LA GUANCHE DE DAUTE (A.NAYRA)

Cavilaciones, escritos de días cualquiera, algunos poemas , algunas de mis novelas, pensamientos en soledad compartida,...¡VISITA MI WEB! EN WWW.ANANAYRAGORRIN.COM

viernes, 26 de julio de 2024

DEADPOOL y recuerdos bonitos con mi hijo.

 

DEADPOOL y recuerdos bonitos con mi hijo.

 

Las películas más disparatadas que he visto con mi hijo en el cine son las de la saga Deadpool, el antihéroe. La primera se estrenó en España en 2016 (mi hijo tenía 11 para 12 años cuando la fuimos a ver), la segunda en 2018 (mi hijo tenía 13 para 14 años) y hoy 26 de julio de 2024 (mi hijo tiene 18 para 19 años en breve) se estrena la tercera entrega de esta saga. Ahora integrada en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU). En septiembre de 2022 se confirmó la aparición de Hugh Jackman como Lobezno, por primera vez desde Logan.

Los viajes y el cine son las únicas aficiones que puedo compartir con mi hijo. A mí no me gusta el MMA (veo algunos combates por mi hijo, por compartir momentos con él, pero realmente sufro mucho viéndolos) ni el boxeo, aficiones éstas dos que le encantan a mi hijo. Por tanto, las salas de los cines del sur están repletas de buenos recuerdos con mi hijo desde que le empecé a llevar al cine a la temprana edad de tres añitos, siendo aún un bebé. Y le eduqué en saber comportarse en las salas: no hablar, estar sentado hasta que acabe la película, … Ojalá muchos adultos se comportaran en los cines la mitad de bien de lo que él lo hacía ya con tres añitos.

Al parecer, los cines están a punto de desaparecer porque después de la pandemia ya la gente no acude tanto a ellos. Yo acudo dos o tres veces al mes, ¡me encanta! No es lo mismo vivir la emoción de una película en una sala de cine que sola en tu casa: el olor a palomitas, las carcajadas conjuntas en momentos de humor, la gran pantalla, el sonido envolvente, … Nada es igual que en casa. Ojalá la gente lo valorara como realmente merece. Prefiero mil veces pasarme una tarde en el cine que en un bar bebiendo alcohol. Que también es necesario de vez en cuando, ¡España tiene a los bares como patrimonio cultural! No obstante, creo que abusamos de gastar dinero en los bares y no lo invertimos en cultura. Esto último es siempre una inversión, no un gasto.

 

En fin,… Ya iré a ver la nueva de Deadpool y ya les contaré, con otra entrada en mi blog, qué me pareció. Un abrazo fuerte a todos. Feliz día a todas las Ana, a los abuelos también en su día y feliz fin de semana.  




En Los Gigantes, a viernes 26 de julio de 2024.

lunes, 22 de julio de 2024

Tardes del verano de 2024


 Desconectando del stress laboral, creando, leyendo, poniendo en orden mis pensamientos y, sobre todo, disfrutando del proceso de escribir. Con tiempo, antes que nada, para hacer de maruja en mi casa (cenas, coladas, tareas domésticas,...). 

La multitarea está presente en mi vida desde que he sido madre soltera, trabajadora a jornada completa y guerrera 24/07 los 365 días del año.


En Los Gigantes, a lunes 22 de julio de 2024.

sábado, 20 de julio de 2024

Canción dedicada por un amigo 💓 Julián Quintero Gorrín. ¡GRACIAS!


 Gracias infinitas a mi amigo Julián Quintero Gorrín, del Cuarto de las Almendras de Tamaimo, por regalarme y dedicarme esta hermosa canción. Gracias por el cariño y el tiempo que dedicaste para ello. Y, sobre todo, por tu gesto sincero y honesto. 


Nunca lo voy a olvidar. Gracias, de corazón, amigo. 


Julián Quintero Gorrín es una persona tan sensible, que es capaz de percibir cuando alguien tiene su energía bajita. Y, con su instinto de protección y su sentido del honor, va regalando canciones, para perpetuar en ellas el gran valor que le da a la amistad y al compañerismo. De corazón, gracias Julián. Compartimos el origen tamaimero, un apellido y el conocimiento del valor que tienen la amistad y ser sincero/a, en un mundo tan ciego de odio gratuito. Que Dios ilumine siempre tu camino y el de los/las tuyos/as. Un abrazo para ti, tu esposa y familia 😘


En Los Gigantes, a sábado 20 de julio de 2024.

martes, 16 de julio de 2024

La injusticia de las masas enfurecidas.

