En mis 40 años no recuerdo una
crisis ni un susto como este. Un enemigo invisible y silencioso se cierne a
paso raudo sobre la salud del mundo entero. Y es entonces cuando entiendes el
lema árabe “la salud es una corona invisible sobre las cabezas de los sanos que,
curiosamente, solo pueden ver los que están enfermos”.
El ser humano es sociable por
naturaleza y no estamos preparados para los confinamientos. No obstante, la
humanidad entera (algunos países más que otros) están haciendo acopio de
valentía y en un ejercicio de extrema responsabilidad, no solo hacia la vida de
ellos mismos sino hacia las de los suyos, las de sus amigos/as, las de sus
compañeros/as de trabajo, calle, barrio, pueblo, ciudad, país… Se están
confinando en sus casas al término de su jornada laboral (pues muchos de
nosotros hemos de seguir cumpliendo con nuestras jornadas diarias, pese al
miedo a contagiarnos, pese a la presión laboral con la que se trabaja estos
días).
El jueves 12 de
marzo, los que tenemos hijos sobre todo, conocíamos la noticia de que al día
siguiente y hasta nuevo aviso se suspendía toda actividad lectiva en España.
Nuestros hijos debían estar en casa sin salir para nada, ni tan siquiera para
asistir a clase pues las aulas eran un
factor de contagio bastante importante. Mi hijo, adolescente de 14 años,
al principio no se lo creía y luego pasó por las tres fases: negación,
depresión, asunción. Todo en un mismo día. El viernes 13 ya estábamos
recibiendo instrucciones para la escuela virtual y que continuara su
aprendizaje desde casa.
Al poco tiempo saltó la noticia de la declaración del estado
de alarma en España para continuar aún con más sustos: cierre del espacio aéreo
en Canarias y TURISMO "0", obligando al cierre de hoteles, aparta-hoteles y todo
lo que supone el sector turismo.
Y es entonces cuando nos damos cuenta de lo bien que vivíamos. De la abundancia de todo en la que nadábamos y de la libertad que teníamos, en todos los sentidos.
Es inevitable acordarse de quienes vivieron la Segunda Guerra Mundial y de los confinamientos masivos por amenazas de bombas.
Y habrá que leer mucho y mantener bien alerta el espíritu crítico porque en toda crisis no han faltado charlatanes oportunistas (dictadores, por ejemplo) que han querido favorecerse del miedo y la situación de vulnerabilidad de la gente para aprovecharse de ellos o llenarles la cabeza de ideas absurdas en aras de llenar sus bolsillos.
Vivimos una de las etapas más duras del tiempo contemporáneo. En parte considero que es nuestro castigo por creer que los recursos del planeta eran ilimitados y por pensar que éramos los reyes de la creación. Y no, no somos más que animales, parte de la creación y, por tanto, responsables también de ella. Hasta el momento solo hemos sido responsables de la destrucción masiva y compulsiva de nuestro planeta. Y la Madre Naturaleza se nos ha revelado confinándonos a todos en arresto domiciliario para poder respirar ella tranquila un tiempo.
Tenemos que sacar algo positivo de todo esto. Muchos moriremos, es parte de la selección natural de especies. Y espero que quienes sobrevivamos sea con la lección ya bien aprendida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario