martes, 31 de octubre de 2023

Lo que damos por hecho

 

Tantas veces damos por hecho que conocemos a alguien, pero solamente los años y el devenir del tiempo pueden acercarte a la esencia de una persona.

Es más…  ¿puedes decir que te conoces a ti mismo/a? Yo, con 44 años, descubrí no hace mucho (en realidad el año pasado) rasgos de mi personalidad que desconocía y que, de repente, me hicieron entender mis decisiones a lo largo de toda mi vida. Tuve que acudir a una terapia con una psicóloga para saber que soy PAS (persona altamente sensible).

Conocerse a sí mismo es vital para saber cuáles son los límites que no has de pasar ni hacer pasar a los demás. No tengas miedo de acudir a un/a psicólogo/a si en algún momento de tu vida lo precisas, ¡te ayudará tanto a seguir por el buen camino! Hay mucho tabú con el tema de solicitar asistencia psicológica, pero muchas veces puede ser el punto de inflexión necesario en tu existencia para que todo continúe fluyendo y encajando como debe.

Tener la mirada objetiva e imparcial de alguien que analice, desde el punto de vista científico, todo lo que sientes y las emociones que te contienen, pienso que no está pagado con dinero. Te ayuda a tomar mejores y más sanas decisiones.

Dejemos para la literatura y el cine los amores perfectos y los flechazos a primera vista que acaban siempre bien. En la vida real no hay mucha probabilidad de que ocurran. Las parejas que realmente llegan a construir algo juntos y a perdurarlo en el tiempo son quienes se acercan el uno al otro/la una al otro desde el más absoluto respeto, sin dar nada por hecho, sin juzgar nada del pasado del otro/a. Como cuando entras en una catedral preciosa y lo único que haces es recorrerla paso a paso sin alterar nada dentro de ella. Cada ser humano es por dentro esa catedral bella, llena de claroscuros y de tesoros y enigmas ocultos de otros tiempos que descifrar. Lo que has vivido en el pasado poco importa, fueron tus experiencias. Y éstas no tienen por qué ser aplicables a esta nueva persona que hoy se te perfila ante el horizonte como una oportunidad de amar sin condiciones, sin egos, sin desconfianzas y sin permitir que todo lo negativo de otras relaciones pasadas penetre en tu yo del presente.

También hace poco descubrí el verdadero significado de compartir intimidad con alguien. No es desnudarse y entregarse al sexo junto a esa persona. ¡Es algo aún más profundo! Compartir intimidad con alguien es poder ser tú mismo/a sin miedo a ser juzgado/a y/o abandonado/a por ello, es sentirse identificado/a en el/la otro/a.

En el cuerpo femenino hay algo muy representativo de esto, pues en la mayoría de mujeres se da la imposibilidad de llegar al orgasmo femenino si no ha existido una intimidad mental y espiritual muy fuerte previa a la de los cuerpos: el orgasmo del alma que ha de ser previo al del cuerpo para que este último sea apoteósico o, simplemente, sea.

Las relaciones humanas son complejas e, incluso a veces, nos cuesta entendernos a nosotros/as mismos/as con lo que sentimos y pensamos, pero la vida es demasiado bella y bien merece ser vivida en todas sus facetas, agarrándote a ella y trazando el objetivo de crecimiento personal espiritual que antaño perfilaran los guanches en su filosofía de vida: el Drisus. Que no es otra cosa que ser mejor persona año tras año, más sabio/a, más bueno/a y más útil a la comunidad en la que vives (no olvidemos que ellos/ellas vivían en comunas y trabajaban juntos/as por el bien de todos/as). Que tu vida sea un bonito legado a quienes vienen detrás de ti.






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