La injusticia de las masas enfurecidas.

 



Por esto mismo, hay que evitar despertar la ira, de manera individual y, sobre todo, de manera colectiva. Porque cuando, con tus actitudes, declaraciones y pensamientos expresados a viva voz o en papel, despiertas la furia de un colectivo, éste se vuelve terriblemente inhumano e injusto. ¿Esto es atentar contra la libertad de expresión? Pues sí, seguramente, pero hay que hacer ponderación de derechos y siempre ir a favor de los colectivos. Porque si por ejercer tu derecho individual a la libertad de expresión vas a atacar a toda una comunidad, mejor guarda silencio. Un claro ejemplo de esto lo tenemos en los atentados terroristas a la revista satírica francesa Charlie Hebdo, cuando se metieron con el profeta de la religión musulmana. ¿Para qué, con qué finalidad esta burla? ¿Despertar la ira colectiva? Y, por supuesto, no justifico con esto (¡de ninguna manera, por Dios!) los atentados terroristas, hay medios para acudir a la justicia y denunciar a la revista por, por ejemplo, hacer apología del odio hacia una religión o cultura (delitos de odio). No hay que matar por esto, eso es una salvajada.

Vivimos en un estado democrático y de derecho, que tiene mecanismos para hacer valer los derechos individuales, pero también las obligaciones y deberes de cada uno/a. Es de ciudadano/a cívico/a acudir al Estado para reclamar sus derechos y/o protección ante una vulneración de derechos y libertades o, tal vez, atentados contra la propia vida y/o imagen personal. Entonces, ¿para qué aplicar la salvaje y cavernícola Ley del Talión? La Justicia, ciega, ya se encarga de dar a cada uno/a lo suyo. Somos racionales, se supone que esto nos distingue de las otras especies del mundo animal, somos humanos, no animales, ¿o no? Porque ya no sé ni qué pensar.

Lo que ha pasado estos días con D. Trump bien puede ser un ejemplo de la barbarie a la que pueden llegar algunas personas con la mollera comida por algún fanatismo, que siempre nacen de los discursos del odio. Estoy segura de que el joven veinteañero, al que llaman francotirador contra Trump en la prensa (¿en serio, francotirador, si no acertó ni uno de los ocho tiros a 150 metros del objetivo?), creció en un hogar en el que a la hora del almuerzo y la cena se pronunciaban discursos de odio. Eso va agujereando, literalmente, el cerebro de las personas, como si de una droga dura se tratara. El odio se va a apoderando de cada célula sana y termina enfermando al individuo, mental y físicamente. Y sobre esto mismo, sobre la capacidad de destrucción de los discursos del odio, tenemos el claro ejemplo de lo que pasó en Alemania con los nazis. Estos discursos, salidos desde las entrañas y no del raciocinio humano (mucho menos del corazón), desencadenaron el terrible, doloroso e inolvidable (por atroz) holocausto judío. Algo que no debería volver a pasar, pero sin embargo está pasando en muchas regiones del globo terráqueo contra poblaciones arrasadas salvajemente por otras. Y todo tiene su raíz en los discursos de odio.

Por favor, vivamos en el siglo que habitamos, el S. XXI, acudamos a los tribunales a resolver los posibles pleitos que se planteen y sepamos que nadie está en posesión de la verdad absoluta, que todo es relativo y que lo que hoy defiendes, bien podría ser tu idea contraria mañana. No puede haber nada por encima al amor y respeto a la vida, profeses la ideología, religión o credo que profeses.

 

Seamos más humanos/as, menos injustos y menos iracundos/as.

 

Ana Naira Gorrín Navarro.

 

En Los Gigantes, a martes 16 de julio de 2024.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


viernes, 12 de julio de 2024

Podcasts, rumiación y Morfeo.

 

Podcasts, rumiación y Morfeo.

 



Últimamente, he cogido el hábito de dormirme escuchando podcasts de cuentos para adultos en Spotify, todos ricos en enseñanzas y reflexiones profundas.

Siempre me ha relajado mucho el sonido de fondo de gente hablando para caer dormida. Supongo que es porque en el fondo me siento solemnemente sola y el escuchar a alguien me hace sentir reconfortada, acompañada y acunada.

