Tengo un defecto en mi
personalidad, bueno, uno de tantos... pero el más definido –para mal y/o para bien, pues también tiene muchas cualidades positivas- es que como persona cariñosa y de buena fe que soy tengo tendencia a encariñarme rápido con la gente. Añadido a esto,
valoro mucho en una persona que sea estudiosa, aplicada, que tenga curiosidad
intelectual, que sea amable y asertivo, que hable varios idiomas, que tenga
inquietud por conocer otras culturas y viajar…. Si me encuentro con una persona
así, inmediatamente me va a caer bien. Y será muy fácil que entablemos amistad
y relación cálida y cercana.
Pues sucede que me topé con
alguien así pero que resultó ser un asesino, pero de verdad. Y esto me dejó en
shock una semana entera. Además de ponerme en posición de análisis
introspectivo continuo ya que no es la primera vez en mi vida que me llevo
estos sustos.
Se pudiera decir que, de tantas
decepciones, tengo el corazón estrujado, constreñido de tantos desencantos. Y
es así como de lo más profundo de él me surge este canto:
Que de tantas sonrisas rotas por
ilusiones pasajeras
quebraste mi confianza y tornaste
en triste canto.
El racimo de buenos sentimientos
que creí en tu corazón guardabas,
se deshizo cual fina arena entre
mis dedos, sucumbiendo al gélido espanto.
Estalactitas atravesaron la hechura
de mi bombeo
antaño pleno de regocijos y
morada de bailarinas hadas
cuyo polvo estelar dejaban en
coro trazas cantinelas.
Si antes mi corazón cantaba al
compás de estas doncellas
ahora es la desconfianza la que
cierne muros y fronteras, de mi corazón en llanto.
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