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miércoles, 31 de julio de 2024

Intemperie, de Jesús Carrasco. Opinión sin spoiler.

 

Hoy he acabado de leer "Intemperie", de Jesús Carrasco. Lectura del Club de lectores de Santiago del Teide. 

Si tuviera que mencionar similitudes literarias, diría que me recuerda al "Lazarillo de Tormes", de autoría desconocida (aunque los últimos estudios la atribuyen a Diego Hurtado de Mendoza) demostrando los vicios de la sociedad del momento, a Miguel Delibes en su obra "Las ratas" relatando la miseria de España y al "Guardián entre el centeno" de Salinger, en los deseos del niño de que su huida fuera fructífera y pudiera dejar atrás, al fin, todo rastro de dolor y de pasado. Aunque el estilo literario de Jesús Carrasco es mucho más rico, plagado de imágenes, extensas descripciones, a veces un poco laberínticas, amplio vocabulario y léxico.


Tiene una retórica que no la convierte en una lectura fácil y amena. Sinceramente, muchas veces tuve que parar y acudir al diccionario para buscar algunos términos rurales que desconocía. He aprendido, por tanto, mucho vocabulario nuevo con esta lectura. La misma que, por momentos, me hacía imaginarme dentro de una escena de las películas de Quentin Tarantino. Lean si no este primer párrafo de una escena casi final de la novela...




Tenemos que saber que fue la novela más criticada y laureada, a partes iguales, por críticos/as literarios/as y lectores/as en general en el año 2013 en que fue publicada por primera vez.

La historia versa sobre la huida de un niño de su hogar, en plena sequía. El niño huye despavorido, atravesando toda una llanura desértica, de un pasado de abusos por parte del alguacil de su pueblo rural. Pronto se encontrará con un viejo pastor que le ayudará en su escapada, carente de lo básico y con poquísimos recursos se las intentarán arreglar para llegar a buen puerto. 

El niño, de quien desconocemos su nombre a lo largo de toda la historia, poco a poco será consciente del mundo en el que vive, bajo la custodia y la ayuda del pastor, de nombre desconocido también. A decir verdad, los personajes están como flotando, poco definidos. Lo que realmente importa es el paisaje desolador y seco de la llanura, la sed que te atrapa (hasta el punto de hacerte sentirla) y la escritura tan orgánica de Jesús Carrasco, que te hace sentir caminando con los pies descalzos por el mismo desierto español que describe. Todo lo acapara la miseria, el polvo, la sed, el hambre y el dolor físico. Haciendo amplia alusión a los cuatro elementos: el fuego, la tierra, el agua y el aire (que, por momentos, pareciera faltarte ante la magnanimidad del estilo literario de Carrasco). 

Como bien me dijo mi buena amiga Montse (lectora empedernida), del Club de lectura de las Leionas (otro club de lectura en el que estoy), << es tan bueno describiendo y haciéndote sentir emociones, que al acabarlo te sentirás en la intemperie.>> 

La sobrecogedora historia transcurre con un peculiar y personalísimo estilo por parte del autor. La narración se muestra, reitero, llena de detalles descriptivos y con gran riqueza de lenguaje. Carrasco detiene el tiempo narrativo en algunos puntos, hasta la exasperación del lector, como para hacerle partícipe de lo angustioso y mísero de las vidas de los protagonistas. El desenlace final seguro que acaba por enganchar al lector/la lectora dudoso/a.

Recomiendo su lectura, aunque en algunos puntos iniciales el libro no me haya acabado de “enganchar”. Estamos ante un libro de ésos que serán recordados durante mucho tiempo. Seguro que Jesús Carrasco dará mucho de qué hablar en los años venideros.


Mi valoración: 8/10.


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