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viernes, 20 de abril de 2012
RETOMANDO ILUSIONES
Ahí están. En las estanterías. En las postrimerías del armario de mi habitación de espacio absolutamente reducido donde ya casi no me cabe nada: Mis libros de Derecho. Cada noche antes de caer rendida en la cama me digo a mí misma, de mañana no pasa, tengo que sacar tiempo de donde no lo tengo para ponerme a estudiar y acabar lo que con tanta ilusión y ganas empecé en su día; la carrera de Derecho. ¡Qué bella es! LLegué hasta 4º, me deleité con Derecho Mercantil I en este curso (Plan de Estudios de 1958 en la Universidad de La Laguna), en mi Facultad de Derecho, la marroncita del Campus de Guajara, por dentro la verdad no es que fuera muy bella, pero era mi Facultad, llegué a ella acabante de salir de un ambiente bachiller, jamás pensé que la brillante estudiante bachiller de todo sobresaliente, fracasara tan estrepitosamente en la Universidad, arrastrando asignaturas de curso a curso (como todo el mundo lo hacía, caí en la tentación y, la verdad, di por normal algo que no tenía que serlo). En todo caso, hoy en día los abogad@s ex compañeros míos de la Facultad que están ejerciendo arrastraban casi tod@s asignaturas de curso a curso. Fue mi culpa, fue mi desidia, fue el ceder al chantaje emocional de quien por celos me prohibía acudir a clases. De repente, cuando me quedé embarazada, Derecho dejó de importarme. Pero sólo en la corteza, en el interior siempre he tenido esa deuda conmigo misma de acabar esta carrera tan linda que tanto instruye a las personas al estudiarla. Se adquiere un dominio del castellano increíble con tan sólo leer los temarios de las asignaturas y ya no digamos leer jurisprudencia o doctrina jurisprudencial.
Tengo 33 años. Y aún no he perdido la esperanza, aunque tengo que horadar en mi interior y reencontrar mi ilusión por el estudio. ¡Esa rapidez con que leía, resumía y memorizaba!
No puedo dejarle a mi hijo el referente de una carrera sin terminar. ¡NO!
En estos tres meses venideros me centraré en estudiar las asignaturas que he elegido para presentarme en junio y también las de septiembre.
Ahora tengo la fuerza que me insufla el amor de mi vida, ¡¡mi canario del alma!! Él me encomienda a acabarla, consciente de que sólo así podré sentirme bien conmigo misma. ¡¡GRACIAS POR DARME TANTA FUERZA MI AMOR!!
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