domingo, 25 de abril de 2021

Mucho más que un sueño...

¡Y llegó el gran día!

Desde hacía dos meses un cartel enorme tipo sábana que colgaba desde un lateral del edificio Concanasa anunciaba el evento más importante que se recordara en la trayectoria del Carnaval del pueblo. Sería el primer viernes de Carnaval, el primero después de una pandemia que nos hizo perder la esperanza de volver a ver estos eventos en público. En el pueblo colindante este mismo cartel también lucía en cada esquina.

Nadie jamás pensó poder tener un artista de su talla en un pueblo tan pequeño. Las medidas de seguridad iban a desplegarse acordes al evento.

Él se alojaría dos días antes en un famoso hotel de lujo de la zona, algo que corrió como la pólvora y atrajo a periodistas, reporteros e informadores de dentro y fuera de las islas.

Los rumores le situaban entrando en una cafetería del pueblo del hotel, con sus escoltas, gorra, gafas de sol y todo vestido de negro. Nadie pudo acercarse a él. Sin embargo, se dice que al ver desde lejos a una niñita la llamó y accedió a ser fotografiado con ella.

Yo estaba muy concentrada en el trabajo, pero tenía a la vista que ese viernes iba a ser muy especial. ¡Iba a ser nuestra noche, la de todos/as los/las jóvenes de mi generación que crecimos cantando sus canciones! Desde mis doce años tenía las paredes de mi habitación empapeladas con los pósteres que la revista Súper Pop regalaba de él. ¡Era mi ídolo y aún hoy seguía siéndolo! Por la magia de sus canciones, la sensibilidad de sus melodías, la empatía de cada emoción impresa en sus letras… ¿Y quién me va a arreglar ahora el corazón partío? Amiga mía, ¿Y si fuera ella?, mi soledad y yo, cuando nadie me ve, pisando fuerte, la tortura, mi persona favorita (canción que desde que saliera en 2019 siempre se la dedico a mi hijo). Él era para mí mucho más que un ídolo, era la banda sonora de mi vida.

Solo me perdí un concierto suyo en mi isla cuando estuve embarazada, en estado bastante avanzado, los demás me los disfruté todos. Disfruté de la sencillez y carisma de su alma andaluza, de su acento, de su sonrisa de medio lado y su mirada llena de fuego y pasión, de su amor hacia su público, ... ¡Este, al lado de la puerta de mi casa y sin tener que pagar ni un céntimo, no iba a ser menos! No sería en la plaza donde se ubicaba el escenario del carnaval, dadas las características del evento y la afluencia de personas que se esperaba en él, se iba a celebrar en el campo de fútbol del pueblo colindante.

¡Hasta mi hijo estaba ilusionado con verle sobre el escenario!

Eso sí, habría que estar en el campo de fútbol muchísimas horas antes de que diera comienzo pues se esperaba que viniera gente de todos sitios.

Y… Justo cuando mi hijo, sus amigos/as, mis amigos/as y yo empezamos a gritar de alegría al verle salir al escenario… Justo en ese momento, …, ¡me desperté!

 

¡Pero qué sueño tan bonito tuve anoche, Dios mío!

 

VOLVEREMOS…

 


 

domingo, 11 de abril de 2021

Mi opinión sobre 'Panza de burro', mi lectura de abril

 Anoche acabé de leerme 'Panza de burro', la primera novela de mi jovencísima paisana Andrea Abreu (Tacoronte, Tenerife). Ella misma dice en un artículo de La Vanguardia sobre su libro:

<< Hay que leer Panza de burro porque... Solo les puedo decir a quienes no suelen leer que creo que es accesible y entretenido. Aun así, me gustaría defender el derecho de la gente a no leer mi libro, a odiarlo, incluso >>.

Fuente: Andrea Abreu, la genialidad canaria que escribió ‘Panza de burro’ (lavanguardia.com)

Y leyendo este artículo de La Vanguardia me doy cuenta de que en el párrafo transcrito arriba está la clave de bóveda de la crítica que voy a hacer ahora de esta lectura:

En primer lugar, quiero dejar claro que leí esta novela con el corazón por dos razones; una por tratarse de una paisana y dos por tratarse de una escritora joven en su primera obra. Ahora bien, dicho esto he de ser honesta y señalar que me decepcionó su lectura. 

Siento que ella no ha escrito esta novela pensando en un público que lee sino con la idea previa de causar una revolución (con las faltas de ortografía y gramática española) entre quienes nunca leen, para así llamar su atención y conseguir que finalmente esta gente compre, consuma, lea su libro y lo aplauda. Y si encima me amparo entre quienes defienden que esto es escribir en canario, mejor que mejor... ¡Ya tengo la campaña de marketing asegurada!

No puedo defender ni lo haré jamás que escribir con faltas de ortografía sea escribir en canario. Escribir guagua en lugar de autobús, usar el ustedes en lugar del vosotros, escribir gaveta en lugar de cajón, chola en lugar de sandalia, tenis en lugar de zapatillas y un largo etcétera es escribir en canario. Escribir "bujero", "haiga","istriñirse", "dirte" y otro largo etcétera no es canario. 

En cuanto a la trama:

Sus menos de 180 páginas se centran en contar la historia de verano de dos amigas; la niña preadolescente Isora con Obesidad grado III, tan llena de energía como escatológica a raudales y su mejor amiga de quien en toda la historia no se menta su nombre, pero que es la narradora exclusiva de la historia. Ubicada en un pueblo rural del norte de Tenerife entre gente de clase media tirando a pobre, rodeadas de animales y de mucha basura (mierda es una palabra muy recurrente en la novela) recurriendo al manido tópico del Dorado del sur con el trabajo en el sector Turismo y Servicios y el norte rural y campesino. Y es en este ambiente donde las niñas viven su despertar sexual con escenas de masturbaciones y "olor a pepe". 

Desde mi punto de vista la amiga no existe, es una amiga invisible de Isora. 

Sinceramente, no entiendo la feroz defensa de esta obra ni que sea uno de los libros más vendidos del año 2020. Esto no está reñido con que me alegre del éxito rotundo de mi paisana y la felicite por ello. No obstante, le rogaría encarecidamente que sus próximas obras no rebosen faltas de ortografía ni palabras separadas al final del renglón separando vocales de la misma sílaba. Para mí el objetivo de la lectura ha de ser didáctico tanto como lúdico, me gusta enriquecer mi vocabulario y ratificar con la lectura las normas del castellano (mi lengua oficial como española) con las que tanto me machacaron en mi proceso de estudios hasta llegar a la Universidad. En mi época tener faltas de ortografía no era una moda y estaba muy mal visto. Es más, cuando llegué a Derecho si tenías tres faltas de ortografía en un examen escrito automáticamente tenías suspendido el examen. Y yo defendía esto pues era la mejor manera de que cuidáramos al detalle las normas de ortografía que tanto obsesionan a los/as escritores/as. Nadie está exento de tenerlas pues a veces hay despistes, pero una obra que se considere el libro más importante del 2020 no puede tener tantas patadas al castellano. ¡No, por favor!