jueves, 11 de abril de 2019

Mala combinación

La de la volatilidad y el maniqueísmo. La primera te hace cambiar de parecer constantemente y con facilidad abrumadora, el segundo te hace pasar de un polo al opuesto con la premura de la luz, diluyendo toda posibilidad de certeza y previsibilidad de un futuro escenario. Dejando a las personas con la motivación desmadejada. 


En la vida no se puede ser volátil ni maniqueísta, hay que meditar mucho las cosas -es cierto- pero una vez se tome una decisión, esta ha de ser irrefutable y has de defenderla hasta la muerte. En caso contrario te estarás deslegitimando a ti mismo/a y pondrás en evidencia tu efectividad y competencia. 



Pero está de moda no implicarse, hacer las cosas por hacerlas sin sentir pasión e involucración en ellas. No comprometerse pero en contrapartida y como segunda nefasta combinación sentirse indispensable, cuando todos/as, absolutamente todos/as, somos reemplazables. 

Tal vez por eso "así nos va" en general a la sociedad. Vamos mal... Contaminamos atrozmente nuestro entorno, somos malos compañeros/as básicamente porque nos cuesta sentir empatía por el prójimo (he dicho en otros posts que leer mucho fomenta la empatía, el ponerse en la piel del otro/a y la población, en general, no lee lo suficiente), nos preocupamos más por el tener que por el ser, nos cuesta expresar lo que realmente sentimos y comunicarlo sin hacer daño al otro/a de manera asertiva, no fomentamos la motivación en el otro ni en nosotros mismos ni siquiera pues de lo que se trata es de hundir al que tenemos al lado, de regocijarnos cuando tiene un momento bajo y atacarle en esos momentos de debilidad (como dice el refranero español, ¡tan sabio!, "hacemos leña del árbol caído"). Y esto es propio sólo de los humanos, en el reino animal estas pautas de conducta perversas no se dan. Por eso, como bien dijera el poeta londinense Lord Byron: "Cuanto más conozco al ser humano, más amo a mi perro".


No obstante, como dice el anuncio de Aquarius que tanto me gusta, ¡el ser humano puede hacer cosas maravillosas! Y, porque en el fondo, nunca he dejado de creer en el amor y soy una filántropa empedernida enamorada del ser humano, ¡creo en él! Y sé que podemos cambiar como sociedad globalmente hablando. Confío en que poco a poco nos dirigimos a una nueva sociedad llena de seres humanos que ante todo son eso, H-U-M-A-N-O-S / A-S, que se concienciarán de la importancia de preservar la Naturaleza pues vivimos por y gracias a ella, que serán conscientes de la importancia de las personas y las familias en una sociedad y por ende en una empresa pues el mayor capital que posee una empresa es su capital humano, el equipo que formen sus componentes, donde absolutamente todos son horizontalmente importantes, sin jerarquía alguna. Donde nos preocupará cómo se sienta el de al lado (extrapolándolo también a los países vecinos) y donde tengamos claro que la verdadera globalización que está sucediendo irremediablemente es que lo que pase a miles de kilómetros de tu país, terminará por afectarte tarde o temprano. Que el hambre del otro será tuya tarde o temprano, tanto como sus enfermedades y tragedias. 




Ana Nayra Gorrín Navarro.










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