jueves, 18 de enero de 2018

ALQAWWÁD Y MENTES CERRADAS


<< Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrese lo tonto que será>>. Miguel de Unamuno.

Vivir en un ambiente de diversión continua afecta. Porque no es lo mismo vivir en una ciudad universitaria como La Laguna donde todo el mundo sólo piensa o bien en cumplir su jornada laboral y luego llegar a casa a resguardarse del frío o, en todo caso, pasar por alguna taberna lagunera a tomarse unas cañas o vinitos norteños con amigos/as y luego regresar a casa, o bien cumplir con su jornada de clases diarias si eres estudiante universitario y luego salir, tomarte algo con amigos, ir al cine, al teatro, a un recital de poesía o literatura del Café Época o del Café del Círculo de las Artes de La Laguna. Que vivir en un lugar donde siempre o casi siempre hace buen tiempo, la gente sale de marcha siempre que puede hasta altas horas de la madrugada e incluso mañana del día siguiente, suele ser habitual que la mayoría de personas consuman estupefacientes y/o sustancias psicotrópicas y no sólo unos traguitos nobles de alcohol de vez en cuando, pulule la gente superficial que lejos de cultivar su espíritu sólo parecen interesados en cultivar su físico y además haya un clima de envidia y cultura de estar pendiente de la vida del vecino/la vecina para arrancarle la piel a tirones a base de críticas negativas sobre su vida. Difamar al prójimo es prescriptivo en estos lares sureños. En la capital universitaria e isleña las personas viven en el más confortable anonimato manteniendo sus mentes libres de alcahuetear en la vida de los demás. Por cierto, esta  palabra que viene del árabe alqawwád designaba a quienes en los pequeños pueblos árabes vivían constantemente pendientes de vilipendiar a los vecinos/las vecinas. ¡Figúrense si España no continúa siendo Al Andalus en tantos sentidos! Mentes cerradas en muchos aspectos y lugares allende la España profunda de la que aún quedan resquicios.

 
 

Yo sólo conozco a quien trato, por tanto no me cuenten de la hija de cual ni la mujer de tal, que sí que seguro que la conoces, ¡si la has visto mil veces! (y el interlocutor se enfada porque no caigo de quién me habla). Lo que haga la gente con su intimidad pertenece a su intimidad. Sólo en un par de ocasiones he avisado a un par de amigos de algo de alguien, pero porque sabía que a mis amigos podía pasarles algo (en cuanto a su salud) si no les avisaba. No puedo con mi conciencia en estos casos. De resto, el silencio es mi mejor amigo y mi bandera es ir con la verdad por delante, ¡SIEMPRE! Aún a riesgo de yo salir perdiendo. Como cuando le confesé a un amigo –antes de Fin de Año- con quien empezaba a quedar para un café de vez en cuando en vista de conocernos (él me confesó que yo le gustaba como pareja y yo, que sólo le conocía de vista, le pedí tiempo de estar juntos como amigos para conocernos porque sólo lo conocía de vista) pues le confesé que había decidido tomarme un tiempo para andar de picaflor. ¿Qué hay de malo en que una mujer experimente eso en su vida si lo necesita? ¡Se armó el belén! Lo que más me dolió es que me dijera esta frase: Te creía una mujer seria, de bandera. Además, creía que porque eras gorda no eras golfa. Pero ya veo que eres igual que todas, ¡una golfa!

 
 

¡Toma ya! ¡Cómo se retrató el tío! Y lo peor es que así piensa alguien de mi edad, español y educado en Europa, en la España del S. XXI. ¡A Dios gracias me libré de ese mal! Y hasta me dio un ataque de risa su cavernícola respuesta. Yo creo que ni mis difuntos abuelos tenían esos pensamientos tan de hace siglos atrás.

 

Yo no quiero saber nada de mi vecino/mi vecina. Aunque dado el caso somos todos amigos/as y nos llevamos casi como una familia. Pero al margen de ello, quiero estar por si me necesitan, pero no para criticarles ni estar pendiente de sus vidas para juzgarles. ¿Quién soy yo para juzgar a nadie por lo que haga o deje de hacer? Bastante cruz tiene cada uno que soportar como para tener que soportar el peso de los demás también.

 

Ya lo decía Miguel de Unamuno en la frase con la que comienzo este post: <<  Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrese lo tonto que será>>. Es que es así, las personas que saben todo de todo suelen vivir en la ignorancia. Y esto es extensible a todo en esta vida, incluidas las pautas de comportamiento entre vecinos y en una comunidad (bien sea en entorno laboral, vida privada, amigos/as,…).

 

Dejemos de alcahuetear tanto en la vida de los demás y mostremos interés excelso en la nuestra propia. En cultivar nuestro vocabulario, nuestra ortografía (pues no escandaliza más a un ser humano culto que ver a un adulto escribir con abundancia de faltas de ortografía, ¿qué motivo hay hoy en día cuando disponemos de internet en cualquier sitio para aprender a escribir y leer bien?), uno/a puede tener un despiste (yo los tengo a cada dos por tres) pero es que he visto a personas de mi edad escribir “ola de saludo sin h”. Y por cada cuatro palabras escritas, tres faltas de ortografía. No hay nada que me desenamore más de un hombre que esto. Por muy bello que sea el envoltorio, si por dentro no se cultiva, ya me desencanto con la misma rapidez que me elevé a las nubes por él. Un/a ser humano/a bueno/a siempre intenta dar la mejor versión de sí mismo/a, y ser un/a analfabeto/a cultural es dar a la humanidad la peor versión de ti mismo/a. Por muy cuidado y bello que tengas el cuerpo y/o la ropa que vistes y los zapatos que te calzan. No obstante, siempre se está a tiempo de leer, de estudiar, de preocuparse por el interior tanto como el exterior. Y viceversa, pues soy de las que ha descuidado el envoltorio, pero también creo estar a tiempo de solventarlo. Aunque nunca me dejará de gustar la cocina, como buena gourmet que soy. Y de disfrutar con la comida. El truco estará en quemar lo que me sobra encontrando una actividad física que me haga sudar y con la que encuentre placer. ¿El baile latino? Veremos…




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