Muchas veces me he
dejado llevar por el placer de la escritura sin ser consciente de que lo que
desarrollaba era ya una técnica enseñada en muchas escuelas literarias.
Mi escritura es
automática: me coloco ante el ordenador, en un lugar que no me distraiga
(preferiblemente en mi escritorio o en la cocina-¡no sé por qué siempre me ha
gustado escribir y estudiar en la cocina!-) frente a la página en blanco y doy
rienda suelta a mi imaginación llenando el continente del contenido de mi
hiperactiva creatividad. Previamente he hecho, sí es verdad, una escaleta con
un principio de orden cronológico de cómo quiero que sucedan las cosas, más que
nada para controlar los tiempos. Pero si
bien he usado la técnica del copo de nieve en alguna novela, no suelo usar esta
técnica pues considero que va en contra de mi tipo de escritura improvisada y
espontánea. Pues la escaleta que he realizado, normalmente, se queda en la
mitad de lo que va a acontecer realmente en la novela ya que a medida que voy
escribiendo me voy dejando llevar por los acontecimientos que me dicta el
trance en el que me sumerge mi imaginación desbordante. Y me concentro tanto
que se podría derribar el edificio en el que estoy metida que yo seguiría
escribiendo con los cascotes del edificio cayéndome encima. No sé si es un
trastorno mental esta capacidad de concentración cuando me sumerjo en mi trance
de escritura, pero es exactamente lo que me sucede. No hay nada ni nadie que
pueda sacarme de ese estado. Bueno, miento, sólo mi hijo. Pues, curiosamente,
le escucho hasta darse la vuelta en la cama de su dormitorio mientras duerme de
noche. Mi instinto de maternidad es la única conexión que tengo con el mundo
real y lo único que puede despertarme de esa concentración y trance en el que
me sumerjo al escribir.
La técnica de la
escritura automática fue desarrollada por el escritor y poeta francés André
Breton y también por los surrealistas,
en la primera mitad del siglo XX, considerando que de esa forma el yo del escritor se
manifiesta libre de cualquier represión, dejando crecer el poder creador de la
persona fuera de cualquier influjo
castrante.
Imagino que es lo que
le sucede a un pintor cuando se sumerge en el trance de su creación artística.
Tanto como a un poeta o músico compositor.
Si acudimos a la
Wikipedia, podemos leer la siguiente biografía de André Breton:
<<De origen modesto, comenzó a estudiar medicina
desoyendo las presiones familiares (sus padres querían que fuera ingeniero).
Movilizado en Nantes, durante la
Primera Guerra Mundial, en 1916, conoció a Jacques Vaché, que ejerció sobre él una gran
influencia, a pesar de haber escrito únicamente cartas de guerra. Entra en
contacto con el mundo del arte, primero a través de Paul Valéry y después del grupo dadaísta en 1916.
Durante la guerra trabajó en hospitales psiquiátricos,
donde estudió las obras de Sigmund Freud y sus experimentos con la escritura automática (escritura libre de todo control de la razón y de preocupaciones estéticas
o morales), lo que influyó en su formulación de la teoría surrealista. Se
convirtió en pionero de los movimientos antirracionalistas conocidos como dadaísmo y surrealismo. En 1920 publicó su primera obra Los
campos magnéticos, en colaboración con Philippe Soupault, en la que exploraba las
posibilidades de la escritura automática. Al año siguiente rompió con Tristan Tzara, el fundador del dadaísmo.
Fundó con Louis Aragon y Philippe Soupault la revista Littérature. En
1924 escribió el Manifiesto del surrealismo y a su alrededor se formó un grupo compuesto por Philippe Soupault, Louis Aragon, Paul Éluard, René Crevel, Michel Leiris, Robert Desnos, Benjamin Péret, deseosos de llegar al «Cambiar la
vida» de Rimbaud y «Transformar el mundo» de Marx. «El surrealismo se basa en la
creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas
hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a
destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a
sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida». En este
manifiesto además se asientan las bases del automatismo psíquico como medio de expresión
artística que surge sin la intervención del intelecto.
