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viernes, 5 de marzo de 2010

ALGODÓN DE AZÚCAR




Recuerdos de mi infancia. Tierna y dulce niñez que mis Padres aderezaron con amor, constancia, disciplina y cariño. Eternas gracias a ellos.

Flashes en mi memoria de fiestas populares canarias,de días de sol y playa con aroma a salitre y la eterna imagen de Los Acantilados clavada en mi retina, de domingos de familia reunida sentada a la mesa entre jolgorio y risas, frente a unas buenas papas arrugadas con mojo picón, conejo al salmorejo y demás manjares canarios, en compañía de nuestros adorados perros (mi familia ama los animales). Aquellos momentos en la finca de mis abuelos maternos La Caldera. Cuando corríamos libres por las laderas y los barrancos, pies descalzos llenos de tierra guanche, risas de infantes en plena libertad y contacto con la salvaje y dócil naturaleza de mi isla tinerfeña. Cuarenta perros de caza y otros tantos Presas Canarios (Whisky y Sotter, los inolvidables) y Berdinos, al trote de nuestros pasos de pies chiquitos, centinelas en nuestras caídas. La salvaje e indómita Kira, una dobermann que sólo era buena con nosotros/as (mis hermanos, mis primos/as y yo). Pero que en las noches de Luna Llena se volvía loca, rompía sus cadenas y se iba de caza nocturna, atacando cuanto animal se le cruzara en su camino. El Gran Danés Jacky, perro predilecto de mi primo Héctor, que cuando se ponía de pie era hasta más grande que él ( más de dos metros ),se emocionaba tanto cuando te veía llegar que te tiraba al suelo cada vez que iba a saludarte y te comía a besos toda la cara, jaja. ¡Qué manera de querer y cuánto amor en esos huesos inmensos!

Tierna infancia. Con olor a cotufas frente al televisor antiguo en el viejo sillón de cuero desgastado de la casa de mi abuelo Armando ( por siempre PapáArmando - que yo resumí cuando aprendía a hablar en Paman- ) y mi abuela Jacinta ( MamiChinta , que yo también resumí en Chinti). Sonidos de chácaras, timples y tambores. Sabor de la mejor tortilla española que yo jamás haya probado y cuyo sabor y aroma aún guardo en el recuerdo,hecha por mi abuela Chinti. El sabor del DELETE cuando las cabras parían, ¡qué rico era! Y qué bien sabía comiéndolo en la casa de los abuelos y en compañía de mis hermanos, primos/as en la cocina estilo canario de la abuela Chinti.

¡Las fiestas! Esas parrandas canarias, esos Bailes de Mago. La incomodidad de las enaguas de la vestimenta tradicional se endulzaba con el algodón de azúcar, que después daba un par de vueltas en el estómago al subirte en las atracciones de feria.

Todos estos momentos son los que yo quiero para mi hijo. Éstos y no los ratos frente a una playstation, éstos y no las horas muertas en chats. Estos dulces y eternos momentos de la libertad, inocencia y amor con que yo fui criada, como mis ancestros guanches lo hicieron con sus hijos. En la más pura libertad e inmersos en un mar de calma, amor y paz.

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