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miércoles, 25 de julio de 2012

LEYENDA SIOUX SOBRE EL AMOR VERDADERO Y ETERNO



Hay una bella leyenda sioux que leí recientemente en un buscador de internet que es la mejor parábola que he leído jamás acerca del matrimonio.

... Cuenta la leyenda que en los bellos parajes de los territorios sioux de Norteamérica vivieron dos bellas personas (por fuera, pues era apuestos y elegantes, y por dentro, ya que eran personas muy buenas, responsables y nobles). Dos jóvenes muy enamorados el uno del otro, él se llamaba TORO BRAVO, ella NUBE AZUL. Era tanto lo que se amaban que tanto él como ella vivían con el miedo de perderse el uno al otro. No podían pasar un solo día sin verse ni sin sentir el cálido roce de sus labios.

Tal era el miedo que tenían a perderse que un día decidieron ir a visitar al Chamán de su pueblo (Curandero, Hombre-Medicina):

Toro Bravo y Nube Azul llegaron tomados de la mano a la tienda del viejo hechicero de la tribu y le pidieron:

- Nosotros nos amamos y vamos a casarnos. Pero nos amamos tanto que queremos un conjuro que nos garantice estar para siempre juntos, que nos asegure estar uno al lado del otro hasta la muerte. ¿Hay algo que podamos hacer?

Y el viejo, emocionado al verlos tan jóvenes, tan apasionados y tan ansiosos por una palabra, les dijo:

- Hacer lo que pueda ser hecho, aunque sean tareas muy difíciles. Tú, Nube Azul, debes escalar el monte al norte de la aldea solo con una red, cazar el halcón más fuerte y traerlo aquí, con vida, hasta el tercer día despues de la luna llena. Y tú, Toro Bravo, debes escalar la montaña del trueno; allá encima encontrarás a las más brava de todas las águilas. ¡Solamente con una red deberás agarrarla y traerla para mí, viva!

Los jóvenes se abrazaron con ternura y luego partieron para cumplir con la misión.

El día fijado, en frente de la tienda del hechicero, los dos esperaban con las aves.
El viejo las sacó de las bolsas y constató que eran verdaderamente hermosos ejemplares de los animales que él les había pedido.

Y ahora, ¿qué debemos hacer? Los jóvenes le preguntaron.

-Tomen las aves y amárrenlas una a otra por las patas con esas cintas de cuero. Cuando estén amarradas, suéltenlas para que vuelen, libres.

Ellos hicieron lo que les fue ordenado y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron volar, pero apenas consiguieron dar pequeños saltos por el terreno.
Minutos después, irritadas por la imposibilidad de volar, las aves comenzaron a agredirse una a otra, picándose hasta lastimarse.

Entonces, el viejo dijo:

- Jamás se olviden lo que están viendo. Y éste es mi conjuro: Ustedes son como el águila y el halcón. Si estuvieran amarrados uno al otro, aunque fuera por amor, no sólo vivirán arrastrándose sino tambien, más tarde o más temprano, comenzarán a lastimarse uno al otro.

Si quieren que el amor entre ustedes perdure, vuelen juntos, pero jamás amarrados. Libera a la persona que amas para que ella pueda volar con sus propias alas.

Ésta es una verdad en el matrimonio y también en las relaciones familiares, amistades y profesionales. Respeta el derecho de las personas de volar rumbo a sus sueños. La lección principal es saber que solamente libres las personas son capaces de amar.



En Santa Cruz de Tenerife, a miércoles 25 de julio de 2012.
Ana Nayra Gorrín Navarro.


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