Tú enamora, detona y abandona
Tú enamora, detona y abandona
Tengo un amigo (que durante la pandemia se hizo famoso en
redes sociales y hasta ahora le dura la fama) que tiene esta frase como mantra
porque, ahí donde le ven tan guapo, tan alto, con alto nivel cultural y
estudios universitarios, tan modelo y tan perfecto, se ha enamorado y ha salido
lastimado en múltiples ocasiones. Desde entonces, no quiere enamorarse o, si lo
hace, es rápidamente y tal cual se enamora se desenamora igual de rápido (¡cómo
me siento de identificada con esto!). Es por este motivo que, activo sexualmente como
es, ha llegado a la conclusión de que su vida será siempre: enamorar, detonar y
abandonar (aunque sin que se den cuenta y haciendo que sea la persona quien te
deja, aviso de que hay que ser demasiado astuto/a para hacer esto).
Y no es que él no sea sensible, todo lo contrario, lo es
tanto que ha construido una muralla infranqueable en torno a su corazón. Es la
típica persona que siempre está riendo y haciendo reír a los demás, aunque por
dentro tenga el corazón hecho girones, y en esto también me identifico
atrozmente con él. También, en que no puede parar de comer chocolate a diario
(LOL).
Él siempre me dice: Tú no te enamores, vive tu sexualidad,
pero no te enamores… Y sé lo suficientemente inteligente como para hacer que te
dejen a ti y tú quedar siempre de buena (LOL).
Diagnóstico psicológico: El miedo al
compromiso y el evitamiento
Lo que le pasa a este amigo (y, reconozco, también a mí)
tiene que ver con un patrón psicológico conocido como "evitación
emocional". Este comportamiento es común en personas que, después de
haber sido heridas por el amor, desarrollan una desconfianza hacia la intimidad
emocional. En lugar de enfrentarse a las emociones y la vulnerabilidad,
prefieren mantener a los demás a una distancia segura, controlando las
relaciones para evitar el dolor de una posible decepción.
A través del humor y la apariencia de fortaleza, se esconde
una necesidad profunda de protegerse de cualquier herida emocional, que se
percibe como un peligro. Aunque parezca que la persona está despreocupada, la
verdad es que la evitación se convierte en una defensa ante el sufrimiento tan atroz que experimentaron en relaciones pasadas, muchas veces desde la misma infancia con la primera relación que tenemos en la vida; con nuestros progenitores (sobre todo en la figura paterna y en esto también me identifico con él).
Solución más sana: Abrirse a la
vulnerabilidad
La clave de todo esto radica en comprender que, para sanar y
poder vivir relaciones amorosas sanas, es necesario permitirnos ser
vulnerables. Vivir el amor con miedo a ser heridos puede llevarnos a un ciclo
interminable de relaciones fugaces y superficiales, donde la verdadera conexión
queda siempre fuera de nuestro alcance.
Aceptar que el amor, aunque pueda causar dolor, también puede
ser una fuente de crecimiento y sanación es el primer paso para romper ese
patrón. Ser vulnerables no nos hace débiles, al contrario, nos hace humanos, y
es en esa humanidad donde podemos encontrar las relaciones más auténticas y
satisfactorias.
La solución no está en huir del amor, sino en aprender a
vivirlo de manera consciente, con el riesgo de que pueda doler, pero con la
confianza de que podemos sanarlo.
La vida no está hecha para protegernos del dolor, sino para
enseñarnos a enfrentarlo y superarlo. Es más valiente el que se atreve a amar,
aunque sepa que puede doler, que el que elige evitarlo por completo. No dejes
que el miedo a ser herido gobierne tu vida. La verdadera fuerza reside en ser
capaz de abrir tu corazón, porque solo así podrás experimentar lo que realmente
significa vivir y amar de manera plena. Y, aunque es cierto que tomarse un
tiempo para vivir la sexualidad libremente no tiene nada de malo, siempre y
cuando no se haga daño a nadie y se sea honesto con la otra persona acerca de
no querer una relación estable, creo que no podemos olvidar que las conexiones
emocionales, por más efímeras que sean, también tienen su valor. Yo también me
lo estoy aplicando en este momento de mi vida. El equilibrio está en ser claro
con lo que buscamos, pero también en no renunciar a lo que realmente
necesitamos, aunque eso implique vulnerabilidad.
En Los Gigantes, a viernes 13 de junio de 2025.
Ana Nayra Gorrín Navarro.
Comentarios
Publicar un comentario