Electrical blackout y nuestra suerte africana.
¿Por qué no hubo apagón en Canarias?
Por lo que he podido averiguar por internet: Canarias, debido a su localización geográfica y a las características de su sistema energético, es parcialmente autónoma de la red eléctrica nacional que une a España con el resto de Europa. Aunque el sistema eléctrico en la península sufrió un colapso, nuestras islas dependen de una infraestructura propia que es relativamente aislada. No obstante, sí estamos conectados a la red eléctrica europea a través de un cable submarino que, curiosamente, no viene de la península, sino de nuestro país vecino y más cercano; Marruecos. Este cable, conocido como la interconexión eléctrica Tánger-Tarifa, permite a Canarias recibir y enviar electricidad, pero no dependemos exclusivamente de él.
Este vínculo con Marruecos es uno de los factores clave que nos permite tener una cierta autonomía energética. El hecho de que un país africano, vecino nuestro (ya sabemos que los Canarios tenemos los pies en África, la cabeza en Europa y el corazón en Latinoamérica), nos provea de electricidad a través de esta conexión subacuática es algo que debemos valorar y apreciar. Vivir tan cerca del continente africano, en un territorio tan alejado del resto de Europa, y contar con la infraestructura necesaria para obtener electricidad de Marruecos, no solo es una bendición, sino una clara ventaja. Nos conecta de forma directa con una red energética más robusta, que nos da estabilidad en momentos de crisis, como el que vivimos ayer. ¿Se dan cuenta de la situación geográfica privilegiada con la que contamos en Canarias?
Las islas cuentan con plantas de generación propia, como las térmicas y las renovables, que permiten cubrir la demanda interna de energía sin necesidad de recurrir constantemente a la red continental. Estas plantas, aunque con una mayor dependencia de combustibles fósiles, también incluyen fuentes renovables como la energía solar y eólica. Esta autonomía relativa fue la razón por la que, a pesar de lo ocurrido en el resto del país, en Canarias no se experimentó el mismo apagón (aunque, sinceramente, yo me dejé dormir esperándolo en cualquier momento y preocupada por no tener cocinilla de gas sino eléctrica). Sin embargo, esto no significa que estuviéramos exentos de los efectos del colapso general. La electricidad se mantuvo en funcionamiento, pero a medida que la tarde avanzaba y se restablecía el servicio en la península, empezaron a surgir problemas con la conectividad de telecomunicaciones, lo que generó aún más incertidumbre en la población.
El colapso de las telecomunicaciones
A medida que el día se convertía en noche, otro de los problemas que se presentó en Canarias fue la caída de las redes de comunicación. Aunque no sufrimos apagones eléctricos, los sistemas de telefonía móvil y las conexiones a internet fallaron en varias zonas (incluida la mía, Los Gigantes, en el bello municipio de Santiago del Teide), dejando a muchas personas sin poder acceder a la información actualizada sobre lo que estaba sucediendo. La desconexión temporal de estos servicios vitales añadió una capa de ansiedad a la situación, ya que las personas no podían obtener detalles precisos sobre los avances en la recuperación del suministro eléctrico en la península ni comunicarse con sus seres queridos. Nos quedamos sin señal de televisión, sin teléfonos y sin internet. Aislados de todo.
Este fenómeno se debió, en parte, a que muchas de las redes de telecomunicaciones funcionan con energía eléctrica, y cuando un sistema tan grande como el de la península se colapsa, también pueden verse afectadas las infraestructuras que dependen de la misma. Además, las dificultades de comunicación también se vieron amplificadas por el uso masivo de los teléfonos móviles, lo que sobrecargó las redes.
Mientras en la península, la electricidad comenzaba a restablecerse en su mayoría, Canarias continuaba con su propio ritmo, aunque con una sensación colectiva de desconcierto. La falta de información precisa y la caída de las comunicaciones generaron una sensación de aislamiento. Aunque no estábamos directamente afectados por el apagón eléctrico, los medios también destacaron el hecho de que las infraestructuras de telecomunicaciones fallaran en la noche, lo que sumó un nuevo nivel de incertidumbre en la isla.
Reacciones internacionales
A nivel internacional, los medios informaban de lo sucedido en la península, donde el apagón tuvo efectos devastadores, especialmente en Madrid, Barcelona y Lisboa. Sin embargo, las islas, al no haber sufrido el mismo tipo de colapso, aparecían en los titulares como una excepción.
Pude comunicarme con amistades que viven en Maryland, Colombia, Perú y Ecuador y, curiosamente, me informaban de que en las noticias de sus países trataban el asunto como un ciberataque.
Este apagón, aunque no nos afectó en términos de luz en Canarias, nos dejó con una reflexión clara: la vulnerabilidad de los sistemas que dan forma a nuestra vida moderna. No solo depende de la electricidad; también es crucial la infraestructura de comunicación que nos conecta. En un mundo cada vez más interdependiente, eventos como el de ayer nos recuerdan que debemos estar preparados no solo para los problemas visibles, sino también para aquellos que afectan a la tecnología invisible que usamos a diario.
Hoy, con la calma restaurada, nos queda el aprendizaje de cómo la conectividad —en todos sus aspectos— juega un papel fundamental en nuestras vidas, y cómo un apagón, aunque no nos toque directamente en algunos aspectos, puede afectarnos en formas que no habríamos imaginado. Vivir en Canarias, conectados de manera tan directa con Marruecos, es un privilegio que debemos valorar aún más, ya que esta red nos dio estabilidad cuando la red continental europea sufrió.
Ana Naira Gorrín Navarro. 29/04/2025.
En este rinconcito del mundo que está geográficamente en África, aunque seamos suelo español y europeo y tengamos tanta influencia cultural de Latinoamérica (nuestro acento, nuestra música y nuestras costumbres, resultado de las migraciones de canarios/as a Latinoamérica a mitad del S. XX).
Comentarios
Publicar un comentario