Soy una persona PAS (persona altamente sensible) y suelo tener tendencia a la rumiación de pensamientos antes de dormir. Este ataque de pensamientos circulares mantiene mi mente despierta, cual cafeína en vena, y me cuesta un mundo relajarme, dejar la mente en blanco y caer dormida. Por esto mi médico de cabecera me ha recetado el Orfidal para dormir, lo llevo tomando desde hace algunos meses. Y, la verdad es que es un lujo dormir profundamente. Pese a ello, necesito escuchar estos podcasts para crear ese ambiente de relajación antes de caer en el sueño profundo y reparador.

Les dejo por aquí link, por si les interesa escuchar algunos:

https://open.spotify.com/show/6rTRRgmxGEGBCoEaNTNa2R?si=c15f787bbfc04afd


En Los Gigantes, a viernes 12 de julio de 2024.

Ana Nayra Gorrín Navarro.

La oveja negra, de Italo Calvino.

 

Hay un escritor italiano, autor de una novela que me encanta titulada “El vizconde demediado”, que tiene una fábula excelente. Se las transcribo aquí y posteriormente la analizaré, esperando vuestro feedback y comentarios:

 



La oveja negra, de Italo Calvino.





Érase un país donde todos eran ladrones. Por la noche cada uno de los habitantes salía con una ganzúa y una linterna sorda para ir a saquear la casa de un vecino. Al regresar al alba cargado encontraba su casa desvalijada. Y todos vivían en concordia y sin daño porque uno robaba a otro y éste a otro y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero.

En aquel país el comercio sólo se practicaba en forma de embrollo, tanto por parte del que vendía como del que compraba. El gobierno era una asociación creada para delinquir en perjuicio de los súbditos. Y por su lado los súbditos sólo pensaban en defraudar al gobierno. La vida transcurría sin tropiezos y no había ni ricos ni pobres. Pero he aquí que no se sabe cómo apareció en el país un hombre honrado. Por la noche, en lugar de salir con la bolsa y la linterna, se quedaba en casa fumando y leyendo novelas. Llegaban los ladrones, veían la luz encendida y no subían. Esto duró un tiempo; después hubo que darle a entender que si él quería vivir sin hacer nada no era una buena razón para no dejar hacer a los demás. Cada noche que pasaba en casa era una familia que no comía al día siguiente. Frente a estas razones el hombre honrado no podía oponerse. También él empezó a salir por la noche para regresar al alba; pero no iba a robar. Era honrado, no había nada que hacer. Iba hasta el puente y se quedaba mirando pasar el agua. Volvía a casa y la encontraba saqueada. En menos de una semana el hombre honrado se encontró sin un céntimo, sin tener qué comer, con la casa vacía. Pero hasta ahí no había nada que decir porque era culpa suya; lo malo era que de ese modo suyo de proceder nacía un gran desorden. Porque él se dejaba robar todo y entretanto no robaba a nadie; de modo que había alguien que al regresar al alba encontraba su casa intacta, la casa que él hubiera debido desvalijar. El hecho es que al cabo de un tiempo los que no eran robados llegaron a ser más ricos que los otros y no quisieron seguir robando. Y por otro lado los que iban a robar a la casa del hombre honrado la encontraban siempre vacía; de modo que se volvían pobres. Entre tanto, los que se habían vuelto ricos se acostumbraron también a ir al puente por la noche a ver correr el agua. Esto aumentó la confusión, porque hubo muchos otros que se hicieron ricos y muchos otros que se volvieron pobres. Pero los ricos vieron que, yendo de noche al puente, al cabo de un tiempo se volverían pobres y pensaron: "Paguemos a los pobres para que vayan a robar por nuestra cuenta". Se firmaron contratos, se establecieron los salarios, los porcentajes. Naturalmente siempre eran ladrones y trataban de engañarse unos a otros. Pero, como suele suceder, los ricos se hacían cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Había ricos tan ricos que ya no tenían necesidad de robar o de hacer robar para seguir siendo ricos. Pero si dejaban de robar se volvían pobres porque los pobres les robaban. Entonces, pagaron a los más pobres de los pobres para defender de los otros pobres sus propias casas y así fue como instituyeron la Policía y construyeron las cárceles. De esa manera, pocos años después del advenimiento del hombre honrado ya no se hablaba de robar o de ser robados, sino sólo de ricos o de pobres y, sin embargo, todos seguían siendo ladrones. Honrado sólo había habido aquel fulano y no tardó en morirse de hambre.

