martes, 21 de agosto de 2018

El devenir del tiempo todo lo consolida, ¡a no ser que seas un/a revolucionario/a!



En los albores de los cuarenta me he dado cuenta, no sólo por análisis de mi propia persona en ejercicio atroz de introspección sino en la personalidad de otros/as a quienes observo mucho, que los rasgos de carácter de los seres se acentúan con el paso del tiempo. ¿No lo creen así ustedes?

Así, si una persona es gruñona, lejos de suavizarse con el paso del tiempo se convertirá en un/una gruñón/a elevado a su máxima potencia. Si una persona es dulce también incrementará su dulzura con el paso de los años, a no ser que la vida lo agríe sobremanera. Si es apasionada, radical e impulsiva, lo será más y más también con el paso del tiempo. No menguan los rasgos de carácter con los años. Se puede aplacar tal vez el fuego con que se viva y sienta la pasión (entendida en sentido amplio, no sólo de pasión sexual hablo). Pero no se difumina ni deja de existir por más años que bañen a esa persona (¡ojo, no hablo de libido, me refiero a la pasión con que se sientan o no las cosas!).

Controlar la ira y saberse conducir hasta el estado emocional de ataraxia es una cualidad que no todos los seres poseen. La resiliencia, proactividad y empatía se configuran así como ingredientes fundamentales para llegar a ese estado de paz mental e imperturbabilidad.

¿Se puede cambiar el curso natural de un hecho o lo que es lo mismo el fin al que el devenir del tiempo lo condena? Considero que sí. Por eso hoy en día hay cada vez más madres que lo son después de los cuarenta. Cuando médicamente es a todas luces contraproducente serlo. Mas, el devenir de los tiempos ha marcado un nuevo reloj biológico en las féminas españolas. No tanto en las europeas pues las ayudas a la natalidad en la mayoría de países europeos son una realidad palpable y no efímera (una única ayuda de 2000 euros al nacer tu hijo: compras la cuna, el carro, un par de biberones y con los pañales y botes de leche de los primeros meses ya se te ha acabado la ayuda). Por eso, y basándonos en la realidad empírica de este cambio en el reloj biológico de las mujeres, podemos afirmar también que se puede luchar porque algo no se termine por consolidar con el devenir del tiempo (ese antiguo precepto médico de no ser madre después de los cuarenta ha quedo extinguido en España).

Si percibes en ti negatividad y toxicidad hacia otras personas, si todo lo criticas, si todo lo ves siempre negativo y quieres contaminar de tu basura mental al prójimo, si no puedes alabar a nadie sino todo lo contrario te jactas criticando despectivamente a tu prójimo: ¡ACTÚA! Detén el devenir del tiempo y los hechos o toda tu mole de energía negativa terminará aplastándote a ti mismo/a.

Que crezca y se incremente todo lo bueno. Que el tiempo y su acontecer acreciente lo positivo que hay en ti anulando lo malo.

Adora el trabajo en equipo más que el individualista, pues a esta nueva sociedad nos dirigimos: una sociedad de cohesión y basada en el colectivo no en el individuo. Esto será lo revolucionario y la idea que haya que defender para romper con el molde negativo que se ha insertado en nuestra sociedad enferma de egocentrismo, individualismo y cada vez más carente de la habilidad de trabajar en equipo. Y esto también significa que hay que ver como nuestros los problemas de los demás, no sólo de las personas hablo, con una visión universal de las cosas siempre. Dejando atrás la visión local de la que adolecemos los isleños. Así, si en cualquier país africano estallara una pandemia, ¡no creamos cual ignorantes que no es problema nuestro! La globalización ha convertido en problemas de todos los problemas de todos.




Asume que nadie es perfecto. Que no tienes por qué tener ese cuerpo de infarto, esa carrera universitaria con una nota alta de media, que a no todos/as podemos caer bien ni que tenemos que estar siempre alegres (nos está permitido tener días de tristeza aunque la sociedad individualista nos haya enseñado a ocultarla) adjudícate la verdad de que en la vida todos cometemos errores y que la existencia se basa precisamente en eso, en enmendar nuestros errores para llegar al lecho de muerte con paz en nuestra alma.

La vida no es de color rosa ni el amor es como el de las películas Disney. El devenir del tiempo imagino que también habrá consolidado estas ideas preconcebidas en tu mente. Tener hijos es lo más maravilloso del mundo, ¡sí! Pero lo que no te han contado, y con el devenir del tiempo descubrirás, es que también tener hijos puede ser lo más doloroso del mundo. Pues desde el minuto uno en que nacen ya no dejarás de preocuparte, y muy en serio, ni un solo segundo por esa personita de la que Dios te ha hecho responsable. Mas, como siempre, es innato al ser humano olvidar lo malo por un minuto de gloria. Y es cierto que el amor hacia los hijos es tan intenso y verdadero que compensa con creces cualquier sufrimiento que nos puedan ocasionar.




