Como ex persona que se mordía las uñas esto que voy a contar es todo un triunfo para mí:
Tenía la manía de devorarme las uñas hasta dejarlas en carne viva. Lo hacía sin darme cuenta, viendo la televisión, leyendo, cada vez que chequeaba los correos en mi trabajo o vida personal, escuchando la radio, mientras estaba detenida en una cola de tráfico,…En fin, en multitud de ocasiones en las que mi cerebro automáticamente y sin apenas yo ser consciente de ello, daba la orden a mi cuerpo de dirigir las uñas a la boca y morderlas como un roedor a su zanahoria.
Luego, me quedaba absorta mirando las uñas y manos bonitas de mis amigas y compañeras de trabajo. Así que uno de mis objetivos para este 2022 fue dejar de morderme las uñas.
El 18 de diciembre de 2021 me hice mi primera manicura, casi sin uñas (¡ay, Ana qué artista eres!) en el salón de manicura de mi amiga Ana López (en peluquería D’Rizos en Puerto de Santiago). ¡Es una artista con la manicura rusa!
Y así fue como mi primera manicura fue de motivos navideños con Rudolf (o como mi amiga Ana le llama, Rodolfo) como protagonista.
Luego vinieron las rosas elegantes con diamantitos y “brilli-brilli” y, por último, las azul oscuro tornasoladas con purpurina diminuta turquesa (que solo se ve al sol o bajo la luz) y los ojos turcos como protagonistas, amuletos árabes protectores ante el mal de ojo, las malas intenciones de los demás (últimamente las estoy percibiendo muy fuerte de determinada persona) y las malas vibraciones en general.
Me suelen durar entre dos y cuatro semanas y bien han merecido la pena esos euritos que destino a cuidarme pues gastar dinero en el auto-cuidado, en comer bien o en viajar y tener experiencias culturales enriquecedoras (ir al cine, al teatro, a un concierto, comprar libros, comprar música,…) es invertir dinero no gastarlo.
¡Y lo que me han crecido las uñas desde el 18 de diciembre!
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