 

ITALO CALVINO.

 

¿Qué fuerte, no? ¿No has sentido que leías la descripción de lo que pasa en España desde tiempos inmemoriales?

En el país de la fábula de Calvino, todos sabían que estaban entre ladrones y no podían esperar de los demás, sino que los robaran. Sin embargo, este lejano pueblo vivía en completa paz y armonía. En la más absoluta hipocresía y falta de honestidad. Era una cadena. Todos robaban a todos y así nadie estaba desposeído.

 

Asimismo, en el comercio se compraba y se vendía bajo la modalidad de estafa. Tanto quien adquiría bienes, como quien se los proporcionaba se engañaban mutuamente.

 

Al mismo tiempo, el gobierno solo sabía engañar a los súbditos. Estos, a su vez, defraudaban al Estado todo el tiempo. Los habitantes se sentían felices de vivir en aquel lugar.

 

“El secreto de la vida es la honestidad y el trato justo. Si puedes fingir eso, lo has conseguido”. -Groucho Marx-.

En la fábula de la oveja negra hay un punto en que algo rompe con la normalidad. En este caso, quien comienza a alterarlo todo es un hombre honesto. Llegó de repente a aquel pueblo y en lugar de salir a robar por la noche, se quedó en casa, leyendo un libro y fumando pipa.

 

Los ladrones llegaban hasta esa vivienda, pero veían la luz encendida y entonces decidían no aproximarse. Algunos de los habitantes comenzaron a pasar hambre.

 

Si no podían robar, la cadena se rompía y alguien se quedaba sin bienes. Así que decidieron hablar con el hombre honesto y pedirle que reconsiderara su actitud. Estaba perjudicando a todos. Si él no quería robar, pues muy bien. Pero debía dejar que los demás sí lo hicieran.

 

El hombre honesto entendió la situación. Desde entonces, todas las noches salía de su casa y se iba al río. La dejaba libre para que los demás se sintieran en confianza de entrar a robar.

 

Sin embargo, él no quiso ser ladrón. Por eso, en menos de una semana ya tenía su casa completamente vacía.

 

Según cuenta la fábula de la oveja negra, la actitud del hombre honesto comenzó a romper con todo el equilibrio de aquel pueblo. Como éste se negaba a robar, siempre había algún habitante que encontraba su casa intacta al día siguiente. Entonces, algunos comenzaron a acumular más de lo que necesitaban.

 

De igual forma, quienes iban a robar a la casa del hombre honesto la encontraban vacía. Así que no podían volver a comer hasta la siguiente noche, cuando podían robar en otra morada.

 

Entonces comenzó la hecatombe: unos acumulaban, otros siempre estaban en déficit.

 

Pronto, los que habían acumulado muchos bienes, decidieron que ya no querían ser robados nuevamente. Pero tampoco querían dejar de robar, porque podrían empobrecerse. Así que decidieron pagarle a los que no tenían nada para que robaran por ellos. Así se hicieron contratos, con salarios y bonificaciones para que todo quedara muy claro.

 

Con los cambios, muchos se confundieron. No sabían qué hacer. Para recordarles cuál era su papel, se crearon las cárceles y la profesión de policía. Así también quienes habían acumulado mucho no verían en riesgo sus bienes.

 

Unos no trabajaban y pagaban a otros para que robaran.

 

¿Qué pasó con el hombre honesto? Sencillo: murió de hambre. Fue el único que se negó a robar y también el único a quien nadie jamás entendió.

 

Así termina la fábula de la oveja negra. Cualquier parecido con la realidad, no es obra de la coincidencia.

 

En resumen, como diría Krishnamurti, J. << No es saludable estar adaptado a una sociedad profundamente enferma >>.

 

A veces, el seguir nuestras ideas y valores requieren de nosotros un gran sacrificio. No obstante, seguir acríticamente a las masas puede suponernos un gran agravio moral e intelectual.

 

Vivir libre y conforme a las propias convicciones es un ejercicio para personas realmente valientes, pero también inteligentes. Dejo a la reflexión del lector/de la lectora qué tendría que haber hecho la oveja negra, la honesta que se negó a ser ladrona.