Iglesias 1985: 36).
A esa etapa inicial de apogeo seguirá, en la segunda mitad del XVII, una época de postergamiento y desplazamiento por la hegemonía alcanzada por el negocio con Inglaterra, especialmente de vinos. Sin embargo, desde el punto de vista humano, la situación de contacto no se deteriora y ello explica la presencia en Santa Cruz de una numerosa colonia francesa (en la primera mitad del XVIII, según datos de Cioranescu (1977: I, 100), los franceses representan más del 37% de los extranjeros que se casan en el lugar, lo que demuestra su rápida integración en la sociedad isleña).
Buena prueba de la trascendencia del asentamiento de este grupo extranjero y de su relativa importancia desde el punto de vista de los intercambios comerciales es la creación del consulado francés a partir de 1670. Hasta ese momento, y por las disposiciones del tratado hispano-francés de 1660, los súbditos de aquella nación gozaban de los mismos derechos que los holandeses, por lo que se supeditaban a las directrices del consulado neerlandés, el primero que se estableció en las Islas. Pero pronto se vio la necesidad de nombrar delegados propios: cónsules como R. Thierry, L. de Rada y Hély tuvieron como misión intensificar los intercambios comerciales, pero será É. Porlier, nombrado en 1709, el que potenciará los puertos canarios como plataforma privilegiada para el comercio con el resto de Europa, con África y Ámerica. La correspondencia consular de aquella época constituye un importante testimonio de la vida que se desarrollaba en Canarias, así como de los intentos de los diplomáticos por conseguir el monopolio del comercio marítimo.
Papel significativo ha tenido en los últimos años la instauración de las sedes de la Alianza Francesa en las Islas, bajo el patronazgo del consulado. Creada en París en 1883 es, según sus estatutos, «una asociación de carácter civil con el objeto de contribuir al conocimiento y difusión de la lengua y la cultura francesas, y de fomentar la amistad, cooperación y ayuda mutua entre españoles y franceses». En 1933 se inaugura la sede de Las Palmas de Gran Canaria, que continúa su andadura a pesar del paréntesis que significó su cierre durante la Guerra Civil. En 1961 el cónsul André Deltour decide ampliar la presencia de este organismo en estas tierras y se establece una nueva sede en Santa Cruz.
Razones de distinta naturaleza, como hemos visto anteriormente (los viajes, las investigaciones de naturalistas, vulcanólogos, antropólogos y astrónomos, así como el inicio del turismo) han favorecido la presencia en el Archipiélago de un número importante de franceses hasta nuestros días. Quizá el caso más representativo en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX ha sido el del compositor C. C. Saint-Säens. El autor de Sanson residía durante el invierno en zonas cálidas, por lo que en varias ocasiones eligió Canarias para pasar grandes temporadas. En una de esas estancias, y sin darse a conocer, aceptó una plaza vacante en la orquesta para tocar el tímpano por 12 reales diarios, anécdota que trascendió a los periódicos locales y tuvo gran repercusión>>.


Viajar al sur de Francia, indagar sobre esos campesinos franceses que emigraron a Canarias y se asentaron aquí, trayendo consigo todos sus conocimientos viticultores.

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