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jueves, 13 de mayo de 2010

TACONES SUENAN




TACONES SUENAN

En las Universidades, en los Hospitales, en los Juzgados, en las instituciones públicas, en las empresas, en los cargos directivos, etc, afortunadamente la presencia femenina se consolida. No obstante, las dificultades diarias en la vida de las mujeres para conciliar la vida familiar y laboral no dejan de ser un handicap para el bienestar social de las mismas.

Madres, amas de casa, trabajadoras: las que por las mañanas se infundan uniforme de trabajo y, a la velocidad de la luz, consiguen que antes de las ocho y veinte de cada mañana de días laborables los desayunos estén listos y servidos, los hijos estén vestidos, aseados y con las mochilas preparadas, dentro de las cuales estarán los deberes que ella, cual centinela, vigiló cómo realizaban sus hijos. Muchas llevarán a sus hijos al Colegio y los irán a recoger, a la vez que concilian sus horarios laborales (¡tan difícil de conseguir!) con el placer de ir a llevar y recoger a sus hijos del Colegio. Luego, se meterán de pleno en sus jornadas laborales diarias, pendientes en todo momento de mantener su móvil con cobertura y encendido por “si pasara algo en el Colegio y precisaran localizarme”. Las que, a las salidas de sus trabajos, recogen a sus hijos y comienzan otra jornada: la de ama de casa. Llegan raudas a los hogares, sirven el almuerzo a sus hijos/as, limpian el hogar, lavan, tienden, recogen y planchan la ropa, preparan la comida del día siguiente (es la era del Tupper Ware, gracias a este invento las madres podemos preparar la comida del día siguiente para que cuando lleguemos de los trabajos esté todo listo para calentar y servir).

No adentremos en los casos de las Madres que, por las razones que fuere, han tenido que emprender el camino de la Maternidad sin la ayuda de un compañero, sin pareja, sin un padre al lado. Ellas son Madres y Padres a la vez, ellas no pueden tener el derecho a enfermar, si enferman aún en ese caso no pueden dejar de bajar la guardia con sus cachorros y han de seguir cumpliendo al cien por cien con sus obligaciones.

La Maternidad es el mejor regalo, es lo mejor que le pueda pasar a una mujer. Pero no podemos olvidar que detrás de cada Madre hay también (sobre todo en nuestra sociedad actual) una mujer trabajadora, una enfermera, una psicóloga y una ama de casa que merecen ser valoradas. Pues, aunque cada vez son más los hombres concienciados en la importancia de la corresponsabilidad intergéneros en las tareas domésticas y en la educación de los / as hijos/ as, no dejan de ser muchos los hombres que reniegan de asumir la parte del papel que les corresponde y se acomodan en su rol de machistas para sacrificar la buena educación de sus hijos y el bienestar de la mujer en la misma medida que el del hombre como individuos de una sociedad enmarcada en un Estado de Bienestar, Social y de Derecho. Y eso, tarde o temprano, pasa factura en la relación de pareja. Lo que es peor, pasa factura en la educación de los hijos, quienes educados de una manera sexista repetirán de adultos los roles que les enseñaron sus padres. Con ello jamás llegaremos a la igualdad intergéneros, jamás llegaremos a ser civilizaciones avanzadas cuyos adultos educan a sus pequeños para hacer de este mundo un lugar mejor en el que vivir en el que nadie se vea discriminado por razón de sexo, raza, religión o credo y que esta proclama sea una realidad inmarcesible y no sólo palabrería bella. Un lugar en el que el solo hecho de imaginar un crimen por violencia machista sea improbable, pues los individuos de esa sociedad (todos, tanto mujeres – muchas de las cuales son las verdaderas machistas de la sociedad – como hombres) estarán implicados en el bienestar social colectivo, tendrán tales niveles altos de empatía para con el prójimo que un crimen fruto de la violencia de género no existiría jamás. Meditemos sobre ello…

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