Yegua torda
Yegua torda
Me llamó yegua torda un gitano,
con la voz ronca y los ojos de luna,
y su palabra no fue en vano:
me nombró libre, salvaje e indómita.
No era insulto, ni chanza, ni juego,
era bautismo de sangre y de viento,
era decirme que tengo el fuego
que no se apaga ni en el tormento.
Que nací indomable con la crin al viento suelta,
sin riendas, sin dueño, sin redención,
que en mi galope la tierra despierta
y hasta el silencio me da su bendición.
Soy la que pisa sin pedir permiso,
la que no teme al amor ni a la espada,
la que, aunque herida, nunca se hizo
ni esclava, ni sombra, ni nada callada.
Y si un día me ves entre la maleza,
con ojos fieros y alma de acordes,
acuérdate, gitano, de mi nobleza:
yo soy la yegua…
la yegua torda de los bordes.
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