NAYRA




Mi nombre (Ana Nayra), iniciales: A.N.
El nombre de mi hijo, iniciales: A.N. Fue casual, no fue hecho a propósito, aunque me percatara después de la coincidencia.

Cuando nací, no se permitía en los registros poner a los hijos/as un nombre guanche si no iba acompañado de un nombre bíblico. Mis padres eligieron el nombre guanche de Nayra, y anexaron delante el Ana, por cuestiones de registro y porque en el pueblo de mis padres —y en mi familia paterna, sobre todo— abundan las Anas como primer nombre, en honor a la Virgen de Santa Ana. Según la historia popular, fue esta virgen quien detuvo la lava a las puertas del pueblo cuando estalló el volcán Chinyero en 1909, salvando así a toda la población de morir devorada por el fuego.

Mis padres eligieron el nombre Nayra (aunque en el Registro Civil lo anotaron con i por error, y ahora cargo con la cruz de tener que escribirlo de los dos modos, pues no hay manera legal de cambiarlo en mi DNI). Lo escogieron tras escuchar la historia de una guerrera guanche, la cual nunca leí en ningún libro, pero que me llegó por tradición oral:

LA HISTORIA DE NAYRA


Hace ya muchos años, en la isla de Gran Canaria, vivió un noble y ya algo mayor guayre (guerrero indígena) que tenía una única hija. Él, su esposa y su hija eran —como todas las familias canarias de antes, de ahora y de todos los tiempos— una familia unida.

Un trágico día, cuando el guayre regresaba a casa por una vereda, fue atacado a traición por un grupo de invasores en época de conquistas. Su hija, que presenció todo escondida tras una retama, quedó paralizada por el miedo. Llorando en silencio, con el pecho roto y el alma desgarrada, acudió en auxilio de su padre solo cuando los asesinos ya se habían marchado. Él murió en sus brazos.

La joven sintió tanta rabia, que juró vengar la muerte de su padre. Tapó bajo los tamarcos sus largos cabellos, ocultó su cuerpo de mujer y se transformó en un feroz guerrero. La voz popular decía que el valiente Nayra (pues Naira, en sus orígenes, era nombre masculino entre los nativos canarios) había regresado. Todos creían que era el padre, ya difunto, pero en realidad era su hija. Solo su madre conocía la verdad.

La joven Nayra (escrito con Y) se convirtió en una pesadilla para los conquistadores españoles, hasta que, también a traición, fue capturada en una emboscada. Al descubrir que se trataba de una mujer, la jactancia y la mofa se apoderaron de los invasores, quienes decidieron perdonarle la vida, llevándola como esclava para servir en una corte de Valencia. Pero Nayra, como tantos nativos canarios de la época, prefirió suicidarse. Al grito de Vacaguaré, se tragó la lengua —la modalidad de suicidio de los nativos, que preferían morir antes que ser esclavizados y ver su orgullo destruido—. Cuando fueron a buscarla dentro de la jaula en la que la llevaban encadenada a bordo de uno de aquellos barcos de conquista, la encontraron muerta, asfixiada.

Como dijo el Che Guevara: "Prefiero morir de pie que vivir toda la vida arrodillado."

Mi hijo, como yo, tiene un primer nombre bíblico: Abel. Es un nombre árabe de origen egipcio, presente tanto en el Corán como en la Biblia. Este nombre lo eligieron en consenso mi padre y el padre de mi hijo.

El segundo nombre de mi hijo y el mío se escriben, casualmente, casi igual: él Nayar, y yo Nayra. Nayar fue un valiente guerrero nativo americano de México, cuya historia ya conté en este blog. Y Nayra, también, fue una valiente guerrera nativa de mi tierra. Así que somos lo que se dice una estirpe de lucha.

Algo que muy poca gente sabe es que, en los primeros registros civiles, aún se inscribían varones canarios con el nombre de Naira. Para distinguirlos de las mujeres con el mismo nombre, a estas se les inscribía como Nayra, con Y. Por eso Nayra (con Y) es nombre femenino, mientras que Naira (con I) era masculino. En mi caso, quien me inscribió no tenía ni idea, y lo hizo mal. Otra cicatriz del sistema.

Y para más casualidad —mi vida está llena de ellas—, mi primer amor fue quechua. Él me contó que Nayra en quechua significa ojos grandes y esposa del sol. Así que mis padres no pudieron elegir mejor nombre para mí.

A.N.



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