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lunes, 30 de enero de 2023

La princesa de América. 'I wanna dance with somebody'

Ayer domingo por la tarde fui al cine a ver el biopic de Whitney Houston. No voy a decir nada aquí que haga de spoiler de la trama de la película, aunque creo que está en la memoria de todos/as lo que pasó con ella. 
Lo que sí que descubrí, y perdonen mi ignorancia porque lo desconocía, es que su primera relación fue con una mujer y que ella en el fondo parecía ser homosexual, pero forzada a tener una relación con un hombre solo por el qué dirán y por vivir una vida de cara a la galería, por vivir satisfaciendo las expectativas de los demás y no las suyas propias. 
Su primer amor fue Robyn Crowford. Y para mí es inadmisible cómo la industria de la música de los años 80 logró ocultar esta relación, la patente homofobia chirría mucho en los tiempos actuales. 


Si bien, en líneas generales, he de decir que me gustó mucho la película, es verdad que en torno al minuto 50 experimenté un tiempo largo de aburrimiento, pues de repente se volvió muy lineal y lenta. Hasta que llegan los Soul Train Music Awards de 1989, cuando conoce al que será su marido, Bobby Brown. A partir de este momento la película retorna a la acción y te mantiene expectante y atenta. En 1989 el premio a la mejor voz femenina de los  Soul Train Music Awards no se lo llevó ella, se fue para Janet Jackson. Aunque posteriormente en total Whitney ganaría hasta en ocho ocasiones esta nominación en el mismo premio a lo largo de su vida profesional. 




     Se casaron el 18/07/1992


La película está llena de referencias culturales de mediados de los 80 y de los años 90 (Dolly Parton, entre muchas). Fue muy emocionante, por ejemplo, poder asistir, a través de la gran pantalla, al concierto en homenaje a Nelson Mandela en Sudáfrica en 1994.

La vida de Whitney estuvo siempre empañada por los hombres de su vida, empezando por su propio padre, quien abusó de los ingresos de Whitney y le produjo un grave perjuicio económico malgastando sus millones en prostitutas y en regalos caros para sus amantes. El padre parecía querer solucionar todos los problemas que le causaba a Whitney llamándola princesa. Casi al final de la película hay una escena muy icónica y dolorosa en la que ella le dice que ya nunca más será su princesa, será la princesa de América, pero no la suya. El padre era un maltratador psicológico y no paraba de crear problemas en el hogar familiar, desde que Whitney era pequeña. 

A la madre de Whitney la pintan en la película como una mujer fuerte, luchadora, profesional de la música y cantante y que le inculcó a su hija el amor por la música.

<< ¡Canta con la cabeza, el pecho y las tripas, hija!>> Le decía siempre para que diera todo al cien por cien y sintiera cuanto hacía. 

¡Y vaya que si lo sentía! Es increíble escucharla cantar y ver cómo sentía la música en cada célula de su ser. La actriz que da vida a Whitney lo hizo muy bien. Si bien he de decir que Whitney era muchísimo más guapa que la actriz que la interpreta: Naomi Ackie. 




El ritmo de vida tan frenético que llevaba sumado al vacío tan profundo que ella sentía por no vivir su vida sino la vida que los demás le marcaban que viviera le hizo caer en las drogas, el alcohol... Su marido, drogadicto, fue quien la enganchó a la cocaína. Bobby, además, era maltratador. Cuando se conocieron no eran dos ilustres desconocidos ni siquiera dos aspirantes a estrella. Gracias a su álbum Don’t be cruel, Brown era el artista más vendido del momento. Había acrecentado en varios ceros su cuenta bancaria, lo que le permitió darse algunos gustos como aumentar su colección de Rolls Royce y comprar una mansión en Atlanta por 2,2 millones de dólares.

