Que la rutina no te
afecte negativamente es todo un arte. Hay personas que a causa de la rutina de
sus vidas pierden el encanto por la vida, se sumergen en depresiones, dejan
marchitar relaciones (sentimentales, familiares, amicales,…) y hasta entran en
el más febril de los desesperos adentrándose en el fatídico y autodestructivo
mundo del alcohol y las drogas. ¡Sí! He descubierto que muchas personas se
meten en este turbio mundo simplemente por romper con sus rutinas y no sólo por
curiosidad. ¡Ojalá nunca te pique esta curiosidad y mantengas tu cuerpo libre
de alcoholizarte o de probar drogas! He visto muchas personas tirar sus vidas
por el vertedero por ello. La mayoría de vagabundos de las calles de Europa lo
son a causa de alguna enfermedad mental o del uso de drogas, cuando no la
primera como causa de la segunda.
Cuando se tiene una familia
que sacar adelante es menos probable que caigas en esta espiral de
autodestrucción o , si caes, es este pilar básico en la vida de una persona, la
familia, la tabla de salvación pues querer salvar la institución de la familia
termina socorriendo a la persona.
Tener una vida pautada,
con rutinas sanas es fundamental. Tener un trabajo en el que sentirte realizado
(¡el trabajo dignifica a las personas!) y con el deber de cumplir un horario
diario, dormir las ocho horas preceptivas, comer cinco veces al día y bien,
beber dos litros de agua y caminar como mínimo media hora diaria han de ser
pautas de tu rutina diaria. Yo las cumplo, a Dios gracias, aunque no hago mucho deporte sí que camino
como mínimo media hora diaria en compañía de mi perro pastor. La rutina para mí es una bendición. Si bien
es verdad que tengo mis mecanismos de evasión de ella -pues también es
necesario, de vez en cuando, romper la rutina- no quiero permitirme verla como
algo negativo sino como una oportunidad de sanación y equilibrio en mi vida. ¿Cómo
la rompo? Pues, por ejemplo: escribiendo, estudiando sobre materias y temas que
me interesan, durmiendo a pierna suelta los sábados y domingos por la mañana
siempre que pueda, saliendo a bailar algún que otro viernes o sábado noche y a
reír en buena compañía (siempre junto a quien me de buena conversación y
baile), saliendo a degustar una buena cena, leyendo novelas (¡amo la
literatura!), pasear de día o de noche por la playa y tumbarme en la arena a
contemplar el cielo (¡en Canarias los cielos son espectaculares!), conversando
con gente de la calle (¡cuánto se aprende de ellos/ellas!), … Estos son mis
modos de escapar de la rutina. Pero no mucho, pues yo la preciso para tener una
vida sana y en equilibrio perfecto. Como el Yin y el Yang.
¡Bendita rutina!