Desde la mañana de ayer un dolor agudo y penetrante de cabeza se apoderó de mí y me fue quitando la energía durante todo el día. Por la tarde mi hijo jugaba al fútbol (¡ganaron 6-2, y jugaron estupendamente!) y pasé mucho frío en el campo de fútbol. Cuando llegamos a casa sentía que la cabeza me iba a explotar, las venas de las sienes me latían fuertemente y dolían un montón. Si presionaba en el llamado por los hindúes y árabes tercer ojo, en el centro de la frente, sentía un gran alivio. Seguramente debe existir en la tradición asiática algún masaje craneal y facial que mitigue este dolor de cabeza.
Después de atender a mi hijo, bañarle, darle la cena, ponerle el pijama. Me duché y cené y me puse a leerle cuentos a Nayar hasta que se durmiera. Del cansancio del día se durmió a las ocho y media. Justo a esa hora me puse a ver la tele en mi cuarto, bien cómoda y calentita en mi cama. Me levanté para tomarme una de las pastillas que se toma mi Madre para su migrañas, Zomig (medio, porque uno según mi Madre "te deja caos") y caí dormida en menos de quince minutos. Hoy mi hijo me despertó como es usual en él saltando en mi cama, a las ocho y media de la mañana. Gracias a Dios desperté sin dolor de cabeza. Aunque los párpados los tengo como si hubiera estado toda la noche llorando, super hinchados.
Me siento sin energía, pero gracias a Dios, sin dolor de cabeza.
Esta tarde mi hijo y yo tenemos programadas varias actividades. El Ayuntamiento de nuestro municipio ha organizado en nuestro pueblo talleres y actividades recreativas para familias así que espero poder dedicarle a mi hijo tiempo de calidad, como lo llaman los educadores y psicopedagogos y llenar su infancia de dulces recuerdos.
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