Andrés Trapiello captó tu esencia en su novela, autobiográfica, que se ha convertido en la mejor guía de Madrid y que lleva tu nombre.
Bautizada por los árabes como Mayrit o Magerit según el dialecto árabe hablado, en sus incursiones al-andalusíes, significando esta palabra en árabe arroyos o tierra rica en agua. Por eso, por el agua, se asentaron en ti los primeros grupos poblacionales. Hoy eres cascada de saberes, crisol de culturas y punto de encuentro de todas las almas amantes y enamoradas de todas las artes: el cine, la literatura, la escultura, la pintura… Sin tener mar, eres de por sí un mar entero de posibilidades.
Sin ánimo de crear discordias, no me enamoré tanto de Barcelona, ni de Sevilla, ni de Santiago de Compostela, ni de Santander, ni de Oviedo, ni de Lisboa, ¡ni siquiera de Londres! Tampoco de mi capital tinerfeña donde viví por casi dos años, Santa Cruz de Tenerife, ni de Las Palmas de Gran Canaria, ni de Palma, … Como me enamoré de ti. Lo de mi Laguna de Aguere es un punto y aparte, pues es mi lugar sagrado desde la primera vez que lo pisé, tal cual lo era para mis ancestros guanches (¿memoria genética?).
Tu gente, los gatos/as y cuantos madrileños y cuantas madrileñas de adopción te tejen con infinito amor, fue parte de ese enamoramiento. Todas las veces que he acudido a tus brazos, me he sentido arropada, bien hallada, tal vez también por memoria genética de este alto porcentaje de ADN ibérico que albergo en mis venas, ¡me sentía en mi casa! Ningún rincón, ninguna calle, me era ajena. Ya los había visto antes en el cine (¡soy muy detallista y analizo cada rincón de lo que veo y escucho en la gran pantalla!). También en la literatura, a través de estas novelas que me he leído y que me han hecho pasearte: 1) ‘La imagen secreta’ de Montero González, nos lleva a andar a gatas por calles donde todavía existen las vaquerías empotradas en los edificios. Es el Madrid de los corrales, el Madrid de los traperos y del afilador, el Madrid de los serenos a los que se llamaban “dando palmas”, el Madrid antiguo que ya no existe, pero que con tanta nostalgia se evoca en esta deliciosa novela. 2) La segunda novela, lleva por título ’Lo que cuentan los niños’ de Elena Fortún, (Renacimiento, 2019), ya el título es lo bastante sugerente, expositivo y meridiano como para entrar a hablar de la sinopsis. Aun así: Lo que cuentan los niños es la intención, la voluntad y la acción de poner el foco en el sector más desprotegido de la sociedad (aquel, además, que ha sido precozmente integrado en la vida laboral) y conocer qué tienen que decir. Elena Fortún, en suma, entrevista a niños que trabajan.
Surge, entre estas páginas, el Madrid más social, más castizo y más popular de la época. Un relato de Madrid que no está construido por la burguesía, sino por niños con nombres, trabajo y apellidos.
3) Otras muchas novelas como ‘El dueño del secreto’, en la que Muñoz Molina vuelve a un tiempo gris y cansado de la historia española como fueron los años finales de la dictadura franquista. En un Madrid desdibujado y sórdido los protagonistas de este espléndido relato se ven atrapados por la maquinaria de una conjura para cambiar el destino político de España.
4) No obstante, mi favorita es, sin lugar dudas, ‘Madrid’ de Andrés Trapiello. En cuya sinopsis leemos: << La historia de una vida y de una ciudad, MADRID, contada de manera prodigiosa, original y apasionada por alguien que llegó a ella hace cincuenta años como tantos: probando fortuna. Este libro es también la biografía de su autor, trenzada igualmente con los viajes de agua, los barrios bajos y los nobles, con reyes, repúblicas y dictaduras, el esplendor y las miserias, la paz y las guerras, la Movida. Y es sobre todo la proclamación de una gran virtud reiterada en este libro magistral y único: la hospitalidad de quienes viven en Madrid>>.
