¿SUFRIMIENTO PERPETUO?
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Hace ya casi tres años del acontecimiento que me llevó a tomar una radical (y unívoca) decisión, por mi hijo y por mí (en este orden). Y hace exactamente el mismo tiempo (más todo el previo anterior que ya ni menciono) que sigo recibiendo su influjo destructor sobre mí. Cada amanecer al abrir mis ojos el primer pensamiento que me viene a la cabeza es: ¡Tengo que proteger a mi hijo! Unido a todo el contenido de amor por él, a mi lucha por defenderlo del peligro (que tiene nombre y apellidos) y a mi afán por educarlo bien, en paz, amor y sosiego: pilares básicos de una infancia feliz como la que yo tuve y quiero que tenga siempre mi hijo. Pero él, con sus mensajitos, cartitas, proclamas a voz en grito violento en lugares públicos de la zona (delante de amigos/as míos del pueblo),..., sigue robándome la calma y el sosiego, sigue perturbando mi alma. Soy fuerte, trato de que no me afecte (sobre todo y ante todo porque si yo estoy preocupada, angustiada, miedosa o nerviosa mi hijo lo p...