Harlem Globbtrotters. Un viernes 12 de mayo espectacular.
El cielo lagunero dejaba caer su
clásica lluvia del atardecer. El cielo comenzaba a despuntar la noche, pese a
que eran a penas las seis y cuarto de la tardecita, de un día oscuro y
pluvioso.
Y allí estábamos mi hijo y yo, en
la gran cola que se formó frente a la puerta número 6 del Pabellón de Deportes
Santiago Martín de Tenerife. No entendí por qué solo abrieron esa puerta. La
gente se arremolinaba haciendo un caracol interminable.
Había comprado las entradas desde
principios de abril y ya casi no quedaban asientos libres así que tuve que
comprar de los más caros (los únicos que quedaban disponibles). Mas, sin lugar
a dudas, mereció la pena estar en pista y en primera fila.
Entramos, buscamos nuestros
asientos, nos sentamos y al instante nos contagiamos de la emoción e ilusión de
los allí presentes. En las pantallas comenzaron a poner vídeos de la historia
de este club de Baloncesto americano maestros en acrobacias en las canchas.
Todo un circo del Baloncesto pilotado por un inmigrante caribeño que había sido
entrenador en un club de baloncesto de New York allá por el año 1923, que creó
inicialmente al equipo New York Rens, quienes pese a que sobresalieron tanto
que se quedaron sin rivales contra los que competir, como eran todos de raza
negra (pues en la parte de New York de donde nacieron, Harlem, toda la
población era de raza negra) se vieron sometidos a una política de segregación.
Dándose el hecho de que pese a que el Baloncesto fue creado por los negros, en
las ligas y competiciones de estos años sólo podían jugar los blancos. Los
Rens, insurgentes, talentosos y rebeldes, guiados por el entrenador caribeño,
crearon la idea de mezclar el baloncesto con comedia (mediante la que hacer
crítica social a la opresión que la raza negra estaba viviendo) y acrobacias en
un show que diera la vuelta al mundo. No obstante, continuaron con su afán por
competir en ligas americanas hasta que les dejaron y en 1939 ganaron en Chicago
el World Professional Basketball Tournament, venciendo al campeón de la National Basketball
League. Surgieron así los primeros Globbtrotters, a los que se les añadió el
nombre de Harlem por el sitio donde nacieron. Y hasta el día de hoy recorren el
mundo contando su historia y haciendo gala del mejor show de baloncesto del
mundo.
De repente, de la zona de la
radio y prensa saltó un chico con sombrero dandie,
rastas y mulato con acento dominicano: el presentador del evento, de cuyo
nombre no me acuerdo. Introdujo la aparición estelar en la cancha de los
titanes y, para sorpresa de mi hijo y mía propia, nos salieron a nuestro lado
derecho, chocándonos las manos al salir. Yo tenía poca batería en el móvil y no
pude grabar nada y Nayar de la emoción a penas grabó unos segundos y sacó un
par de fotos.
Comenzó el espectáculo, dos horas
que pasaron volando. Con acrobacias, shows
de humor con mensaje social incluido (deportividad, compañerismo y trabajo en
equipo). Hi-Lite hablaba en español, aunque a veces costaba entenderle. Ese
hombre de casi dos metros de altura, de raza negra, con voz muy potente y viril
hablaba español con acento americano y el público femenino se derretía a su
paso. De cara no era muy guapo, pero su físico imponía y el salero y desparpajo
que emanaba a raudales de él lo convertían en el clásico ligón al que las
mujeres aclamaban.
En los asientos contiguos a mi
lado izquierdo tenía a dos chicas, amigas, a las que les calculaba mi edad
(38-40 años) y cuyas hormonas femeninas parecían estar en ebullición cada vez
que Hi-Lite o el árbitro (un negro de más de 1,90 de altura con una barba tipo
leñador pero muy bien cuidada), se acercaban. Gritándoles: ¡Guapos, cracks! (
todo el tiempo).
Casi al final del espectáculo
Nayar tuvo la sorpresa de que Hi-Lite lo llamara desde el centro de la pista.
¡Jaja, qué risa! Pusieron música negra y quería que saliera con él a bailar.
Nayar todo tímido decía que no. Pero yo lo empujé y Hi-Lite lo sacó de la mano
al centro de la pista. Hi-Lite comenzó a bailar y quería que Nayar lo imitara.
Y él lo hizo, aunque muriéndose de vergüenza, ¡jaja! Entonces Hi-Lite le hizo
una mueca al árbitro y éste fue a por unas bolsas que tenían en la grada. Trajo
en una bolsa lo que parecía una camiseta de color azul. La abrió, miró su talla
y se la dio a Nayar. Hi-Lite se la puso diciendo: <<Espera, hijo, que te
la pongo>>. Yo no me podía creer su suerte. Al entrar en el pabellón
vimos un kiosco que vendía cosas de los Harlem Globbtrotters y me había fijado
en el detalle del precio de esa camisa: ¡¡60 euros!! Y mi hijo tuvo la suerte
de que se la regalara el mismo Hi-Lite. ¡¡Qué suerte!!
No contentos con eso, ya cuando
acabó la actuación como estábamos en primera fila, los jugadores se acercaron a
chocar las manos y le pedí a uno de ellos, muy simpático y todo lleno de
tatuajes, que si podía hacerse una foto con Nayar y accedió gentilmente. Me
quedó mucha pena de no haber podido grabar a Nayar con Hi-Lite ni haberle
podido sacar una foto con él pues para él sí que se formó una cola enorme con
gente pidiéndole autógrafos. Ya era de noche al finalizar el evento y como
llovía y debíamos volver a La Laguna en taxi, sujeté
fuerte la mano de mi hijo y le indiqué que nos dirigiéramos, en medio del
gentío, hasta la salida para ir a la parada de taxi donde tuvimos que hacer una
larguísima cola hasta conseguir un taxi que nos llevó a la Concepción donde nos
esperaban mi hermano Omar y familia en el Grill Moliner de la Concepción para cenar y
luego irnos de paseo nocturno lagunero.
¡Lo pasamos tan bien!
Un fin de semana diferente
viviendo el deporte favorito de mi hijo: el Baloncesto, desde otra óptica y de
la mano de una cultura que mi hijo admira mucho, la afroamericana.
De hecho, Nayar en su vestimenta,
modo de andar, música que escucha,…, sigue mucho las pautas de comportamiento
de esta cultura. Seguramente por imperativo genético, pues su sangre negra le
llama mucho.
¡¡GRACIAS, HARLEM
GLOBBTROTTERS POR EL CARIÑO Y POR HABERNOS HECHO PASAR TAN FELIZ TARDE!!
Mi hijo y yo nunca les
olvidaremos.