También el cine retrata muy bien Madrid. Ahora mismo, por ejemplo, y desde el 14 de enero de 2013, veo desde que llego a mi casa (en Movistar puedo verla desde el inicio, pues me pilla con la serie ya comenzada) 'Amar es para siempre' en Antena 3 y que está ambientada en Madrid. Las historias de los personajes se desenvuelven en una época histórica para España, muy significativa, ya que es el fin de la dictadura del General Franco y es un nuevo comienzo de crecimiento positivo para España, los lugares geográficos donde se desarrollan las historias incluyen, una agencia de viajes llamada La Puntual, el Hostal La Estrella, que es una pensión manejada por Belén quien pierde a su esposo y a su hijo y una casa de modas que en realidad es un prostíbulo clandestino, Le Ciel 23. El bar 'El asturiano' (creo que en todos los rincones del mundo hay un bar llamado así o similar) con el entrañable Pelayo al frente. Esta serie es una continuación de la novela "Amar en Tiempos Revueltos", drama que se desarrolla durante los años 30 y 40 en España. La historia de amor de Inés y Mauro al igual que las otras historias se ven influenciadas por el cambio político y económico de la sociedad en España que está en reconstrucción. Y, en muchos aspectos, diría que aún estamos en ese período. ¡Me encanta esta serie! La Visi ¡habla tan castiza! (como que ella misma lo es en la vida real).
En definitiva, Madrid es todo lo que es y ha sido España. Tiene, desde mi punto de vista, todo lo que un ser humano civilizado necesita para vivir feliz y con todas sus necesidades cubiertas, sobre todo las intelectuales y culturales.
Cada calle es como un barrio. En la calle Chinchilla, por ejemplo, en apenas una semana me hice amiga de los recepcionistas del Hotel Petit Palace Cliper-Gran Vía donde me alojaba, pero también del señor de la esquina que tenía un kiosco de tabacos, bebidas (frías y calientes, pues en Madrid los inviernos son muy gélidos), golosinas, bollería industrial y prensa. De las señoras del negocio de limpieza de casas que estaba justo en frente del hotel y que cada día a la misma hora salían a fumar a la calle, del señor marroquí que trabajaba de relaciones públicas del restaurante judío (que también vendía comida árabe) de la misma calle y que la primera vez que me vio comenzó a hablarme en árabe como si yo lo fuera (siempre me pasa, tengo que apresurarme a decir que soy española y ya, entre risas, se diluye la confusión).
Madrid, de cabellos líquidos y bien peinada, vestida elegante como Coco Chanel, bien perfumada y siempre “arregla’a”, que es así como van la mayoría de gatas; bien vestidas y niqueladas. Mujeres de ciudad a las que, sólo por un día, quisiera parecerme. Pero a mí se me sale el pueblo y la condición de isleña a cada paso que doy. Se me escapa la guanche indómita que en un 18% me conforma. En las miradas (si me haces enfadar puede que te haga mal de ojo sin querer), en la fuerza física, en mi templanza, en mi paciencia, en mis gestos; mi gen bereber. En mi color de piel (si viviera en Madrid creo que, directamente, sería transparente y podrías ver el curso de todas mis venas), en mi amor por Madrid, en todo lo que siento estando en ella; mi gen ibérico. Y es que esto somos los canarios/las canarias: mestizos/as. Y en esta multiculturalidad está nuestra auténtica riqueza.
¡Feliz día, Madrid! Gracias por ser cuna de mi España. Deseando volver a beberte, a comerte, a caminarte, a sentirte, a vivirte, a reír (¡ay, La chocita del loro!) y a perpetuarte por siempre en mí.
De Madrid al cielo…
Me encanta cómo te expresas. Hay lugares que dejan huella. Madrid es uno de esos lugares.
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