viernes, 30 de agosto de 2019

Felicidad a dosis diarias





Suena el despertador, a la misma hora de siempre en un día laborable. Me levanto rápido de la cama para apagarlo (lo suelo dejar en la mesa de escritorio para tener que levantarme y activarme cuanto antes). Siento el frío del piso, me estiro, me desperezo y a trompicones llego al baño. Comienzo mi ritual de aseo matutino, me dirijo a la cocina y pongo una cafetera al fuego. ¡No soy persona hasta que la cafeína entra en mi organismo! Y, aunque no debo por mi sobrepeso, me hago unas tostadas de Philadelphia con mermelada de fresa, melocotón o de arándanos (voy variando). Con mi bandeja de desayuno ya lista (en verano mi hijo duerme hasta más tarde y desayuno sola) voy hasta el salón, enciendo la televisión y pongo el informativo matinal. Mientras desayuno veo lo que pasa en el mundo. ¡Nunca hay buenas noticias para empezar el día pero para mí es importante estar informado/a! 


Termino mis rituales de cepillarme los dientes, vestirme, peinarme, perfumarme, maquillarme (sí, porque si no lo hago me autosugestiono con que estoy deprimida, me miento y lo peor es que me lo termino creyendo así que siempre que tengo que afrontar mi jornada laboral dedico tiempo a maquillarme aunque sea un poco; ¡me da vida!) y mientras sucede todo esto siempre pongo música desde la app de Google en mi móvil. Recientemente he descubierto a Mike Love y su música Reggae y es uno de mis favoritos para empezar el día, junto con la francesa Louane, los americanos Alabama Shakes,el italiano Gianluca Grignani, la también italiana Elisa Toffoli y los americanos Florence and The Machine ... ¡Ay, la música! ¿Qué sería de mí sin ella? Es mi única medicina ahora mismo. Sí, he dejado el Metropolol para evitar las migrañas pero que me estaban engordando sobremanera y siempre me tenían con sueño y el Prozac porque al final creo que mi ansiedad por comer no tiene nada que ver con algo emocional sino que es hereditaria, va en mis genes paternos así que tendría que hacerme toda una descodificación genética para superarlo más que atiborrarme de pastillas. ¡A la basura se fueron todas! No quiero nada químico en mi organismo. 


Escuchar la música de Mike Love, no sé por qué, me da ganas de volverme vegana, de practicar yoga y de apuntarme a algún club de Marihuana de la zona, salvo que solo lo pienso pero nunca lo hago. Es como ir al gimnasio o hacer algún deporte, siempre me veo haciéndolo mentalmente pero luego queda ahí, en mi mente. Si no fuera por mi Border Collie y su energía que me lleva a caminar casi una hora diaria con él y a su ritmo de perro grande adolescente no haría nada de ejercicio en mi vida. ¡Todo está conectado!

Mis jornadas laborales se suceden rápido porque me gusta mi trabajo y siento que mi entorno empresarial es mi familia, asi se trabaja siempre a gusto. 

Por las tardes, tras las labores domésticas habituales en cualquier hogar (bueno, según mi anancástica madre no limpio tanto como debería, pero para mí sí) hay un período que necesito para la introspección diaria, para los libros, el visionado crítico de películas que analizar desde la perspectiva de una incipiente crítica de cine y para escribir. ¡Mi afición favorita! Y todo esto, ¡siempre!, con música de fondo.

Los fines de semana mi hijo y yo rompemos rutina y salimos de la zona (playa, monte, depende de lo que nos apetezca). 

Porque en mi paraíso particular gigantino la vida acontece como en una ´Permanent Holiday´.














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