Muy pronto el movimiento se acerca a la política y en
1927 Aragon, Éluard y Breton se afilian al Partido Comunista. En 1928 publica en París Le surréalisme et la
peinture. Con la publicación del Segundo manifiesto surrealista
(1929) llegó la polémica: Breton, líder del movimiento surrealista, concretaba
la noción de surrealismo y afirmaba que debía caminar junto a la revolución
marxista. Sin embargo en 1935 abandona el partido al confirmar la imposibilidad
de conciliar la búsqueda de la libertad absoluta de los surrealistas con el
realismo socialista que veía al arte como instrumento de propaganda de sus
postulados.
Octavio Paz, que conoció a Breton cuando llegó
a París en 1946, cuenta que el fundador del surrealismo tenía dos caras. Por un
lado era una persona tremendamente vitalista, honesta y de gran simpatía
personal, por el otro muy intransigente; no en vano se ganó el apodo de
"papa del surrealismo" por la obcecación con la que defendía los
principios del movimiento y castigaba con la expulsión a aquellos que se
desviaban de su principios morales o artísticos. Entre los expulsados se
encuentran Roger Vitrac, Philippe Soupault, Antonin Artaud, Robert Desnos y Salvador Dalí, al que llama "Ávida
Dollars" (anagrama de su
nombre). Marcel Duchamp le dedica
estas palabras No he conocido a ningún hombre que tuviera mayor capacidad de
amor, mayor poder de amar la grandeza de la vida, y no se entenderían sus odios
si no fuera porque con ellos protegía la cualidad misma de su amor por la vida,
por lo maravilloso de la vida. Breton amaba igual que late un corazón. Era el
amante del amor en un mundo que cree en la prostitución. Ese es su signo.
La vanguardia española le citó en revistas como Alfar,
Grecia, Hélix, Terramar o Art, y en 1922, con
motivo de la exposición de Francis Picabia en las Galerías Dalmau, estuvo en
España. En 1932 escribe Los vasos comunicantes y el libro de poesías La
Inmaculada Concepción junto a Paul Éluard. En 1935 visitó Tenerife para
asistir a la Exposición Surrealista organizada por la revista Gaceta de Arte,
dirigida por Eduardo Westerdahl, lo que supuso un hito en la historia de la creación cultural en Canarias.
Sobre esta experiencia escribió el relato Le château étoilé (1935).
En 1934 contrajo matrimonio con Jacqueline Lamba,
inspiradora de El amor loco. Dos años después nace su hija Aube. Su obra
más creativa es Nadja, en parte
autobiográfica. En 1937 inaugura la galería "Gradiva" en la calle de
Seine, viaja a México donde
conoce a su admirado Trotski y redacta
el Manifiesto por un arte revolucionario independiente.
En 1941 se embarca en el Capitaine-Paul-Lemerle hacia Martinica, donde es internado en un campo.
Estuvo en una galera repleta de hombres, mujeres y niños, además iba en un
lugar más cómodo del barco Claude Lévi-Strauss, con quien mantuvo una durable amistad por correspondencia en la que
discutían sobre estética y originalidad absoluta. Durante la década viajó a Santo Domingo, donde ejerció fuerte influencia en
los escritores jóvenes y donde participaba en tertulias de intelectuales en la
casa de la pareja de inmigrantes alemanes Erwin Walter Palm e Hilde Domin. Liberado bajo fianza llega a Nueva York para un exilio que durará cinco
años y publica los Prolegómenos a un tercer manifiesto o no, conocido
también como Tercer manifiesto surrealista.
Un año después funda en la ciudad estadounidense de Nueva York la revista VVV. Es en esa
ciudad donde conocerá en 1943 a su nueva esposa, la chilena Elisa Bindhoff
Enet. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, vigilado por el gobierno de Vichy, se refugió en América; volvió a París en 1946. En 1956 funda una nueva
publicación, Le Surrealisme Même, siguiendo hasta su muerte en 1966
animando al grupo surrealista. Poco antes de morir, decía a Luis Buñuel, hoy nadie se escandaliza, la
sociedad ha encontrado maneras de anular el potencial provocador de una obra de
arte, adoptando ante ella una actitud de placer consumista. Murió en la
mañana del 28 de septiembre de 1966, en el hospital Lariboisière (París). Fue
enterrado en el cementerio de Batignolles, a pocos metros de la tumba de su
amigo Benjamin Péret. Su poesía,
recopilada en Poemas (1948), revela la influencia de los poetas Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé, Paul Valéry, Guillaume Apollinaire, entre otros>>.
Ana Nayra Gorrín Navarro.