El amor de pareja muchas veces no es para siempre. Y de esto los abogados matrimonialitas saben mucho. También con el devenir del tiempo se consolidará en ti el olvido de aquella quimera que perfilaron tus sueños cuando creías que ese amor de tu vida, con quien tal vez te casaste, tuviste hijos y luego te peleaste en los juzgados, dejaría para ti por siempre esa estela de avinagrado sabor de boca.

Que el tiempo y su discurrir consolide en ti todo lo bueno inherente al ser humano y que lo deleznable que hay en él sea, revolucionariamente por ti, extinguido o reducido de manera considerable.

Yo, con 39 años, batallando porque el devenir del tiempo no consolide los aspectos malos de mi carácter.

Ana Nayra Gorrín Navarro.



En Tenerife, a martes 21 de agosto de 2018.

jueves, 16 de agosto de 2018

SOLA

 Nadie parece entenderme, con nadie parezco encajar.

 Mis pensamientos e ideas se tornan revoluciones imposibles de soportar para quien aparentaba ser el esbozo de un compañero sentimental y de vida. Y, así como todo debería fluir sólo sin necesidad de pedirlo, se esfuma  y se diluye en la fatídica desidia del hastío junto a esa persona, tornándose en la nada más vacía. Porque más allá de la piel no hay emoción, ni conversaciones profundas, ni me nutro aprendiendo nada de esa persona que pueda ser fructífero en mi vida. No hay pasión en sus manos cuando se posan en mi piel. No siento el fuego ardiendo cada célula de mi ser. No me siento en las nubes, ni cuento las horas para volverle a ver, a escuchar, a sentir. No me hace vibrar ante sus sugerencias imposibles de negar, si es que las hubiera alguna vez porque hasta el momento la espontaneidad, la pasión, la chispa, la he puesto solo yo. No puedo ser fuego si me echan agua fría encima. No puedo... Me estoy apagando. No me estimula, no me llena, no me hace crecer... No puedo...

 Y con esa nada hecha nudo en mi pecho, me refugio en mi pasión por escribir para construir los mundos en los que sueño habitar.  Donde la soledad, tal vez enviada por Dios, se convierte en mi mejor aliada para crear. De vez en cuando miro el móvil anhelando encontrar en sus palabras la excusa para dar por erróneas estas emociones primarias mías que estoy sintiendo: la intuición, la desesperanza, la destemplanza,...

 Sola, con apariencia de estar deprimida. Sola, con altibajos emocionales. Sola.


: Ensueños ::
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
-La tarde cayendo está-.
«En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.»
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se obscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
«Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada».
(Antonio Machado)



martes, 7 de agosto de 2018

Tardes de agosto

 Ya entrados en el mes más caluroso del año, en un lugar de por sí cálido. Y yo, que aparento ser de idiosincrasia caribeña, diluyo en mis tardes de lectura, introspección y soledad, cualquier atisbo de dorar mi piel bajo el sol. Puede que acuda al Mar, pero sólo para darme un baño y regresar, presta, bajo sombra. Pues cada vez soporto menos el sol y cada vez me gusta más mi piel blanca. ¿Por qué? Pues porque viviendo donde vivo lo difícil y extraño es ser nativo/a lugareño/a y poseer nívea piel. Y, ya saben cómo me gusta ir a contracorriente. Si se pusiera de moda estar gorda, yo estaría en los huesos. 


Siempre he adolecido de este defecto de rebeldía sutil. Callado grito eterno que acuña todo lo que hago, digo, escribo, toco y siento. 


También siempre, aún estando rodeada de mucha gente, inmensamente amada por mí, me he sentido sola. Este espíritu de la soledad me acompaña desde la cuna y es mi musa en mis horas de creatividad literaria. 




Soy rara, ya lo sé. Soy complicada, excesivamente... Un corazón roto por el planeta que ha sembrado flores ¡en qué tormentas! 






Y no es que no me guste salir a bailar, de vez en cuando ¡claro que sí! Pero si me das a elegir entre una noche de rumba y una noche de acampada en el monte durmiendo bajo las estrellas y conversando a alma desnuda, ¡me quedo con lo segundo! Porque mi alma salvaje necesita el contacto con la naturaleza y mi piel pide a gritos el reencuentro con lo sagrado de andar descalzo sobre el frescor nocturno del monte, de amarse en medio de la PachaMama, puros y despojados de todo pudor. 




¡Y lo rico que sabe el cafecito en esos amaneceres de libertad! 



Tengo proyectos nuevos, pero sólo los contaré dentro de unos años, cuando ya estén hechos. Igual que hiciera hace once años con ES ZOE, ¡jeje! Y no estoy hablando sólo de proyectos literarios...



Así somos los escritores, atesoramos el tiempo como un niño lo hace con golosinas que esconde en lugares secretos para saborearlas después. 

Hoy por hoy, a Dios gracias, me siento bien en mi piel. Me gusta la persona en la que me he convertido y pese a que no tengo más posesión material que un coche, que tanto me costó pagarme, planifico un gran legado espiritual para mi hijo en forma de viajes juntos, logros académicos, libros y vivencias.