sábado, 28 de noviembre de 2015

VIVIR EN PAZ CON TODAS LAS PERSONAS QUE HAN PASADO POR MI VIDA

 Soy una persona pacífica. Tanto que muchas veces opto por el silencio antes que entrar en una discusión. Concediendo el honor de la última palabra, aunque honestamente en mi interior me encomiendo al karma y a la justicia universal para con esa persona. Aunque seguramente si mis hermanos lean esto dirán que no, que soy una fosforito como me llaman ellos y que de nada que me sienta ofendida ataco como una leona. Pero es sólo con ellos, por algo son mis hermanos, jeje. 



 Crecí siendo diferente, en mi modo de pensar y sentir. Por tanto, acepto las diferencias como algo innato a la condición humana. Soy flexible en escuchar otros puntos de vista, pero no acepto que se me ningunee por pensar y sentir diferente. Pues así como yo dejo a los demás expresarse, quiero que se me escuche a mí y se me deje expresarme. Yo no pretendo que NADIE piense igual que yo o sienta igual que yo. Con muy pocas personas me he encontrado en mis 36 años de caminar por este mundo con quienes me sienta identificada en mi modo de pensar y de sentir.



 No me gusta estar en guerra con nadie o sentir que estoy en guerra contra alguien. No me gusta vivir a la defensiva siempre. Me han sucedido muchas cosas en mi vida que han configurado un sistema de alerta constante, de estar siempre a la defensiva. Pero creo que ya es hora de relajarme. No puedo seguir viviendo así. No puedo y no debo. Ahora la responsabilidad de la seguridad de mi hijo y mía se la encomiendo a las leyes. Por algo di la alerta una vez, pese a todo lo que me costó antes, durante y después.




 Yo no odio a nadie. Y no sé si puedo decir que nadie me odia a mí. No obstante, yo pongo todo de mi parte por no generar odio hacia mí en nadie. Lo pasado ya pasó. Yo le perdono por lo que me hizo a mí. Pero por el resto, permaneceré alerta si se acerca. No obstante, hay un cambio en mi interior. No quiero seguir en guerra. Quiero que él viva en paz consigo mismo y yo también poder vivir en paz. Suelto el amarre del miedo. Dejo todo en manos de Dios y del destino. Confío en que él encontrará su camino y podrá vivir en paz. Y confío en que yo también podré ser una Madre feliz que eduque bien a su hijo, en paz, felicidad y armonía. Y, algún día, tras muchos años, siendo mi pequeño un adulto, nos sentaremos los tres ante el rico té árabe a conversar pacíficamente y contarnos nuestras vidas, sintiéndonos orgullosos de haber podido superar todo y, pese a estar separados él y yo como pareja poder ser amigos, continuar siendo una familia. 



 Desde hoy sábado 28 de noviembre de 2015, como una nativa guerrera entierro mi hacha, en señal de paz. No quiero vivir en una constante guerra ni sintiéndome constantemente bajo amenaza. Eso mata, se llama MIEDO y es un cáncer mortal. Desde hoy, sigo por la vida como siempre he caminado, a pecho descubierto, ¡¡SIN MIEDO!! Y sin que nada de lo que he vivido me condicione en nada en la vida. 


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