KIMBO. Así decidimos llamarlo. Fue un regalo del Padre de mi hijo. Un cachorrito de Rottweiller mestizo con Pastor Alemán. Si bien de cachorro tenía la apariencia de un Rottweiller, a medida que fue creciendo fue tomando rasgos del Pastor Alemán, aunque con el pelaje y la mirada intensa y de ojos color miel del Rottweiller.
Yo estaba embarazada. El padre de mi hijo se empeñó en que podíamos cuidar de él y que nos convendría tener un perro en nuestro hogar. Pero todo salió mal. Con mi embarazo no podía hacerme cargo de él, tenía mucha fuerza y me tiraba mucho cuando le paseaba. Yo no estaba en mi mejor momento psicológicamente para tener (y encima por primera vez) un perro de raza grande. Estaba acostumbrada a mi caniche mestiza con maltés, NÉVAR, que vivió 17 años y que fue testigo de los primeros pasos de mi hijo. Pero NÉVAR vivía en la casa de mis Padres. Al final la veía sólo los fines de semana. Ojalá me la hubiera llevado conmigo a nuestro apartamento, pero era una viejita jaquecosa, estaba cieguita y para ella (que se conocía a la perfección cada esquina del hogar familiar de mis padres) era un suplicio salir de su casa. Por último ya ni siquiera quería salir de paseo a la calle, debido a su ceguera senil.
KIMBO, todo energía. No paraba quieto, era puro nervio. Recuerdo nuestros paseos por el CAMINO LARGO DE LA LAGUNA. Mi ex marido corría y el cachorro corría detrás. Pero se paraba para mirar hacia atrás, me miraba con ojos de preocupación como preguntándome: ¿Estás bien? (y luego hacía un gesto con su cabeza como indicándome que le siguiera corriendo, sí,..., lo juro, jaja). Y corría a más no poder, con los ojos todos brillantes. ¡Adoraba el ejercicio! Se volvía loco mordiendo todo lo que estuviera
a su alcance. Tirarle un palo lejísimos, irlo a buscar y traértelo era su deleite. Cogía piedras y te las traía. No sé cómo se podía meter esas piedras enormes en la boca.
Le encantaba acurrucarse en mis brazos y, como si adivinara que en el interior de mi vientre tenía una vida, se encaramaba a mi vientre y se dejaba dormir con el hocico bien pegado a mi vientre, cerrando los ojos súper relajado y con expresión de paz y tranquilidad en su rostro. En esos momentos mi ex se enfadaba mucho. Me decía que eso no era bueno para nuestro hijo. Que dejara de cogerlo así en brazos (la verdad es que a veces hasta dormía con él en brazos, lo metía en nuestra cama). Para mí era mi bebé cachorro. Y como tal lo trataba.
Pero,..., poco a poco el cansancio del embarazo fue haciendo eco en mí. Ya no podía con Kimbo, con su energía, con sus zarpazos en mi vientre cada vez que quería que lo cogiera en brazos y yo me negaba (porque, la verdad, me daba miedo que fuera perjudicial para nuestro hijo). Kimbo, se fue volviendo cada vez más y más agresivo. ¡Ni pensar que a él lo eligió mi ex! Cuando fuimos a la finca de mi adorada amiga Rosa a elegir el cachorro que queríamos (pues eran de ella) yo me había fijado en una hembrita que tenía mirada dulce y apariencia de Pastor Alemán puro, pero mi ex se fijó en Kimbo, decía que tenía mirada dura. ¡Y tanto que la tenía! Te traspasaba con la mirada cuando fijaba sus ojos en ti. Y,..., sí, creo que se apreciaba violencia en su mirada. Pero fue el cachorro que mi ex eligió y yo lo acepté.
Kimbo llegó a un punto de violencia e hiper-excitación constante insoportable. Yo no podía con él. Pedí consejo en mi casa y mis Padres me dijeron que lo podía dejar en el jardín de su casa hasta que yo diera a luz y, pasado un tiempo, me lo pudiera llevar nuestra casa. Pero, lamentablemente, un día en que mi padre le iba a echar de comer, KIMBO se le lanzó traicioneramente a morderle en la nuca. Kimbo parecía bipolar, pasaba de ser cariñoso y bueno a ser agresivo, su mirada se le transformaba, se le erizaba todo el pelaje del lomo, se encaramaba hacia atrás como un lobo, se le arrugaba todo el rostro,enseñando todos sus afilados y peligrosos dientes y se te lanzaba a morder. Creo que KIMBO se sintió abandonado por mí, su carácter violento y agresivo, que tal vez con amor y disciplina jamás hubiera aflorado, brotó inconmensurablemente. Ese día mi Padre estimó conveniente darlo en adopción a alguien que tuviera una finca. Como perro guardián era excelente, pero era demasiado agresivo para tenerlo en casa con nosotros. Nuestro fiel amigo se había convertido en un peligro y amenaza.
Así que, KIMBO partió en manos de un señor que lo acogió, a una finca de Playa de San Juan. Siempre que veía a este señor, le preguntaba por él. El saber que estaba bien me tranquilizaba. Una vez quise preguntar para irle a ver. Pero,..., la noticia que me hundió en el mayor sentimiento de culpabilidad que jamás he sentido hasta ahora, es que tuvieron que sacrificar a KIMBO porque había atacado a la esposa de este señor.
¿POR QUÉ?
¿Qué pudo pasar en su cabeza?
Los veterinarios a los que les consulté este caso, siempre me han dicho que la mezcla de Pastor Alemán y Rottweiller es muy mala. Que hay que tener mucha experiencia con perros grandes y potencialmente peligrosos para saberlos educar y que sean perros de bien que nunca demuestren agresividad.
KIMBO, MI DULCE CACHORRITO.
ESTA FOTO ES LA ÚNICA QUE CONSERVO.
¡¡PERDÓNAME KIMBO, ALLÁ DONDE ESTÉS, POR HABERTE ABANDONADO O DESCUIDADO!! Estaba embarazada y no tuve otra elección. Mi cachorro humano valía y vale más que todo en este mundo. Pero, has de saber, que en lo más profundo de mi corazón, me siento culpable porque siento que te abandoné y que toda tu espiral de violencia fue por mi culpa.
JAMÁS ME LO PERDONARÉ :-(
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