viernes, 10 de noviembre de 2023

La ambigüedad al hablar

Me gusta hablar siempre de la manera más clara posible, diciendo siempre lo que pienso y siento. Aunque esto no signifique que yo siempre tenga claro estos dos últimos. No obstante, también lo comunico. Tal como: 

− << He estado pensando en ello. No lo tengo muy claro, estoy un poco confusa con mis pensamientos y sentimientos al respecto. Pero, aprecio tu punto de vista, lo tengo en cuenta y le sigo dando vueltas. >> − Tal vez yo nunca llegue a una conclusión final y la misión de ese pensamiento o sentimiento será quedarse en inconcluso, con el mero objetivo de la reflexión o de dejar volar libremente los sentimientos. Soy una persona muy reflexiva y emotiva. 


No me gusta la gente que usa sistemáticamente la ambigüedad al hablar. Como dijera Murakami en su libro “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”: << Soy una persona bastante honesta. Cuando entiendo las cosas, lo digo, y, cuando no las entiendo, también. No me gustan las medias tintas. La mayor parte de los problemas, creo yo, surgen por expresarse con poca claridad. Y estoy convencido de que la mayoría de la gente habla de manera ambigua porque, en su fuero interno, busca problemas. Eso creo yo>>. 

Y es cierto este último párrafo (por cierto, de la página 70/661 de “El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas”, de Haruki Murakami). Si tú te expresas intencionadamente con confusión para generarla, es porque no te interesa ser transparente y, por tanto, algún turbio interés planeas sobre los/las demás. Sé claro, no entres en insinuaciones pretendiendo que la otra persona adivine lo que estás tratando de decir. No pretendas que los demás adivinen lo que sientas o piensas, ¡dilo, exprésalo! De manera clara y contundente, sin dar rodeos y vueltas innecesarias. ¡Vete al grano! Sé elocuente, pero práctico y honesto/a, brutalmente sincero/a, sin que esto tenga que significar ser cruel. Se puede ser sincero/a sin hacer daño a nadie. 








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