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domingo, 6 de enero de 2013

AZUL TURQUESA




Cielos de este color otean el horizonte de mi imaginación.

No sé por qué me siento tan bien con este color. Es como si me limpiara por dentro, como si depurara de mi alma y espíritu todas las malas energías y las llevara lejos de mi ser espiritual y material.

Vestirme de él me hace sentir bien. Especialmente cuando estoy melancólica, como estos días. Las Navidades son un tiempo de felicidad por la alegría de mi hijo con tantas ilusiones infantiles: Papá Noel, Reyes Magos,..., regalos y expectativa de sueños infantiles cumplidos. Porque, a Dios gracias, hasta ahora he podido satisfacer los deseos de mi hijo en sus cartas de Reyes Magos cada año. Inculcándole siempre que el tope máximo de regalos es 9 (3 por cada Rey) y que en Papá Noel sólo puede pedir una cosa. Él aún cree tanto en Papá Noel como en los Reyes Magos y el día de Reyes, especialmente, es un regocijo verle la carita cuando abre los regalos. Quiero llenar la infancia de mi hijo de dulces recuerdos y, hasta ahora, creo que lo estoy consiguiendo.

No obstante, yo me trago mucho dolor para que mi hijo no lo sienta. Me siento sola. Un día tuve un familia, independiente de mi familia matriz (padre, madre, hermanos,..), creé la mía propia: Marido, casa propia (¡oh, mi dulce hogar, cómo me gsutaba el último piso en el que vivimos! Pese a quedarse en él malos recuerdos, fatales, reconozco que era una casa bonita, un piso grande de tres habitaciones, dos baños, vistas a los Acantilados, era el hogar que siempre había soñado desde niña), Y LO MÁS IMPORTANTE, NUESTRO HIJO. Siempre, desde niña, había soñado con ese momento de crear mi propia familia, quería tener un niño y una niña. Ya quienes me conocen saben que mis ilusiones de tener una niña quedaron en suspense, ¡ni pensar que dos meses antes de que sucediera en abril de 2008 lo que sucedió estábamos planeando traer una niña! Las labores no dieron sus frutos, el clima de tensión seguro que afectó en que no me quedara embarazada. Pero, bien mirado, fue una bendición. Si no ¿qué iba a hacer yo sola con dos niños pequeños? No es lo mismo uno que dos, para todo. Para gastos escolares, para gastos de ropa, alimentación,libros, material escolar,..., para todo. Muchas veces me invade la tristeza y la desolación de darme cuenta de que, pese a todo el apoyo que tengo de mi familia, entorno familiar y amigos/as, yo estoy sola. Si algo falla en la educación de mi hijo será mi entera y exclusiva responsabilidad. Mejor sola que mal acompañada, es cierto. Pero no deja de ser triste darse cuenta de su propia soledad. Máxime cuando tus planes y proyectos de futuro habían sido otros. Porque YO SÍ TENÍA PROYECTOS DE FUTURO, YO SÍ SOÑABA CON CREAR UNA FAMILIA FUERTE, UNIDA, SÓLIDA, CON FÉRREOS PRINCIPIOS DE AMOR Y UNIÓN, COMO ME INCULCARON EN MI FAMILIA MATRIZ (MIS PADRES, HERMANOS, ABUELOS, TÍOS, TÍAS, PRIMOS, PRIMAS,...). Supongo que esa ruptura, y del modo que fue, es un trauma que aún no he superado. Todo lo que aconteció en ella, tampoco. Volver a la casa de tus padres, después de haber vivido independiente, con una mano delante y otra detrás y con un bebé en brazos, no es nada fácil. Sólo quien lo ha vivido sabrá de qué hablo.

Es en Navidades cuando me invade muchas veces la tristeza. Pero sólo cuando ya he arropado a mi hijo y conducido a un sueño profundo tras rezar juntos, contarle un cuento y besar su frente con el beso de buenas noches. Cuando ya él duerme, muchas veces: Lloro, en silencio y por largo tiempo.

Es un llanto azul turquesa. Que me limpia por dentro, que me exonera de toda carga, que me ayuda a seguir adelante.

No he tenido la fortuna de encontrarme en mi camino con buenos hombres que me amortizaran ese dolor tan grande en mi vida. Unos han venido creyendo que tras tanto tiempo sin pareja yo estaría algo así como desesperada por irme a la cama con el primero que pasara por delante. Otros han querido hacerme creer que estaban enamorados y que nada tenían que ver con el perfil de hombre maltratador y no dejaron sino daño y dolor a su paso. También los ha habido que han venido con una amistad verdadera como carta de presentación, pero que al pasar un poco el tiempo, se han pasado al bando de los primeros que menciono. ¡Qué seres tan vulnerables podemos ser las mujeres, pero qué extremadamente fuertes a la vez! La conclusión positiva es que, por lo menos, ya puedo distinguirlos. Amigos, muy pocos, los de toda la vida, los de mi pueblo y familia que escogemos entre extraños. Amantes de quita y pon yo no quiero, huyo de esas falsedades (que luego, lo he visto a través de experiencias de algunas amigas mías, ni saludan cuando te encuentran por la calle y se hacen los locos. Como dice el dicho: Si te vi, no me acuerdo. Vamos, si te follé, no quiero comprometerme). Pero, también aquí, vienen las relaciones azul turquesa, son ésas que son sinceras. Ese tipo de hombre que te dice desde el principio lo que piensa y sabes a qué atenerte. Normalmente son mucho mayores que una, seguramente te doblen la edad. Y sean extremadamente correctos contigo siempre, nunca te sentirás decepcionada con ellos. Y, también, seguramente, nunca llegarás a un contacto sexual porque ese vínculo de amistad que ha surgido es tan bello que no quieres romperlo.

Hay muchas maneras de estar sola, estando acompañada.

Siempre me quedará... El azul turquesa.

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