sábado, 13 de agosto de 2022

Sin forzar nada...

 Sin cambio a nivel afectivo desde 2020. Es la primera vez en mi vida que paso tanto tiempo sin un lío amoroso de por medio. 

Todas mis parejas y amantes han tenido el mismo perfil. No sé por qué repito este patrón. Es por ello que he iniciado una terapia con una psicóloga para autoconocerme y poder cambiar patrones de conducta, tal vez inconscientes (¿o de de decir subconscientes?). Creo que en muchos aspectos de mi vida el subconsciente impera sobre mi yo racional y consciente. Por ejemplo, cuando tras sentir stress me compenso comiendo dulces, o con este tema de los mismos patrones de parejas. También creo que el tema de las constelaciones familiares tiene mucho que ver. La constelación familiar —Familienaufstellung en alemán— es una pseudoterapia​ que postula que las personas son capaces de percibir de forma inconsciente patrones y estructuras en las relaciones familiares y que estos quedan memorizados, sirviendo como esquemas afectivos y cognitivos que afectan a su conducta.

Quiero ser una persona libre de equipajes innecesarios, andar por la vida solo con mi propia maleta, sin cargar maletas de otras personas (¿mis ancestros y sus experiencias?). Así que iniciar este camino del autoconocimiento es primordial para poder llegar a los 50 sana mental y físicamente. Voy década a década, a los treinta me preocupaba llegar a los 40 con mi trabajo a jornada completa, pues cuando empecé a trabajar lo hice a media jornada para compatibilizar el llevar y traer a mi hijo del colegio y hacerme cargo de él yo sola (ya saben que soy madre soltera derivado de la violencia machista, no por elección propia). En 2016, con 37 años, logré ese objetivo y entré en los 40 con mi meta encauzada. Ahora a los 50 mi objetivo es llegar a esa edad libre de patrones de conducta tóxicos para mí, me refiero a mis relaciones con los hombres. Y no, no soy homosexual, por mucho que me haya llevado palos con los hombres, me sigue gustando mi género opuesto y la mayoría de noches me dejo dormir fantaseando que las almohadas (me pongo un montón) que abrazo son ese hombre fornido y del doble de tamaño que yo, cariñoso, europeo (porque sí, ya he interiorizado que es muy difícil que una relación con alguien que no sea de tu cultura llegue al final a buen puerto, ¡ya es difícil con alguien de tu misma cultura!), más culto y sabio que yo (porque quiero aprender de él en cada conversación, dicho vulgarmente que me folle la mente),y, sobre todo y ante todo, buena persona y con un corazón enorme. No sé si existe, pero en mi mente ya lo tengo configurado, jejé.

Y si nunca llega, no pasa nada. Seguiré viviendo mi vida dedicada a mi hijo, mi trabajo, mis libros y planear un viajecito con mi hijo aunque sea cada cuatro años (soy realista, mi economía mileurista no me permite más). 

Tener una vida simple y frugal, pero llena de sentido y significado para mí y quienes me rodean. Y dejar a mi hijo el gran legado del ejemplo propio. 

Ahora mismo estoy inmersa en un curso de Dirección y gestión de PYMES.  Agradezco mucho a mi empresa la oportunidad que nos brindan a los trabajadores /las trabajadoras de poder formarnos, la formación ha de ser continua en los/las profesionales de cualquier sector y no todas las empresas hacen esto. En EEUU los trabajadores/las trabajadoras han de pagarse la formación continua de su bolsillo y es un requisito para continuar, pasados diez años en el mismo puesto, conservando el empleo. Claro que en EEUU nadie pasa más de diez años ni el mismo lugar residencial ni en el mismo trabajo, pues forma parte de su cultura el cambiar de lugar de residencia y trabajo cada diez años, por crecimiento personal y por salirte de la zona de confort que, al final, nunca te deja sacar lo mejor de ti porque al final te adaptas y llega un punto en que te acomodas y ya no vas a rendir al máximo sino linealmente. 

Hoy es sábado 13 de agosto. Me he despertado, aunque no quería, a las 6:47. Cuando me despierto ya no puedo seguir durmiendo (he descubierto que si lo hago se me despierta la migraña), así que me he despertado de un salto de la cama, he ido a la cocina a hacerme un buen cafelito con leche, dos tostadas de mermelada y mantequilla (me las permito solo los fines de semana) y he limpiado la terraza y toda la parte baja de la casa (mi parte). Ahora son las nueve y ya estoy ante el PC, dispuesta a conectarme al campus virtual para seguir avanzando en mi curso de formación profesional. Al término, me daré una ducha, me pondré el bikini, un vestido fresquito, las cholas, almorzaré y me pondré a leer (estoy compaginando dos lecturas en español: una de D. Nelson Díaz Frías, La leyenda de Ichasagua, y otra de Jojo Moyes, La casa de las olas). Cuando ya el sol no sea tan acuciante, en torno a las seis, bajaré con mi grupo de amigas de Los Gigantes a la playita del pueblo. Luego al subir nos pararemos en un bistro nuevo que hay en el pueblo para tomar unas cañitas. Este es el plan del sábado. Mañana creo que improvisaré, cogeré el coche y saldré en ruta por la isla. Mi hijo ya tiene sus propios planes con su grupo de amigos (todos entre 16-18 años), típico de su edad. Ya se acerca a la vida adulta y, obviamente, hace planes en los que yo no entro (normal, yo a su edad tampoco hacía planes para salir con mi madre, jajá). 









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