domingo, 19 de octubre de 2014

UN DOMINGO DE LLUVIA

Domingo, 19 de octubre de 2014. A las 05 de la madrugada un relámpago ilumina toda la casa. Me despierto, me levanto y, al pisar en el suelo, siento un charco de agua. ¡La habitación inundada! Por la rendija de la puerta del balcón se estaba metiendo el agua y tocó achicar, secar y poner toallas.

Ya no pude dormir más. A las 06 h. se despertó mi hijo, con el ruido de la lluvia, los truenos y la luz de los relámpagos.

Hacía mucho que no veíamos llover así.

Hoy no ha parado de llover en todo el día. Ahora sí podemos decir que entramos en el OTOÑO. Aunque en nuestro pueblo de los 365 días del año, sólo lloverá en todo el año 3 ó 4 días. A mí particularmente me encanta sentir el frío y la lluvia, aunque (reitero) en mi pueblo esto es una utopía. Recuerdo de mis años en La Laguna cómo disfrutaba con el frío invernal y la lluvia. Ponerme botas, calcetines de medias hasta las rodillas, gorros, bufandas, abrigos, guantes,..., ¡qué rico era sentir el invierno! La sistemática de que siempre hayan días estivales o primaverales en tu día a día puede llegar a ser muy cansina, aunque seas natural de un pueblo costero y sea parte de tu rutina diaria.

Me encantaría poder viajar con mi hijo a un sitio de montaña, con frío, nieve, en una casa de madera con chimenea. Sentarnos frente a ella a conversar con un vaso de chocolate o café caliente recién hecho.


Pero bueno, la Madre Naturaleza nos manda hoy lluvia y algo de frío para que también sintamos el paso de las estaciones en nuestro amado pueblo costero. Y siempre hay que dar gracias al Cielo pues vivimos en terrenos de sequía natural.

Está claro que tenemos que mejorar infraestructuras en nuestra isla pues cada vez que caen dos gotas nos inundamos por todos lados. A lo largo del día de hoy mi móvil y redes sociales ha sido un constante recibir vídeos y fotos de sitios cercanos anegados de agua.

Yo me quedo con la imagen de la casa de mis sueños, en un sitio en el que se sienta el paso de cada estación del año, en el calor del hogar familiar, frente a una dulce chimenea, testigo del devenir de los días de una familia llena de amor y ternura.




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