viernes, 23 de octubre de 2020

La verdadera desgracia de España

 




Nunca me regalaron nada en la vida. Todo cuanto logré me costó esfuerzo conseguirlo. Cuando era estudiante bachiller me costó mucho sacar todo sobresaliente y notable pero lo hice, en ese entonces a los alumnos no nos regalaban nada ni existía siquiera la evaluación continua. Nos lo jugábamos todo en un examen final. Luego en la universidad tanto de lo mismo. Empecé a estudiar Derecho cuando aún no se había instaurado en España el Plan Bolonia y mi plan de estudios era el de 1958 con la Licenciatura que duraba 5 años y para la que cada examen de cada asignatura suponía estudiarse mínimo dos tomos enormes como manuales.

No acabé Derecho (me quedé en 4º) pero como contrapartida me formé con un Ciclo de Formación Superior en Gestión de Recursos Humanos y Prevención de Riesgos Laborales por la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) que me saqué con mi hijo recién nacido, estudiando de noche, yéndome a examinar a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en Santa Cruz y a la vez conviviendo con un maltratador del que me costó mucho sobrevivir psicológicamente. Además, me certifiqué como Técnico Contable  por el CEF (Centro de Estudios Financieros), saqué un Secretariado Jurídico por el ISDE (Instituto Superior de Derecho y Economía) y estudié idiomas  (inglés hasta B1.2 por Oxford University y francés por la Escuela de Lenguas de la UOC), el francés aún lo sigo estudiando por la Escuela Oficial de Idiomas y no he cesado en mis pinitos universitarios con un grado en Antropología sociocultural en la ULPGC del que solo escojo asignaturas por mera curiosidad intelectual, junto a una diplomatura derivada de mi voluntariado con mujeres víctimas de violencia de  género por la Fundación Ana Bella denominado Diplomatura de Acompañantes internacionales de Víctimas de violencia (extendido no solo a violencia de género sino a toda clase de violencia) por la Universidad Provincial de Córdoba, Argentina.

Nunca he parado de esforzarme por capacitarme y formarme. ¿Por qué hablo de mí y a cuenta de qué? Pues porque las propuestas que ha hecho públicas hace unos días el Ministerio de Educación de que los alumnos de ESO pasen a Bachillerato aún con asignaturas suspendidas y que obtengan el título ESO aún teniendo suspensos me parece una aberración. ¿Qué les estamos enseñando a nuestros pequeños? ¡Qué culpa tienen ellos/as! No podemos enseñarles que no hay que esforzarse en la vida para conseguir las cosas pues si me dicen que me van a pagar lo mismo trabajando como no trabajando sería de tontos hacer el mínimo esfuerzo. Aunque esto llevado a los estudios conlleva a que individuos de 17 años digan y escriban atrocidades como “haiga, dirte, bujero, ola quetal,…” y un largo etcétera de aberraciones ortográficas y gramaticales. Los jóvenes siempre van a la ley del mínimo esfuerzo y es competencia y responsabilidad de nosotros los adultos inculcarles LA CULTURA DEL ESFUERZO. Lo contrario, la cultura de la ley del esfuerzo mínimo y del no esfuerzo propiciará crear una cantera de lúmpenes en el futuro. ¡Qué fáciles de manipular serán!

¡Son nuestras generaciones venideras, no podemos castigarlas más de lo que ya el mundo lo hace! La pandemia del Covid-19 es comparable a la Gripe Española que hundió al mundo en una crisis global hasta bien entrados los años 30 y que precedieron a las guerras mundiales, la destrucción de la Naturaleza con todas las enfermedades y problemas que va a conllevar, el expolio de nuestras arcas públicas por endeudarnos con Europa para mantener a tantas personas en ERTES (yo incluida) y con ayudas por la situación económica actual derivada de la pandemia… ¿Y encima sin recursos, sin formación, sin estudios, sin ni siquiera cultura del esfuerzo aprendida? ¡Qué desvalidos/as vamos a dejar a nuestros/as hijos/as, sobrinos/as, nietos/as! Me enerva pensar que esto está pasando, me quita el sueño cada noche ser consciente de hacia dónde nos dirigimos.

¡POR FAVOR! Dotemos a nuestros niños/as españoles de las armas para defenderse en el futuro, ¡¡inculquemos la importancia de estudiar, de prepararse, de formarse y de esforzarse por conseguir las cosas!! No se da el pescado, se enseña a pescar. Al fin y a al cabo ya no va a haber pescado para todos/as y no sabrán ni siquiera que tienen que pescarlo, se quedarán sentados en la orilla del mar dejándose morir y escuchando felices a quienes les han manipulado para llegar a eso. ¡Qué feliz es el ignorante!

Viernes 23 de octubre de 2020.

Ana Naira Gorrín Navarro.


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