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jueves, 14 de enero de 2010
LA CORRESPONSABILIDAD VITAL
Son muchos los factores que inciden en la vida laboral y familiar de las mujeres, y también en su vida personal. Para intentar que ambas mejoren, en los últimos años se han puesto en marcha una serie de medidas que giran en torno al concepto de CONCILIACIÓN, es decir, que se puedan compatibilizar las dos facetas de la vida de una mujer que es trabajadora y madre de familia a la vez.
No obstante, desde mi modesto punto de vista, se parte de un error en las políticas desarrolladas para conseguir dichas medidas y es que no se puede pretender la CONCILIACIÓN sin conseguir primero la CORRESPONSABILIDAD FAMILIAR.
Está claro que no hay un reparto equilibrado, a veces ni tan siquiera existe tal reparto, ni de las tareas del hogar ni del cuidado de familiares. Los datos son ilustrativos: Las mujeres siguen dedicando a las tareas del hogar tres veces y media más de tiempo que los hombres , y el doble en lo que respecta al cuidado de familiares.
El concepto de CORRESPONSABILIDAD no ha sido entendido por la mayoría de los hombres. A lo sumo, realizan algunas tareas de las denominadas "domésticas" (llama la atención que hay tareas que no realizan casi nunca, como tender la ropa, planchar o limpiar el baño), aunque perciben que hacen mucho más de lo que los hechos demuestran. Un ejemplo de lo lejos que están de asumir la corresponsabilidad es su convencimiento de que ayudan en casa, es decir, entienden su participación como la asunción voluntaria de un trabajo que, en último término, no les correspondería a ellos y lo hacen como de favor.
Paradójicamente, para solucionar la falta de CORRESPONSABILIDAD muchas parejas acaban por reproducir los estereotipos: contratan a alguien ajeno a la unidad familiar, que normalmente es una mujer, para realizar las tareas del hogar. Lo cual se traduce en falta de pedagogía o solución puntual para evitar problemas mayores en la convivencia diaria .
La falta de corresponsabilidad masculina es un obstáculo para la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en el ámbito laboral. Es por este motivo por lo que algunas de las medidas de conciliciación entre la vida personal y la vida laboral han tratado de primar su adopción por parte de los trabajadores (masculinos), en una especie de acción positiva que, en la práctica, no ha dado buenos resultados. Así, las ayudas para facilitar la reducción de jornada y las excedencias para cuidado de hijos e hijas o familiares dependientes son superiores en el caso de que quienes accedan a ellas sea un trabajador. Expresado de otra forma: si opta una trabajadora, la cantidad de la ayuda es menor. Esto es así para que sean los hombres quienes se animen a hacer uso de estas medidas. Pero en la práctica, la incidencia de este aliciente ha sido prácticamente nula. Que los salarios de los trabajadores sean más altos, en general, que los de las trabajadoras, seguramente ha ayudado a ello, pero no deberíamos olvidar que la razón de fondo no es una cuestión económica, como demuestra el hecho de que los hombres tampoco están haciendo uso del recientemente creado permiso de paternidad. Nos encontramos con un problema con origen cultural, debido a la perpetuación de estereotipos machistas. Es por ello que educar en la corresponsabilidad familiar a las nuevas generaciones es de vital importancia para que la sociedad de mañana sea, fehaciente y fácticamente, una sociedad democrática en la que el tenor de lo expresado en el artículo 14 de la Constitución Española ( Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza , sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social) sea una realidad y no sólo letra escrita en papel mojado. Acabando , de una vez por todas, con la histórica situación de inferioridad en que, en la vida social y jurídica, se ha colocado a la población femenina.
Ana Nayra Gorrín Navarro.
A jueves, 14 de enero de 2010.
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