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lunes, 30 de diciembre de 2024

Las Nocheviejas en casa de Trini y Juan.

 Si hay algo que recuerdo como si fuera ayer mismo, es el discurso que dio mi abuelo Armando Navarro en la que sería la última Navidad que juntó a toda la familia Navarro en su casa, en La Caldera (una casa de campo, en medio de una finca como decimos en Canarias). Dijo que ojalá se equivocara, pero que estaba seguro de que cuando él falleciera ya no nos seguiríamos reuniendo todos. Y así fue, tristemente. Mi abuelo falleció en agosto de 1998, yo tenía exactamente la edad que tiene mi hijo Abel Nayar ahora: 19 años.

Solamente mis tíos Fredy y Toñi y su hija, mi prima Patri, y su marido, se han reunido con mis padres y nosotros en navidades alternas, siempre que se ha podido. Y es perfectamente comprensible que no podamos reunirnos todos, debido a motivos laborales y a que la familia Navarro viven, en su mayoría, en el norte de la isla.

Lo que mis padres han intentado ha sido perpetuar la tradición de pasar la Nochevieja todos juntos en su casa. Las Navidades se van alternando con las familias de las parejas de mis hermanos. Yo como después de mi divorcio sigo soltera, siempre lo paso con ellos.

Es tradición también el nerviosismo y la histeria de mis padres en los días previos a la Nochevieja. Ellos quieren que todos coman a cuerpo de rey y se vuelven locos cocinando mil platos, comprando muchísima comida y poniendo la cocina patas arriba para que todo salga perfecto. Mi padre lo quiere hacer todo él, no quiere que nadie le ayude y si entras a la cocina a, por ejemplo, beber agua, ya le estás molestando y te echa una llamarada de dragón chino cabreado en forma de grito histérico porque le incordia tu sola presencia en la cocina. Así que hemos aprendido a dejarles solos estos días, es así como ellos parecen querer que sea. Siempre he dicho, que prefiero encargar pizzas y chucherías y comer relajados, lo que sea, pero relajados y tranquilos, pero son ellos quienes han marcado cómo debe ser esta tradición familiar.

Llegada la cena es emocionante tenerlos a todos en la misma mesa. Yo, como madre, entiendo cuánto puede emocionar a la mía.

A mí siempre me entra mucha melancolía en la noche de fin de año y rezo mentalmente, antes de las uvas, porque todo siga como hasta ahora. Porque lo primordial es tener salud y estar todos/as bien. Lo demás, siempre digo, ya lo iremos fabricando con el trabajo diario, pero para eso se necesita salud.

Mi hermano Omar es quien pone la alegría en la Nochevieja, sin quitarle mérito a mi otro hermano, pero es que mi hermano chico es el showman de la familia. Él saca su cajón peruano y se pone a tocar y animarnos a todos, también es el encargado de poner los altavoces y de pinchar la música. Luego, entre los dos hermanos, se encargan de la pirotecnia (sí, sí, se tiran hasta fuegos artificiales). Somos algo así como Los Yakis de Los Gigantes, tal cual… Los canarios tenemos algo en común con los gitanos, pues para nosotros/as al igual que para ellos, la unión familiar es clave de bóveda en nuestras vidas.

Hoy es día 30 y, sinceramente, ya estoy deseando que sea mañana por la noche, que estemos todos sentados a la mesa y poder disfrutar junto a mi hijo, mis padres, mis hermanos, mis tres sobrinas y mis cuñadas de la gran fiesta que se arma esta noche cada año en mi casa.

 

¡Feliz Nochevieja a todos/as y que el 2025 sea un año amable con todos/as!💓🥂

Les dejo con fotos de años anteriores...








Y así es como acabo yo cuando no cae en sábado o domingo al día siguiente, pues trabajo incluso los festivos (libro siempre sábados y domingos). Viendo una peli e intentando dormir aunque sea dos o tres horitas antes de ir a mi trabajo, aunque con el ruido de la plaza es imposible dormir. 

Omar tocando el cajón peruano, mi padre dando palmas y Sofía bailando sin parar (es como el padre😍). 














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