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martes, 15 de septiembre de 2020

Del cielo vinieron...

 Como muchas de mis tardes de este año, me encontraba en mi escritorio concentrada en la formación que curso online para no dejar dormir mis neuronas sobre el mismo almohadón en que durmió mi esperanza. De repente, un sonido vibrante y fuerte estremeció el cielo y todos los vecinos de mi calle salieron a ver qué pasaba afuera. 

 


El cielo se llenó de aeronaves que se movían de forma muy lenta y en círculos, la bóveda celestial cambió de color en un abanico de colores pasteles preciosos pero no menos estremecedores por extraños. ¡Nunca había visto el cielo de esos colores, como tampoco jamás había visto esas aeronaves que invadían todo el espacio aéreo! 





Una de las vecinas se llevaba las manos a la cabeza y no paraba de exclamar: - ¡Que el señor nos proteja, ya era lo que faltaba para acabar este 2020!

Fui rápido a buscar a mi hijo, absorto como siempre en su Play station con los auriculares puestos y encerrado en su habitación. Salimos los dos fuera y mis padres pronto se agregaron a la procesión de almas quebradas por el miedo a lo desconocido. 

Mi padre ordenó que entráramos a la vivienda, obedecimos pero desde el dintel de la puerta observábamos la estampa a la que solo le faltaban relojes derritiéndose cual pinturas de Dalí. 

Entonces comenzaron a descender de las aeronaves miles de insectos extraños y enormes con alas de colores preciosos. Mariposas gigantes del tamaño de un caniche sobrevolaban todo el pueblo. Por el muro que estaba frente a mi casa el gatito de una de las vecinas desfilaba ajeno al pánico generalizado que invadía el ambiente. Se detuvo porque una de las gigantes mariposas voló muy cerca de él, alzó su patita derecha pretendiendo coger la mariposa pero esta fue más rápida y se coló debajo de su cuerpo. El gato aprovechó para saltar a su lomo y aferrarse a sus alas, intentando derribarla. La mariposa gigante emprendió vuelo con el gato encima y yo, móvil en mano, aproveché para sacar una foto que resultó ser la más bella que jamás saqué: el cielo moteado de colores, las aeronaves regándolo, los insectos extraños de fondo y en el centro de la imagen la mariposa gigante con el gato amarillo de la vecina encima. La más bella en lo que a paisajes se refería pues sin duda alguna la mejor de mis fotos fue la de mi hijo recién nacido riendo a carcajada limpia por primera vez, esa es con creces la mejor foto que he sacado en mi vida. 



Pero todo esto, por desconocido y nuevo, me desbordaba y eclipsaba a partes iguales. Tanto como este año de cifras en sincronía que tanto me persiguen desde hace un tiempo. Miro la hora; las 11:11, salgo a la calle a comprar, veo la hora en mi teléfono las 12:12, y así en la mayoría de ocasiones en que veo la hora. Voy conduciendo y en la carretera el coche que me precede tiene por matrícula un extraño 4545 GLG. 




Mi sueño se desvaneció en mi mente, desperté ya pasadas las seis de la mañana y me adentré ya en esta jornada con la pesadez que me deja en la mente el haber estado soñando toda la noche, creando historias sin parar. Dicen que las personas no soñamos a color, ¡es mentira! Este último sueño que tuve anoche estaba plagado de imágenes a color que han sido las más bellas que he visto jamás. Sé que antes de este sueño tuve muchos más pero no los recuerdo nítidamente como para describirlos, solo recuerdo las emociones que me hicieron sentir y fueron muy bellas. 

Dicen que soñar con mariposas significa que se avecinan cambios o que estamos en cambio. Creo que la humanidad entera está experimentando un cambio profundo, ¡¡que sea para mejorar y para bien!! 





¡Feliz segunda quincena de septiembre y, ante todo, mucha paciencia y resignación para soportar lo que no podemos cambiar pero hemos de vivir con estoica tolerancia! 

Ana Naira Gorrín Navarro. 





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