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martes, 3 de julio de 2012

CHULOS DE DISCO



Lo confieso. Me encanta bailar y salir entre amigos/as a disfrutar sanamente de la noche algún que otro sábado después de la medianoche. Gracias a que mi peque cuenta con Abuela, sé que muchas madres solteras no pueden salir por no tener con quién dejar a sus niños. Es una escapada necesaria para renovar mis energías maternales. Para despejarme de las rutinas diarias y reincorporarme de nuevo con las pilas cargadas.

No me gusta el alcohol, no fumo y prácticamente no bebo gota de alcohol ( Red Bull toda la noche es lo que suelo beber). Algo bueno tienen los musulmanes en su afán de prohibir las drogas y el alcohol. Mohamed tenía razón: son venenos para la mente y el cuerpo y yo huyo de envenenarme.

Pero la fauna nocturna cada vez me gusta menos. Este sábado (día fatídico en el que tuve un gran enfado con mi actual pareja, pero lejos de discutir yo cogí mi coche y me fui, sí, lo dejé allí solo en la disco y me fui a mi refugio paterno con mi hijito bello, decidida a aniquilar todo lo que habíamos construido en esos seis meses).

Me sentí francamente fuera de lugar entre tanta persona superficial. Los chicos llenos de Winstrol, Deca, Sustanol,..., anabolizantes, hormonas de crecimiento y asteroides que les ponen el cuerpo como cuando coges una pasta de dientes que se te acaba y la exprimes para aprovechar lo poquito que te queda dentro, de abajo (piernas) queda toda apretada y delgada y de arriba (tronco superior) queda toda hinchada a más no poder, a punto de estallar aparentemente. Son cuerpos feos, absolutamente desproporcionados. Prefiero mil veces un cuerpo masculino delgado o gordo pero proporcionado que esos adefecios artificiales. Luego están esas pautas de conducta tan primitivas y vomitivas: acercarse a la barra, abrirse de piernas como si tuvieran un paquete enorme y les pesaran un montón los huevos (cuando en realidad sus testículos se hacen diminutos porque la mierda química que se meten les absorbe la testosterona y se las lleva a otras partes del cuerpo que no son los testículos, sus penes se vuelven infinitamente pequeños e incapaces de levantarse ni con una grúa), mirar a todas las nenas como si ellos fueran la última Coca Cola en el desierto africano y creerse tan tremendamente irresistibles y sexualmente imponentes.


Luego están las chicas: llenas de extensiones capilares, pestañas postizas, uñas postizas,maquillaje cual pintura sobre puertas, muchas de ellas siliconadas en las tetas, los labios y los pómulos, tacones de 10 centímetros la que menos ( este sábado me percaté de lo chiquitas que son mis congéneres canarias y latinas, yo no soy alta, no me considero alta comparándome con la media europea, mido 175 cms y a penas uso tacones, pero es que las chicas usando esos taconazos de vértigo, ¡¡siguen siendo más bajitas que yo la mayoría!! Bueno, más bajitas y delgaditas porque yo soy una cachorrona al lado de ellas, sus bracitos son super finitos al lado de los míos, brazos de Guayafanta).

Definitivamente, me sentía como la pieza de un puzzle que no encajaba.

Y,..., lo peor,..., los temas de conversación. Los chicos no pasan de hablar de coches, tablas de ejercicios, abdominales y ciclajes de gimnasio.

Las chicas no pasan de hablar de ... Sexo, sexo, sexo, sexo, sexo y más sexo....


¿Realmente practicarán tanto sexo como hablan? Yo creo que hablan más de lo que practican. DIME DE LO QUE PRESUMES Y TE DIRÉ DE LO QUE CARECES.


Yo me perdía entre la multitud cuando sonaba una bachata. Yo solita me ponía a bailar en mitad de la pista pasando de todo. Tonta de mí cuando más de un chico latino me sacó a bailar pero yo miraba a mi novio (hablando con alguna tía) y le decía que no (para no faltar respeto pensaba yo). Me perdía al ritmo de la bachata (algún día me apuntaré a clases profesionales de este baile porque me encanta este ritmito caliente). Hasta que la música comenzó a no gustarme tanto y a sentirme sola... Entonces fue cuando decidí marcharme sin decir nada a nadie. Alzar el vuelo, como Águila Real, dejando a todas las gallinas del gallinero a ras del suelo. Desde arriba, todo se ve de otro modo.


De mi edad y en mi entorno, hay gente con la que no encajo mentalmente. Me aburren tremendamente sus conversaciones, su falta de inquietudes intelectuales y sociales, su falta de empatía y sencillez, su falta de humildad y sentido de la responsabilidad y compromiso. No paro de bostezar cuando me rodeo de gente así.... Son los y las típicos chulos de disco que más allá de quemarse en gimmasios ellos o pegarse horas ante el espejo y en la peluquería ellas, no tienen nada dentro, absolutamente NADA en sus cabezas y menos en sus corazones vacíos.


NO QUIERO SER ASÍ. SOY LA DEL PELO RIZADO ALBOROTADO Y LARGO, SOY LA HIPPY DE LOS VESTIDOS LARGOS, LA DE LOS MIL COLLARES Y PLUMAS INDIAS. SOY LA QUE PIERDE SU MIRADA EN EL HORIZONTE Y HABLA EN SILENCIO CON DIOS. SOY LA QUE PONE SU CORAZÓN EN TUS MANOS SIN MIEDO A QUE LO ESTRUJES Y ROMPAS, PESE A QUE ME LO HAN ROTO YA MUCHAS VECES. SOY LA QUE SE PEGA HORAS PENSANDO ACOSTADA SOBRE LA ARENA MIRANDO AL CIELO, SOY LA QUE ESCUCHA MÚSICA NATIVA AMERICANA EN PLENO APOGEO DE LA MÚSICA ELECTRÓNCIA, SOY LA QUE LE DICE A SU HIJO QUE SEA LIBRE Y QUE HAGA SIEMPRE LO QUE CREA QUE ESTÁ BIEN Y NO LO QUE LA SOCIEDAD LE IMPONGA.

















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