jueves, 3 de marzo de 2016

LA TRISTE DESIDIA DEL CASCARÓN...

 El gran desasosiego de sentirse juzgado sólo por la envoltura. El quedarse sólo en el cascarón. El ya ni saber entablar una conversación con alguien. Preparar una cafetera italiana de las antiguas, esperar a que el café salga, sentir su aroma, sentarse frente a la mesa con calma y de testigos  el café, hablar con quien tienes en frente y no tras una pantalla de móvil o de ordenador. Conversar con esa persona por quien darías todo por conocerla en un espacio físico de un metro cuadrado y no tenerla lejos demasiado tiempo. Porque de lejos no se puede conocer a nadie de cerca.



Recientemente he descubierto que soy DEMISEXUAL y SAPIOSEXUAL. Por eso puedo pasarme largos períodos sin tener una relación sentimental. Y, por supuesto, para mí la intimidad va unida a los sentimientos. Jamás los disocio. Soy hipersensible e intensa en mis emociones y sentimientos. Pero he aprendido a ser feliz sola, no tengo problema con mi soledad. Me llevo muy bien con ella. Con lo que tengo problema, y grave, es con la crueldad que rige en nuestra sociedad de quedarse sólo en la superficie del otro/de la otra, de no querer entrar en la esencia de la persona. Creo que es miedo, miedo a encontrarnos cara a cara con nuestras propias miserias interiores. Con toda la podredumbre de nuestras almas. 



Yo seguiré sola, observando callada. Pero sé a ciencia cierta qué no quiero tener en mi vida. 
Así que, mientras llega esa persona que despierte mi entrega de sexualidad demisexual y sapiosexual, me seguiré tomando el café a solas. Observando y tratando de llegar a la esencia de las personas y no quedándome sólo en la superficie, en la etiqueta, en el prejuicio.




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