A Whitney tampoco le iba mal. En 1985, con 22 años, su álbum Whitney Houston la convirtió en el debut más exitoso en ventas de un intérprete solista. Dos años después ya había logrado meter siete de sus temas como número uno en Estados Unidos. Pese a su éxito, en la comunidad afroamericana la artista era resistida. “Cuando salí por primera vez, los afroamericanos sintieron ‘nos pertenece’”, reflexionaba. “Y de repente llegó el gran éxito y sintieron que ya no era de ellos, que no estaba a su alcance. Parecía que me estaba haciendo más accesible para los blancos, pero no era así”. En algunos “paladares duros”, Whitney era percibida como un producto de marketing, una versión edulcorada y amistosa que tranquilizaba pero no representaba a su comunidad ni a sus problemas.

Bobby, en cambio, llenaba todos los casilleros del estereotipo de “chico malo”. No había cumplido diez años cuando ya tenía una banda llamada Rythm and Blues New Edition. Con el grupo alcanzó varios éxitos pero los expulsaron por abuso de drogas y “comportamiento lascivo en el escenario”. Se lanzó en solitario y en 1988 su segundo álbum vendió 12 millones de copias. Todos estaban fascinados con ese músico que contaba que de adolescente le metieron un tiro en la rodilla por intentar seducir a una chica con novio, a los 23 ya tenía tres hijos y un affaire con Janet Jackson y otro con Madonna.

En 1991, Whitney filmó El guardaespaldas junto a Kevin Costner e hizo de “I will always love you” uno de los clásicos románticos del siglo. El éxito la arropaba pero sus adicciones se empezaban a notar. En 1994 llegó dos horas tarde a la gala de la Casa Blanca en la que tenía que participar. Poco después, sufrió una sobredosis durante el rodaje de Esperando un respiro. Más tarde le confesaría a Oprah Winfrey en una famosa entrevista que su dependencia de las sustancias había escalado después del nacimiento de su única hija, Bobbi Kristina, en 1993 (tras perder un embarazo en la filmación de El guardaespaldas): “Pasaba los días y las noches drogándome con Bobby, mirando televisión. Estuve siete meses sin sacarme el pijama…”.



En 1996, para el lanzamiento de La mujer del predicador, con Denzel Washington, tomaba cocaína todos los días. Por entonces, Bobby fue a la cárcel por manejar alcoholizado. En el 97, de vacaciones en la isla de Capri, los paparazzi la fotografiaron con una venda en la cara a la salida de un hospital, donde le dieron dos puntos en la mejilla. Whitney dijo que se cortó al chocar con una roca mientras nadaba, pero su representante dio otra versión. Los medios entendieron que había sido golpeada por Brown. Años después y ya divorciada, admitió que Bobby Brown le pegó.

La espiral autodestructiva no terminaba. En 1999, Houston canceló cinco conciertos. En 2000 a la pareja le encontraron marihuana en el aeropuerto de Hawai, lograron subir al avión antes de que llegara la policía. En marzo de ese año, Houston iba a cantar “Somewhere over the rainbow” en los Oscars, pero en el ensayo se mostró desorientada y no logró acordarse de la letra, por lo que la eliminaron de la programación. El estado de Bobby no era tampoco el mejor. La esperaba en la primera fila, alcoholizado. Meses después Brown pasaba 65 días en la cárcel por violar su libertad condicional tras la condena por conducir ebrio en 1996.


Ambos tuvieron a una preciosa hija, BobbI Kristina y, aunque no se cuente en la película, tuvo el mismo triste final que su madre, calcado, exactamente igual, solo que su madre a la edad de 48 años y la pequeña a la temprana edad de 22 añitos. 

Te invito a ver la película para que puedas entender por qué digo que no hay que vivir satisfaciendo a los demás sino a nosotros/as mismos/as. Estoy segura de que si Whitney hubiera seguido con el verdadero amor de su vida, Robyn Crowford, aún estaría con vida y su historia hubiera sido otra. 

Les dejo por aquí con este link a Spotify con su adorable música 

 https://open.spotify.com/track/6LOpveSmYGW6S0x69fSuEF?si=c983ce55190b4b43


Y por aquí con este vídeo que encontré en YouTube de un momento que también se detalla en la película (como les digo está llena de referencias culturales importantes de la década de los 90)


Atención a la sencillez de su vestimenta: Un chándal y su pelo recogido en una diadema. América y el mundo enteros vibraron con su potente chorro de voz. 





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