viernes, 27 de octubre de 2023

Guayafanta (mujer grande en lenguaje auarita)

 

Guayafanta (mujer grande en lenguaje auarita)

 





En la isla de La Palma, por la segunda mitad del S. XV, vivió una heroína de guerra, olvidada impunemente por sus paisanos/as.

Guayafanta, cuyo nombre significa Mujer Grande en auarita (de los indígenas de La Palma), pertenecía al cantón de Aridane, gobernado por Mayantigo (que en lengua indígena canaria significaba «pedazo de cielo», siendo ésta una expresión cariñosa entre los nativos canarios). Mayantigo se lanzó a pelear contra los cristianos castellanos a base de pedradas y palos afilados a modo de lanza. Fue célebre su gesta, pues consiguió fácilmente derribarlos en la primera incursión en la isla. Su esposa, Guayafanta, no se quedaba atrás en osadía y se unió a su marido en la lucha atroz por defender a su familia, su gente y su tierra del invasor.  

Desde la primera incursión en la isla (que los aborígenes palmeros/as llamaban «Benahoare») en 1448 hasta el último desembarco de tropas, que puso fin a la conquista en 1492, se sucedieron 44 largos años de luchas encarnizadas entre aborígenes y españoles. Tiempo bastante largo teniendo en cuenta lo pequeña que es la isla de La Palma y el reducido número de aborígenes en relación con los ejércitos españoles imperialistas que arribaban sin fin a las costas palmeras. Evidencia de la gallardía de los auaritas.

Entre los indígenas canarios no se hacía distinción entre hombres y mujeres en ningún sector de la vida, ambos sexos eran libres por igual y por ende participaban en igualdad de condiciones en la comunidad en la que habitaban. Por ello, las mujeres también eran instruidas en la lucha para defender al ganado de los enemigos y para defender las tierras de cada cantón en la isla palmera (menceyato en el caso de la isla de Tenerife). Herencia de las tribus amazigh (cuya palabra ya de por sí significa hombres y mujeres libres) y motivo, según las crónicas históricas, por las que estas tribus fueron desterradas del continente africano y lanzadas a su suerte al mar, como castigo por su actitud liberal (alababan a la Naturaleza, no hacían distinciones entre personas por razón de su sexo y se trataban por igual, se unían en uniones libres y las mujeres podían separarse y unirse a otro hombre en relación sentimental si así lo deseaban). Comportamientos liberales a los ojos de otras religiones sectáreas que comenzaban a cebarse en África.

Las mujeres awaras (o benahoaritas) tenían un marcado carácter luchador y un físico fuerte y curtido, causa directa de la dureza del terreno y los escarpados territorios de las islas. El buen tamaño y la potencia física hacían que la mujer indígena palmera estuviera presente en todas las batallas que se libraban en las tierras de Benahoare.

En la lucha final contra la familia de Guayafanta, tuvieron que ser varios hombres los que fueran a por ella. Lucharon cuerpo a cuerpo contra ella, ésta al verse ya en serio peligro, optó por abrazarse a uno de los hombres para tirarse junto a él desde lo alto de un precipicio. Ella moriría, pero se llevaría por delante a un invasor.

Los españoles, llenos de ira porque una sola mujer les hubiera hecho pasar tan mal trago, cortaron las robustas piernas del cadáver de Guayafanta. Sin embargo, su gesta pasó a los anales de la historia. Pienso que ya va siendo hora de que se conozca y honre su memoria. Y que sea tratada como lo que fue: una heroína de guerra.

 

Ana Nayra Gorrín Navarro. 27/10/2023. Tenerife.

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